Esta semana contaba aquí que El País había publicado unas fotos vergonzosas.
Al leer el artículo de hoy de Milagros Pérez Oliva, he vuelto a sentir lo de siempre. Pérez Oliva no defiende a los lectores, sino que defiende a su diario de aquellos lectores críticos que lo ponen contra las cuerdas y le recuerdan que es un diario de referencia, no solamente en España, también en Europa. Se mueven los límites, dice, defiende de forma muy favorable las decisiones de su empresa, y tacha de vago e interpretable el 'Libro de estilo' (que es el documento en el que el diario se compromete ante sus lectores y por eso es un libro que no solamente se usa en la redacción sino que lo venden en las librerías. Es decir, el libro de estilo es un contrato con los lectores).
Asegura que el problema es que las fotos salieron en una edición local (la catalana), cuando es incierto porque estaban en el digital. Se olvida (con una amnesia que le es muy favorable) de que el digital las tiene aún hoy a disposición de quien quiera verlas. Justifica los medios por el fin, cuando desde el siglo XVII sabemos que no, que el fin no justifica los medios, y que quienes se aferran a objetivos que pasan por encima de las personas, pisoteándolas, suelen tener intenciones inconfesables, y en este caso bastardas. El País quiere vender, y le da lo mismo que el precio sea la dignidad de las mujeres fotografiadas y de quienes como ellas están abocadas a la prostitución, a veces en condiciones de esclavitud.
A mí no me convence la defensora del diario El País. Es más, me inquieta que ya ni siquiera haya en ese diario una persona que le diga a la dirección del medio que sus lectores le piden que reflexione, que se pare antes de tomar determinadas decisiones, que se acuerde de lo que era. ¿O es que el digital de El País no es El País ni pertenece a la misma empresa ni tienen cuentas comunes?
Me eriza la piel pensar que yo me he construido como persona leyendo El País, que buena parte de lo que soy lo soy porque he formado mi concepción del mundo leyendo ese diario, que me ha mostrado el mundo en grande y sus pequeños mundos, porque ese universo que me mostraban ha moldeado el mío.
Y ahora, como a tantos, nos deja huérfanos, porque hay que vender. A cualquier precio. Se mueven los límites, dice Pérez Oliva. Claro, como en la yenka.
Os dejo ahí el baile.
Y para quienes no tengan paciencia de ver el vídeo, diré que el estribillo de la yenka es "Izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, detrás, un, dos, tres".
Hace 7 años
4 comentarios:
Comparto tu indignación y decepción, Lucía.
A mí la parte que me enfurece es la siguiente: "El fenómeno de la prostitución no sólo se está extendiendo y agudizando de forma alarmante, sino que cada vez adquiere mayores cotas de sordidez y explotación de las mujeres. Eso es lo que pretendía denunciar el reportaje.".
De eso nada. El reportaje pretendía, en primer lugar, vender periódicos. En segundo, en todo caso, denunciar un problema de orden público a través de un texto en el que los derechos y la dignidad de esas mujeres pintan muy poco, acompañado de unas fotos denigrantes. Que no tengan la desfachatez de erigirse en defensores de las mujeres oprimidas. Eso sí que no.
Ala, bailemos la yenka.
Sinceramente no sé qué pensar sobre la publicación de estas imágenes. Por un lado, entiendo perfectamente vuestros argumentos. Por otro, las imágenes me parecen un complemento a la información que muestra claramente lo que sucede en Barcelona. Además, estoy de acuerdo con Pérez Oliva en que la actuación policial ha sido motivada por la publicación de las imágenes.
Lo que muestran las imágenes sucede todos los días en cada punto del país. Sólo hace falta ver los datos sobre prostiución y los millones de euros que mueve este negocio. Estas humillaciones hacia la mujer se producen a diario, pero la mayoría prefiere mirar hacia otro lado. La publicación de estas imágenes tan explícitas puede, incluso, remover conciencias. Estas personas que acostumbran a echar una sonrisilla cuando se habla de prositución y de prostitutas pueden haberse dado cuenta de lo que en realidad tienen que sufrir estas mujeres.
Por cierto, ¿ser armó tanto revuelo en contra de los medios que publicaron imágenes de torturas perpetradas a musulmanes en las cárceles de Irak y Afganistán? ¿O aquellas fotos si que eran informativas y los medios no hacían negocio de la humillación? Si las imágenes de Barcelona hubieran sido de agencia, ¿no creéis que la mayoría de los medios las hubieran publicado? Por cierto, ¡qué a gusto se está aquí! Aunque me he enterado de casualidad.
Las fotografías no aportan nada nuevo, nada que un lector no pueda extraer de una descripción.
Tampoco creo que aporten nada, y me parecen muy poco respetuosas, las imagenes de futbolistas que fallecen en los partidos de fútbol. Las televisiones las repiten una y otra vez. Los límites se han movido, ¿dónde están ahora? Bea.
Pues un medio de comunicación "serio" no puede permitirse ese argumentario tan "vago".
No todo vale para vender...pero quien esté libre de pecado...que tire la primera piedra...
Querida profesora...el problema es que los periodistas en un periódico pintan lo que pintan...desde que están dirigidos por los números...lo que hacen es bailar la yenka...
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