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CARLA BADILLO CORONADO

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BEATIFICACIONES
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Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo
en el cráneo, ¿para qué leerlo?...
...............................................Franz Kafka
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.......Siempre me han interesado los escritores que arriesgan. Aquellos que de entrada nos dan el puñetazo al que Kafka alude en la cita de arriba. Rilke decía que las obras de arte son siempre el producto de un riesgo, de una experiencia llevada al límite. En La literatura y el mal, Georges Bataille sostiene que la obra de William Blake sorprende precisamente por su indiferencia a las reglas comunes; en ella "hay algo desorbitado, algo insensible a la reprobación de los demás, que eleva a lo sublime esos poemas." La literatura es un asunto de valientes. A los nombres de François Villon, Marqués de Sade, Lautréamont, Henry Miller, Anaïs Nin, Antonin Artaud, Jean Genet o Fernando Vallejo, podríamos añadir un sinnúmero de autores más, de diferentes épocas, géneros y estilos, que han levantado polvo con sus letras. Afirma Cioran que "si Nietzsche, Proust, Baudelaire o Rimbaud sobreviven a las fluctuaciones de la moda se lo deben a la gratuidad de su crueldad, a su cirugía demoníaca, a la generosidad de su hiel". Riesgo/Transgresión/Trascendencia. Roberto Bolaño, polémico de primera clase y visionario feroz, decía que la literatura se parece mucho a una pelea de samurai, pero un samurai no pelea contra otro samurai: pelea contra un monstruo; y, aun sabiendo que va a ser derrotado, tiene el valor de salir a pelear.
(...)

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(Carla Badillo Coronado, "Beatificaciones", en AA. VV., BEATITUD. Visiones de la Beat Generation. Edición de Vicente Muñoz Álvarez & Ignacio Escuín. Ediciones Baladí, 2011)

MARQUÉS DE SADE


A LOS LIBERTINOS
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Voluptuosos de todas las edades y de todos los sexos, a vosotros solos ofrezco esta obra: nutríos de sus principios, que favorecen vuestras pasiones; esas pasiones, de las que fríos e insulsos moralistas os hacen asustaros, no son sino los medios que la naturaleza emplea para hacer alcanzar al hombre los designios que sobre él tiene; escuchad sólo esas pasiones deliciosas, su órgano es el único que debe conduciros a la felicidad.
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Mujeres lúbricas, que la voluptuosa Saint Ange sea vuestro modelo; a ejemplo suyo despreciad cuanto contraría las leyes divinas del placer, que la encadenaron toda su vida.
Muchachas demasiado tiempo contenidas en las ataduras absurdas y peligrosas de una virtud fantástica y de una religión repugnante, imitad a la ardiente Eugenia; destruid, pisotead, con tanta rapidez como ella, todos los preceptos ridículos inculcados por imbéciles padres.
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Y a vosotros, amables disolutos, vosotros que desde vuestra juventud no tenéis más freno que vuestros deseos ni otras leyes que vuestros caprichos, que el cínico Dolmancé os sirva de ejemplo; id tan lejos como él si como él queréis recorrer todos los caminos de flores que la lubricidad os prepara; a enseñanza suya, convenceos de que sólo ampliando la esfera de sus gustos y de sus fantasías y sacrificando todo a la voluptuosidad es como el desgraciado individuo conocido bajo el nombre de hombre y arrojado a pesar suyo sobre este triste universo, puede lograr sembrar algunas rosas en las espinas de la vida.
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(Marqués de Sade, "A los libertinos", introducción a La filosofía en el tocador).