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viernes, 24 de junio de 2016

La moviola: el último día (y II)

Está siendo enfermizo esto mío de estirar las cosas en varios días: como no ponga coto, me paso el mes hablando del Curso de Verano. Ya acabo:

Armando Pego habló sobre Shakespeare. Ya os puse un enlace a un resumen suyo de la problemática que le interesa y que expuso en la conferencia también, aunque dedicando más tiempo al diálogo con las interpretaciones recientes más valiosas para él, las que reconocen el genio y no acuden a subterfugios externos que reduzcan a Shakespeare a un pelele moldeable. Sobre todo quiso dejar clara la grandeza filosófica de su obra, ejercida en cuanto dramaturgo (no «a pesar» o «como excusa de»), en obras teatrales de complejidad a la altura de la complejidad de lo real. En el coloquio intenté llevármelo a mi molino, hablando del uso paralelo del género del diálogo por parte de Platón y lanzando aquello de Steinhardt de Hamlet como personaje «positivo», pero no entró al trapo. Y sobre Hamlet giraba el núcleo de su exposición, esa tragedia basada en una obra de argumento previsible, pero que complicó para romper nuestras expectativas y sobre todo para apuntar en otra dirección.

Y Enrique García-Máiquez expuso su visión de la verdad en la poesía española contemporánea, haciendo un alarde de capacidad de observar grandes tendencias en un mundo que a mí me asusta, de tan amplio: el inmenso mar de los libros de poesía en la España del último siglo. Él reconocía una línea muy marcada: la «autenticidad» o la sinceridad como clave de la pertinencia de la poesía por parte de muchos poetas.  Apuntó luego a una línea fascinante, la de indagar en eso de Machado de que la «verdad se inventa» como recurso válido de la poesía, aprovechando un ejemplo de su poesía: de una anécdota de su hija enseñándole una luna pintada en el dedo a un haiku ya fuera de lo anecdótico (prehistoria aquí. Lo explica en detalle aquí, aunque el enlace se ha quedado obsoleto: el artículo está aquí en pdf, en la página 29)

Incluso con la «fea cobertura» con que han quedado vestidos estos recuerdos , espero que os llegue algo a los que no pudisteis estar allí. Puedo excusarme en que hablo «de oídas», porque de hecho no escribí nada, ay (otra vez).
A ver si publicamos esas conferencias y todos las podemos disfrutar de nuevo, de otro modo.

jueves, 23 de junio de 2016

La moviola: el último día (I)

El profesor Anguita tenía que torear con mil años de relación de la poesía medieval con la filosofía. Y cogiò el toro por los cuernos, fijándose en el comienzo justo de la Consolación de la filosofía de Boecio, donde ésta llama a las Musas del arte nada más y nada menos que «scaenicas meretriculas»:
Quis, inquit, has scaenicas meretriculas ad hunc aegrum permisit accedere, quae dolores eius non modo nullis remediis foverent, verum dulcibus insuper alerent venenis?
Quién -dijo- dejó acercarse a este enfermo a estas putillas histriónicas, que sus dolores no sólo con ningún remedio le iban a mejorar, sino que además le iban a alimentar con dulces venenos?
La traducción es mía. él lo de las «meretriculas» lo dijo con más elegancia. Y qué bueno lo de los «dulces venenos». De hecho hablamos mucho en el curso varias veces del fármacon (φάρμακον), a la vez remedio y veneno (como la palabra droga o mejor droguería; o drug en inglés). Y también del farmakós (φαρμακός), el chivo expiatorio.
Se fijo sobre todo en la fascinante (para mí a partir de ahora, porque solo me sonaba vagamente, de todos ellos, Juan de Salisbury) escuela de Chartres del siglo XII. Y nos puso una representación chulísima de Alsacia, de las artes liberales rodeando a la Filosofía, con Sócrates y Platón justo debajo escribiendo (nada menos), Es del Hortus deliciarum. Esta:


Los de abajo, fuera del círculo son los poetas y los magos inspirados por el espíritu inmundo (poete vel magi spiritu inmundo instincti, pone. Con cuervos al oído): qué chulada.

Y habló de Virgilio como nigromante (y ahí asomó Dante), con lo que tocábamos otra vez el tema del poeta como adivino, que ya está en Píndaro y en Platón y que se puede enlazar con el tema de la inspiración.

miércoles, 22 de junio de 2016

La moviola: la poesía reinando

En varios momentos del Curso me vi apremiado, ante la fuerza de los argumentos, a negar de una vez por todas los tapujos y engaños de la poesía y reconocerle de una vez en mi vida su primacía a la filosofía. Por suerte, primero Gregorio Luri nos contó cómo Platón, casi de penalti, la metió al final de la República y luego tuvimos lecturas de poemas.
En la de Enrique García-Máiquez yo veía a su mujer frente a él, así que casi fue un poema amoroso todo ello, con los demás de espectadores de lujo. Fue leyendo y comentando sobre todo inéditos. No lo grabamos y a mí ahora me da pena. Ha ido haciendo una poesía cada vez más sencilla en apariencia, menos «poética» (valga la expresión), cada vez más honda.
Si lo hubíeramos grabado yo podría comprobar las diferencias que creo que hay con la versión original de este epitafio precioso de tema clásico, a una joven madre de varios hijos:
No, no te sea leve la tierra en que reposas
ni tampoco tranquila. No estás acostumbrada.
Que retumben en ella cada día más firmes
los pasos de tus hijos y el ruido de sus risas.
Al día siguiente leyó y comentó sus poemas Miguel d'Ors. Prefirió estar de pie en un atril y el micrófono se oía poco. Subieron el volumen y quedó como una reverberación que hizo curiosamente más íntima la lectura de un selección de sus poemas más hondos, en los que podíamos ir repasando los grandes temas del curso: la inspiración como vía de la verdad por la vía de las intuiciones poéticas, el número y el ritmo en las esferas matemáticas y poéticas, el modo de acceder a las grandes cuestiones desde la perspectiva vital o desde la «lógica» o racional.
Fue leyendo los poemas con gran sobriedad de gestos, aunque con unas manos muy expresivas. A la vez nos dio un curso de técnica poética y de crítica literaria.

Así que sigo en la poesía, a pesar de los pesares.

martes, 21 de junio de 2016

La moviola: primer día

Hicimos el Curso en la Facultad de Filosofía, más céntrica: yo trataba además de «tender puentes», aunque el traje de filósofo a mí me queda demasiado grande, con lo que corro riesgo continuo de ser acusado de farsante, y con razón.
Invité a profesores de esa Facultad, pero no creo que asistiera nadie (uno se limitó a contestarme cambiando el asunto del mail por lo siguiente: «non houbese estado de mais ter contado antes con nós». Yo, franciscanamente, me excusé y le ofrecí posibles colaboraciones en el futuro; me contestó por el mismo procedimiento esta lacónica frase: «mal feito»). Así que ya desde el principio íbamos como a casa ajena, aunque con la paradoja de que esa Facultad, en origen Colegio de Gramática de los Jesuitas antes de su expulsión (y de ahí la calle que sale, de tan poético título, de Tránsito dos Gramáticos, tan melancólico además), fuese hasta 1990 Facultad de Filología. Así que era como volver a una casa perdida.

La conferencia de Gregorio Luri era de filósofo con todas las togas correspondientes y todas las garantías pertinentes. Habló desde el principio con esa perspectiva, pero explicando muy filológicamente los términos, empezando por el de politeia (algo de trasfondo, en este artículo). La expulsión de los poetas ya no era, con su explicación, un tema de mal gusto o frivolidad platónica, sino de política en el sentido más pleno y de psicología en el más hondo. No descenderé a más detalles porque en el curso no escribí nada (a lo platónico-académico): pero tengo el enlace a una entrevista que le hicieron esa mañana en la Radio Galega, que os recomiendo.
Luego volvimos los filólogos, la profesora Yolanda García, que se fijó en Empédocles, que a mí me gusta tanto, ese filósofo-poeta de lenguaje complejo. En los símbolos y las palabras fue donde se paró.
Y por la tarde -le puse a mala hora, a las 4- Cesáreo Bandera nos embarcó en la problemática de la duplicidad de la verdad y el ocultamiento en que incurre la literatura. Y allí, durante todo el día, se iba asomando cada poco Homero, el tapado.

lunes, 20 de junio de 2016

La moviola: preliminares

Ahora hasta me hace gracia recordar que una semana antes del Curso de Verano tenía miedo de que nadie se hubiera matriculado. Intuía que había algún error, porque personas concretas me habían asegurado que se iban a matricular (y algunos de ellos son pre-crastinadores) pero el hecho es que cada vez que entraba solo veía, donde yo me imaginaba que aparecería una lista (creciente con los días), esto:


Y no caí en la cuenta del quid hasta que en «los cinco cincos» (los servicios informáticos de la USC: extensión 55555) me dijeron que pinchara en el código y alehop, allí estaba ante mí una respetable lista de gente. Me vi a mí mismo como alguno de esos amigos algo mayores a los que reprocho su poca empatía con las pantallas.

¿Y el Curso? Muy bien, excelente. Yo lo había montado con la idea de lo que a mí me hubiera gustado oír, de ser un alumno. Si le quitamos los nervios de esos días y algunos fallos míos de atender bien a todos, con varios frentes abiertos, el hecho es que lo disfruté todo muchísimo y me está dando un retrogusto excelente cada vez que me acuerdo de algo que salió en alguna conferencia o en los coloquios, o cuando recuerdo las lecturas de poesía y las conversaciones en las comidas y en los cafés.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Berceo y el pan de trigo

En el cielo, «se ceban los ángeles      del buen candïal trigo» (Milagros 137c).

La Virgen le reprocha a un canónigo que ande buscando, en vez de su devoción, «mejor de pan de trigo» (341c = cosas mejores que el pan de trigo, algo imposible).

Fernando Baños, en nota a 137c, remite con Devoto a Del sacrificio de la Misa (172-173):
Aún del Corpus Domini otra cosa vos digo,
el pan de que se face debe seer de trigo;
otra mezcla ninguna no la quiere consigo:
yo esto bien lo creo e só ende testigo.

Si se vuelve en ello nula otra cebera,
esto atal se finca tal pan cual ante era;
el trigo sólo torna en carne verdadera,
la que mete las almas en la buena carrera.
Y en Milagros 659a un mercader se dirige así a la Virgen:
Reina de los cielos, Madre del pan de trigo,
Sobre esto hizo una glosa en tres poemas Miguel d'Ors. Aquí algunos versos:
I (...) Eres la tesorera del silencio,
el sauce que se inclina a toda pena;
eres la que se queda fuera de las palabras;
sólo un nombre ojival puede nombrarte:
madre del pan de trigo, sí. La sombra
de una sonrisa tuya iguala a mil cerezos, (...)

II (...) Afuera las posadas, su tráfico políglota,
la púrpura y el crimen, los remotos
camellos y las jarcias afanosas;
afuera el mundo entero, pero dentro
una niña con gesto de tórtola asustada
que deja su costura de novia,
que sonríe,
que dice inmensamente: Hágase en mí según
tus palabras y vuelve a su silencio,
mejor, mejor, mejor que el de los astros. (...)

III (...) Eres madre del pan, eres un cuenco
de leche hospitalaria, bien caliente;
eres humildemente la cerilla
que alumbra un apagón
de cuatro siglos; (...)

Yo no digo nada, pero, ejem, Miguel d'Ors va a estar en el próximo Curso de verano.

lunes, 2 de mayo de 2016

(Volver a) leer a Shakespeare

Sé que me gustaría leer mucho más a Shakespeare, pero es como con Dante, que empiezo a poquitos y luego lo dejo hasta que me vuelvo a acordar. Por buscarme excusas, le voy a echar la culpa a mi problemática capacidad espacial, que me hace más cuesta arriba leer teatro (con Dante lo que creo que me pasa es que lo comparo con Homero, que no debería).

Bien, en el tan mentado Curso de Verano (ejem: este día 11 empieza la matrícula) va a hablar Armando Pego sobre Shakespeare como dramaturgo-filósofo. Por dónde va a ir es algo que podéis intuir en este texto introductorio, que tan próximo está de ese artículo de Lockerd que enlazaba hace unos días: no usar a Shakespeare para testar teorías, sino leerlo a él. O en sus palabras: «William Shakespeare filósofo. No Shakespeare mediado por teóricos culturales, sino un solo Shakespeare, cuya naturaleza dramática es radicalmente filosófica». A ver cómo torea ese toro, va a ser un placer verlo.

Otro de los ponentes del Curso, Enrique García-Maíquez, podría haber hablado de Shakespeare, pero yo le pedí que se centrara en la poesía española contemporánea, que conoce tan bien. Pero ahora que está publicando varias cosas* sobre él, me da un poco de pena no haberles hecho hablar a los dos de ello. Bueno, hay una mesa redonda en la que podrán centrarse en él, si quieren: va a ser fascinante.

Y si estáis como yo, queriendo de verdad (volver) a leer a Shakespeare tenéis estos consejos excelentes de Enrique sobre cómo empezar a leerlo.


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*Pero difíciles de leer en línea:
-sobre Mercuccio en Romeo y Julieta en Misión - solo en papel por ahora.
-sobre Macbeth en traducción de Luis Alberto de Cuenca - se necesita suscripción.
Siempre podéis repasar las entradas monográficas en su blog)

martes, 26 de abril de 2016

Literatura y verdad

[Yo aquí voy a seguir dando la brasa con el tema del Curso de Verano, por si animo a quien pueda venir]

Un amigo enlazaba el otro día este artículo de 2010 de Benjamin Lockerd: El final de la literatura

Explica el tal Lockard cómo en su Departamento de Inglés empiezan a dominar los que ponen el acento en algunas líneas de teoría literaria a la moda, en detrimento de la lectura de los textos mismos («Ese acercamiento tradicional permite que los grandes escritores nos hablen, en lugar de insistir con arrogancia que deberíamos corregirlos y reconvenirles») y a la vez socavando el canon establecido en favor de autores más bizcochables (bueno, esa palabra la digo yo).

[Parafraseo] Lockard se acoge luego a Horacio, el famoso «docere et delectare» como finalidad de la poesía, con nombres más nobles: Belleza y Verdad. Recuerda la definición de belleza de Aristóteles de totalidad satisfactoria creada de partes dispares, la de san Agustín de harmonización de partes en un todo ordenado y la de santo Tomás de Aquino sobre que la belleza implica integridad. Y también recuerda la Apology for Poetry de Sir Philip Sidney, escrita frente a los ataques puritanos que veían la poesía como esencialmente inmoral. Siguiendo a Aristóteles, defiende que la poesía revela universales y es por ello profundamente filosófica, pero va más adelante al afirmar que es un mejor educador ético que la filosofía, pues toca las emociones y nos mueve a la acción moral, mientras que la filosofía puede enseñar lo bueno pero no mover nuestros corazones para actuar respecto a ese conocimiento, argumento luego repetido por Shelley, que dice que la imaginación nos permite experimentar la vida desde la perspectiva de otros y por ello es esencial para el amor mismo. Recientemente, tanto Lionel Trilling (un crítico de izquierdas) como Russell Kirk (un crítico de derechas) han usado la frase «imaginación moral» para explicar este lado ético de la literatura.

Pero leed el artículo vosotros. Hay una crítica muy buena a esas líneas de moda en los estudios literarios, de propósitos más sociopolíticos que literarios en sentido estricto, o de «practicar la política por otros medios». Por supuesto que las palabras Belleza y Verdad se quedan en el trastero.

martes, 19 de abril de 2016

Más de lo de ayer

Ayer no sé si expliqué bien lo que quería decir. La literatura no es que no sea solo una fermosa cobertura; ni pura retórica, es que sobre todo no puede ser la losa blanca que tapa el hedor del cadáver. Algo de eso creo que quería decir -de modo bastante torpe- este artículo con el que topé hace unos días, de La Nueva España (en los dos últimos párrafos ya desbarra, pero bueno):

jueves, 14 de abril de 2016

El primer ponente del Curso de Verano

A Gregorio Luri, que está en un momento de creatividad excepcional, le vamos a tener hablando el primero en el Curso de Verano, el día 16 de junio a las 10 de la mañana, sobre «Platón: filosofía y poesía. Una palaia diaphora». El título se refiere a un pasaje muy famoso de La República de Platón, en donde Sócrates habla de «unas contiendas ya antiguas entre filosofía y poesía (παλαιὰ μέν τις διαφορὰ φιλοσοφίᾳ τε καὶ ποιητικῇ, traduzco libremente).

Bueno, yo estoy esperando con mucha ilusión lo que nos va contar. Mientras, me apresto a leer su libro recién salido, El cielo prometido. Una mujer al servicio de Stalin, sobre Caridad Mercader, la madre del asesino de Trotsky, que promete ser apasionante, a juzgar por lo que fue contando estos últimos años en su blog (aquí, una entrevista en El Español / aquí una larga reseña en El Mundo).

Luego, esta mañana he leído una entrevista que le han hecho en el ABC sobre educación que os recomiendo vivísimamente. Por ejemplo esto que dice:
Cuando Platón puso en la puerta de la Academia el letrero que decía «que nadie entre aquí que no sepa geometría», entendía que la manera de cuidar de nosotros mismos (de nuestra alma y de sus emociones) era proporcionándole experiencias de orden: definiciones claras, formación gimnástica, musical y, muy especialmente, matemática. El acceso al saber era para él la forma privilegiada del cuidado de sí. Hoy se contrapone frívolamente eso que se llama «crecimiento personal» y conocimiento científico. Yo soy platónico.
Yo ya hablé aquí sobre su Matar a Sócrates y antes sobre su Introducción al vocabulario de Platón. Y también de su gran libro sobre Leo Strauss.

martes, 12 de abril de 2016

Dios, pintor de autorretratos

Inicio aquí una recolección de textos que sirvan de trasfondo del Curso de Verano sobre Poesía, verdad y filosofía. Este, de san Juan de Ávila, sirve para una conversación excelente con Platón sobre arte:
Grande es, y muy grande, la conveniencia y amistad que hay entre Dios y los hombres, pues Él los quiso honrar tanto que los crió a su imagen y semejanza; y no hay pintor que, si pinta a sí mismo, si es perito en el arte y él es hermoso, que no ame haberse pintado y se huelgue con la imagen que le representa. Y si no se entremetiese entre Dios y el hombre el pecado, no habría cosa que bastase a poner mal a Dios con su imagen, ni aun habría cosa en ella que desagradase los ojos de su Criador  (OC 3.655-6.3).

lunes, 4 de abril de 2016

Un curso de verano que organizo sobre «Filosofía y poesía»

Hay un tema que me interesa mucho, cada vez más, el de el valor de la poesía (o la literatura en general) respecto a la filosofía «pura y dura», tal como lo planteó Platón y tal como se ha ido replanteando a lo largo de la historia.

Por eso he organizado un Curso de Verano en mi Universidad, los días 16 y 17 de junio (jueves y viernes), al que he invitado a gente que estaba deseando escuchar. Ya os iré dando detalles.


En el último libro de Brague (A dónde va la historia, Dilemas y esperanzas, Encuentro, Madrid, 2016, 44-45), que es una entrevista larga, está hablando de cómo se valora la ciencia y se detiene en tres acepciones del término «interés»: 1. lo que atrae nuestra atención, 2. lo que nos fascina y 3.
en el sentido etimológico de inter-esse, como aquello de lo que somos parte interesada, como aquello por lo que deberemos pasar si queremos llegar a ser nosotros mismos. Las ciencias son interesantes en el primer y segundo sentidos, pero no en el tercero. No nos enseñan nada sobre lo que somos. Hasta las obras literarias raramente lo consiguen, y solamente en sus momentos más elevados. Una comedia ligera puede ser tan divertida que nos haga olvidar nuestras preocupaciones. Pero solamente una gran tragedia como Edipo Rey o una gran comedia como El misántropo serán capaces de mostrarnos el abismo de nuestro propio corazón.
Esa es una opinión típica de filósofo, que los filólogos no hemos acabado de aceptar nunca, aunque nos faltan a veces argumentos: nos quedamos en que si la «fermosa cobertura» o que qué bonito o qué emocionante tal o cual cosa. O nos gusta la literatura y ya nos basta. Eso es lo que quería discutir en el curso, donde hay filósofos y abrumadora mayoría de filólogos, pero de los 'teorizantes'.