¡Si
es que siempre dejo que me pille el toro! y esta vez ¡¡por poquito no llego!!. Mañana es el último día
y aquí estoy yo, con la lengua de fuera y el pulso agitado, preparando esta
entrada, a la vez que miro el reloj de reojo, confiando en que me dé tiempo de
acabarla antes de que finalice el plazo. Por los pelos he llegado para presentar esta receta para el sorteo que
ha organizado Esmeralda del blog de Recelandia.
Si todavía
hay algún despistadillo que no conoce su blog, le animo a que
rápidamente vaya
a echar un vistazo y se deleite con todas las cosas ricas que prepara
esta linda mejicana. Seguro que se os hará la boca agua porque sus
recetas no sólo son más
que apetitosas sino que están aderezadas por la simpatía, la alegría y
el
encanto que transmite esta chica.
A
estas alturas me imagino que todos sabréis que ha
organizado un sorteo con un montón de regalos. Pues bien, para participar Esmeralda nos daba la opción de elaborar o bien
un plato dulce, o uno salado. Yo me he decantado por elaborar uno dulce
y, como soy una adicta al chocolate, he hecho una bavaresa de dos
chocolates.
Lo cierto es que el premio bien merece elaborar una rica receta, ya que está compuesto por un gran lote de productos riquísimos, algunos de los cuales son muy difíciles de conseguir en
España. Y con más motivo todavía dado que el sorteo lo organiza Esmeralda. Si pincháis en la imagen podréis ver de qué se compone el premio
y cuáles son los requisitos para participar.
Así que, después de devanarme los sesos durante bastante tiempo, pensé en hacer este rico postre, ideal para aquellos que como a mí, les resulta complicado resistirse a la "atracción" del chocolate.
No lleva demasiado tiempo elaborarla y tiene un sabor delicioso y una textura cremosa, que se deshace dentro de la boca. Os puedo asegurar que en casa nadie se resistió a repetir.
Para hacerla necesité lo siguiente:
Ingredientes (para 8
personas)
- 100
gramos de chocolate fondant
- 100
gramos de chocolate blanco
- 1 vaso
de leche
- 4
yemas de huevo
- 100
gramos de azúcar
- 4
hojas de gelatina
- 250
gramos de nata montada (sin azúcar)
- Una pizca
de aceite de girasol
Elaboración:
En primer lugar dejamos las
cuatro hojas de gelatina en remojo en un bol con agua fría durante, al menos,
cinco minutos. Mientras tanto, en un cazo ponemos a calentar el vaso de leche.
Una vez caliente, apagamos el fuego y reservamos. En otro bol procedemos a
montar la nata (recordad que no le debe echar azúcar) y, cuando esté lista,
reservamos.
Troceamos los dos chocolates y
los fundimos a baño maría (por separado) añadiéndole antes par de cucharadas de
agua a cada uno.
Escurrimos bien las hojas de
gelatina y le añadimos dos de ellas a cada uno de los chocolates. Removemos bien hasta
que se disuelvan perfectamente.
En otro cazo, colocado también
a baño maría, ponemos las yemas junto con el azúcar y batimos hasta que queden
cremosas y blanquecinas.
Poco a poco le incorporamos la
leche caliente, removiendo constantemente con unas varillas hasta que esté todo
bien integrado.
En ese momento retiramos la
crema del fuego y procedemos a mezclar la mitad de la misma con el chocolate
blanco y la otra mitad con el chocolate fondant. Después dejamos que se entibien.
Añadimos a cucharadas la mitad
de la nata montada al chocolate fondant y mezclamos delicadamente para no
desmontar la nata. Repetimos el mismo proceso con el chocolate blanco.
Empapamos ligeramente un papel
de cocina con aceite de girasol y lo pasamos por el fondo y las paredes del molde que
vayamos a utilizar. A continuación rellenamos con la preparación, alternando
los dos chocolates.
Metemos en la nevera antes de
servir. Yo lo tuve unas siete horas y quizá le hubieran hecho falta más horas
de frío, porque cuando la comimos todavía estaba algo blandita, aunque igualmente rica. Así que lo mejor es hacerla el día anterior
a su consumo.
Una vez que esté bien cuajada, desmoldamos con cuidado y servimos bien fresquita.
Aquí os dejo una imagen del corte. ¡Menos mal que andaba yo espabilada, porque si me descuido un poco, no me da tiempo a sacar la foto!. La verdad es que desapareció enseguida de la mesa.