domingo, 31 de enero de 2010

MÉRIDA III


“El cielo es rojo, el calor ha remitido, pero el escenario está vacío y yo estoy sentado solo –tan alto como antaño un pobre soldado romano del frente- y miro las grandes losetas por donde ya no pasearán los pies de los actores, oigo la risa ausente a los chistes de Plauto, tengo nostalgia de Roma y, naturalmente, tengo los obligados pensamientos. Pero ya no puedo, dos pasados completos es demasiado para un día. Miro, bête et méchant, las esculturas de los dioses que no han conservado sus cabezas pero sí su postura, bajo de la cavea a la orchestra por todos esos numerosos peldaños demasiado grandes, allí lanzo un grito que regresa a mí resonando, y ahuyenta una pareja de palomas, ando sobre el proscenium, a lo largo del aditus maximus, miro las columnas grises tan brillantemente torneadas.”

CEES NOOTEBOOM: El desvío a Santiago.

miércoles, 27 de enero de 2010

MÉRIDA II


“La caída del Imperio, las irrupciones de los vándalos y de los godos, la dominación de árabes, han pasado como un trillo sobre la frente de Mérida, y no han sido bastantes a allanar y nivelar su suelo, incrustado de colosales bellezas romanas. Las habitaciones han desaparecido carcomidas por el tiempo; pero las altas ruinas al desplomarse han desigualado la llanura, y han formado, reducidas a polvo, un segundo suelo artificial y enteramente humano sobre el suelo primitivo de la naturaleza. Se puede asegurar que no hay una piedra en Mérida que no haya formado parte de una habitación romana; nada más común que ver en una pared de una choza del siglo XIX un fragmento de mármol o de piedra, labrado, de un palacio del siglo I. Zaguanes hemos visto empedrados con lápidas y losas sepulcrales, y un labrador, creyendo pisar la tierra, huella todos los días con su rústica suela el «aquí yace» de un procónsul, o la advocación de un dios. Trozos de jaspe de un trabajo verdaderamente romano no tienen aquí otro museo que una cuadra, y sirven de pesebre al bruto que acaban de desuncir del arado. Diariamente el azadón de un extremeño tropieza en su camino con los manes de un héroe, y es común allí el hallazgo de una urna cineraria, o de un tesoro numismático, coetáneo de los emperadores.”

MARIANO JOSÉ DE LARRA : Las antigüedades de Mérida.

viernes, 22 de enero de 2010

MÉRIDA I


“No pisamos una sola vez las ruinas veneradas del pasado, sea en Balbeck o en Palmira, en Mérida, Roma o Itálica, sin que a la mente del menos sensible a las astrales sugestiones del pasado no le sea representada alguna escena, alguna emotividad, la palpitación, en fin, de un algo que ya no es apreciable ciertamente a los sentidos físicos, pero sí a ese sentido interno, trascendente o psíquico, que tan alto habla en el artista, en el intuitivo y en el místico. Ello es el alma de toda poesía, de toda evocación histórica y hasta de toda concepción científica, en disciplinas como la geología y la paleontología, en las que también se trata de reconstruir mágicamente, merced a la sublime facultad de nuestra imaginación creadora, algo que ya no existe materialmente, para los “dormidos”, pero que diríase palpita con mayor vigor y más sublime luminosidad, por lo mismo acaso que no es tangible.”

MARIO ROSO DE LUNA: Del árbol de las Hespérides.

lunes, 18 de enero de 2010

GRANADILLA II


“La vista de Granadilla a la distancia, con su recinto de murallas y su torreón de entrada, nos quita algunos siglos de encima. ¡Y pesan tanto! Pero más pesa aún la paz plúmbea, bajo un cielo de implacable limpidez, de que se ve uno ceñido dentro de la villa.”

MIGUEL DE UNAMUNO: Andanzas y visiones españolas.


miércoles, 13 de enero de 2010

GRANADILLA I


“Para llegar al esqueleto de Granadilla, a través de un paraje deshabitado, no hay indicaciones y la carretera está intransitable. Es vastísima región de colinas suaves, monte bajo y pinares, tierra de caza y de níscalos, vacía de personas. El embalse de Gabriel y Galán, que es el segundo o tercero más grande de España y está siempre lleno, prácticamente pegado al de Valdeobispo, ha inundado la hermosa vega y llena de humedad el territorio. La ciudad de Granadilla fue desalojada cuando se cerró la presa, pues quedó perdida en una península al borde de las aguas, medio comida por ellas. Destino trágico el de este pueblo hermoso, al que en 1492 le quitaron el nombre los Reyes Católicos para cristianar a Granada (a la que los nazaríes llamaban Garnata) y hace un cuarto de siglo le arrebataron los habitantes. Inútilmente conserva parte de sus murallas árabes, a tramos ahogadas, y una torre trebolada del castillo cristiano que fue el primero construido por el duque de Alba. Pero la mayor parte de las casas están hundidas, pobladas de matojos y culebras.”

JESÚS TORBADO: Camino de plata.


jueves, 7 de enero de 2010

HERVÁS II


“Por la tarde hubo paseo por el barrio judío, que es amplio, umbrío y acogedor, a diferencia de tanta judería sórdida de las que permiten acomodar en ellas crímenes rituales horribles, contados por una angelical monjita o sacerdote piadoso y venerable; hay flores y verdor, cuesta trabajo saberse en el barrio de esa gente taciturna y retraída; al levantarme por la mañana, muy temprano, apetece darle otra vuelta a este lugar, y eso hago; las calles, desde el corazón de Hervás, se desploman hacia las afueras, precisamente por la parte hebrea, y un riachuelo pone coto al pueblo y señala el punto de partida del campo, con algún que otro caserío (…)”

RAMÓN AYERRA: La España imperial: Notas de viaje.

sábado, 2 de enero de 2010

HERVÁS I


“El barrio cristiano es laberíntico, pulcro, muy animado y hermoso, y el único guardia urbano que controla el tránsito con mucha amabilidad sonríe ante las dificultades de los turistas para encontrar estacionamiento. A un costado y en fuerte pendiente hacia la hondonada comienza la antigua aljama, considerada como una de las mejor conservadas del mundo. Sobre todo, está habitada, está viva. En un nuevo laberinto, y en torno a una calle muy noble que se llama, con rótulo en castellano y en hebreo, de la Amistad Judeo-Española y que baja hasta el río, se teje el barrio de pasadizos, tunelillos, vías curvas y otras más amplias y derechas. Las casas son de piedra hasta su cintura y se alzan luego en entramado de cantos, adobe y troncos. Algunas defienden las fachadas con mantos de tejas o de madera, sobre las puertas de doble hoja. Cuelgan macetas de los muros, balcones y galerías, se proveen de agua fresca las vecinas en una fuente pública y, al anochecer, se encienden unas farolas de luz amarilla que alumbran con romántica delicadeza los contornos de los edificios y el pavimento de canto rodado.”

JESÚS TORBADO: Camino de plata.