Esta semana, la Unicef dió a conocer un estudio comparativo realizado en diversos países del mundo (UE y similares), acerca de la Zufriedenheit o grado de satisfacción de los niños.
Alemania quedó, en general, en la clase media del mundo; pero en uno de los criterios estudiados, a saber, en las esperanzas o desesperanzas puestas en el futuro, los niños alemanes quedaron en el último lugar.
Es alarmante, ya que los niños -contradíganme si me equivoco- tienen más que nada, futuro. Los niños son el futuro del mundo, de un país, de una familia, de una comunidad.
El autor del estudio, el prof. de sociología Hans Bertram, hace ver que una de las razones para este extremo pesimismo está en... en una carencia de esa cultura que existe en los Estados Unidos -dice él, pero yo creo que está expandida por casi todo el continente americano, al menos, yo la respiré en mi país y en mi colegio- del "tú puedes".
Bertram dice que ese "optimismo es transmitido como parte de la cultura". Frente a ese "tú lo puedes logar", está en Alemania, el cuestionamiento profundo de los padres: "¿Lograrán nuestros hijos solucionar todos los problemas que nosotros, los adultos, les dejamos?", en el sentido de "¿podrán solucionar todos los problemas que heredarán de nosotros".
En el fondo, es esa mentalidad llorona y pesimista, que ha caracterizado a generaciones de alemanes y que sale a relucir tantas veces, también en nuestros días. No sé si las causas estarán en la II Guerra o vendrán de antes, tal vez de una mentalidad negativa frente al mundo caído... (la teología protestante, es posible que juegue aquí un rol significativo). Sobre el tema, podríamos pasar horas debatiendo y no ponernos de acuerdo. Mejor dejamos esta labor a los historiadores.
Bertram sostiene que "padres y profesores deben preguntarse si no proyectan sobre los niños expectativas de rendimiento que ellos no pueden cumplir". Yo creo que demasiados padres proyectan su propia incapacidad y frustración sobre sus hijos.
Asimismo, me parece que el tema de la selección tan temprana de los niños en alguno de los tres tipos de colegio, sólo ayuda a "cementar" esta mentalidad del "yo no puedo". O, al menos de "yo no puedo hacer otra cosa, nací así, a los nueve años me dijeron que este era mi camino y seguiré en él.
El "hacerse a sí mismo", el superarse, el ser cada día mejor, el levantarse después de las caídas... el "tú puedes", dentro de esta mentalidad, no tiene cabida.
Prefiero el modelo americano :) ¿Y tú?