En el nuevo Golosina Caníbal presenta..., fanzine que viene circulando desde 2020 y que va por el número 12, aparecen las estampas reunidas de Ana Regina (en las redes, @unefemmerompue, y también en medium) tituladas "Las viudas de Cristo" con ilustraciones de Marina Conde De Boeck (@condeboeck). Se trata de una hagiografía sensual y devota, una vuelta de tuerca a vidas de santos y santas del mes de enero. Como muestra, va la estampa de San Antonio y sus malsanas tentaciones. Si les interesa un ejemplar de algún Golosina Caníbal presenta, me escriben por comentario o por la redes... ¡Salú! ¡Pasen y lean!
17
de enero - San Antonio, abad
En el siglo IV, se fue al desierto para buscar a Dios, allí venció la tentación. Pasó el resto de su vida guiando a otros hombres por el camino divino.
Antonio escuchó una voz.
Sintió la urgencia: Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres. Así hallarás gran tesoro en los cielos.
Antonio creyó verdaderas aquellas palabras y repartió su patrimonio. Decidió marchar al desierto, buscar en el retiro absoluto el paraíso e imitar las virtudes de otros, mejores, más probos que él.
Pero el Otro acecha.
El Señor de las Tinieblas quiere oscurecer su camino. Vivo, horroroso el Mal solicita, ansía el alma de Antonio. Es necesario quebrar la paz, romper la calma.
Estruendosos relámpagos, cegadores truenos hieren el firmamento.
El terreno se abre y la oscuridad emana de las grietas.
Antonio no se inmuta.
Sus ojos cerrados lo protegen de las funestas imágenes, sus sentidos pueden traicionarlo, pero la serenidad de la fe vence. Esa noche soporta los tormentos y se queda dormido.
El Demonio incapaz de soportar tamaña derrota, herido por los gloriosos principios de Antonio, urde otro plan.
La soledad y el acoso de la carne no se llevan bien.
Amanece Antonio envuelto en sudor luego de una noche terrible, ora de rodillas cuando una presencia perturba su aislamiento. El Mal sabe, el hambre carnal es lo más difícil de sortear.
Frente a él se presenta una figura hermosa. Una joven de rostro bello y gracioso aspecto, de blanco vestido y rosada piel, cabellos rubios y joyas que realzan su hermosura. Su clara vestimenta marca la curva de las caderas y la estrechez de la cintura, deja adivinar unos pechos redondos, turgentes, se transparentan unos apetitosos pezones en punta.
Antonio azorado no puede apartar los ojos de la deliciosa figura. Se le acerca moviéndose suavemente, como una víbora hipnótica. Antonio sabe qué hay detrás de esta aparición. Teme las artimañas del maligno, pero es incapaz de dejar de observar a la joven.
Ella llega hasta él y le habla con una voz suave, sensual, una caricia que hace estremecer el cuerpo de Antonio y lo endurece. Le pregunta si le molesta que se despoje de sus vestidos, que el calor del desierto la sofoca. Sin esperar respuesta la joven se desviste. Revela el esplendor de su cuello largo, sus senos redondos, su sexo instigador.
Antonio no sabe cuánto puede aguantar la provocación, el Mal busca que abandone su empresa, desea su alma como él desea a esa mujer. Aturdido busca con todas sus fuerzas apartar la mirada, elevarla al cielo. Ruega a Dios que le muestre la verdadera figura del tentador.
Un horrible alarido quiebra la armonía del desierto.