30 noviembre, 2019

Coliflor al horno con granada y avellanas: receta saludable prefiestas


Llego por los pelos a despedirme del mes más efímero del año, tentada de repetir con una receta dulce pero, prudentemente, vengo con algo más desengrasante. Porque estos días, cuando enciendo el horno para hacer algún dulce o pan, siempre cae alguna verdura. No me cansaré de recomendar el asar hortalizas tan sabrosas como las coles y los tubérculos, y la coliflor brilla así con luz propia.

No sé si alguna vez he comentado con detalle por aquí mis periplos con la coliflor. Recuerdo que de pequeña mi madre la preparaba al horno con bechamel y queso, y no terminaba de convencerme. Porque en mi inocencia yo percibía el olor del gratinado lácteo que tanto me recordaba a la lasaña o los canelones, y no esperaba encontrarme esa verdura extraña debajo. Necesitaba aprender a disfrutarla antes por sí misma.


Nuestra historia de amor fue cobrando forma poco a poco, cuando me animé a probar las cremas de verduras que mi madre empezaba a preparar para las cenas en cuanto el calor murciano nos daba una tregua. La crema de coliflor sigue siendo una de mis favoritas, con su textura tan melosa y suave que parece nata, y que tanto juego da para enriquecerla con todo tipo de guarniciones.

También descubrí que está buenísima como parte del arroz huertano o de verduras que también borda mi progenitoria, heredando el buen hacer de mi abuela, la verdadera reina del producto de la huerta. pero hasta que mi padre no llegó un día cargado de coliflores del campo, pidiendo algún plato que fuera más "mordible" que las cremas, no descubrí todas sus posibilidades.



Años más tarde vivimos la locura colifloril en las redes, convertida en base de pizzas, panes, salsas de pasta, falsos arroces, risottos, cuscús y mil cosas más que inundaron blogs, revistas y páginas de tendencias -el horror-. Sí, la coliflor es una buena aliada de las dietas lowcarb, pero de vez en cuando se merece reivindicarla por sus propias virtudes.

Así que antes de la carrera agotadora que van a ser las próximas tres semanas -de verdad, ¿qué ha pasado con el mes de noviembre?-, traigo esta receta reparadora para recordar que las verduras también pueden relucir por sí mismas, acompañadas con ingredientes que ya van sonando a Navidad. La lujuriosa granada, con su punto fresco que tan bien contrasta con las coles; el crujir adictivo de la avellana tostada, el paraíso de aromas de las especias zataar... Guarnición o primer plato, esta receta podría encajar sin problemas en un menú de fiesta.



Receta de coliflor al horno con granda y avellanas
Inspiración: el otoño casi-navideño
Ingredientes un poco a ojo para 4 personas (de guarnición)

- 1 coliflor hermosa
- hierbas provenzales (orégano, tomillo, romero...)
- ralladura de limón
- 1os granos de 1 granada
- 1 buen puñado de avellanas sin cáscara
- 1 cucharada de especias zataar (o al gusto)
- cebollino fresco
- perejil fresco
- queso parmesano o similar
- aceite de oliva virgen extra
- pimienta negra y sal

Precalentar el horno a 220º C y preparar una bandeja adecuada, forrándola con papel de aluminio si queremos ahorrarnos fregar mucho después.

Cortar los ramilletes de la coliflor con cuidado de no romperlos demasiado. Es muy fácil siguiendo el método que explico aquí, cortando desde la base inferior. Lavar con suavidad los ramilletes sobre un colador y secar.

Cortar las piezas más grandes por la mitad y distribuir en la bandeja. Añadir un chorro de aceite de oliva virgen extra, salpimentar y agregar las hierbas provenzales y ralladura de limón. Menear bien, con suavidad, con las manos, para embadurnar todas las piezas.

Hornear durante unos 30-45 minutos, hasta que esté tierna pero no muy blanda, con partes churruscaditas -tostadas, no quemadas-. Girar las piezas si fuera necesario a mitad de la cocción.

Tostar las avellanas si las tenemos crudas, con un poco de mantequilla si nos ponemos más lujuriosos. Picarlas a cuchillo ligeramente. Lavar, secar y picar las hierbas.

Mezclar la coliflor con todos los ingredientes, añadiendo un poco más de sal y pimienta si lo consideramos necesario. Terminar con queso recién rallado al gusto y un chorrito extra de aceite de oliva virgen extra. Servir caliente, templado o a modo de ensalada tibia.


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