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miércoles, 30 de octubre de 2024

Un artículo sobre Mario Míguez

Hice un artículo en la revista Myrtia, de la Universidad de Murcia, sobre la poesía de Mario Míguez. Lo mío es un modo reductivo de ver su poesía, desde mi punto de vista del mundo clásico, pero espero que sirva para entender una línea que creo que se ve a lo largo de su obra poética. 

Lo podéis leer, si gustáis, en este enlace.



miércoles, 28 de noviembre de 2018

Poemas largos sobre santo Tomás Moro

Se publicó La cabeza de Tomás Moro y otros poemas católicos de Mario Míguez, un libro carísimo si lo valoramos por el número de páginas impresas, en concreto 41 contando las de títulos, las de cortesía, portadas y todo. A mí, hacer un libro así me parece bien, pero la editorial Renacimiento debería cortarse un poco y no cobrar 15 euros, nada menos. De todos modos, el poema que da título al libro (son 4 en total, cuatro largos, pero 4) bien vale el robo que hace Renacimiento en el precio. El poema es muy extenso, 14 páginas sobre la hija, Margaret, cuando lleva envuelta la cabeza de su padre, expuesta durante tiempo a la ignominia tras su decapitación.
Podéis leer la reseña, positiva en todos los aspectos, de Ana Rodríguez de Aguero, sobre el libro.
Como no me atrevo a poner el poema entero, os remito a las citas que recortó en su reseña Enrique García-Máiquez.

El viernes, en El Cultural, revista que detesto (también porque en ella descubrí que no leía tan bien como antes, por la tipografía extraña que usan), hacían algo bueno, poner este poema de Juan Antonio González Iglesias sobre el cuadro de Holbein de santo Tomás Moro que está en la colección Frick de Nueva York:

martes, 11 de septiembre de 2018

Noticias de Mario Míguez

Es un título paradójico el que he puesto: ya muerto, un poeta que no se hacía publicidad, salvo publicando sus pocos libros, es noticia ahora:



-Antes del verano salió en la colección de rayas de Renacimiento Difícil es el alba, una antología a cargo de José Cereijo, que hace además un prólogo excelente. He estado leyéndola este verano y qué impresionante la verdad de la poesía de Mario Míguez, qué manera de decir con verdad lo que él ve.


-Ayer se ponía a la venta La cabeza de Tomás Moro y otros poemas católicos, con prólogo de José Mateos (que fue el que editó Ya nada más, otra antología, el año pasado), Yo sólo el leído el poema que da título al libro y me llevé una impresión enorme.


Y por fin tiene una página en la wikipedia. Los datos se pueden completar con esto.

lunes, 12 de febrero de 2018

Mario Míguez

Para mí Mario Míguez era sólo un nombre que mencionaba a veces Enrique en su blog.  Hace unas semanas leí un poema suyo, que me impresionó mucho. Al poco, vi la noticia de su muerte. Yo no sabía nada de él, sólo eso, que era poeta. Enrique saco al poco un artículo que explicaba que Míguez «quiso hacer una vida al margen: en el centro del silencio». Allí recogía dos poemas suyos muy bonitos, una poética de ese silencio y una traducción de un soneto sobre la muerte.
Me quedé con la idea de leer algo suyo. En la Facultad teníamos El cazador, de 2008, uno de sus libros de poemas. Lo he leído y me ha impresionado mucho. Un montón.
Luego miré en google a ver y sólo encontré dos reseñas, una que creo que entiendo pero con la que no estoy de acuerdo, en torno a si lo suyo es poesía o no. Es una cuestión que en realidad me deja indiferente. La otra es la reseña de José Cereijo. de título: «Atención: un poeta extraordinario». Estoy completamente de acuerdo con él. Voy a poner un párrafo suyo aquí, excelente:
no hay nada en este libro que sea meramente ornamental, o muestra de la vanidad de un técnico que se complace en su maestría. Aquí no hay grasa; sólo médula, esencia y precisión expresiva. Y, para seguir con la metáfora, la forma no resulta ni adorno más o menos llamativo ni siquiera vestido de lo que en cada caso se está diciendo, sino piel: tiene la ceñida e impecable justeza y al mismo tiempo la ilimitada libertad de movimientos que una criatura viva alcanza dentro de la suya. De ahí también la impresión de musicalidad continua que esta poesía nos produce y que es, en mi opinión, efecto de la armonía íntima con la que todo está concebido y realizado.
Es un gran poeta. Lo que dice está en armonía con cómo lo dice. A mí me conmueve lo que dice y también cómo lo dice, con naturalidad, con sencillez, contando algo que percibe como verdadero de verdad.

En la entrada de la wikipedia dan datos sobre su vida, su juventud en la que hay un montón de nombres famosos de la época de la movida y luego lo contrario: se dedicó a acompañar a enfermos terminales como agente de pastoral y auxiliar de enfermería en un hospital. En este libro hablaba de lo importante que es para él acompañar a su padre enfermo, a pesar de que le digan que no merece la pena dejarse la vida con alguien que quizá ni sé dé cuenta: y así es. Lo que percibes como verdadero en su poesía luego es verdad en su vida. Un milagro que ocurre muy pocas veces.
Yo me pregunté que por qué no lo habría puesto Enrique en su antología y resultó que sí que estaba, luego yo me lo había leído y no me había llamado la atención entonces (de hecho ni lo cité). En cambio en esta lectura, qué emoción leerlo. Saco dos conclusiones, una más pesimista: que vuelvo a comprobar que soy mal lector y la segunda, más complaciente conmigo, que ese poema se lee mejor en el libro y que en un conjunto de poemas sobre el padre, su sobriedad lo deja en segundo plano.

Todo lo que recorre el libro es el amor como la plenitud de darse. Hay imágenes centrales, muchas del mundo clásico, todas redimidas, por ejemplo la del laberinto. La más impresionante de todas es la del cazador, que no es él. que no puede decir así que «le di a la caza alcance», sino Cristo que le de caza a él. Es un poema impresionante.

No era yo el cazador,
aunque entraba en los bosques interiores
que creía ser míos,
altivo y orgulloso, vanamente seguro.
No era yo el cazador,
aunque quise atraparte como al ciervo o a la liebre
cuando huyen por los sotos, o en el aire a la garza.

(...)

Eras tú el cazador:
el Señor de los bosques.
Tú que siempre eres pobre y desnudo y hambriento
me estabas vigilando a mí, tu presa,
con ojos invisibles,
desde toda mi vida
y morías herido de amor entre el ramaje.
Si hay que juzgar por este libro, de hace diez años, Míguez estaba muy bien preparado para la muerte ya entonces. El primer poema del libro, «Desde dentro» es impresionante. Acaba así explicando lo que hará la muerte con él:
Luego ha de irse, y dejarme para siempre,
pero no abandonado:
me entregará al amor, para que me juzgue.
Aquí tenéis dos poemas más, uno impresionante sobre los agonizantes y otro muy verdadero sobre la amistad. Y aquí un comentario interesante sobre el último libro suyo, una antología con cinco sonetos inéditos. Aquí lee un poema sobre san Juan de Dios (el texto lo puso Enrique hace unos meses):



Ahora toca leer su último libro, editado por José Mateos, y esperar el póstumo que parece que ya tenía en vías de publicar. Por suerte, queda José Cereijo de albacea literario.