La palabra nostalgia tiene su etimología en el griego:
nosto: regreso
algos: dolor
nostalgia es el dolor que se siente por no poder regresar a algo, o a alguien que nos hizo feliz.
Nostalgia
Al fin nos hallaremos. Las
temblorosas manos
apretarán, suaves, la dicha conseguida,
por un
sendero solo, muy lejos de los vanos
cuidados que ahora inquietan la fe
de nuestra vida.
Las ramas de los sauces
mojados y amarillos
nos rozarán las frentes. En la arena perlada,
verbenas llenas de agua, de cálices sencillos,
ornarán la indolente paz
de nuestra pisada.
Mi brazo rodeará tu mimosa
cintura,
tú dejarás caer en mi hombro tu cabeza,
¡y el ideal vendrá
entre la tarde pura,
a envolver nuestro amor en su eterna belleza!
Juan Ramón Jiménez
Fotografía: María Jesús Silva (La Serna, Ávila)
octubre 25, 2015
octubre 12, 2015
octubre 07, 2015
En el día de mi boda me quedé muy afligida.
Tomamos cerveza tibia con empanadas de masa hojaldre.
Tuve hijos con dolores.
Ayer, imprecisamente, a las nueve y media de la noche,
yo sacaba de la bolsa un kilo de arroz.
Ya no lucho más de aquel modo histérico,
entendí que todo es polvo que sobre todo se posa y recubre
y, a su modo, pacifica.
Las naranjas freudianamente me remiten a una rodaja de sueño.
Mi apetito se agudiza, hago estallar las costuras de buena
impaciencia.
¿quiénes somos entre el laxante y el somnífero?
Habrá siempre una marca de polvo sobre las camas,
un vaso mal lavado. ¿Pero qué importa?
¿qué importan las cenizas
si convertidos en su materia ingrata,
hay también ojos que sobre mí se estremecieron de amor?
Este valle es de lágrimas.
Si dijera otra cosa mentiría.
Hoy parece mayo, un día espléndido,
los que vamos a morir iremos a los mercados,
¿qué hay en este exilio que nos mueve?
Digan no a las legumbres llevadas en los brazos
y a esta elegía.
Lo que escribí, lo escribí
porque estaba alegre.
Adelia Prado
Cenizas
octubre 01, 2015
Sesión continua
Video club, relaciones humanas, pub, se vende,
¿qué voy a hacer mañana?, si estuvieras
conmigo ahora, el mar.
El mar triste de las agencias de viajes,
o el de aquella postal, tierna y cursi, que nunca
me enviaste
es tan desconsoladamente verde
como las luces
de los taxis amargos del otoño.
Y es un desesperado
abuso de desconfianza y soledad
el que me lleva
de nuevo a ti, esta tarde,
ahora que las tiendas
empiezan a cerrarse, y es hermoso
pensarte entre la gente, aferrarse a la idea
de que podrías surgir
debajo de cualquier paraguas, sorprenderme
de espaldas, tapándome los ojos y los sueños.
Sobre todo, los sueños. Dónde irá
la gente, tan deprisa,
desandando esta ausencia de pájaros, buscando
refugio en los portales de la noche. Ahora sé
que es preciso haber muerto
muchas veces de amor
para atreverse de esta manera a reincidir
y admitir que me dueles
como un beso prohibido para siempre,
casi secretamente,
como sólo la vida puede doler a veces,
o esta lluvia lentísima
de otro octubre sin ti.
¿qué voy a hacer mañana?, si estuvieras
conmigo ahora, el mar.
El mar triste de las agencias de viajes,
o el de aquella postal, tierna y cursi, que nunca
me enviaste
es tan desconsoladamente verde
como las luces
de los taxis amargos del otoño.
Y es un desesperado
abuso de desconfianza y soledad
el que me lleva
de nuevo a ti, esta tarde,
ahora que las tiendas
empiezan a cerrarse, y es hermoso
pensarte entre la gente, aferrarse a la idea
de que podrías surgir
debajo de cualquier paraguas, sorprenderme
de espaldas, tapándome los ojos y los sueños.
Sobre todo, los sueños. Dónde irá
la gente, tan deprisa,
desandando esta ausencia de pájaros, buscando
refugio en los portales de la noche. Ahora sé
que es preciso haber muerto
muchas veces de amor
para atreverse de esta manera a reincidir
y admitir que me dueles
como un beso prohibido para siempre,
casi secretamente,
como sólo la vida puede doler a veces,
o esta lluvia lentísima
de otro octubre sin ti.
Inmaculada Mengíbar De Los días laborables, Hiperión, 1988
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