
Que un lunes por la mañana tengas que revisar decenas de veces un texto para descubrir esas faltas de ortografía que siempre suelen escaparse, y que vez tras vez descubras una nueva, puede significar dos cosas: que es un lunes demasiado lunes, muy, muy lunes, o que el cuerpo y la mente aún andan en proceso de reconstrucción después de un fin de semana de una intensidad eléctrica desproporcionada respecto al resto de días. Y en este caso, ambas posibilidades coinciden.
Hablábamos el miércoles del efecto comunitario que tiene la música a raíz de la presentación de la fiesta de Aniversario de La Ruta Norteamericana. Y ese efecto fue el que hizo que evidentemente el acto fuera una auténtica fiesta, de esas que serán recordadas, superando en vuelo rasante la neblina del alcohol y la resaca. (...)