que no ha de llegar muy lejos
Y te dejas mecer por la corriente.
Aprendes a no ser prisionera de las penas.
A gozar con el tibio sol de los ocasos.
No puedes evitar que tus ojos vean
realidades virtuales inconexas.
Instantes que, en la lejanía,
cobraron evidencias no causales.
de sopesarlo todo, de darle un nombre,
de querer crear un talismán para la eternidad.
hasta alcanzar consecuencias
que no somos capaces de afrontar.
del árbol que me dió el ser
y es ese anhelo de volver
-que no es realizable y nunca podrá ser-
cuando está claro que quedan
pocos segundos para aterrizar.
y en ese minuto cruel e indefinido
al morir del ocaso ya gastado
o en el rebullir del día que se anuncia.
no sabré en que lugar me poso
ni a dónde acabo de llegar:
espero no caer en algún charco.
perderá su fuerza turbadora
y, sin ninguna duda, me dejará caer.
Alcalá de Henares, 29 de julio de 2010
Texto e imágenes realizados por Franziska
Hoy no hay Juego de la palabra dada porque he agotado todas las que tenía. Cualquier palabra vale para iniciar el juego y debe ser lo primero que se piense, no hay que seleccionar. ¿Hay alguien que quiere aportar su palabra? Muchas gracias.
