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viernes, 31 de enero de 2014

PÚBOL


"Llegué al castillo, atravesé el pequeño jardín poblado de esculturas de animales surrealistas, y por entre una serie de escaleras y pasillos observé el catafalco de Gala iluminado por grandes cirios encendidos. Justo encima, en el piso superior, estaba el dormitorio del genio ampurdanés. En la antesala una puerta se abrió automáticamente. Me asomé. Dalí yacía, en túnica blanca, recostado en la cama sobre almohadones. Me miró un instante, y con voz de gregoriano, entonó: <¡Por Barrabás, todo! ¡Por Barrabás, todo!>"

CÉSAR ANTONIO MOLINA: Vivir sin ser visto.


"Parece un cuento de Chesterton pero cualquiera puede comprobarlo. Al llegar al caserón de Púbol al que algunos megalómanos llaman castillo, alguien me salió al paso.

-¿Cree usted en fantasmas?
-No, yo no. ¿Y usted?
-Pues, yo sí.

Y desapareció. Era Salvador Dalí, veterano de la guerra de los bóers, que heredó el nombre del hermano muerto con el que siempre temió ser confundido."


CAMILO JOSÉ CELA: Conversaciones españolas.

domingo, 14 de octubre de 2012

SAN BAUDELIO DE BERLANGA

“Quien había hablado, podía decirse que a diario, a Don Absalón, de Teón de Alejandría había sido naturalmente Juan de las Salinas, que le había conocido, cuando estuvo por aquí pintando un Edén con una palmera en el centro de él, que acogía al mundo entero bajo sus brazos, y además tenía en su cogollo como un cajón para guardar libros y por eso era el árbol de la sabiduría.”

JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO: Un pintor de Alejandría.

“En sus lejanos orígenes fue una gruta, disimulada entre encinas, de acceso velado por las carrascas, cuyo frescor alegraba la meridiana transparencia de un manantial escondido. Allí se asentó un anacoreta, y a éste le sucedería otro y después… La cueva quedó consagrada como un lugar para la meditación. Y andando el tiempo, a vueltas con sus azares, hasta el seguro refugio de aquel paraje peregrinaron algunas de las muy veneradas reliquias del mártir de Orléans. A su influjo creció la ermita. El prodigio de su arquitectura responde a la esbelta palmera del Beato de Valcabado o de Valladolid. Unos alarifes anónimos escribieron su arte sobre la inmensa página a cielo abierto de aquella loma esteparia que mira al Duero.”

GONZALO SANTONJA: Castilla y León. Lo que se llevaron de esta tierra.

“Estoy bajo la tariqat, en el camino, en el sendero. Estoy bajo la palmera excelsa, pétrea. Estoy bajo la ermita, estoy bajo la mezquitilla a la entrada de la cueva y miro las huellas de las pinturas arrancadas salvajemente y, a pesar de todo, sentado sobre las raíces, y apoyado sobre el tronco frío, percibo el alma en paz. No necesitar nada, no querer nada, tenerlo todo, qué difícil es permanecer en el quietismo, qué difícil es alejar la angustia, qué difícil es el amor al prójimo. Sufís y eremitas a menudo fueron atacados, incluso considerados herejes, porque insistían en el elemento del amor. Retornar al no ser en el ser de Dios, y cuando el sufí y el eremita conoce ese estado, "se conoce a sí mismo, conoce a su Señor". Al Hallâj, al ser ajusticiado, dijo: "Matadme, mis amigos, / pues solo en la muerte es mi vida". Estoy bajo la palmera pétrea bajo la cual cabemos todos, creyentes y agnósticos.”

CÉSAR ANTONIO MOLINA: Una palmera en Castilla

“Al mediar la noche fue turbada la soledad silenciosa del campo y de la ermita. Sonaban palabras, risas y relinchos, con progresiva nitidez. Luego se subió a la primera meseta de la escalerilla que iba al coro alto.

Al cabo de unos instantes empujaron la puerta. Había salido la luna, y pudo ver, en silueta sobre el campo iluminado, las sombras chinescas de dos hombres y dos caballerías.

Los hombres, dos soldados cristianos que rondaban por las cercanías, entraron y se tendieron. Debían conocer bien aquel refugio, porque uno de ellos se fue sin titubear a la cueva, a la gruta del ermitaño, y el otro se acostó sobre las hojas secas.”

JOSÉ MORENO VILLA: Eximino, el presbítero

“En las esquinas silenciosas yacen los solitarios, las imágenes de las que nadie habla, ocres y dorados en movimiento contenido, plantas retorcidas, frescos transferidos a lienzos, pero la igual memoria, el aquietamiento de los planos, esa serpiente azul que se enrosca sobre una Eva lujuriosa frente a la manzana cómplice. Mártires, santos, arcángeles, aureolas, collares, peces y rabeles componen un apretado juego, infantil y sacramentado, para disfrute del ojo escrutador, en ofrenda de quien se mantiene alerta ante los temples de la Santa Cruz de Maderuelo, los talleres de orfebrería, las partidas de caza recordadas en San Baudelio de Berlanga, los frailecitos hambreados y mudos que untaron en las paredes su devoción o su pecado con disfraz.”

ADRIANO GONZÁLEZ LEÓN: Crónicas del rayo y de la lluvia.


“La pequeña iglesia es blanca y fresca. Un pilar con listones abiertos en abanico como una palmera petrificada sostiene la bóveda. Indicios de pinturas al fresco, sombras de animales, rostros humanos con ojos ovalados abiertos de par en par, donde la pupila está como un pequeño círculo en el centro y me mira con una mirada bizantina.”

CEES NOOTEBOOM: El desvío a Santiago.


“Todos sabemos que el fenómeno de la emoción estética es complejo e incluye variantes infinitas. La emoción que experimentamos ante esta criatura pequeña y maravillosa es de las que caben cifrarse en la palabra encantamiento. En cuanto a intensidad, el minuto de su aparición quedará entre los más cualificados e inolvidables de nuestra experiencia artística.”

DIONISIO RIDRUEJO: Castilla la Vieja II


“Cuando traspasamos la doble puerta de curva morisca, abandonamos el desierto pedregoso, para penetrar en la fantasía de una arquitectura de ensoñación. El espejismo de este interior nos transporta a esos alojamientos místicos de los descendientes espirituales de San Antonio. Desde siempre, la singularidad de las estructuras internas de este edificio han intrigado y hasta desconcertado a los arqueólogos que han intentado explicárselo.”

JACQUES FONTAINE: El Mozárabe.

“Nada indica en la fábrica exterior, la que ofrece resistencia a la erosión de las estaciones menos piadosas, que allí se agazape tanta hermosura, aunque el doble arco de herradura tras un escalón que de puro humilde ni escalón parece ya avisa al que llega con los ojos en las manos que tendrá que leer como si hubiera aprendido el alfabeto anoche.”

ALFONSO ARMADA: España, de sol a sol.


“Comptaven les anyades coberts els solcs, a l’alba de les llavors i per calmar l’altra fam, prop de l’aiguaneix, sobre aquesta roca fa mil anys voltada de roures, alçaren l’estança que els guardà de la por. L’intim, el mistic espai on ara contemples, grávid –un doll de llum et guia- la pilastra de vuit braços com una palma viva i als murs, els seus somnis, la metafísica, la realitat màgica de l’esperit.”

JORDI CARRIÓ: Els dies que vindran.

lunes, 8 de octubre de 2012

ERMITA DE SAN MIGUEL DE GORMAZ


"Mientras el párroco va a recoger las llaves para cerrar la ermita, me quedo solo por unos instantes, suficientes para darme cuenta, como Lamartine, de que nunca encontré un lugar o un espacio como este cuya primera visión no fuese para mí un recuerdo. ¿Un recuerdo de aquí o de allá? ¡Que san Miguel nos pese bien el alma!

En las afueras, el Duero, el castillo, la propia ermita, el frío del mediodía ya vencido y, de nuevo, a caminar, "para venir a lo que no sabes / has de ir por donde no sabes". Ya llevo compañía."

CÉSAR ANTONIO MOLINA: Lo que pesa el alma






“El primer contacto con la Ermita de San Miguel se había producido varios años antes, a principio del mes de febrero de 1990, durante un viaje realizado al castillo de Gormaz junto al arqueólogo José Javier Fernández Moreno, con el que compartía entonces el trabajo en la Unidad Técnica del Servicio Territorial de Cultura de Soria, al encontrar abierta la puerta del templo situado en la ladera sur del castillo, junto al camino de acceso desde el pueblo, y entrar en él.”

JOSÉ FRANCISCO YUSTA BONILLA. Arquitecto. Director de los trabajos de restauración. (Revista AREVACON nº 29)



lunes, 17 de septiembre de 2012

SAN ESTEBAN DE GORMAZ

“Vamos a San Esteban de Gormaz, gran pueblo en los anales de la Reconquista, que guarda el más raro y antiguo románico de la región. Allí está la fonda de Benito Yáñez, donde sirven bien y con limpieza superior a la del pueblo, que baña un Duero rumoroso, umbrío muchos días, soleado los menos. Desde allí, al Burgo de Osma, tristísima ciudad, demasiado pequeña para tanta catedral gótica, tantos canónigos y chantres.”

JUAN ANTONIO GAYA NUÑO: El santero de San Saturio.




“Diviso a San Esteban de Gormaz en un montículo coronado por un largo castillo abandonado del que tan sólo queda una puerta de herradura. La iglesia románica de San Miguel tiene torre y pórtico, en el costado sur, formado por siete arcos de medio punto no adornados, de los que el central sirve de puerta. Se asciende por una escalera de sillería. Es muy achatada de altura. Los capiteles representan escenas de guerra, juglarescas y fantásticas. La de Nuestra Señora del Rivero también es románica e, igualmente, tiene una galería porticada. En 1087 Alfonso VI se la entregó al Cid. Pero San Esteban no es importante por este motivo, pues el campeador pasó por media España dando mandobles, sino por haber sido aquí –según Menéndez Pidal- el lugar donde nació uno de los dos autores del Poema de Mío Cid, el que concibió la estructura global de la obra.”

CÉSAR ANTONIO MOLINA: Esperando a los años que no vuelven.

lunes, 12 de marzo de 2012

SAN MIGUEL DE CELANOVA


“La capilla de San Miguel es una huella fósil de la primitiva espiritualidad: limpia y vacía, descarnada, ingrávida, sin imágenes, sin rostros. Una pasión, como la definía Kierkegaard. Una especie de sepulcro donde se alberga polvo, ceniza y olvido, pero también resurrección. Algunos comienzan a vivir cuando van a morir, decía don Miguel de Mañara. Los monjes de San Rosendo estaban en perpetua moribundia y unían al sarcasmo de la alegría la indulgencia del desprecio por lo temporal. La capilla de San Miguel contiene todo el silencio. El saber es silencio. Monjes, místicos, poetas. Vivir sin cuerpo. Deshacerse del cuerpo cuando se entra en este oratorio. Deshacerse de las frases, de las palabras, de las letras. Al dios desconocido.”

CÉSAR ANTONIO MOLINA: Una capilla para uno.






“No quise irme de Celanova sin ver la capilla de San Miguel, como tampoco quise irme sin bajar, cerca de a ponte grande, al Arnoya, y mojar las manos en aguas de un río de tan hermoso nombre: a J. P. Toulet le hubiese gustado para verso final de un poema fantasista. Entré, pues, en la capilla, y ya dije en otra ocasión que para mí no cabe duda de que allí rezó San Rosendo. Había aquella mañana de mi visita, allí dentro, una luz que no era de este mundo. Olía a incienso y a membrillo, como dijo Robert Browning que olía Asís. Un aire antiguo y tibio se remansó aquí para siempre, y en él quedaron adormiladas alas de ángeles o quizás voces y tactos de seda de aquellas maravillosas casullas del Irak que vienen inventariadas en las escrituras de la Celanova de antaño… Todo el valle de Arnoya era, aquella mañana de mayo, una enorme plaza de seda multicolor en la que brillaban como perlas las gotas de rocío.”

ÁLVARO CUNQUEIRO: El pasajero en Galicia.







“Consta la capilla de una nave brevísima y un tabernáculo proporcionado a la nave, al cual se entra por una puerta de arco de herradura de los más acentuados y característicos. Lindos ajimeces dan luz al tabernáculo, y ante su umbral está una grada revestida de preciosos azulejos moriscos, de esos matices brillantes y metálicos que tan gratamente halagan la pupila en los platos hispano-árabes que ahora se estila colgar en los comedores. Todo ello, ni convidaba a orar, ni siquiera a entregarse a la suave melancolía que infunden las iglesias cristianas: allí a lo sumo se podría amontonar dos o tres cojines, sentarse a lo moro, encender un perfumador y soñar con fuentes y palmeras, a lo cual incitaba bien el calor de la jornada, la fragancia de jazmines que sombrean la losa donde Santa Ilduara se arrodillaba invocando al cielo, y la pereza, herencia de la raza semítica que los españoles guardamos con cariño.”

EMILIA PARDO BAZÁN: De mi tierra.






"Ambrosio de Morales y el P. Yepes coincidieron con los antiguos en elogiar efusivamente la capilla de san Miguel, miniatura de iglesia, «brinco graciosíssimo», tan pequeña que cabe toda en 8,50 por 3,85 metros de planta y 6,00 de altura; tan sana y completa como el día en que se hizo; tan maja que alegra verla y suspende con sus primores. Nave, crucero y ábside la componen; el último es redondo por dentro, con diámetro de 1,35 metros, encarada su ventanilla hacia oriente y con credencias laterales, para celebrar el sacrificio sin ayuda de ministro, como la exigüidad del local exige: sería práctica entre reclusos y huéspedes, puesto que la designación de «hospitiorum» acredita ser así el tipo de oratorios destinados a presbíteros forasteros."

MANUEL GÓMEZ-MORENO: Iglesias Mozárabes. Arte español de los siglos IX a XI.

jueves, 22 de diciembre de 2011

CARCASSONNE VI


“En una de mis últimas visitas a Álvaro Cunqueiro en su piso de Vigo, observé que tenía entre sus objetos más preciados una pequeña bola de cristal. Era uno de esos artefactos que, al darles la vuelta, o simplemente al girarlos, se inundan de falsos copos de nieve. Éstos caían sobre la silueta de una antigua ciudadela amurallada, recreada con diferentes colores brillantes. Era Carcasona.”

CÉSAR ANTONIO MOLINA: Sobre la inutilidad de la poesía.