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diciembre 07, 2011

¿Qué es el tiempo?

Uf. Mal empezamos. A cuántos hombres y mujeres a lo largo de la historia les habrá sobrevenido esa misma paralizante sensación que San Agustín expresó tan lúcidamente: «Cuando no me lo preguntan, lo sé. Cuando me lo preguntan, no lo sé». Porque, si nos paramos a pensarlo un momento, ¿qué es antes?, ¿qué es después?, y sobre todo, ¿qué es ahora? Es más, cómo puedo pararme a pensarlo un momento, si no sé qué demonios es un momento.

La percepción interna del tiempo es algo que se nos escapa, los ahoras se nos escapan entre los dedos, uno tras otro. ¿Es el tiempo sólo eso, un fenómeno de los sentidos? ¿Depende de nosotros, es algo relativo? ¿O por el contrario es absoluto?…

A un lado del ring la concepción cristiana del tiempo, más de quince siglos de peso, pura linealidad, y a sus espaldas todo un equipo de santísimos entrenadores. En la esquina contraria del cuadrilátero, el concepto cíclico del tiempo de los griegos, veinticinco siglos de peso, con su famoso bucle interminable de ganchos y directos, y con el más estelar de los entrenadores, el mismísimo Friedrich Nietzsche y su eterno retorno. To do is to be. En las gradas, Newton, con sus postulados absolutistas, dispuesto a saltar en cuanto se tercie al otro lado de las cuerdas; el señor Kant, con el tiempo y el espacio en los bolsillos del abrigo, como condiciones a priori de la sensibilidad humana: To be is to do; y sentado un poco más arriba, Einstein y su teoría de la relatividad, entre muchos otros destacados asistentes.

El combate promete. Desde luego que promete. Sin embargo, nosotros a veces nos distraemos, hundimos la mano en el bol de las palomitas y nos quedamos un rato pensando en las cosas que de verdad nos preocupan, en nuestras musarañas. En que la vida es relato. En que el relato es tiempo. En que contar bien es desordenar ese tiempo. Y en cómo los desórdenes del tiempo te pueden asaltar en cualquier parte. Un desliz de la memoria, una disfunción de la memoria a corto plazo. Le puede ocurrir a cualquiera, a un hombre que va a ser ahorcado en un puente sobre un río de Alabama, o a un escritor checo que está a punto de ser fusilado por la Gestapo. La eternidad, el viaje en el tiempo, el milagro. ¿O es que acaso no dedicamos gran parte de nuestros momentos presentes a perseguir el tiempo perdido?... O no. O puede que el perseguidor de Cortázar buscara en realidad otra cosa. Quizá buscaba sólo ritmo. Do be do be do. Puede que fuese eso. Quizás el tiempo es movimiento, y música, y literatura, y sólo tenemos que dejarlo fluir por nuestro saxo.

Juan Jacinto Muñoz Rengel

Contestación publicada en el blog de Clara Obligado 13/10/11

febrero 27, 2010

EL MANUELA

En 1979 se funda el Café Manuela por Juan Mantrana y José María Tessio. Me lo cuenta Jesús Guerrero mientras me pone una copa de ribera y me dice: te va a gustar. Nuestra conversación empieza de casualidad, como comienzan últimamente muchas historias de mi vida. Me llama la atención una placa dorada con un retrato grabado en negro pegado a la pared, está situado según se entra a la derecha, al lado de la barra. Se queda mirándolo unos segundos y me responde que es José Ortas, un pintor bohemio y ácrata que frecuentaba casi todas las noches El Manuela y se sentaba en esa parte de la barra. Pepe Ortas, como le llamaban los que le conocieron, era de Manacor, vivió exiliado en París, donde estudió Bellas Artes. Se relacionó con Picasso, pero él era un bohemio, no buscaba dinero ni pertenecer a ningún grupo. Era un anárquico practicante. Quería crear, vivir para el arte, respirar del arte, todo lo demás no le interesaba, no le concedía valor. De alguna forma logró vivir así, en toda su vida no paró de inventar. Fue uno de los creadores, junto a otros, de los carteles representativos del Mayo del 68. Formó el grupo de guiñol de los Campos Elíseos de París junto a José Luis González, amistad que perduró toda la vida. Su obra es mucho más conocida en París que en España, allí sus cuadros están expuestos. Pepe murió una madrugada en su casa, solo, como siempre vivió, aunque nadie le ha olvidado y muchas tardes en El Manuela, durante las tertulias, se sigue hablando de él y de sus manos que con un simple lapicero y en una servilleta creaban trazos de un mundo que todos admiramos.

Jesús me va contando de otros tantos que frecuentaron esta casa. Echa la vista atrás y se para en un rincón donde recitaba poesía Carmen Martín Gaite, junto a Chicho Sánchez Ferlosio y Paco Cupián entre otros. Me señala el piano, ahora con cajas de juegos por encima, que una larga e inolvidable tarde tocó Georges Moustaki, y junto al que cantó Pablo Milanés algún tiempo después.


José Luis López-Aranguren, Agustín García Calvo, Chicho Sánchez Ferlosio, Paco Cupián, Octavio Colis y Pepe Ortas, que hoy (ayer) ha traído un portafolio con los carteles, pasquines al linóleo, de su Mayo del 68. Todos los que una vez estuvieron andan por aquí.

Jesús regenta el café que sigue fiel a su decoración ‘antigua’, con un toque de misteriosa atemporalidad, hecho de palabras y tertulias, conspiraciones políticas y conjuras literarias, un café de artistas, bohemios y buscavidas.

Me cuenta Jesús que se inauguró con un poco de miedo. La gente de la época quería seguir las nuevas tendencias que marcaba la moda, los diseños de vanguardia, los punks... y en toda esa movida se intentaba abrir un hueco El Manuela, con música de jazz y veladores de mármol. Pero poco a poco El Manuela fue recibiendo a esos locos de las letras, variopintos y bohemios que formaron tertulias y corrillos llenos de inquietudes y con ideas de izquierdas. La voz se hizo fuerte y adquirió eco y el café ha servido de modelo para otros locales de Malasaña, de Huertas, de Lavapiés.


“Cómo agradecer al Manuela que naciera aquellos años bajo la regencia de Mantrana, cuando, entre otras locuras, andaban allí de tertulia Heraclito y Kant y Freud. ¿Quién debería agradecérselo? Pues uno cualquiera, por ejemplo yo, Agustín García Calvo”.


“En esta barra estaba Jesús cuando llegué hace un montón de años. La Manuela se convirtió en mi centro y su barra en el centro de mis centros, me acogió con ese punto de calor. En esa barra nos íbamos encontrando algunos seres bastantes perdidos, amigos nuevos que llenaban los huecos. Y tuvo esa barra su milagro la tarde que se sentó en la banqueta de al lado Javier Barquín, o sea, El Hombre que Mató a Leopoldo María Panero. Entre esas gentes, quien más imponía la claridad era Paco Almazán, él le llamaba buscar la “gracia”, era un trasunto en la vida del duende del flamenco, de lo que tanto sabía.” Nano Lassaletta.


“El café sigue siendo punto y foro de encuentro aunque haya enmudecido el piano. Por el escenario del Manuela pasaron músicos de jazz veteranos, como Vlady Bass. Políticos que acudían a las tertulias conducidas por Agustín García Calvo, como Enrique Curiel o Joaquín Leguina. Fuera del tiempo el Manuela sigue siendo refugio de noctámbulos, por sus mesas circulan poemas de poetas insomnes, pintores y dibujantes”. Esto es un fragmento del texto publicado íntegramente por Moncho Alpuente en El País el 22-8-92.


“Conocí El Manuela hace más de veinte años, me llamó la atención que a un nombre de mujer se le pusiera, al menos esa fue mi impresión, el artículo masculino. Es fácil encontrar personas ligadas a nuestra ciudad, a la movida madrileña, en “El Manuela” perviven los ideales de aquellos años sesenta que el tiempo, la acomodación y el huracán del dinero han pulverizado. “El Manuela” huele a hogar, uno se encuentra en casa, arropado, con sabor a barrio. Yo invitaría a todo el mundo a que vaya y se sumerja en la atmósfera “manuelina”. No hará falta que se lo cuente, lo vivirá”. Javier Sádaba.


“La Manuela, en las frías noches de invierno, durante el tórrido verano, en días de lluvia o de tempestades internas, está siempre dispuesta a acoger a quien solicite sus servicios. En casos de urgencia, fuera de horario legal y al grito de ¡santuario...santuario!, a veces, es también capaz de ofrecerse como refugio y asilo contra la injusticia humana, aun a riesgo de ser maltratada por los esbirros de la autoridad municipal, no olvidar manzanos y matanzos.” Antonio González-Vigil.


Podría extenderme muchísimo más por las opiniones y los nombres de quienes habitaron y habitan esta casa y lo corroboran con sus firmas: Enrique Valle, Marta López Villar, Álvaro Tato, Julio Reija, Rafael R. Acosta, Francisco Cumpián, Gonzalo Escarpa, Jesús Urceloy, Isabel Escudero, Juan Madrid, que mientras estoy escribiendo conversa enfrente de mí con unos amigos y ya he tenido el placer de intercambiar unas palabras con él. Todos ellos amigos y contertulios de este lugar en el que se respira paz, cultura en las diferentes artes, agradecimiento sólo por entrar y pasar un rato, sonrisas que te regalan, palabras que resuenan como un eco al quedar colgadas de un tiempo que permanece entre esas paredes y se refleja en los espejos mientras suenan unas notas de piano.


“Por Manuela

por esos trozos de espacio

que muerden jirones al tiempo

que extienden sobre sus espejos

la materia de la voz y sus ecos (...)

alzo mi copa

se llena hasta el borde de esa luz

y bebo.”

marzo 17, 2009

EXPOSICIÓN

THE MISSING PEACE
70 artistas en torno al Dalai Lama
FUNDACIÓN CANAL

En estos días he ido a visitar la exposición que ofrece la Fundación Canal. Gira en torno a la figura del Dalai Lama y 70 artistas presentan sus obras como un canto a la paz. La paz entendida en toda su dimensión y considerando aspectos como el perdón, la misericordia, la compasión, el amor. La figura del líder espiritual es una fuente de inspiración para los artistas que participan de forma desinteresada. Los artistas exhiben el fruto de profundas reflexiones.

La figura del Dalai Lama está presente en todas las obras ya sea como símbolo o como espiritualidad. Representa diferentes conceptos: un compañero espiritual, un profesor, un camino hacia la liberación, un defensor. En el budismo tradicional le veneran como la encarnación de la piedad iluminada y como una manifestación de todos los Budas. Se dice que Buda tuvo ochenta y cuatro mil métodos únicos de enseñanza, todos ellos conducentes a la liberación. La reencarnación es una metáfora sobre el crecimiento, la evolución y la transformación. Durante el camino hay prácticas, símbolos, creencias y lo que gira en torno a todas las enseñanzas es la compasión. Para el budismo la esencia del dharma no cambia, se modifica el vehículo que lo transmite pero no la esencia que lleva. Cuando se sirve el té de una tetera es el contenedor lo que cambia, nunca el té. Los templos budistas pueden ser destruidos, los budas de Bamiyan arrasados, pero el dharma permanecerá intacto.

Los budistas creen que aferrarse al sentido del yo es una de las fuentes del sufrimiento. La compasión por los demás es el antídoto. La puesta en marcha de la compasión será la propia felicidad y el cese de la infelicidad ajena. El Dalai Lama ha hecho de la difusión de este mensaje por el mundo la labor de su vida. Las iniciativas por la paz alcanzan se acercan a esa paz libres de metas personales, de reconocimientos o elogios, corresponde al individuo convertir el sufrimiento en no sufrimiento, la codicia en generosidad, la ignorancia en sabiduría, el egoísmo en compasión.

Entre los artistas que encontramos en la exposición hay nombres como: Spencer Frinch que nos muestra Sol en habitación vacía. Gabriela Morawetz (Polonia) con el título Mira, ha creado una puerta interior que desde dentro nos conduce al mundo de los otros “comprender a los demás nos permite estar más cerca de los otros”, nos aclara la autora. Juan Galdeano nos muestra Saturno (Autorretrato) un espacio diáfano con una vela solitaria encendida, “una imagen huérfana, antiheróica, una imagen de poder y sombras, vacíos y fracasos, una imagen que quizá resuma una vida, una vida ausente” nos dice el autor. Robert y Shana Parke Harrison (EEUU) nos muestran su obra El escriba “es la responsabilidad y la conexión con la tierra así como la necesidad de hallar el equilibrio”.

Estos son algunos ejemplos de lo que hallaréis dentro de la exposición que está compuesta de audiovisuales, cajas de resonancia, música, esculturas...
La exposición estará hasta el 12 de abril.
Datos extraídos de las anotaciones que tomé durante la exposición y del catálogo orientativo que facilita la organización.

En la foto El escriba de Robert y Shana Parke Harrison.

febrero 06, 2009

NOUVELLES D'ESPAGNE

Castán y Sipán, en la prensa gala.


La publicación francesa "Brèves. Anthologie permanente de la nouvelle" ha elegido algunos de los relatos de los altoaragoneses Carlos Castán y Óscar Sipán para dar cuerpo al último número de la revista, dedicado a las creaciones españolas.La zaragozana Soledad Puértolas también aparece en esta lista junto a creadores como Juan Bonilla o Fernando Iwasaki, "gente de un nivel importante y a los que admiramos", apuntó Óscar Sipán, quien seleccionó para la ocasión dos de los textos de su último libro, "Avisos de derrota", concretamente los titulados "Un genio en la Tierra" y La cara oculta de los hombres". Junto a ellos aparece el texto de Carlos Castán "Exilios" y el de Soledad Puértolas "Los perros de Bogotá". D.A.





Enhorabuena a todos.