
El disparo certero, directo, en el centro, pelotazos a 7”, dos, tres o cuatro canciones golpeando la entrepierna y el cerebro, el sudor y la esencia del rock’n’roll. Y unos sellos que se dejan las uñas por rasgar donde les gusta, pequeños pero sin los cuales el aburrimiento estaría más que garantizado. Un repaso a alguno de los virus con los que bailamos las últimas semanas, y un aviso de que seguiremos dando cuenta de estas píldoras. Porque lo merecen y las necesitamos. (...)