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ÁNGEL PANIAGUA




JOVEN POETA DE MARCHA


Tras una semana comprobando que el alcohol, el ruido y el gentío distraen pero no tapan la tormenta interna, una noche en mi casa, en mi pueblo, en mi cama y en silencio. Asusta un poco este puto silencio.”
MANUEL PUJANTE

A Manuel Antonio Sánchez-Pujante Fernández



El alcohol, el ruido y el gentío,
la barahúnda loca de conciencias
vomitando en el suelo —adolescencias
absurdas, demoradas—, griterío

de zanguangos campando a su albedrío,
organizando grescas y pendencias
brutales —sin medir las consecuencias
de sus tercos desmanes—, plumerío

de armarios que te buscan, te magrean
—y de pronto se hacen los machitos
para disimular—, y ahí sentado

—mirando a nadie, absorto y apartado
de cuantos a tu alrededor vocean—
tú, intentando abstraerte entre sus gritos.



(Poema extraído del blog de Ángel Paniagua Ajustes y otras cuentas.)

ÁNGEL PANIAGUA



UN POETA ESPAÑOL PREVÉ SU MUERTE


Aquí dejo este libro,
resultado final de tanto esfuerzo
por hablarle a la vida con coraje.


No pretendo decir que haya vencido,
que haya dado con esa entraña leve
que transmuta la lengua y las palabras
y las torna sencillas, perdurables.


No he tratado con él de dar respuesta
a los grandes enigmas que nos forman
desde que somos esto
que ya no quiero ser.
                                 Quizás resulte
monocorde, agrio a veces, pero el tono,
aunque amargo, es el único que suena
veraz a mis oídos.
                           Mis asuntos
están todos en orden, mis pecados
no le importan a nadie.


Me siento ya muy sucio.
                                     Voy al baño.

 
(Ángel Paniagua, Monólogos en el vacío, Colección Planeta Clandestino # 97, Logroño, 2011)                    

ÁNGEL PANIAGUA


TIERRA ADENTRO

Ya es hora de partir de algún crepúsculo

al crepúsculo, es hora de llenarse
de grava los zapatos y aprender
a caminar, desligando
de métrica y prosodia los andares,
los ríos y los olmos;
deslizando entre métrica y prosodia
unas gotas de sangre,
brotadas de la piel herida al paso
de arbustos y ramajes;
dejando los jirones de camisa
abandonados,
.................... quizás enrojecidos
por el líquido tierno, pero solos
y atrás, en el olvido de los árboles.
,
Ya es hora de dejar que la poesía

se apodere del tiempo
que intento descifrarme y expresar,
dejar que me desnude y me distraiga
de tantas distracciones,
que me centre y me empuje a recibirme,
a presentarme a mí mismo
y conocerme.
.
(Ángel Paniagua, En las nubes del alba, Universidad de Murcia, 1990)