Hoy os dejo una receta que os resultará muy útil para esos días de fin de semana en los que el tiempo no acompaña y que los único que apetece es quedarse en casa leyendo un buen libro o viendo una buena película.
A todos nos ha pasado alguna vez, que mientras estamos en el sofá con una manta delante de la tele, nos ha apetecido comernos algún snack (palomitas, patatas fritas etc.). Sé que no es lo más sano ya que este tipo de snacks engordan bastante, pero supongo que algún día podemos darnos un capricho.
Si pensáis que el que hoy os traigo es uno de los peores , estáis muy equivocados. Supongo que muchos pensarán que las cortezas de cerdo son malas, porque tienen mucha grasa, casi toda saturada, y por eso nos hacen engordar. Lo cierto es que no es que sean la "panacea" de los snacks, ni que podamos comerlas con frecuencia, pero sí darnos algún capricho, ya que desde luego, si lo comparamos con una bolsa de patatas fritas, son más sanas las cortezas. Podéis comprobar lo que estoy diciendo en este enlace.
Además, el hecho de que estas cortezas sean totalmente caseras tiene sus ventajas, puesto que eliminamos los conservantes y estabilizantes que acompañan a las que compramos en cualquier supermercado.
Son muy fáciles de preparar y lo único es que su elaboración nos llevará un poco de tiempo. Otro inconveniente quizá sea encontrar la materia prima. En mi caso, no he tenido problema, pues mi suegro cría cerdos y no me ha resultado complicado encontrar la piel de cerdo. Supongo que en el supermercado os la venderán sin problema.
Vayamos ahora con la receta.
Ingredientes:
Elaboración:
A todos nos ha pasado alguna vez, que mientras estamos en el sofá con una manta delante de la tele, nos ha apetecido comernos algún snack (palomitas, patatas fritas etc.). Sé que no es lo más sano ya que este tipo de snacks engordan bastante, pero supongo que algún día podemos darnos un capricho.
Si pensáis que el que hoy os traigo es uno de los peores , estáis muy equivocados. Supongo que muchos pensarán que las cortezas de cerdo son malas, porque tienen mucha grasa, casi toda saturada, y por eso nos hacen engordar. Lo cierto es que no es que sean la "panacea" de los snacks, ni que podamos comerlas con frecuencia, pero sí darnos algún capricho, ya que desde luego, si lo comparamos con una bolsa de patatas fritas, son más sanas las cortezas. Podéis comprobar lo que estoy diciendo en este enlace.
Además, el hecho de que estas cortezas sean totalmente caseras tiene sus ventajas, puesto que eliminamos los conservantes y estabilizantes que acompañan a las que compramos en cualquier supermercado.
Son muy fáciles de preparar y lo único es que su elaboración nos llevará un poco de tiempo. Otro inconveniente quizá sea encontrar la materia prima. En mi caso, no he tenido problema, pues mi suegro cría cerdos y no me ha resultado complicado encontrar la piel de cerdo. Supongo que en el supermercado os la venderán sin problema.
Vayamos ahora con la receta.
Ingredientes:
- piel de cerdo
- aceite de oliva virgen
- sal
Elaboración:
La piel de cerdo deberá de tener algo de grasa, tal y como se ve en la foto de la elaboración, y deberá de estar bien limpia.
Procedemos a cortarla en tiras y las ponemos en una olla al fuego durante hora y media. La piel irá soltando poco a poco la grasa y las cortezas se irán cocinando en la propia grasa que sueltan.
Una advertencia: es conveniente tener la olla tapada pues, en un momento de la cocción, las cortezas empezarán a saltar y puede ser peligroso. Además es conveniente removerlas de vez en cuando con una cuchara de madera, sobre todo al principio, mientras no han comenzando a soltar la grasa en la que se cocinarán.
Una vez transcurrido el tiempo de cocinado, procedemos a retirar las cortezas y las disponemos sobre papel de cocina para que suelten el exceso de grasa. Las dejaremos ahí hasta que se enfríen.
Una vez frías, ponemos aceite de oliva en una sartén y, cuando esté bien caliente, agregamos las cortezas. Procedemos a freírlas durante unos minutos. Comprobaremos que se empiezan a inflar y que les saldrán unas pequeñas burbujitas. Retiramos con ayuda de una espumadera y, de nuevo, las disponemos sobre papel de cocina para que se escurra el exceso de aceite. Les añadimos sal y esperamos a que se enfríen para poder comérnoslas.