- Cometas en el cielo, Khaled Hosseini: Nada que decir que no se haya dicho ya. Me encantó. Había leído Mil soles espléndidos y tenía miedo a que no me gustara, pero no. Me gustó más, si cabe.
- The Pleasure of My Company, Steve Martin: Sí, Steve Martin el actor, el payaso de La Pantera Rosa y ese tipo de grandes clásicos del cine. Encefalograma plano, que era justo lo que necesitaba cuando lo leí. Me reí, lo cerré y lo olvidé. Cumplió su función. Al menos está bien escrito.
- La cena, Herman Koch: No me gustó, no me gustó nada. Si el autor pretendía que odiara a todos los personajes del libro, lo consiguió. Me quedé con una terrible sensación de malestar (puede deberse también a que me lo leí en el viaje de vuelta de Irlanda, entre turbulencia y salto, con escalas interminables que nos dejaron más agotadas que las dos semanas de curso intensivo de metodología del inglés, pero no lo sé seguro).
- The Talented Mr Ripley, Patricia Highsmith: Ya que había leído su libro de no ficción y repetía el título de esta novela cada diez páginas, lo saqué de la biblioteca para ver a qué venía tanta vuelta. No me gustó: el protagonista me pareció soso, el guión aún más y, como novela negra, deja mucho que desear. Para empezar, un motivo convincente.
- The Last Coyote y Angels Flight, Michael Connelly: Definición de encefalograma plano, novelas veraniegas para leer en la piscina y no pensar en nada más. A diferencia de la de Highsmith, estas sí me parecieron bien escritas, un poco demasiado masculinas si se quiere (que no misóginas), pero correctas. Persecuciones, tiros, muertos... Vamos, Connelly en estado puro.
- Juliet, Naked, Nick Hornby: La vi en la biblioteca y la cogí con dos deditos, con mucho cuidado y mucho recelo. ¿Qué iba a encontrarme tras ese título? Pues un sorpresón, porque resultó ser una novela muy bien escrita amén de divertida, y con unos ramalazos feministas inesperados que ya podía una encontrar en las novelas de chick-lit. El verano que viene volveré a buscar a este autor, sí señor.
- Post Mortem, Patricia Cornwell: Nota a mí misma para el verano que viene (que es cuando me da por leer novela negra): no me gusta la Cornwell. No me gusta Scarpetta. Siempre pico, porque siempre me la venden como si fuera la leche, y siempre me defrauda. No eres tú, Patricia, soy yo. Estamos en lugares distintos. No es personal.
- Uncle Tom's Cabin, H. B. Stowe: Grande, grandísimo libro que ayudó a cambiar la historia de Estados Unidos y que encima está muy bien escrito. Leído desde este siglo, es muy fácil entender por qué hoy en día está considerado un libro racista, pero si se tiene en cuenta desde dónde escribía Stowe, tiene un mérito increíble. Esta señora estuvo amenazada por defender que todos los seres humanos debían nacer libres, y no se limitó a escribir libros y panfletos, sino que ayudó a los esclavos fugitivos que huían del Sur a llegar a Canadá. Nadie puede escapar a su tiempo, y Stowe pinta a unos hombres y mujeres con alma de niños pequeños, candorosos e inocentes, que hoy en día ofende a muchos. Pero ella les dio alma, mucho más de lo que los racistas de su siglo eran capaces de hacer. Gran documento.
- Un extraño en mi tumba, Margaret Miller: De nuevo una traducción que me hizo prestar más atención a la técnica que al texto. La historia es lo que es, entretenida, y no se puede negar que original. Quizás le dé otra oportunidad a esta autora, pero esta vez en inglés.
- Beloved, Toni Morrison: La leí en euskera el año pasado y tenía curiosidad por ver cómo era el original. Lo cierto es que la traducción no desmerece y me alegra decir que no me perdí nada con la primera lectura. Ahora tengo que conseguir la novela en castellano y la habré disfrutado en los tres idiomas que domino.
- Song of Solomon, Toni Morrison: Otra belleza de la misma autora. Mejor que The Bluest Eyes, no tan bueno como Beloved. Consuela saber que nadie nace escribiendo así. El genio nace, pero hay que currárselo.
- Hamar (Dieci), Andrej Longo: Diez relatos unidos a los diez mandamientos bíblicos que cuentan diez historias en la Sicilia profunda. Tiene una gran fuerza, sobre todo por su falta de sentimentalismo. A mí me encantó.
- The Great Gatsby, F. S. Fitzgerald: Pues será la gran novela americana, pero a mí no me hizo demasiada gracia. Creo que tengo que volver a leerla, porque se me ha debido escapar algo. Odio a todos los personajes, ¿era eso lo que buscaba Fitzgerald? Si es así, lo logró.
- Twist, Harkaitz Cano: Reciente best-seller de la literatura vasca, es la historia novelada y disfrazada de ficción de lo que ocurrió con Lasa y Zabala (si alguien necesita que le expliquen quiénes fueron Lasa y Zabala, probablemente no le aporte nada leer esta novela). Muy experimental, postmodernista, una especie de puzzle. Sin quitarle el mérito (quién soy yo para quitarle mérito a una obra que ha ganado el Premio Euskadi de literatura), a mí no me gustó demasiado, aunque tiene párrafos para enmarcar y algunas frases te hacen pensar eso de "ostrás, es justo lo que siento/pienso/vi yo". Eso sí, el autor es genial. Vino a hablarnos del libro y creo que nos ganó a todos y a todas con un desparpajo raro de ver en un escritor.
- The Grapes of Wrath, John Steinbeck: Relectura de un clásico aprovechando que estoy estudiando literatura americana. Me daba miedo volver a leerlo, porque lo pasé muy mal la primera vez que lo hice. La segunda vez ha sido aún peor porque sabía lo que venía y ya me iba preparando: no he llorado tanto con un libro en mi vida, y hay trozos enteros de los que no puedo ni hablar sin emocionarme. Saber que Steinbeck se basó en hechos reales para crear a los personajes y todo lo que ocurre en la historia la convierte en una novela aún más dura.
- The Quiet American, Graham Greene: Basándose en su experiencia en Vietnam, Greene cuenta una historia con personajes británicos y americanos con distintos grados de implicación en el país. Llama mucho la atención la puntería que tuvo a la hora de predecir la intervención americana en Vietnam, teniendo en cuenta que esta novela se escribió muchos años antes de que los americanos se decidieran a participar. Curiosamente, su vaticinio se cumplió en más de un sentido. No creo que sea una novela muy bien vista en Estados Unidos.
- Lord of the Flies, William Golding: Venga, sed sinceros/as, levantad la mano si visteis la película en lugar de leer el libro cuando os lo mandaron en el instituto. Yo lo hice, porque madre qué tostón parecía, lo que me reafirma en lo que siempre he sospechado: los profesores de literatura (con honrosas excepciones) no saben vender los libros que mandan leer. Éste debería ser el favorito de cualquier chaval o chavala entre trece y diecisiete años. Fantástica aventura con una lectura mucho más profunda que la de un accidente aéreo, aunque un chaval de quince años puede quedarse solo en la superficie y aún así le sacaría provecho. Estoy convencida de que los productores y guionistas de Perdidos robaron escenas enteras de este libro (no he leído nada al respecto, pero algunas son clavadas). Me alegra haberla leído por fin (y me avergüenza decir que no lo había hecho hasta ahora).
- Lorategiko Festa (The Garden Party), Katherine Mansfield: Relatos. Nunca había leído a esta mujer, ni siquiera había oído hablar de ella. Decir que me encantó es quedarme corta, pero claro, cómo no me van a gustar los cuentos de una mujer divorciada y bisexual a principios del siglo veinte que hacía con su vida lo que le daba la gana...
- La suma de los días, Isabel Allende: Como no había leído en castellano desde agosto, decidí terminar el libro leyendo algo en este idioma, y el libro de Allende era de los pocos que me llamaron la atención entre los que aún tengo por leer en casa. Lo empecé con ganas, recordando lo mucho que me gustaba a mí esta mujer hace ya unos diez años... y enseguida recordé por qué dejó de gustarme. No hace falta acompañar cada palabra con un adjetivo, mucho menos si es para decirme que "el cielo era azul y estaba cubierto por nubes blancas". Obviamente. O me cuentas algo que yo no puedo ver, o mejor lo dejas. Cuando dije que estaba leyendo este libro en Twitter, alguien me dijo que algunos modos de masoquismo le parecían incomprensibles. Estuve cinco minutos riéndome.
Leo, y leo, y leo, y cada libro que leo me produce ganas de leer más. ¿Se me agotará este ansia alguna vez? Espero que no. Sé que no voy a conseguir leer ni el uno por ciento de lo que quiero (no digamos ya de lo que "debo"), pero me gusta esa sensación de que siempre hay otro libro esperando ahí fuera...
Feliz año nuevo y feliz lectura.
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