Yo, persona bien hablada, lo digo así: esta tremenda humedad del patín tiene que ver con la lluvia, buena para los embalses, y mala para las casas, que se enfrían mucho; y sin calefacción todavía.
Una persona de la Catedral nos dio ayer un largo paseo por las naves, el Pórtico de la Gloria (aproveché para quejarme de que no sea de acceso libre, pero me adujeron problemas de condiciones de humedad, justamente) y por el Museo. Para mí la novedad fue volver, después de muchos años, a visitar las cubiertas: la restauración que han hecho, vista desde arriba, es todavía más impresionante: es una Catedral remozada de arriba abajo.
A mí me gusta especialmente ver la base románica de las torres, que ahora desde el Obradoiro casi no se distinguen, recubiertas por la fachada barroca:
Andar por el tejado, entre lluvia racheada, apariciones estelares y breves del sol, y nuevos vientos húmedos, fue toda una experiencia. Aquí estoy yo, subido en la parte más alta del tejado, como increpando a las nubes (estaba haciendo una foto):
Hasta la torre -la que no es de las campanas- subimos: se veía de maravilla la ciudad, la inmensidad del monasterio de san Martín Pinario, la forma de parrilla del Hostal, el parque de la Alameda enfrente, las figuras pequeñitas del Obradoiro. Estábamos al lado de los angelitos con cartelas de bronce, que eran enormes:
Hasta en el cimborrio nos metimos. Mirar desde allí arriba el altar impresionaba.
También se veían muy bien los arranques medievales de la torre del reloj sobre la fachada de Platerías:
Qué tremendo el remate barroco de Andrade, con decoración como de muebles de ébano y marfil: