California: Philadelphia


Un consejo: si tenéis que viajar a California, hacedlo en vuelo directo desde Europa para no tener que hacer escala en una ciudad de Estados Unidos que no sea la de destino, y sobre todo, nunca, nunca, vayáis por Philadelphia. No hay cosa peor tras siete horas de vuelo que tener que coger las maletas, pasar la aduana, volver a dejar las maletas, pasar la inspección de agricultura, seguridad, embarque… Y nunca he visto gente más desagradable que los trabajadores de Philadelphia. Se salen.
Habíamos vuelto a facturar las maletas (alucinados ante el hecho de que las levantaran un metro sobre la cinta y las dejaran caer con toda su mala leche, si hacen eso delante de los dueños qué no harán cuando no haya nadie mirando) y nos dirigimos a la famosa ventanilla donde, supuestamente, Javi tenía que recoger su tarjeta de embarque. En la puerta de Madrid le habían hecho una manual asegurándole que no tendría problemas con ella; por supuesto, los tuvo, y gordos.
-No, no, tienes que ir a la ventanilla de United, esto es US Airways.
-Ya, pero es que la tarjeta me la ha hecho US Airways.
-No, no, ve por este pasillo hasta la terminal D.
Pero, oh, problema, para llegar a la terminal D había que pasar por un control, y en el control no le dejaban pasar con su tarjeta manual.
-No tiene fecha. Tienes que volver a que te pongan la fecha.
-¿Y si la ponemos nosotros? –comentó Marta de camino.
-A ver si vamos a meter la pata…
En la ventanilla nos miraron como las vacas al tren. ¿Una fecha? Sí, claro que te la pongo. ¿Qué día es hoy? Diecisiete. Ah, no, dieciocho (tachón en tarjeta de embarque). Vuelta atrás, pasamos el control con un ceño fruncido. Llegamos a seguridad. Marta pasa primero, yo me quedo la última por si le ponen pegas a Javi. Por supuesto, se las pusieron.
-No, no, con esto no puedes entrar. Quiero la blanca, como la que tiene ella.
-Y yo también, pero no me la dan. Me han dicho que con esto era bastante.
-Espera, que pregunto a un compañero.
Tres personas miran la tarjeta de embarque de Javi y fruncen el ceño.
-Tiene un tachón.
-Nos lo acaban de hacer al ponerle la fecha.
-Pues con este tachón no te puedo dejar entrar. Tienes que volver a la ventanilla.
-You have to be kidding, right?
Ceja levantada del negrazo con cara de pocos amigos. Me callo. Le indica a Javi que se ponga las zapatillas y le siga. Yo hago amago de ir con él para ayudarle con el inglés. El negro me para en seco.
-No necesita que vayas con él, sólo tiene que sacar la tarjeta de embarque.
Sin cinturón, pasaporte ni dinero, Javi desaparece, y Marta y yo nos quedamos con cara de tontas sin saber cómo ayudarle. Se me ocurre que quizás en la puerta de embarque puedan hacer algo, y dejo a Marta esperando a su novio mientras yo corro por los pasillos. Por supuesto, nuestra puerta es la más lejana. Quince minutos más tarde, un indio (de la India, no nativo americano) me dice que no puede hacer nada. Me doy la vuelta, jurando en arameo y segura de que vamos a perder el avión (queda media hora para embarcar), planeando llamar al consulado de Nueva York, a la abogada de Los Ángeles y a la CIA si hace falta, cuando me doy de bruces con Javi y Marta. Javi está sudando por todos los poros de su piel, está hasta pálido.
-¡Te han dejado pasar!
-Sí, previo pago.
-¿Cómo?
-Pues que el negro de la puerta me ha hecho así –se frota tres dedos de una mano- y le he tenido que dar treinta dólares para que me dejara pasar.
Dios mío. Habíamos llegado a una república bananera con ínfulas de democracia.

3 comentarios:

Sebastián Puig dijo...

Triste descubrimiento... Y consejo que seguiremos en eventuales viajes. Un abrazo.

Tana dijo...

A mí es que me queda mucha España y mucha Europa por conocer :) no creo que me dé tiempo a saltar el charco -como no me toque una primitiva de las gordas, o algo parecido-. Espero impaciente que llegue la parte "relax" de las vacaciones. Besote!!

Jon dijo...

Chica, a mi ya EE.UU no me llama nada. Con todo lo que queda por Europa muchísimo más impresionante y lleno de historia y de vida que lo que hay al otro lado del charco. America para ellos, que para algo dios les puso tan lejos. ¡Uys! que católico me he puesto así derrepente sin quererlo ni ná.

Ya toy casi recuperado de la de ayer. No bebo más... decidido.