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BEGOÑA LEONARDO



YA NO HUBO A QUIÉN ACUNAR

En el principio
nada parecía amenazante
había salido el sol
unas nubes sonreían
mi corazón saltaba
y las preguntas todas
tenían respuestas vivas.

Cuando los mortales cortaron la alegría
se apagó la luz.
Chamuscadas mariposas en versión original
sacudían sus alas
desesperadas...

Ya no hubo a quién acunar
a quién amamantar.
Las madres mecían sus propios cuerpos
las caricias vagaban 
se asfixiaban antes de posarse.

Y las mentiras 
se instalaron irremediablemente.


(Begoña Leonardo, Deshaucios en el paraíso, Mabele Ediciones, reedición actualizada, 2013)

BEGOÑA LEONARDO




UNA AMAZONA ASFÁLTICA

He querido muchas veces
cruzar la calle y vivir la vida de otra.
Sentirme la mujer que se sube a ese taxi
una carrera incierta y misteriosa.
Ser la que en el cine besa a un hombre que no es el suyo,
la que toma de la mano a una niña
muy distinta a la mía.
Ponerme el sombrero aquel
que parece un nido de golondrinas
y atreverme como esa,
con una minifalda que corte la digestión al de enfrente.
Ser la chica de la panadería
despreocupada y tontona
que dedica miradas alegres y consoladoras a cualquiera.
Cometer algún delito
del que no arrepentirme
y correr sin permiso
y gritar
y reír desencajada...
Ser una amazona asfáltica
fuera del tiempo y la ley
surcando cuerpos
devorando aleluyas
con los labios extenuados
y las mandíbulas doloridas
de morder lo prohibido.


(Begoña Leonardo, No frenes la lengua de los pájaros, Groenlandia, 2012)

BEGOÑA LEONARDO


YO TAMPOCO PUEDO VERME A MÍ


Nada de lo que quiero me hace bien,
es mortal la contemplación
de una pena rota
una esquirla en el costado
rezuma glorias pasadas.
Lo que oigo dentro
implora caos
lo que veo fuera
reclama oración y despedida
todo lo que quiero puede hacerme mal
hacerme hueco
dolerme aquí ahora, mañana...
Es la ella de las constelaciones violetas
más brillantes e indolentes que cuando me ven...
Pero nadie me ve
a mí, porque no saben dónde estoy.

Yo tampoco puedo verme a mí

tengo negado el entendimiento de mi ojo real
el que me sabía en el momento preciso.

Toco mi cara y no está
recorro mi cabeza entera
por si ha cambiado de sitio
y no está.
Suspiro hondo
lento, apagado...

Aviso a mi cuerpo por si acaso
pero ya no tengo un cuerpo
que pida pan.




(Poema extraído de su blog Dad al aire mi vozLa bitácora literaria de una amazona asfáltica)