(Este verano, doña Marciana tuvo a bien mostrarme París, bella pedanía que hasta el momento desconocía. Así que no os extrañéis si el blog huele, de tanto en tanto, un poquito a fromage. Disculpen las molestias)
Yo creía, en mi ingenuidad, que a los franceses no les iba el rollo pijamero. Que ellos, con su Bande Desiné esa, sus gafas de pasta y sus bufandas de pashmina ya iban más que servidos. Pero oyes, resulta que no, que no es que no les gusten los pijamas.
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Yo creía, en mi ingenuidad, que a los franceses no les iba el rollo pijamero. Que ellos, con su Bande Desiné esa, sus gafas de pasta y sus bufandas de pashmina ya iban más que servidos. Pero oyes, resulta que no, que no es que no les gusten los pijamas.
Es que los adaptan a su propia idiosincrasia.
(Y premio especial para el primero que pille la tontería de las etiquetas, y me ayude a completarlas)
(Y premio especial para el primero que pille la tontería de las etiquetas, y me ayude a completarlas)