Mostrando las entradas con la etiqueta perlongher. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta perlongher. Mostrar todas las entradas

domingo, julio 26, 2020

Tres documentales tres: Benesdra, Greco y la juntidad de la bohemia porteña

Hace unos meses vengo mirando algunos documentales que tenía pendientes. Recomiendo, en esta oportunidad, estos tres: uno sobre Salvador Benesdra y su novela El traductor; otro sobre Alberto Greco y su radical propuesta artística; y otro sobre la bohemia porteña de los 70 y de los 90. Las tres películas exploran bordes excéntricos de la cultura argentina, personas inolvidables e imágenes que condensan poéticas y formas de entender el mundo. Pasen y vean!



Sobre Salvador Benesdra y su novela El traductor: Entre gatos universalmente pardos, de Ariel Borenstein y Damián Finvarb




Sobre Alberto Greco, creador del Vivo Dito: Alberto Greco obra fuera de catálogo, de Paula Pellejero



Sobre la bohemia porteña de los 70 y los 90: La juntidad espeluzante, de Jorge Quiroga y Martín Carmona

sábado, junio 06, 2020

Moléculas Malucas, un paseo fuera del margen

Descubro con alegría el sitio Moléculas Malucas. Archivos y memorias fuera del margen. La presentación arranca de este modo:


 
Estamos acá porque se nos ocurrió desempolvar archivos olvidados y refrescarnos la memoria sobre las luchas y producciones de quienes nos antecedieron en nuestros movimientos fuera del margen.


Entre otras cosas, han subido dos textos que aplaudo de pie. Por un lado, un relato inédito de Néstor Perlongher, escrito en 1976 y titulado "Hall" (que recuerda a "La narración de la historia", de Correas):


 
Quien lo viera como él a la entrada de la Estación Constitución hubiera sin duda notado cierto aire de Teorema de Pasolini, si ése –además– hubiera sido alguien predispuesto para encuentros de esa naturaleza, y remarcara el declive de las baldosas en dirección a las rejillas, detalle digno de tomar en cuenta para advertir con solemnidad la proximidad de los restantes días, el remanso de una serie de acontecimientos posibles viniendo de la calle, espesa, achicharrada. “Estación Prostitución” anunciaba el colectivero del Cañuelas, dejando formada de inmediato una imagen arquetípica, borrosa como una postal de hace diez años, algunas columnas que retenían o sostenían el aire y, más que nada, la procesión de rostros automáticos como un aviso publicitario de la Paranoia Co.

El contexto, repuesto por Marcelo Benítez, quien conservó el documento hasta hoy, y el relato completo de Perlongher se pueden leer acá.

Por otro lado, Jorge Luis Peralta realizó esta semblanza de la editorial Tirso, la primera editorial "gay" latinoamericana. Arranca así:



Bajo la dirección de un escritor ya consagrado, Abelardo Arias (1908-1991), y de su joven colaborador Renato Pellegrini (c. 1930-2015), Ediciones Tirso fue la primera editorial latinoamericana específicamente orientada a la difusión de literatura argentina y extranjera de temática homoerótica, fundada en 1956. La hegemonía de interpretaciones históricas basadas en el punto de vista de la represión ha producido, a nuestro juicio, mecanismos de lectura limitados. Parece inconcebible, desde esa perspectiva, hallar en la literatura, el cine y otras manifestaciones culturales previas a 1970, miradas sobre la sexualidad en general y el homoerotismo en particular que no reproduzcan el discurso oficial sobre estos temas propagado a través de distintas instituciones, fundamentalmente el Estado y la Iglesia. Tirso supuso, en este sentido, una especie de grieta a través de la cual se desafiaban, aunque fuera tímidamente, las ideologías oficiales.
El ensayo sobre Tirso se puede leer completo acá.

En fin, recomiendo con fervor el sitio Moléculas malucas. ¡Pasen y vean!

martes, noviembre 05, 2013

Excursiones por la comarca




Como diría don Silvio: "Quiero partirme en dos". Un año en el que vuelven a publicarse textos de Néstor Sánchez, Germán Rozenmacher y Néstor Perlongher no es un año para despreciar.
Más sobre el libro de Sánchez, acá.
Más sobre el libro de Perlongher, acá.
Más sobre las obras completas de Rozenmacher, publicación en la que tuve la fortuna de participar, en un próximo post.

viernes, diciembre 14, 2012

Un París neobarroso

En la segunda mitad de 1989, cometí el error (la imprudencia, fascinado como una niña proletaria, por las luces benjaminianas de los pasajes de Lutecia) de aceptar, después de un duro trámite, una beca en París. Lo que sigue es una crónica fragmentaria de los infortunios y sinsabores que tan insensato desplazamiento me causó, montada a partir de una charla con María Inés de Aldaburu.

Así comienza la crónica poética Nueve meses en París de Néstor Perlongher que tan generosamente pone a disposición de todos el blog jaibasbibliopiratas, un hermoso baúl de sorpresas poéticas digitalizadas (no dejen de explorarlo). La crónica de Perlongher sigue acá.

Gracias a Schlemihl.

domingo, junio 24, 2012

Acreditando en Tancredo (Néstor Perlongher)

Copio una fragmento de una conferencia de Perlongher, "El portuñol en la poesía", en el que presenta su poema "Acreditando en Tancredo". Si quieren leer el artículo completo, pueden hacerlo, acá.

"4. Acreditando en Tancredo
Para dar un ejemplo de cómo trabajo yo con el portuñol, me tomaré la licencia poética de leer un poema, titulado: «Acreditando en Tancredo», que empieza siendo gauchesco y luego se barroquiza, pasando por conatos románticos y terminando en una suerte de escritura de graffitti. A esta mezcla la tornan pertinente razones extratextuales, ya que sabemos que Tancredo reúne todos los estilos. Obviamente, «acreditando» está usado en la acepción portuguesa (creer) y también en la castellana (acreditar en la cuenta). Los sentidos de «tan-credo» se verán mejor a través de la lectura.

ACREDITANDO EN TANCREDO

El que en la cuenta acredita
del candidato amigable
descubre, cuando ya es tarde,
que se le ha ido la guita
y que lo que le debían
ya no lo puede cobrar,
ni siquiera protestar
por tamaña tropelía,
apenas chuparse el dedo
porque todo lo he pasado
Acreditando en Tancredo.

Ya no hay guerra: todo es paz.
El matrero y el falaz
se juntan con el sotreta
para arrancarle al atleta
de la inclinada nación
del sacrificio la teta
—mas después del papelón
sí se jodio no fue al pedo
porque todo le ha pasado
Acreditando en Tancredo.

lunes, abril 02, 2012

El deseo de unas islas

Néstor Perlongher escribió, al menos, tres artículos sobre la "guerra de Malvinas" (que fueron recopilados en Prosa plebeya (Colihue, 1997)). Dos, "Todo el poder a Lady Di" (1982) y "La ilusión de las islas" (1983), ya andan dando vueltas por la web hace unos años. En cambio, "El deseo de unas islas" (1985) nos faltaba. Este último, que aprovecho para digitalizar en esta fecha particular, cruza la guerra con la cuestión de la identidad y si bien el artículo se lee en el marco de la reflexión sobre la "identidad homosexual", los enlaces con las Malvinas son, por demás, productivos. En fin, vaya el artículo de Perlongher para seguir disfrutando de su prosa (de los ecos de su poesía, de sus palabras marginales) y para no cerrar la "guerra de Malvinas" en una mirada unívoca, monolítica.

El deseo de unas islas (Néstor Perlongher)

Publicado en la revista anarquista Utopía nº 3, en 1985. El texto había sido leído el 25 de junio de 1982 en el Sindicato de Jornalistas de Sâo Paulo, en un encuentro sobre “Política y Deseo” organizado por los grupos gays paulistas. A pesar de que el tema de la identidad recorre el ensayo, las alusiones y analogías con la guerra de Malvinas –además de la fecha de escritura- sugieren incluirlo aquí [en la sección sobre “Malvinas Argentinas” de Prosa plebeya (Colihue, 1997)]. Utopía existió entre 1984 y 1987.

Un aviso del desaparecido Ejército de Liberación Homosexual de las Malvinas (en el exilio), prolijamente censurado por la prensa, decía textualmente: "Se recomienda a las 8 (ver informe Kinsey) maricas malvineras entregarse indistintamente a cualquier soldado". Si creemos en las estadísticas de Kinsey y calculamos que los aproximadamente 15.000 soldados sitiados en esas frías soledades precisarán al menos un coito semanal, las desdichadas kelpers deberían haberse pasado a un promedio de 250 soldados por día, suponiendo que el machismo de los ejércitos les impedirá satisfacerse entre ellos y descartando el recurso de las ovejas, por tratarse de perversiones ajenas al tema de este debate.
De ahí que cualquier movimiento homosexual que se preciara debería haber declarado la inmediata solidaridad con las maricas malvineras —quedando, de paso, mejor que los izquierdistas que se solidarizaron con la dictadura argentina—, no tanto porque ellas no se los pudieran bancar solas —ya que los cargamentos de vaselina rusa untuosamente distribuida a través de la soldadesca tornan gozosa cualquier dilatación—, sino porque la guerra habría de acabar algún día, y quién las podrá rescatar de ese vicio de masas.

viernes, agosto 19, 2011

Voces del pasado



Radiografías de la historia, voces del pasado entre las que podemos hallar los barrocos poemas de Perlongher, los terroríficos cuentos narrados por Laiseca, discursos políticos antológicos o las coplas de ciertos payadores. Hay mucho más, no sólo de Argentina. Un sitio fantástico.

sábado, abril 02, 2011

El otro Nestornauta: contra las guerras y sus vates


Me gusta pensar a Néstor Perlongher como el otro Nestornauta: aquel que, como el Eternauta, se posiciona en un lugar subalterno en su poesía y en sus ensayos, puro devenir minoritario, un lugar de resistencia al Estado, al fascismo, al machismo.
Por eso, recupero uno de los textos que escribió sobre la guerra de Malvinas, publicado en la revista Sitio en 1983: "La ilusión de unas islas" (los otros serían "Todo el poder a Lady Di" (en la revista Persona, 1982) y "El deseo de unas islas" (en la revista Utopía, 1985). Tal vez este texto, con respecto a los otros dos, sea el más polémico (se inscribe en la discusión con los miembros de Sitio en torno a la guerra y la identidad nacional pero también al exilio) y el que más recupera su hermosa escritura. En fin, que lo disfruten, y que vuelva este otro Nestornauta.

La ilusión de unas islas* (Néstor Perlongher)

Estábamos lejos de las remotas. ¡Y en compota! La penitencia de esa distancia (acaso, impenitente) nos ha estragado la escucha de esos glaciales ululares, derretidos, en esta calidez, reducidos a lo (sub)literario. Desde donde parecía más nítido cuán hondo los repliegues, los bordes de los fiordos (y aquí la mano lamborghiana: "La de dibujo era la mejor") habían calado en la imaginación de los educandos. Nefandos, idus. Así, la inspectora de primaria, cuando arrebujada en sus tapados de piel de nutria, o foca, bajara del coche, vería resplandecer (ecos del himno sarmientino: "La niñez tu ilusión y tu contento...") el mapa de un patriotismo infanto-juvenil, acneico ("Y en tu pecho, la juventud de amor un templo...").
El tapado de piel de la inspectora les hubiera venido bien a los reclutas (sedentarios en un desierto del que no se deserta). Empero —obsesión de la buena letra-habrá de preferirse revestirlos de endechas (algunas a medio hacer, otras ya hechas).
Se discute, se va a las manos, por la posesión de unos desiertos (de los que al parecer no puede desertarse). Se despierta, en el desierto, el vate: legañoso, ilusiónase: "La guerra —imaginábamos— forzosamente nos dejaría en relaciones sociales nuevas (por momentos, las suponíamos triunfantes e inaugurales)".
La identidad de este "nosotros" —ya que no del borgiano— es clara: es la de los firmantes del unitario Entredicho: Alcalde, Grisafi, Grüner, Gusmán, Jinkis, Savino.
El Entredicho se eleva fugazmente al didactismo, cuando revela que el Estado Argentino —"espectador neutral"— no ha conocido, en este siglo, guerras. Debe referirse, pensamos, a las guerras "limpias" (libradas, según las reglas de las artes marciales, entre Estados Soberanos). Soberanos, nos tienta. Pero no hay por qué suponer —en honor al localismo— que el fango de las trincheras de Ganso Verde ensucie, o manche, más, que el barro de las zanjas de Victoria, o el Tigre. Sólo que en el primer caso la pantera bélica ruge más estentórea, sin clandestinidad aparente. Lo que velaba, empero, la retórica es —y, peor, era— ya manifiesto.
Empero, una ilusión ("con lo que acaso se logró ilusionarnos") deviene "decepción” —y "objetiva". ¡Habíamos Sido Engañados! Los Vates —que nos preguntábamos qué función (...) "nos tocaría cumplir" en esas "nuevas relaciones"— nos reencontrábamos con "el cierzo de la derrota" —la "soledad esencial" del barranco. Ello tal vez nos ha salvado del dudoso oficio de, vestidas de chinas, y trenzadas, payar en los vivaques —"Ahora nosotros, en guerra, pasábamos a ser un hecho del que la literatura tendría que dar cuenta". De darse cuenta (o vuelta) nadie, en cambio, se salva.
Pero —reconozcamos— nuestra guerra no tarda en transformarse en Nuestra —mayusculizando una Ironía— del destino. Que nunca es tan transparente como cuando alude a la "democracia moderna, fuerte, eficiente y ordenada a breve plazo" que "todos (!) nos propusimos en 1976". Así nos va.
Así partían los vates, en una chalupa, a la deriva ("adamados caballeros", diría Quiroga). No importa tanto que el cambalache de Rossler vacile en enquilombarse (protestando, de paso, nuestra brasilera pasión por la catinga), ni que el profesor de Viamonte no aclare qué funebreros, ni en qué féretros se entierra a las víctimas de una deliciosa conyugación—cuanto el escalofriante atrevimiento de los que escenifican, arbitrando la desmesura de una lidia entre un David y un Goliath equívocos, la pequeñez de un término medio. A medias entre Florida y Boedo, nos situaremos, ya que no en Libertad, en Cochabamba. Todo muy familiar, demasiado cercano. Y ya que mentamos a la conyugación, acotemos, por si las moscas, que la idea de la libidinosidad de los vínculos militares (¿acaso debería separárselos?) hacía ya las delicias de la clásica Psicología de las masas. Rengueamos en este punto: ya que nuestra distancia nos ha impedido leer, más que de ojito, el "Juan López y John Ward". Nuestra crítica no será, por lo tanto, literaria. Pero resumiremos nuestra impresión así: O.K., boy, siempre hubo guerras, pero no siempre (he) estado.
Ya que el recurso a la guerra (¿máquina de guerra?) no oculta la torpeza de las territorialidades que, para desatarlas, se invocan (¿guerra de máquinas?). Soberano (de nuevo), el Estado zanja en la lámina de hule el linde de unos fiordos fantasmales. ¿Nos repetimos demasiado? Es que de demasiada repetición se trata: repetición de tableteos, los mangos de quienes los enuncian no han —ni acaso— mudado. Entonces, la inmediatez de una convocatoria que nos disloca de la reclusión al reclutamiento, requiere en su auxilio el silogismo de una tortuosa mediación. "La culpa no la tiene el Comandante, sino la Reina de Inglaterra", diría el letrado payador al gaucho alzado —y estaqueado. (Con la misma fragilidad, acotemos, Puerto Rivero pasaría a llamarse Puerto Argentino, evitando, en honor a la plata, el homenaje a un cimarrón, muy simbólico o muy imaginario.)
"Amargo el mate se le ha lavado al vate". Una ilusión de yerba que —no hay que olvidar— desvanecíase, se persigue al final en la ilusión —accidental— de un suelo: "Previamente a la amistad (López & Ward), habrían tenido que ponerse de acuerdo sobre la tenencia de dicho accidente geográfico" (un cabo, un estrecho, una península...). ¿Es ése un problema de los juristas, de los poetas, de los soldados, de los amantes, de los accidentados? "Mano que escribe trazará una raya", decía, sobre su nombre, la acuática Alfonsina Storni (¡esos deslices de vocales!). La escritura, por salvaguardar la Historia, zambúllese en las marcaciones de una Geografía colorinche ("Ningún trapo a cuadros podrá reemplazarla"), de una Geopolítica enseñante. Que se diseña sobre un desierto sedentario, del que no se puede desertar.
¿Se puede? Aparentemente no es problema para algunos de los firmantes de este "Entredicho" colectivo. Un "Entredicho" atrás escribía Jinkis (Sitio Nºl): "El intelectual que se ha arrancado de su origen, que lo ha 'traicionado', tampoco pertenece a ninguna otra parte". Y luego advierte: "Este desarraigo encontrará el consuelo de algún reconocimiento"... ¿Acaso un faro?
La desolada guerra, ¿nos ha cambiado el Sitio de lugar? ¿Lo ha acercado a unas islas? ¿Anclado en "aguas territoriales"? De tan glaceada en primavera —"sudamericanista, anticolonialista, unión nacional"—, la Musa acaba Coja en un glaciar. No hay que afligirse: para enderezarse, guarda el consuelo de unos "derechos".
Retengamos, por último, el inocente verso alfonsiniano:

"En el fondo del mar
hay una casita de cristal.
A una avenida de madréporas
da."

*Publicado en la revista Sitio nº 3, en diciembre de 1983. El texto es una suerte de carta, fechada en enero, enviada al grupo editor de la revista a propósito del editorial del número anterior de esa publicación. En el mismo número se publican las respuestas de Jorge Jinkis ("A la tibia musa, de un vate desencantado") y de Ramón Alcalde ("Ilusiones de isleño"), ambos del grupo editor de la revista. Sitio existió entre 1982 y 1984.

Fuente: Perlongher, Néstor (1997): Prosa plebeya. Ensayos 1980-1992, Buenos Aires, Colihue, pp. 181-183.

sábado, enero 29, 2011

La novela familiar (entrega 9)



Patografía, vanguardia, posmodernidad (Héctor Libertella)

Si hubiera turnos en la historia, y si ahora le correspondiera el turno a la estética de la nueva derecha, entonces yo cedería lugar a un epígrafe de Louis Pauwels. Con la siguiente aclaración: como esta es una intervención oral, el epígrafe no estará encima del texto escrito sino que estará aquí arriba, en medio de la sala, flotando como un satélite artificial, una pequeña cápsula espacial o, no sé: algo que quede suspendido sobre nuestras cabezas echándonos sus rayos, como un modelo o una amenaza. No tengo otra imagen más violenta y práctica para definir lo que es la imagen posmoderna.
La cita de Louis Pauwels dice:
A partir de ahora, el mundo deberá ser pensado antes de 1789 y después de 2010.
Es decir, entiendo: antes de la Revolución Francesa, y después de cierta Máquina del Futuro. Nicolás Casullo lee y relee el terror de esa cita, la requeterrolea y concluye lo siguiente:
¿Antes de 1789 y después de 2010? Ajá! Eso parece Latinoamérica: "una sociedad de siervos que está mirando por T.V. la guerra de las galaxias."
Para cualquier humanista dueño de la Historia (digo de la historia de pasos sucesivos) este alto contraste puede producir un shock eléctrico o un efecto de escalofrío: algo muy antiguo y algo muy futuro. Algo anterior a él y algo que lo sobrepasa. Como un salto al vacío ideológico. Pienso, de pronto, en el cine: esos perros del desierto que son los personajes de la película Mad Max: hombres que habitan en basurales pero que manejan aparatos de extrema complejidad; que comen comida de perros pero en latas industriales. Pienso en las películas de Andrzej Zulawsky: Posesión. La tercera parte de la noche. Una mujer pública. Y también en Hitler: un sueño alemán, esa imaginería de muñecos sofisticados que por todas partes cacarean un terror antiguo y anterior a toda idea de sociedad. Pienso también en algo muy antiguo (cuatro orangutanes de frente estrecha y nuca aplanada) y algo muy del futuro (esos cuatro orangutanes manejando un coche Ford Falcon lleno de botoneras y computadoras hiper). Pienso, por último, en la figura que puede englobar a todos ellos: la de un cavernícola que está atrapando a su presa, pero ahora con un "raye" personal que se hace un lazo que se hace un finísimo rayo láser en la mano (así está atrapando a su presa).
¿Será éste un imaginario de época?

viernes, julio 16, 2010

Y después...

Copio las últimas preguntas de "El espacio de la orgía. Una conversación con Néstor Perlongher" realizada por Osvaldo Baigorria para El Porteño, número 43, 1985. Recordé esta entrevista al enterarme de la buena noticia de la aprobación del matrimonio gay en el Senado. ¡Enhorabuena!
[...]

¿[El sida] Viene a prohibir la sodomía?
En realidad lo que se viene a prohibir es la promiscuidad. Ojo, que el poder no está planteando la abstinencia. Lo que se está estimulando es la monogamización y familiarización de los perversos.

La pareja, sea gay o hetero. La relación "limpia".
Claro. O sea, los promiscuos ya teníamos una relación con el poder médico vía las enfermedades venéreas. El descubrimiento de la penicilina de algún modo sacó fuera de la cancha el último obstáculo de la indiferenciación sexual. Entonces, en una clínica en Brasil a mí me ponen: "Sexo: promiscuo". Vas a hacerte un examen, porque te pescaste una gonorrea, por ejemplo, y te preguntaron: "¿Cómo se la agarró? ¿Conoce con quién tuvo la relación...?" Y si no conocés, sos promiscuo. A mí nunca se me había ocurrido que entraba en esa categoría. A partir de entrar ahí, descubro que —aparentemente— tengo "otra" sexualidad. Y esto me ha servido para aclararme las cosas a mí mismo. Porque de alguna manera yo seguía pensando en la ilusión conyugal, que en el ghetto gay era más o menos así: la represión de la homosexualidad tenía, como compensación, la ilusion de que el sujeto no tenía pareja porque la homosexualidad estaba prohibida. Retirada la prohibición, el sujeto podía realizar su felicidad conyugal. Entonces el sida pone las cosas en su lugar, porque te permite descubrir que vos tenías "otra" sexualidad negada; porque la promiscuidad siempre fue considerada algo sucio, pasajero, nómade. Por eso yo veo a la promiscuidad como punto de resistencia, o por lo menos, punto a través del cual se puede resistir.

¿No puede ocurrir con la promiscuidad lo mismo que con la homosexualidad? ¿Una nueva integración, una nueva delimitación de territorios?
Bueno, el problema es que si nosotros ya no podemos hacer política de certezas, habría que ver cada situación concreta. Evidentemente, todos esos gigantescos ideologemas (la Gran Revolución, la Gran Liberación, la Identidad Sexual) no son de una utilidad muy valiosa, y en verdad resultan sospechosos a esta altura de las cosas. Lo que pasa es que con la integración de la promiscuidad la cosa no es tan fácil, porque, ¿dónde va a parar la familia? O sea, en toda esta cosa de la revolución sexual, quedó la familia; reestructurada, más abierta, más progresista, pero quedó. Y lo que ahora se pretende es también familiarizar la homosexualidad. Entonces, esa promiscuidad que el sida deja como marginalidad total, como zona de exclusión, puede convertirse en un nuevo punto de resistencia. Porque el problema no es tanto la familia: ¿y el Edipo? ¿dónde va a parar con la promiscuidad? Y ahí pasaríamos de Foucault a Deleuze, tal vez.

¿Continuar cuestionando a la familia desde el espacio de la orgía y la promiscuidad?
El cuestionamiento siempre sigue siendo pertinente; lo que pasa es que ha sido ocultado por toda esa superficialidad, esa inflexión del cuerpo. El cuestionamiento iba en dirección a una multiplicación del placer, y al mismo tiempo una singularización de los sujetos, para que cada uno pudiese encontrar cuáles son sus puntos de goce, sin dejarse arrastrar por esa inflación corporal de dispositivo de sexualidad y sin dejarse seducir por las ilusiones de la represión. Estas ilusiones nos seducen con la de idea de que en la sexualidad hay un misterio terrible y que por eso está prohibida; a partir de ahí, creés que si se descubre ese misterio se encontrará la felicidad. Yo creo que en su momento, el gay liberation fue una manera de salirse de la familia, de nomadizarse. Y que luego el liberacionismo entra en contubernio con el dispositivo de la sexualidad, mediante la política de "asumirse".
Con el crecimiento del mercado, se precisa armar un sector gay, porque entonces la asunción discursiva pasa a tener un valor de diferenciación y crece el status en el mercado sexual. Asumirse como gay implica decir: yo no me acuesto con ése porque no es gay.

¿Qué se puede hacer con todo ese dispositivo? ¿Evitar ser categorizado en una minoría, es suficiente?
No sé, pero la cosa tiene que ser más de confluencia que de sectorización. Hoy tenés que trata de hacer movimientos lo más amplios posibles, movimientos que sirvan para soltar, y multiplicar las conexiones entre los cuerpos, no para disminuirlas. Y la cuestión sigue siendo encontrar alguna singularidad, algún punto de fuga y algún punto de goce. 

Fuente: Perlongher, Néstor (2004): Papeles insumisos, Buenos Aires, Santiago Arcos, pp. 277-279.

viernes, marzo 05, 2010

Entrar en alianza: Rosa Patria, un documental sobre Néstor Perlongher


Desde ya, la semana que viene me voy a verla. Un documental sobre Perlongher no puede ser malo: "¿Cómo abrirse a todos los flujos cuando el entramado institucional del imperio nos enseña a cerrarnos, a centralizarnos en un ego despótico, a no dejarnos ir, a controlarnos?"

domingo, agosto 30, 2009

La voz del deseo


Acá, la revista Lamás Médula rescata las grabaciones de Néstor Perlongher en las que lee sus poemas: "Cadáveres", "Mme. S" y "Riga". Disfruten.
Además, en la nota que introduce las grabaciones, Jorge Santiago Perednik realiza un análisis comparativo entre "Libertad" de Paul Eluard y "Cádaveres" de Perlongher muy interesante y novedoso.

lunes, septiembre 25, 2006

Dossier sobre Evita en El interpretador

Después de una parada prolongada, volvió El interpretador y se despacha con un dossier sobre Evita: tres ensayos, una canción ("Tus niños te cantan") y un compilado de las apariciones de "esa mujer" en la literatura argentina (desde Borges a Perlongher).

PD.: También me gustaron la reseña de dos ensayos sobre Leopoldo Lugones y el apartado sobre Juan José Soiza Reilly (el artículo de Juan Terranova y el texto de Soiza Reilly).

martes, julio 04, 2006

Sobre Alambres (Néstor Perlongher)

Este es probablemente el único texto donde Perlongher reflexiona sobre su obra, si se exceptúan las entrevistas. Fue publicado en El Porteño nº 74, en febrero de 1988.

Si no hay un yo —reza el rizoma de las Mil Mesetas—, si somos todas multiplicidades, verdaderas poblaciones, masas de devenires: nutrias, osos, prostitutas paulistas en la flor de un bretel, Delias de rimmel descorrido, Etheles, rosas a la caza de un Grossman perdido en Luxemburgo, la primera pregunta es: ¿quién escribe? ¿quién habla? O: ¿de parte de quién? Si somos tantos, vamos, lo simple se complica —si hablar de uno es perorar acerca de un irreductible múltiple. Si se me pide que hable —con una gentileza que "yo, la peor de todas" (así firmaba Sor Juana Inés de la Cruz), desmerezco—, entonces, ¿me engomino o me despeino? ¿hago el rabo o la trenza? ¿me rajo en la rabona? —con una irresistible tentación de perderme en el micromar de sílabas. Estamos ahora, hablando— más acá, más acá de las palabras, en el asqueroseante rococó de las sílabas. No es lo que quiero decir, pero me enturbio o me masturbio. Seamos claros: "intenté con Alambres..." la primera mentira: no puedo intentar nada. Si es que no hay yo, el poeta es yoyó. Considerable esfuerzo el de mandar alguna idea más o menos coherente: felizmente, la poesía no tiene esos paliques. Es dejarse llevar. La presión de las yemas en prisión maquinal. Así es que me despisto, pues me piden que hable de los Alambres: ¿sobreescribir lo escrito? ¿reír lo reído? ¿criticar (en purgante autocrítica)? Decir que intenté algo es mentiroso: es lo que me salió, las eses de las heces. Reconozco, con todo, una pluralidad de mambos diferentes: uno de los problemas que más me preocupó al montar Alambres fue, precisamente, la inexistencia de una unidad de estilo, acostumbrado a libros que son como matrices paridoras de idénticos gemelos. Eso, no me salía. Me pasaba empezar a escribir una serie, o un mambo, de poemas —unos cuantos inconclusos—, de los cuales algunos, con suerte, sobrevivían. Reconozco: muy pocos. Escaso rendimiento: una acumulación de cairelitos toscos que, muy de tanto, emitían alguna iridiscencia menos perecedera. Cuando el brillo seguía o resistía a sucesivos desplazamientos de la mirada vigilante por la película tatuada, no había más reme-dio que dejarlos: ya iban, ésos iban, iba el eso en el ello de un descolló. La poesía — pienso ahora— es un ramo del éxtasis. Vale reconocer que para producirlo o inducirlo empleé diversas técnicas: o perder la mirada sobre textos de una historia en polvorosa —los poemas épicos de Alambres: sobre todo Saldías— o dejarme pringar por la emoción del devenir mujer ("Daisy", "Ethel", "Mme. S.") o simplemente reinventar escenas tratando de captar lo que había por abajo o por adentro, o sea, no contentarse con describir lo que "pasaba", sino pescar la intensidad, los fuegos de palabras, siempre desfiguradas, mezcladas, trastornadas, que consiguieran socavar la cárcel del sentido ya dado de antemano —el orden del discurso, intuyendo deliberadamente que lo que nos sofoca, en la cadena de icebergs de los días, es un orden de sílabas. Se trata, al fin y al cabo, de una lucha, solitaria y atroz: deformar todo, desconfiar siempre de los sentidos dados, y, simultáneamente, dejarse... dejarse arrastrar por lo que llega, por lo que nos sacude o nos tremola. Es cierto que se acaba, ése es el riesgo, cayendo en una trampa irresistible e irrisoria: de la escansión, del ritmo, del dejo del dejarse al aludir.

Hay en Alambres dos campos o dos partes: uno, los poemas de la parte "histórica", que cubre aproximadamente la primera mitad del libro y culmina en la catástrofe final, "Cadáveres"; la otra parte, que podría llamarse "deseosa", abarca la segunda mitad y estalla en la proliferación asociativa de "Frenesí". Los límites entre las partes son borrosos: ambos campos de fuerza afectan, en diferente grado y magnitud, al conjunto de los versos, pero toda una tensión se erige. Si ya venía montando, en Austria-Hungría, una especie de épica sensual, creo que Alambres avanza en el sentido de una épica barroca, donde la historia es deseada, alucinada en el deseo.

Sucede que el deseo tiende a instaurar un campo de inmanencia, de pura intensidad, un grado máximo de desterritorialización, donde el sentido va a ser dado por los estallidos del inconsciente, y la impulsión del que teclea no tiene por misión sino dejar pasar —cortándolos— los flujos de un eco de arroyuelo tenaz, que obsede en cierta forma vaporosa del éxtasis. Si ese flujo recurre a los foulards de la historia para anudar u ornar su cuello —para no dispersarse en la porosidad de su delicuescencia—, es como si el delirio se montase a los desfiladeros de Tarija, para desatar en el punto de impregnación un alud de alusiones —picarescas, mordaces, corporales. Pues es del cuerpo que, al final (Nietszche y Artaud), se trata. Se trata en el plano de la escritura, de hacer un cuerpo —y de ahí lo chirriante, lo susurrante, lo fruitivo, el rasguido de las enaguas en el frufrú del rouge, la tensión diminuta del ánade en los tules, los íntimos recovecos del slip, el roce del esmalte en el botón bruñido.

Chispazos de una intermitencia maquinal lían los filamentos sueltos, derraman baldes de sombra en la sucesión y alteración de las palabras.

Fuente: Perlongher, Néstor, Prosa Plebeya: ensayos 1980-1992, Buenos Aires, Colihue, 1997.

domingo, junio 25, 2006

SIGLAS (Néstor Perlongher)

Poema bufo sobre la historia de la izquierda argentina en la década del 60. Fue escrito en 1978 y publicado en Utopía nº 4, 1985.

Entonces confías en el FRP, junto a restos de la ARP, nostálgica del PVP, del FPL y, por qué no, de la UP
Pero no conseguías olvidar las deliciosas reuniones del MALENA
—eran los tiempos en que el FRIP se fusionaba con Palabra Obrera para formar el PRT— Secesiones sionistas fundarían PO
De paso por LIM —TAU fuiste a dar en el FA —y en esa noche de los bastones largos optaste por EA— posteriormente EA (A)
Fanatizada por la guerrilla agraria partiste hacia Formosa y en el camino un joven estudiante a la sazón contacto de LVR tanto te entusiasmó con el PCCNRR (era una época en que el revolucionarismo de los grupos se medía por el número de consonantes de sus siglas)
que te afiliaste a ARFYL; cuando llegó el momento de votar, en la iglesia, te volcaste a la TERS, ¡porque sus críticas al programa del UAP eran perfectas!
no tanto como para que en la ruptura de UPE —cuando lo de la OLAS— te sumaras a EC —en Filo TAR—
Lo cual estuvo a punto de costarte la expulsión del MAVIET —apenas te mantu­vo tu amistad con el MAR— que, en cierto modo, te recordaba al PSAV, antes LDA, cuando ni imaginabas que el ya descalabrado PSA devendría a la larga PSP, PST, CSA
Acaso fue a partir de la lectura de un material del CyR —escrito por un ex del EGP— que comenzaste a revalorizar el rol del MNRT, cuando hasta ser del PEN era tenido por sospechosamente cómplice del SUD, la CGU
Nadie pudo entender tu reivindicación del MLLFL —un grupo tan ridículo como la UJ o la UPI
(Tan sólo algunos férreos militantes del PO (T), que levantaban, desde hace tantos años, las consignas del POBS)
Por ello en la escisión de la CGTA
Se te vio tan afín a las 62 —anticipando, de alguna manera, tu adhesión a la línea del JAEN— que más de uno te creyó cogida en las espesas
redes de la RF
(en el contexto algo tan siniestro
como montarse al MID en la fractura de UCRI)
Te hiciste tan compinche de los adolescentes de la UES, y, paralelamente, tan adicta al FOEP
que no hubiera extrañado que llevaras los panfletos del PSIN al mitin de LT
Fue allí, cuando por una disputa personal con un cuadro del MAP tuviste esos desafortunados encuentros con VC
con que sólo lograste enemistarte tanto con los núcleos obreros del PT
—cuyo apoyo bien te hubiera servido para enfrentar la desviación del MARA—
que aquéllos prefirieron la postura de la JSA en la cuestión del CAR antes de que la LIR, aliada al LUCHE, desbancara al TUPAC (cuando ya se venía el apogeo del CEP, de la CA)
Pero con la derrota de SITRAC, recalaste en CENAP, definitivamente hostil al PCR y, aún, al PRC
—no dejaste por eso de vigilar de cerca las intrigas del FRA ni de atacar, oculta en el control de una acción del CD, los planteos ultristas de TC respecto de las FAL—
y tan fiel al PB
que en lugar de treparte alegremente al camión del FREJULI —junto al MNY y al PPC—
¡quisiste echar a gritos a un viejo carcamán del PCP de una UB de las FAR!
—perdiendo así tus últimos enlaces con el MOR
Y, tras la disolución del CPL, se volvió tan difícil combinar tu íntima simpatía por el GOR y, más, por la FR
con la loca aventura del PA aliado al 22
que aceptaste esas charlas ominosas con las bases de EO
en ese mismo bar donde tu compañero del PCML— que estaba haciendo entrismo en LC—
rompió contigo, en medio de la crisis del FAS.

El autor agradece la colaboración de las siguientes organizaciones:
Frente Revolucionario Peronista, Acción Revolucionaria Peronista, Partido Vanguardia Popular, Fuerzas Populares de Liberación, Unión Popular, Movimiento de Liberación Nacional, Frente Revolucionario Indoamericano Popular, Palabra Obrera, Política Obrera, Partido Revolucionario de los Trabajadores, Línea Independiente Mayoritaria, Tendencia Antiimperialista Universitaria, Estudiantes Antiimperialistas, Estudiantes Antiimperialistas (Auténticos), Lista Violeta Reformista, Partido Comunista Comité Nacional de Recuperación Revolucionaria, Acción Reformista de Filosofía y Letras, Tendencia Estudiantil Revolucionaria Socialista, Unidad Antiimperialista Programática, Unidad Programática Estudiantil, Organización Latinoamericana de Solidaridad, El Combatiente, Tendencia Antiimperialista Revolucionaria, Movimiento Argentino de Solidaridad con Vietnam, Movimiento de Acción Revolucionaria, Partido Socialista Argentino de Vanguardia, Los de Abajo, Partido Socialista Argentino, Partido Socialista Popular, Partido Socialista de los Trabajadores, Confederación Socialista Argentina, Cristianismo y Revolución, Ejército Guerrillero del Pueblo, Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara, Frente Estudiantil Nacional, Sindicato Universitario de Derecho, Confederación General Universitaria, Movimiento Línea Las Flores Luján, Unión de Jubilados, Unión de Propietarios de Inmuebles, Partido Obrero (Trotskista), Partido Obrero Basado en los Sindicatos, Confederación General del Trabajo de los Argentinos, 62 Organizaciones, Juventudes Argentinas de Emancipación Nacional, Rama Femenina del Partido Justicialista, Movimiento de Integración y Desarrollo, Unión Cívica Radical Intransigente, Unión de Estudiantes Secundarios, Frente Obrero Estudiantil Popular, Partido Socialista de Izquierda Nacional, Liga Trotskista, Movimiento de Acción Programática, Vanguardia Comunista, Partido del Trabajo, Movimiento Autónomo Radical de Avellaneda, Juventud Socialista de Avanzada, Comandos de Acción Revolucionaria, Línea Izquierdista Revolucionaria, Línea Universitaria Che Guevara, Tendencia Universitaria Popular Antiimperialista Combatiente, Comandos Estudiantiles Peronistas, Carta Abierta, Sindicato de Trabajadores de Fiat Concord, Partido Comunista Revolucionario, Partido Revolucionario Cristiano, Frente Revolucionario Antiacuerdista, Cuerpo de Delegados de Filosofía y Letras, Tendencia Comunista, Fuerzas Armadas de Liberación, Peronismo de Base, Frente Justicialista de Liberación, Movimiento Nacional Yrigoyenista, Partido Popular Cristiano, Comandos Populares de Liberación, Grupo Obrero Revolucionario, Fracción Roja, Partido Auténtico, Ejército Revolucionario del Pueblo 22 de Agosto, El Obrero, Partido Comunista Marxista Leninista, Liga Comunista, Frente Antiimperialista por el Socialismo, Partido Conservador Popular, Unidades Básicas, Fuerzas Armadas Revolucionarias, Movimiento de Orientación Reformista.

Fuente: Perlongher, Néstor, Prosa Plebeya: ensayos 1980-1992, Buenos Aires, Colihue, 1997.

miércoles, junio 21, 2006

Cuadernos de Recienvenido

Revolviendo la web, encontré los Cuadernos de Recienvenido, publicación editada por Jorge Schwartz en la Universidad de San Pablo, Brasil.
Hay números para todos los gustos: autores-contraseña al estilo de Ricardo Piglia y Edgardo Cozarinsky; una entrevista a Juan José Saer; un homenaje a Néstor Perlongher en el que participan Glauco Mattoso, Haroldo de Campos y Nicolás Rosa, entre otros; un especial sobre Borges; un ensayo sobre Scalabrini Ortiz; otro ensayo sobre la revistas culturales argentinas (1981-1987) ; y demás números para quemarse las retinas leyéndolos en el monitor (aunque siempre está la costosa opción de imprimirlos ya que varios de los números son cortos). Dénse una vuelta que no se van a arrepentir.

PD.: Todo el mérito del hallazgo se lo debo al link de Link al Google Académico.

martes, junio 06, 2006

La felicidad existe

Acá, están digitalizando (se puede leer en la página o bajar los números en formato PDF) la gloriosa revista Xul: siglo viejo y nuevo, publicación de los 80 de literatura experimental. Hay números especiales sobre la lengua poética, Oliverio Girondo y Juan L. Ortiz y participaciones de autores como Néstor Perlongher, César Aira, Osvaldo Lamborghini, Roberto Ferro, Arturo Carrera, etc. Transcribo un fragmento de la presentación del proyecto:

"Xul: signo viejo y nuevo es una revista de literatura experimental que se publicó por primera vez en Buenos Aires, Argentina, a principios de los 80 bajo una de las dictaduras militares más represivas de la historia argentina. La revista presentó un desafío a la censura y estableció un lugar de confluencia para múltiples poéticas experimentales. Más de dos décadas después de su primer número, esta edición electrónica reproduce la colección completa de la revista original en castellano, el texto íntegro The Xul Reader, publicado en inglés por Roof Books en 1997, y una serie de artículos críticos dedicados a la revista y especialmente escritos para esta edición."

viernes, marzo 24, 2006

ahí

Hay cadáveres.

PD.: En nuestra radio, leído por Perlongher (gentileza de El Ortiba).

 

Blog Template by YummyLolly.com - Header Image by Vector Jungle