Miro mis notas de cuando estuve el año pasado en la
Tate Britain. Tiene una excelente colección de arte inglés, pero la gente prefiere la Tate Modern, quizá porque está mucho mejor situada, enfrente de la catedral de san Pablo, aunque normalmente sólo exponga basura más o menos publicitada (ahora, Miró).
Tenía mucha curiosidad por ver en directo
el Minotauro de Watts. Con 15 años
La casa de Asterión de Borges en el libro de Anaya de 2º de BUP me conmocionó. Luego vi una reproducción de ese cuadro y me pareció el sumun (incluso el
summum): ah, la compasión por el monstruo.
Ahora no me interesa nada la narrativa de Borges y Watts se me ha caído de la lista: normalito, todo lo más. Quizá si leo
la biografía que le hizo Chesterton cambie de idea, aunque lo dudo, que ya se me están esclerotizando los gustos y sobre todo las ganas de cambiarlos.
Y sobre todo iba para ver
la Ofelia de Millais, que sí, me gustó mucho. Siempre le he tenido mucho cariño a ella (y poco a Hamlet).
Y estaba el famoso
Cristo en casa de sus padres: mucho mejor en directo.
Se queja a su madre de la herida en la mano,
y ella le besa.
De la
Anunciación de Rosetti me llamó la atención que el ángel estaba flotando un poco en el aire.
Y qué bien poder ver otro Constable: qué buenas nubes en
Cloud Study.
Y Hogarth,
Retrato de sirvientes. Dadme a Constable y Hogarth y quedaos con todo lo demás, incluidos Blake, que algo había allí, bué, vaya, normalito. Y hasta Turner: allí había quintales de cuadros suyos, buéé, ya vale, qué pesadez de Turner.