Estamos a merced de las tormentas estos días. Se va una y viene otra. La lluvia que forma lienzos, mantas de agua que se estrellan contra los muros, las rachas de viento que azotaban el otro día al coche, porque justo estos días he salido más de lo normal, cuando todo llamaba a la mesa camilla.
Hace una semana le hice una foto a la base de un camelio de la avenida de Coimbra, por el puro desparrame de flores. Si las rosas son sin porqué, no digamos las camelias, que viven tan poco si se sueltan del camelio o incluso así, se desmoronan cuando llueve, o porque se deshacen o porque los pétalos se les oxidan.
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