A quién no le ha ocurrido, díganme. ¿Quien no se ha visto en la necesidad de desenmascarar un grupo de infiltrados nazis en su lugar de trabajo, en su localidad o pedanía o incluso en la intimidad de su hogar y, bien por pudor, bien por desconocimiento del protocolo adecuado, se ha visto impotente para ponerlos en evidencia? ¿Eh? ¿Eh? ¡A mí me ocurre constantemente!
Mmmm... parecen alemanes...
y el de la izquierda no sé si está cag*ndo en cuclillas
o es que está mal dibujado...
y el de la izquierda no sé si está cag*ndo en cuclillas
o es que está mal dibujado...
¡Pues sus problemas han terminado! ¡Nada más sencillo, señoras y caballeros! ¡La Maniobra Prince En Dos Pasos es la solución! Paso uno: entable una conversación casual con los sospechosos. Este tiempo que está loco, este Madrid que no levanta cabeza, este Urdangarín qué pillín.... ¡cualquier excusa es válida!
Hola. Quisiera una barra de pan y si tiene huevos, media docena.
¡Segundo paso! A la que sus interlocutores se confíen, grite a pleno pulmón: ¡HEIL HITLER!
¡HEIL HIT...! ¡Ooops!
¡AJAJÁ!
* NOTA IMPORTANTE: La maniobra Prince no funcionará caso de que los nazis tengan dos dedos de f... ummmm... la Maniobra Prince está completa y absolutamente garantizada, o le devolvemos su dinero, queríamos decir. Quintuplicado. Sin problemas. En serio.