Casi lo primero que hicimos al llegar a Gran Canaria fue tirar para la playa. Mis niños estaban como locos por pisarla y el padre ni te cuento. En un principio me planteé hacer una excursión al sur, dónde es rarísimo que haga malo, porque los canariones me aseguraban que hacía un "peleteeeee", pero el frío Canario es muy relativo y, en cuanto nos dimos cuenta que llamaban frío a 24 grados soleados nos quedamos con la opción de Las Canteras, que es una playa muy limpia y bonita que tenemos a quince minutos en "guagua".
Nada más llegar, los peques se despelotaron y se fueron de cabeza al agua. Aunque el pequeño, que es más friolero salió más rápido todavía porque el Atlántico da impresión por su temperatura. Bastante baja. Yo tampoco me lo pensé mucho porque el agua cristalina me estaba llamando. Estaba tan limpia y quieta que te daban ganas de quedarte flotando en ella durante horas. Nos pilló marea baja, y con la barra natural las olas eran casi inexistentes. Yo estaba encantad, pero el mayor no tanto. Es muy fan de la lucha contra las olas con bolas de arena y de saltarlas a lo bestia hasta llevarse el revolcón de turno. Yo también lo hacía con su edad.
El pequeño es más prudente, pero también participa en la guerra de las olas. A medida que la marea subía las olas eran más y mayores. Ideales para ese tipo de juegos.
Tras el baño, yo me tumbé en la arena para relajarme un rato cual lagartija, mientras los hombres de la familia se dedicaban a jugar con la arena y hacer pozos, túneles, spás... Tampoco faltó el enterramiento de niños de rigor. Somos animales de costumbres...
La única forma de arrancarles de la orilla fue con la promesa de un helado. Ese mismo día aprovechamos para visitar el tradicional Belén de arena. Siempre impresionante y de lo más curioso.
Pensábamos aprovechar esa semana para ir más a la playa, pero tampoco eran tantos días y se nos acumulaba la faena. Queríamos hacer tantas cosas... E ir a tantos sitios...
Así que sólo repetimos otro día que también hizo un tiempo espectacular. Los chicos innovaron y me hicieron toda clase de pasteles y tartas gigantes a mis pies. Tardaron mucho en hacerlos, pero nada en destrozarlos al grito de ñam ñam ñam. Dicen que los niños pasan de la fase destructiva a la constructiva sobre los cinco años, pero a estos se les está mezclando las dos fases y creo que va para rato. Me recuerdan mucho al Calvon de "Calvin y Hobbes". Cualquier día les compro el tigre de peluche.
Y, como no, ese día también hubo helado.
Por cierto, Las Canteras tiene un servicio buenísimo. En una de las escaleras que bajan a la playa se encuentran unas taquillas, baños y duchas subterráneas muy limpias y gratuitas. Nosotros no las hemos usado porque no vivimos lejos, pero nos parece genial que cuiden esos detalles para mayor comodidad del usuario.
Qué envidia me dais... En la playita y yo aquí muriéndome de frío!!! No hay justicia. Jajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarha sido una semana en el paraíso mmmm
Eliminarpero ya nos hemos dado de bruces con el invierno madrileño jajaja
Menos mal que no nos ha pillado mal tiempo aquí tampoco ;)
vaya navidad más guay!!! me gustaría disfrutar un año de esas "atípicas" navidades en la playa y con belén de arena ¡precioso!
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