...y subieron al piso de arriba. Allí, Papá Oso vio que su cama estaba revuelta, y exclamó, enfurecido:
- ¡Alguien ha dormido en mi cama!
Entonces, Mamá Osa fue a mirar también su cama, (porque hacía unos años que Papá Oso y Mamá Osa dormían en camas separadas; más concretamente, desde aquella noche en que Papá Oso se presentó en la madriguera a las tantas de la mañana, apestando a miel y a pelandusca, asegurando que le habían perseguido unos supuestos cazadores que nadie más en la comarca parecía haber visto u oído, y en fin, porque tenemos un osito, que si no me volvía a casa de mi madre y al golfo este lo aguantaba su abuela, suele pensar mamá Osa... pero estoy divagando), y viendo que también las ropas estaban revueltas y las almohadas movidas, exclamó:
- ¡Y también en la mía! ¡También ha dormido alguien en mi camita!
Y el bebé osezno, (que en realidad ya no era tan bebé, porque a pesar de su corta edad ya pasaba pastillas a sus colegas del bosque, que retiraba discretamente del agujero secreto donde Papá Oso guardaba el porno) miró su cama y dijo...
- ¡Eh, mirad, hay alguien durmiendo en mi camita!