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No me digáis que no parece sacado de una película de terror |
Ayer me acosté convencida de que iba a ganar Hillary. No es que sea santa de mi devoción (hace bueno a Bush), pero al menos es una mujer preparada que sabe qué es la política. Abogada y senadora, vivió ocho años en la Casa Blanca (y no creo que Bill y ella hablaran de a quién le toca limpiar el baño a la hora de la cena), y con Obama ha sido Secretaria de Estado, el segundo puesto más importante después del de presidente. Es la mujer más preparada del mundo, probablemente más que el propio Obama cuando entró en la presidencia, y ha sido derrotada por un fantoche que se ha hecho famoso en Estados Unidos y en el mundo entero por ser un millonario bocazas, racista, misógino, con más denuncias de agresión sexual que la mitad de los presos que están en la cárcel con ese cargo, defendido por el KuKluxKlan y que tiene línea directa con Putin, otro angelito. Vamos, que uno de los seres más despreciables del planeta ha sido elegido como el jefe de estado de la mayor potencia mundial.
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Sí, las mujeres blancas han votado a Trump. Esto merece otro post en sí mismo, pero, tras siete años viviendo allí, he de decir que no me sorprende. |
Llevo todo el día en estado de shock (mi frase más repetida hoy en redes sociales ha sido "USA, what the fuck??") y mucha gente me está diciendo que no es para tanto, que al final los dos eran iguales (qué bien nos han vendido la moto, colega, qué bien nos engañan), que no es el fin del mundo y, sobre todo, que lo han elegido democráticamente, quién soy yo para hablar. Parece que la gente se olvida de que Hitler también fue elegido de forma limpia y legal, y también en su momento se dijo que el problema era de los alemanes, que qué más nos daba. De hecho, el problema en sí no es tanto Trump como lo que representa. Trump va a ser un pelele, como son todos los gobernantes (aunque con más poder del que me gustaría, porque han ganado el senado y el congreso y esto me acojona mucho), pero sus votantes no lo son tanto. Sus votantes, la gente de a pie que le quiere como presidente, le han elegido basándose en sus discursos llenos de odio, de violencia y de insultos. Los y las votantes de Trump lo han elegido porque han visto esperanzas de que sus sueños se conviertan en realidad, y los sueños que Trump ha vendido han sido:
- Deportaciones en masa de todos los inmigrantes ilegales.
- Juzgar a la gente basándose en su religión (musulmana, se entiende).
- Supremacía blanca.
- Ilegalización del aborto.
- Curar la homosexualidad a base de descargas eléctricas.
- Institucionalizar las agresiones sexuales (si el presidente lo hace y alardea de ello, ¡qué no harán los demás!).
- Denigración de la mujer a niveles de los años cuarenta, o peor.
- Bombardeo indiscriminado de todo aquel país que no piense como él.
- Levantar muros para evitar la inmigración (de ciertos países, claro; mujeres eslovenas, que vengan las que quieran).
- Etc, etc, etc.
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Sé que es muy cómodo hablar de lo que pasa fuera en lugar de analizar lo que pasa en casa, y sé que aquí tampoco es que los resultados sean muy halagüeños. Sinceramente, creo que las comparaciones son odiosas, que "malo vendrá que bueno me hará" y que, por más asco que me dé decir esto, prefiero a Rajoy que a Trump. Dicen que los ciudadanos tienen lo que se merecen, y la verdad es que estoy de acuerdo. Exceptuando los estados colindantes con los océanos, no se puede decir que la población de Estados Unidos sea un ejemplo a seguir. Aún recuerdo el día en el que el director de mi escuela me llamó la atención por defender la teoría de la evolución de Darwin. Menos mal que no se me ocurrió hacerlo delante de mis alumnos, o hubiera tenido un problema serio. No tanto como ahora, eso está claro; hispanohablante, de izquierdas y vasca, me habrían metido en el primer avión de vuelta a casa con la señal de la bota en el culo.