Año 10 d. C.
Para ser un mito
hay que ser intermitente.
Ser libre y a la vez esclavo
de unos ojos, de
unas lunas ,
de unas cadenas y de varias guerras.
Para ser un mito
hay que fingir tristeza
y llorar a bocanadas secas,
pactar con la teoría del servilismo
y masticar ortigas pixeladas .
Si quieres ser un mito
intenta no soplar muchas velas,
apuesta por el sufrimiento
e imita a un tal Jesús (el de Galilea):
ama, lucha, peca, sufre
y lávate las manos a diario.
¿Alguien da más, Barrabás?
Por cierto: quise ser un mito
pero los años han dictado
sentencia.
Ahora,
ya he cumplido diez.
(Antonio Jaranay Flores, poema extraído de su blog Desde la butaca del privilegio)