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domingo, 21 de octubre de 2012
ERMITA DE SAN SATURIO
“Pocos sitios tan interesantes como el cenobio de San Saturio en Soria. Aun después de la impresión producida en el alma por el claustro de la Colegiata de San Pedro y los arcos de San Juan de Duero, la visión de esta especie de anachoristyrion del monte Athos queda profundamente grabada en el recuerdo. A la izquierda del Duero, sobre elevadísimo sistema de riscos y escarpes, la piedad de varios siglos –esa piedad de leyenda dorada a lo Vorágine, a lo Simeón Metaphrasto, a lo Juan Moscho– ha ido levantando en el aire y empotrando en los salientes y concavidades de las rocas un edificio singular. Consiste el célebre eremitorio en una serie de construcciones de ladrillo, piedra y yeso apoyadas en la montaña sagrada –una minúscula Hagión Oros–: Las paredes que dan al río son de un encanto indecible, de una curiosísima y sugeridora trama griega o maronita, o de lauras de San Sabas en el torrente del Cedrón; estampas del Serval, páginas de L’Afrique chrétienne, de Lecrercq; de Harnach en Das Mönchtum. Pero en esas paredes altas verticales al río no hay koinosbios, no hay vida común monacal, no existen esas balconadas o miríadas de ventanas que distinguen los monasterios inmensos orientales, donde «el que trabaja reza», según la bella frase de Benito de Nursia; son aquellos paredones recias mamposterías castellanas que siguen las grutas internas que habitara San Saturio, con pocos boquetes al exterior, aunque ese paisaje sea, como el del Duero por aquellos sitios, de una aspereza y rigidez de regla de San Basilio.”
EUGENIO NOEL: España nervio a nervio.
“Es español a medias el que no haya visitado, con la devoción del morabito a la Meca, esa divina curva del Duero en Soria, que le hace dirigir sus aguas hasta el oeste y al Atlántico, después de correr hacia el este y el Mediterráneo, cual un afluente más del Ebro; el que no se haya extasiado ante el imafronte románico de Santo Domingo o los purísimos claustros, románicos también, de San Juan del Duero por bajo de la ciudad; el que no haya esparcido su vista desde la altura de los derruidos murallones del monte Oria o Moria que domina a la «Soria pura, cabeza de Extremadura» de los viejos textos; el que, después de leer las iniciáticas leyendas de Bécquer relativas al lejano Moncayo y al cercano monte de las Ánimas, no haya recorrido a pie, por bajo de San Juan, la veguita entre páramos que antaño fuese la opulenta huerta templaria de Santo Polo, junto a la cueva de San Saturio o San Saturno.”
MARIO ROSO DE LUNA: Del árbol de las Hespérides. Cuentos teosóficos españoles.
“Después viene el puente, y el soto, y ahora el viajero queda, a la derecha, bajo las terrosas ruinas del castillo. Y, después, a la izquierda, las mejores huertas de Soria, en verdores y en fresco. En seguida, San Polo, de los señores Templarios, que comían las ricas lechugas y pepinos del Duero bajo sus bóvedas de crucería. Aquí empieza una tabla de agua, con viejos batanes, acabando en las rocas blancas que componen la cara del Santo. Sobre ellas está mi ermita; entre San Polo y San Saturio, un camino flanqueado por los chopos melancólicos, con muchísimas iniciales de enamorados y sus fechas sacras. Pueden continuar grabándolas, porque todo esto es demasiado limpio y sencillo para resultar cursi.”
JUAN ANTONIO GAYA NUÑO: El santero de San Saturio.
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miércoles, 5 de octubre de 2011
VITORIA II
“A la Catedral nueva Javier no la miraba al pasar. Esta pretensión de hacer una iglesia gótica en pleno siglo XX, le parecía demasiado absurda.”
PÍO BAROJA: El cura de Monleón.
“Ved la nueva catedral. Se alza muy deprisa; en el solar se elevan a gran altura los pilares, la girola, los ventanales inmensos del ábside, los macizos de porches y pórticos, los entablamentos. Ando entre las piedras, los bastidores y los andamiajes. Indudablemente, allí se trabaja mucho; pero… se imita, se copia (…) La Almudena y la catedral nueva de Vitoria no tienen razón de ser. Son, porque el clericalismo español quiere alardear de su poder indiscutible; pero estas piedras son demasiado blancas, excesivamente, para decirnos esas historias que cuentan las piedras de las verdaderas catedrales. ¿Qué historia tienen las nuestras de hoy? Pues sencillamente que a un obispo rico se le ocurrió erigirse un gran sepulcro en piedra de la ciudad; pidió y obtuvo la ayuda de un pueblo católico; los reyes, invitados, vinieron a poner la primera piedra, y dos arquitectos trazaron la planta en un amén: eso es todo.”
EUGENIO NOEL: Diario íntimo. La novela de la vida de un hombre.
domingo, 7 de agosto de 2011
CERVATOS
“Camino por los campos mismos que pisaran las legiones de Octavio César en sus luchas con los cántabros. El viento es frío y la tarde nublada, como el alma. En vano quiero alejar de mi espíritu una gran tristeza. Sé que hay en Cervatos una obra de arte, y voy allá como se va a un faro.”
EUGENIO NOEL: Diario íntimo. La novela de la vida de un hombre.
“Las características de esta iglesia en el exterior es el predominio de las representaciones lúbricas y fálicas. En muchas iglesias de esta época se advierte la delectación de los autores en representar alucinaciones sexuales; pero aquí, en Cervatos, en un país frío y triste, es cosa extraña.”
PÍO BAROJA: Desde la última vuelta del camino.
“Cervatos remite a liturgias orientales donde a modo de metáfora la ascesis del amor trasciende el carnal a sagrado, en donde la penetración origina la vida y la vida da paso al hombre nuevo. Los hombres itifálicos emergen de la piedra exhibiendo su desmesura como un tótem redentor. Tendría gracia que sólo fuera un desahogo de los maestros.”
RAÚL GUERRA GARRIDO: Castilla en canal.
“Las esculturas del ábside, así como las de los canecillos exteriores, son de un realismo vivo y de una labra delicada, con un desenfado en los motivos eróticos que causa sorpresa. La iglesia está muy bien conservada y es muy significativa, porque parece estar a la cabeza de todo un grupo del estilo que se extiende por el campo palentino y por el Norte de la provincia de Burgos.”
DIONISIO RIDRUEJO: Castilla la Vieja.
“Una vez visto el interior y al amparo de un paraguas que el taxista recordó llevar en la trasera, me dediqué a contemplar, entre incontenibles carcajadas, los canecillos de la cornisa y los capiteles de una ventana contigua a la hermosa puerta. En la vida había visto cosa más chusca y desenfadada ni en más perfecto estado de conservación, al cabo de ocho siglos, sin la menor huella de esas pedradas que suelen recibir las obras escultóricas puestas al alcance de los transeúntes.”
RAMÓN CARNICER: Gracia y desgracias de Castilla la Vieja.
“La respuesta de nuestra sensibilidad moderna a estas piedras lúbricas es torpe e indecisa. Sin duda ya no es tan sostenible hoy, como lo era en años pasados bajo la influencia de las ideas de Sir George Frazer o de Richard Payne, hablar simplemente de la supervivencia en la Europa cristiana del culto a los poderes genesíacos de la naturaleza, representados en los órganos sexuales. Cualquiera que haya sido esa supervivencia en el mundo rural sobre todo –los pagos, habitados por «pagani»– y pese a la prisa en la cristianización de ese mundo que asumió muchas de esas viejas costumbres y liturgias a la vez que los dioses y diosas transformándolos simplemente en vírgenes o santos, de lo que no cabe duda es de que al mirar estas piedras nos estamos enfrentando con el románico y, por lo tanto, no debemos olvidar que estas piedras lúbricas también son teología.”
JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO: Guía espiritual de Castilla.
jueves, 19 de mayo de 2011
PEDRAZA III
"Ya en el pueblo son delicia de los ojos aquellas casas vetustas, vestigios romanos, huellas románicas, góticos recuerdos, ventanales abiertos en los ángulos de los edificios, piedras moldeadas por el Renacimiento, solares hidalgos, panerones y alhóndigas con su aspecto de casas fuertes, sus hierros forjados a brazo, balaustres y saledizos interesantes, escudos que hablan de rancias empresas afortunadas."
EUGENIO NOEL: España nervio a nervio.
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