Sin estridencias alzas el eco de tu
conciencia.
Tu senectud traza imágenes en la
memoria
y como una noria loca baila y se
pierde
buscando tras de las nubes, la
dulce lluvia.
El agua morada e insípida deja
llagas en tu esencia
y un hedor fiero y tenaz no se
aparta de tu lado.
La hecatombe ha derrumbado
paredones y tejados.
Entre la maleza del monte abundan
los matorrales.
Zarzas, jarales, quejigos, y
calveros orgullosos
de los peñascales enhiestos de resistente granito.
Por la pendiente angosta de tal
sendero
de tu talante has perdido, una a
una, todas tus plumas.
¿Qué fue primero tu memoria o el
tiempo sin aguaceros?
La espesura del monte te protegía
pero lejos del agua,
de sed morías. Cuando nace la aurora, llora el rocío:
sus lágrimas morenas hijas de un
río son
que discurre por el valle encajonado
buscando el sur.
Tu memoria se pierde en las
callejas del arrabal.
Resuenan tus pisadas y el báculo zumba
sobre un tambor.
Va cantando en la noche de los
horrores. ¡Atención!
Lo que hoy son cenizas fueron ayer,
fragantes flores.
Tu ocaso fue en un tiempo recién
nacida, niña crecida,
mujer alegre y agradecida, añosa
dama de buen decir,
jubilada feliz y enamorada de la vida que esparce el sosiego
y, en armonía, disfruta del crepúsculo en su balcón.
La puerta de tu substancia dejas
abierta de par en par.
No le interesa tu cuerpo a esa Dama
Tenebrosa
lo que busca, pues está helada, es
el calor de tu alma.
La muerte, para seguir viviendo, ha
de ir aprisionando
ese postrero calor que exhalan
todos los cuerpos.
Alcalá de Henares, 24 de Enero de 2015
Texto e imágenes realizadas por Franziska
para el JUEGO DE LA PALABRA DADA
PALABRA: SENECTUD
DADOR: ALEJANDRO MUÑOZ LOZANO