La dignidad es una cosa extraña.
La dignidad puede poseerse o perderse; puedes tratar de mantenerla o lanzarla por la ventana.
Puede que la poseas desde siempre y de manera natural, o puede que venga con un determinado cargo.
Puede que te empuje a las acciones más sublimes... o a las más ridículas.
Dignidad.
Puede que tu dignidad sea tal no te permita aceptar comida de un peluche, en una fiesta en la que tus compañeros de armas y varios peluches musicales se disponen a darse un festín de plátano gigante asado bajo la sonriente mirada de la Luna...
...pero, en cambio, te permita portar unos sensacionales zapatitos colorados mientras murmuras, "no hay nada como el lugar en el que estaba antes de venir"...
Dignidad. Una cosa rara, ya digo.
La dignidad puede poseerse o perderse; puedes tratar de mantenerla o lanzarla por la ventana.
Puede que la poseas desde siempre y de manera natural, o puede que venga con un determinado cargo.
Puede que te empuje a las acciones más sublimes... o a las más ridículas.
Dignidad.
Puede que tu dignidad sea tal no te permita aceptar comida de un peluche, en una fiesta en la que tus compañeros de armas y varios peluches musicales se disponen a darse un festín de plátano gigante asado bajo la sonriente mirada de la Luna...
...pero, en cambio, te permita portar unos sensacionales zapatitos colorados mientras murmuras, "no hay nada como el lugar en el que estaba antes de venir"...
Dignidad. Una cosa rara, ya digo.
[Y, sí, amigos marvelitas:
el Defenders 115 está en continuidad.
Es lo que hay.]
el Defenders 115 está en continuidad.
Es lo que hay.]