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lunes, 19 de febrero de 2024

Orgullo de sobrina

Ayer mi sobrina Eva ganó por cuarta vez el campeonato de España de atletismo, los 400 metros, dos veces ya en pista cubierta y otras dos al aire libre. Es un orgullo y yo no he tenido nada que ver en ello, ni preparándole comidas, como su abuela y sus tías, ni haciendo nada de fundamento.

La primera vez que la mencioné aquí fue en 2009. También puse aquí en 2010 unas fotos de ella y de mi sobrino. Impresiona verla, tan pequeña:

Ya era una killer por entonces: iba a por todas. En 2014 fue campeona de España cadete. En 2015 ya iba ganando cosas más importantes.

Ahora es una atleta que impresiona, por su madurez, por su preparación, por su constancia. Hace fácil, como ayer, ganar mejorando su marca personal, lo difícil. Aquí la tenéis en el podio:

lunes, 10 de julio de 2017

El tío José Mari

Mientras estaba yo en Italia, murió mi tío José Mari. No pude asistir a su entierro en Pancorbo.
Lo queríamos mucho. Era muy fácil quererle: siempre sonriente y chistoso, siempre optimista, ha sido un ejemplo de alegría y aceptación, sobre todo en estos años últimos de enfermedad dura.
Era muy fuerte, muy sólido, con los pies muy firmes en el suelo.
Le vimos por última vez en Talavera estas Navidades, porque pasaban temporadas allí, más cerca de mis primas. Fuimos a comer a un restaurante entre encinas, caminamos por un parque decorado con azulejos, nos reímos con sus nietos, unos niños encantadores, que eran unas lagartijas.
A mí me recordaba mucho a mí padre: era el que más se le parecía de los hermanos.
Mi tía me contaba, cuando hablé con ella a la vuelta, que hace poco le dijo él a alguien que parecía que Dios lo estaba preparando ya «para que le cuidara la huerta». Mi tío era labrador, el que se quedó en Pancorbo de todos los hermanos, viviendo al lado de la casa de mis abuelos. En Talavera se acercaba a hablar con los que estaban sembrando.
Ayer me acordaba también de la boda de mi primo David en Vitoria, de que bailó con mucho arte y con mucha elegancia con su hija Laura.
Y echando para atrás, cuando éramos pequeños, me acordaba de su alegría cuando llegábamos a Pancorbo. Nos quedábamos en la casa de los abuelos y luego había un día que íbamos a comer a la suya. Por la ventana veíamos las vías: «ya pasó el rápido de Miranda», decían.
Cuando hablé con mis primas acabamos riendo al recordarle: tan buen legado nos deja de bonhomía.

sábado, 4 de enero de 2014

Épicas victorias

Mi madre y yo contra las temibles Eva y Marga.
A la primera mordimos el polvo, pero armados de la coraza de la paciencia conseguimos un equilibrio provisional.
Y en el envite definitivo me encontré yo con una pieza en la meta y las otras tres en casa, a la espera impaciente del cinco que las redimiría y que no parecía llegar.
Y salimos con bien (las disensiones larvadas en la partida intermedia se recrudecieron en el bando contrario en la final) y les dimos su merecido: le dimos la vuelta al marcador (del parchís).

Y era la noche antes de irme, así que mis hermanas se han quedado con ganas de revancha, je.

martes, 8 de octubre de 2013

En Hacinas


O gloria para siempre / O pena para siempre

Eso vi en la portada de la iglesia de Hacinas cuando fuimos al funeral por mi abuela [uno y dos].
Y siempre, me parece, se tomó totalmente en serio esa frase.
Yo creo que le debió de gustar mucho la homilía del sacerdote -mi abuela no decía 'cura', decía sacerdote- en torno al texto de san Pablo sobre la carrera que había concluido y la fe que había conservado.

miércoles, 2 de octubre de 2013

¡Croquetas!

La primera vez que fui a Hacinas desde Valladolid mi madre me había preparado sus míticas croquetas, con poca sal en atención a mi nuevo régimen, pero aún así gloriosas.
Me he acordado de ellas (y de mi madre) al ver en la Ilíada el epíteto 'divina sal' (9.214: ἁλὸς θείοιο, en genitivo); casi se me saltaron saladas lágrimas al leerlo.
Me apresuré a apuntarlo para contárselo a mis alumnos (y a vosotros), apostillando lo de que cada lectura de los grandes libros es distinta, pero luego miré en mis notas del año pasado y resulta ya lo había resaltado; ya me había llamado la atención, aunque no por los mismos motivos. Quizá el año pasado simplemente lo vi en plan sociológico (lo cara y valorada que era la sal d'aquela).
De qué distinta manera leo ahora lo de la 'divina sal', ay.

sábado, 7 de septiembre de 2013

50 años desde la boda

Hoy hace 50 años que se casaron mis padres:


Echamos mucho de menos a mi padre. Es un día de alegría, de todas maneras.

sábado, 11 de mayo de 2013

Lugo / León / Palencia / Burgos (5)

Llegué a Burgos al final del día (tardé menos en llegar de lo que tardo aquí en contarlo) llevando la empanada por delante, para ver si no se fijaban en mis gorduras.
La táctica del pelo recién cortado tuvo éxito de primeras, pero pronto se dieron cuenta mi madre y mis hermanas de que no he adelgazado lo que debiera. Y entre mi pelo, que ralea cada vez más, bien que notó Marga unas heriditas, aunque no eran nada, pero sí que las vio, buena es.

Y teníamos que ir a recoger a mi sobrina, que estaba en hípica (esto es ascenso social: de campesinos a caballeros en tres generaciones). Y nos pusimos a esperar y no salía. Fue un poco angustioso -no fuera que la hubiera raptado alguien- sobre todo porque le estaba poniendo a mi hermana Eva la música de una ópera de Philip Glass, El enebro, con esa letra de:


Mama killed me, / papa ate me / little sister bundled my bones under the juniper.
(Mamá me mató / papá me comió / mi hermanita juntó mis huesos bajo el enebro).

Al final salió, que había habido un malentendido: Irene está muy mayor y muy guapa; se parece cada vez más a su madre.

miércoles, 18 de enero de 2012

Viaje a Burgos (2 de 3)

El domingo celebramos el cumpleaños -que es hoy: muchísimas felicidades, mamá- de mi madre, con huevos rellenos (plato de éxito seguro de la homenajeada), ensalada (muy concienciados con la comida ligera: Marga las hace con trozos de pera y queso azul: espectacular), espárragos, alcachofas y la novedad del flan de café de Eva.

Y a la vuelta a Santiago, un surtido espectacular de nubes entre Burgos y León:




martes, 18 de enero de 2011

El Instituto femenino de Burgos



En Burgos somos así de chulos, que estudiamos en edificios del XVI. En ese instituto estudié yo y antes también mi madre, que cumple hoy años.
El otro día estuvimos viendo un trabajo de mi hermana María Jesús (que acaba de terminar su segunda carrera: ahora Magisterio -se hace carreras como otros se hacen jerseys) sobre la enseñanza en la generación anterior.
El trabajo lo hizo sobre mi madre y puso sus fotos de esa época: del libro de escolaridad, de otros documentos. Y en todos sale bien guapa, como siempre.

Ahora es el Instituto -no femenino- Cardenal López de Mendoza.

martes, 11 de enero de 2011

Melgar

En el fin de semana en Burgos coincidió otra carrera de los sobrinos atletas, en Melgar de Fernamental.
Fuimos, que siempre gusta ver cómo ganan: y ganaron, claro, sin despeinarse.
En el camino vimos el castillo de Castrojeriz a lo lejos, en la línea del horizonte:



Melgar era el pueblo rival de Castro: más grande, pero más feo. Y sigue igual de feo y con la iglesia más grande de la provincia de Burgos -después de la Catedral.
Sólo pudimos ver la portada, de gótico flamenco, con los ángeles -mutilados quizá en la francesada- recogiendo la sangre de Cristo:


Y al final fuimos a comprar pan bregado.

jueves, 1 de abril de 2010

Contar notas

Hace ocho días, en Burgos, en casa de mi hermana María Jesús, mi madre hizo Patatas a la importancia y luego comimos bonito. Lo habíamos ido a comprar en la Plaza de Abastos; la pescadera usaba un enorme cuchillo para partir unas cabezas de congrio: daba pánico ver el filo a milímetros de sus dedos. Y a nosotros nos cortó con el mismo cuchillo una rodaja enorme de un enorme bonito ya mediado, como si partiera queso.
Y estábamos comiendo tan a gusto mi madre, mis hermanas, mi cuñado y yo -Eva y Diego estaban trasteando por arriba, antes de volver al colegio- cuando llegó Irene, que ya está pasando por la ordalía de la ESO (no me refiero a la dificultad de los estudios, claro); venía con cara contenta pero contenida: y nos dijo que había aprobado todo (incluso la Tecnología, su cruz). Y sus padres hicieron como que se hacían de nuevas y que se alegraban mucho (y de hecho se alegraron mucho, pero hicieron como que se hacían de nuevas, porque ya lo sabían). Y todos nos alegramos mucho, claro, aunque también lo sabíamos de antes. Y esta es una foto de familia que me gustaría conservar: fue muy bonito el momento y será muy bonito poder recordarlo más adelante: el bonito recuerdo del bonito, valga la cursilada.
Y me acordé de unos amigos míos en junio pasado; estábamos en su casa y sus hijos les trajeron las notas y uno de ellos, Juan, fue oyendo cómo su padre las leía entre elogios, especialmente las de matemáticas, que había conseguido al fin aprobar (las matemáticas son una de sus cruces); y al saber que lo había aprobado todo suspiró aliviado; y nos dijo que el corazón le había estado golpeando fuerte. Y otra cruz de Juan son sus problemas físicos: ahora su padre me dice que ha salido muy bien de una operación en las piernas, que le permitirá andar con normalidad, pero que tiene muchos dolores y que lo está pasando mal estos días. Así que acordaos de rezar por él, que es un chaval estupendo y carga estos días de Pasión con el dolor del mundo.

jueves, 25 de marzo de 2010

Cuento de mi sobrino

Me ha hecho una gracia enorme el cuento que le han publicado a mi sobrino Diego -8 años- en Historias de personas que creen [sic] en el derecho a la educación* (NOTA: 'Actividades' quiere decir 'Actividades extraescolares'; y lo de la carrera de libros para dragones no sé qué es, pero quizá es que Diego, como es un crack del atletismo lo haya juntado aquí con lo que le pedían, hacer una alabanza de la lectura):


El dragón que no podía leer

Era un dragón pobre. Un dia estaba en el bosque y se encontró con un niño que se llamaba Juan.
El niño vio que estaba triste, así que le preguntó:
-¿Qué te pasa?
-Es que no sé leer.
-Pues cuando salga del cole te enseño.
Fueron pasando los días y el dragón ya sabía leer.
Y se hicieron amigos.
Cada día leían un cuento.
Un día el dragón estaba solo porque Juan tenía Actividades. Y el dragón no sabia dónde estaba. Entonces se fue a su casa.
Al día siguiente el niño le dijo:
-No quiero ir a Actividades porque quiero quedarme contigo.
Juan iba a preparar una carrera de libros para dragones y lo pasaron muy bien.
Lo que más me gusta es la primera frase: "Era un dragón pobre": es genial.

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*El resto del libro, dicho sea con todo respeto, es un horror: trasuda buenismo y el dogma de que la lectura nos salvará, así en absoluto; yo soy cada vez más de la opinión de JJL.

domingo, 28 de febrero de 2010

Fotos de celebraciones


Esto es de la primera comunión de Eva (y fijaos en que está desdentada) y mi padre a su lado; a los lados, mi tía Feli y mi tío Juli (creo).
Detrás, la abuela Justi, Marga en brazos -y hoy cumple años-, la abuela Aurora y la tía Charo.
Y más detrás se ve el cuadro de Pissarro que teníamos en el cuarto de estar.

lunes, 18 de enero de 2010

Cumple la Reina

Difícil celebrar en la web el cumpleaños de la madre de uno. Cosas que le dirías a ella, por ejemplo que es muy guapa y que la quieres mucho, aquí quedan raras, a la vista de la red mundial.

Dos fotos que me mandó mi tía Charo, una de la boda:




Y esta en la que está mi abuelo Epi (es raro que no estuviera mi abuela Aurora) y también la abuela Justi y el abuelo Clemente.
Y luego mis padres y nosotros. La foto debe de ser de 1969.
Y me entero por este blog de que hoy es la fiesta de una santa Margarita, la de Hungría, sobrina de santa Isabel de Hungría, nada menos.

sábado, 30 de mayo de 2009

Primera comunión de Eva

A Burgos iba a la Primera Comunión de la sobrina nº #2. Y no sé cómo puede ser que quiera tanto a estos tres sobrinos, si les veo de Pascuas a Ramos. Lo más pasmoso es que me quieran ellos a mí, si casi no me conocen: será que ven que los que ellos saben que les quieren de verdad -no sólo porque se lo dicen, sino por los hechos constatados y repetidos día a día- me quieren a mí, aunque me vean tan poco.
Y los tres estaban muy guapos: Irene, ya muy mayor, con cara de óvalo y una cierta languidez preadolescente que la hacía todavía más guapa; y Eva, una lagartija (y gran campeona de atletismo a su tierna edad), que en un momento sonríe pícara y de pronto se coge unos rebotes de campeonato; y Diego, el pequeño, que cómo se cabreó cuando hicimos un miniconcurso de multiplicar, sumar y restar. Yo le pregunté -sin pensarlo mucho- que cuánto era 81 menos 2 y se bloqueó y acabó haciendo pucheros y llamó imbézzzil a sus hermanas: y yo me acordé de cuando nosotros de pequeños nos pasábamos el día llamándonos idiooota, imbézzzzil, subnormaaaal.
Y Eva, la niña nº #2, qué seria iba en la fila de Primera Comunión, la más guapa de todos. Y también -y esto es también un dato- mi madre, mis hermanas, los padres de la criatura estaban todos bien guapos.
Sólo yo, que no me puse corbata, desentonaba un poco -¡era una primera comunión de niños de Jesuitas, eh!: el miedo a parecer el rígido del Opus me hizo volver a equivocarme; y luego fue peor, que una señora me preguntó si había concelebrado (debió de pensar: "va sin corbata, luego es cura"; y lo peor que le puedes decir a alguien del Opus -que no sea cura- es eso, que parece un cura o un fraile (suerte que los curas jóvenes empiezan a vestir como Dios manda).

sábado, 3 de junio de 2006

Primera comunión de Irene

Del viaje queda la guinda: la Niña de Primera Comunión.
Estábamos muy pronto en la iglesia, con nuestra mejores galas. Delante de mí, la Niña del Flequillo Largo (un poco más corto) y el Niño de la Herida en el Codo (ahora bien curada, pero con una gran venda) con sus primos.
Por el pasillo central, los niños en filas de dos: la niña de Primera Comunión estaba muy guapa con el vestido que le compraron sus dos abuelas. Nos miró al pasar, feliz.
El profesor desde el ambón dijo que la celebración iba a ser un poco distinta porque se iba a hacer como lo habían elegido los niños: yo no me lo creí, claro, pero me entró el miedo. Al final todo fue muy normal; sólo quedaban un poco raros la muñeca y el balón que dejaron sobre el altar en la presentación de las ofrendas, pero peores cosas se han visto y en realidad ese es el sentido de esa parte de la Misa, ofrecerle a Dios todo lo nuestro, hasta lo más insignificante, para unirnos a su sacrificio. Por ese lado, bien. Hubo que darse las manos en el padrenuestro: ya veis hasta dónde llega mi estoicismo.
Luego, la vuelta a Santiago, bastante pesada. El volante empezó a temblar: pensé en achaques del 205, que está a punto de cumplir los 200.000 kilómetros. Dos días después fui al taller: una rueda tenía un ñasco tremendo. Paberme matáu. Un reventón en mal sitio, caída por uno de los viaductos de Piedrafita, profesor de la USC fallece en accidente, Se descubre que tenía un blog.

miércoles, 31 de mayo de 2006

Logística familiar

Logística de la mañana de sábado con sobrinos de por medio
Llevé a la niña de Primera Comunión a su clase de francés; daba un poco de pena, porque estaba jugando con sus hermanos en ese momento delicioso de la infancia que es estar en pijama después de haber dormido bien y con una mañana por delante sin nada concreto que hacer.
Ella -la mayor- sí que tenía algo que hacer, y hubo que romper el juego que estaban haciendo; ella hacía de bebé; La niña del Flequillo Largo decía: "hacemos que eras un bebé y nosotros los papás". Después, al niño de la Herida en el Codo hubo que llevarlo a que lo curaran, para que no pasara a ser el niño Manco por la Herida Infectada. Gemía, no dejaba que le tocáramos la zona de la herida, daba mucha pena; al final, a falta de últimas noticias, todo parece ir bien: no habrá que amputar.
En todo este baile, yo aproveché para ir con mi hermana -la madre de las criaturas- de paseo y de compras. Entramos en una zapatería y, claro, me acordé del poema de Amalia Bautista sobre los pies.
Feria del libro casi tan mala como la de aquí.
La zona del Arco de Santa María patas arriba, tráfico caótico. Estuvimos en la iglesia de san Lorenzo, que por dentro es una de las más feas de Burgos, aunque descubrí una imagen de la Virgen bastante buena, casi oculta entre el fárrago barroco del retablo.
Y en la comida, hogaza gallega que daba al traste con todos los propósitos de régimen de mis hermanas (yo fui el culpable). Y la comida que hace mi madre, tan rica.
Por la tarde vimos El cochecito, de Marco Ferreri, grandísima película, pero eso lo dejo para mañana, no sin antes felicitar a mi hermana mayor, que cumple hoy años: ¡muchas felicidades, Eva! ¡ánimo con las reuniones, que ya queda menos para el verano! Gritad conmigo:
¡no a la explotación laboral de los profesores de secundaria!
¡no a las reuniones absurdas en los colegios!

martes, 30 de mayo de 2006

Con las criaturas

Ya en Burgos, a mi hermana pequeña y a mí nos toca recoger al colegio a nuestros sobrinos, porque su madre va a asistir a una boda: el niño de la Herida en el Codo sale primero; por otra puerta, la niña del Flequillo Largo; tenemos que dar la vuelta para recoger a la niña de la Primera Comunión. El nivel de pijismo de los padres es bastante alto, eso comentamos mientras esperamos.
A cada uno le he comprado una bolsa exactamente igual de chucherías, después de mi último fracaso (los niños aman la justicia). Por suerte, el viernes es el día permitido para chucherías. Con este pequeño soborno, me aseguro besos.
Luego, vamos de paseo por Burgos. Está en marcha el fin de semana floral o algo así. Todo el mundo debió de imaginarse enormes centros de flores por todas partes, a la centroeuropea, pero lo que vemos y ven es una muestra de ocurrencias contemporáneas con flores (mayoritariamente de plástico o papel). Sólo me llamó la atención al día siguiente un jardín, al lado de la iglesia de san Lorenzo, en el que había puesto pelotas de tenis bordeando los parterres: extraño efecto. Pero el jardín ya era bonito antes, así, sin más: no le toques ya más, / que así es la rosa.
En la Catedral nos encontramos a los padres de las criaturas, saliendo de la boda. Veo con pena que ya no se puede ver la Catedral más que pagando: me quedo sin Escalera Dorada, sin capilla del Condestable y sin Cimborrio.
Volvemos: la niña de Primera Comunión no quiere volver andando: en autobús (a los niños no les gusta caminar); yo la distraigo diciéndole que ha dicho que quería ir anantobús (así lo decía el niño de la Herida en el Codo). Con eso la entretenemos un rato; ante la segunda embestida, propongo que contemos los pasos: desde la vía del tren la niña de Primera Comunión y la niña del Flequillo Largo se suman con entusiamo a la cuenta. Cuando llegamos, hemos contado 900 pasos justos (alguna trampa entre medias, pero bueno).

viernes, 23 de diciembre de 2005

En la cocina

Con mi madre y con mi abuela en la cocina.
Empezamos hablando de la tía María y luego se fueron sucediendo los recuerdos: se turnaban en contarlos, se completaban, se contradecían; yo preguntaba algunas cosas, estaba allí de moderador.
La pequeña historia, recuerdos felices de épocas en blanco y negro:
-La emoción de mi abuela cuando de pequeña su padre le prometió un huevo entero para ella sola.
-Mi bisabuela, a la que mi madre recuerda rezando a todas horas, junto con otra señora que le hacía de acólito, muy bajita. Recogían las cenizas del hogar y trazaban sobre ellas la señal de la cruz.
-Mi madre, en Arija, recién casada, tan contenta, aunque tardaron tres meses en pagarle el sueldo a mi padre. Humedad por todas partes, y tan contenta. Mi tía Charo, que estuvo con ellos un mes, cuando tenía diez años.

martes, 20 de diciembre de 2005

Soles en Burgos

Burgos y Santiago no son amores excluyentes.
Mis elogios a Santiago alimentaron los celos de Burgos, que me mostró este fin de semana toda su belleza: también un cielo brillante, sol y mucho frío (ahora entiendo eso de ¡Qué frío hace en Burgos!, la frase ritual que todo español dice cuando les cuentas que has nacido allí).
Burgos, una hermosa ciudad, especialmente en invierno. El paseo del Espolón, el río, el paseo hasta la Audiencia, la Catedral a lo lejos.
Que venga un poeta y hable del sol invernal como se merece.
De todos modos, en Burgos no hay un solo sol; hay cuatro: mis sobrinos Irene, Eva y Diego, aunque a veces el sol también puede dar dolor de cabeza (tres niños de ocho, cinco y tres años no pueden querer dar dolor de cabeza, porque son unos soles).