Hay conciertos que tienen más valor por lo que suponen de reencuentro con la trayectoria de un artista que por el propio concierto en sí. No digo que el ofrecido por Kilo Veneno el pasado viernes en Bilbao fuera un show olvidable. Si acaso, faltó un punto de sentimiento en la interpretación de alguna de sus canciones. Y esa palabra, en la música de Kiko Veneno, es esencial. (...)