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03 diciembre, 2023

Bundt cake de plátano, receta para desayunos de domingo que todavía saben a otoño

 

¡Milagro, vuelvo a publicar! Y no es una receta estrictamente navideña, a pesar de que, dioses, ya estamos a día 3 de diciembre, en pleno Adviento. Ains.

Es ya repetirse mucho, y cada año la sensación se acelera, pero este 2023 realmente se me ha pasado volando. Tengo la sensación de que fue este verano cuando fuimos de vacaciones a Asturias, cosa que hicimos en 2022, mezclándose los recuerdos con el viaje que sí emprendimos, a Cantabria. Dos tierras maravillosas, por cierto. Qué bien se come en el norte.

Quiero creer que si el año se me ha hecho tan ligero es porque me encuentro mucho mejor anímicamente y mentalmente que cuando terminó el verano de 2022, cuando creo que ya comenté que tenía la salud mental pocha y empecé a recurrir a ayuda profesional. Es un proceso de recuperación lento en el que aún me queda mucho por trabajar, pero me encuentro, con gran diferencia, mucho mejor. Y lo noto tanto en mi estado de ánimo como físicamente.

 


La ansiedad, la tristeza que me comía por dentro y la sensación vital de vacío no solo me tenía desanimada y gris, sin ánimos para casi nada, también se manifestaba con síntomas físicos como digestiones terribles, palpitaciones, heridas bucales, síndrome de la boca ardiente -una cosa muy rara y desagradable-, globo faríngeo... en fin no quiero aburriros, pero es, por decirlo de algún modo, fascinante cómo el cuerpo reacciona en tu contra cuando la mente no está bien. Como un grito de ayuda, un "amiga, date cuenta".

Y todo eso hace que te alimentes peor y asimiles mal los nutrientes, con lo que el cuerpo encima está más débil, la cabeza sufre más y es un círculo vicioso que llega a ser insostenible sin que te des cuenta. La recuperación, como digo, es lenta, pero pasito a pasito todo mejora. Y yo solo quiero terminar de recuperarme y seguir disfrutando de las pequeñas cosas que me gustan con la gente que quiero ^_^.

 

Eso me lleva a las fiestas navideñas, que las tenemos encima casi ya, y las ganazas que tengo de disfrutarlas al máximo sin más pretensiones que volver a casa, pasar todo el tiempo que pueda con mi familia y dejar rienda suelta a mi ingenuo e infantil espíritu navideño murciano-suizo. Y eso implicará hornear y cocinar mucho, por supuesto. A ver si cae alguna receta nueva que pueda traer por aquí.

Hoy dejo este bundt cake de plátano que aún sabe más a otoño y que horneé hace unas semanas aprovechado la cantidad absurda de la fruta que se nos había acumulado en casa por una falta de coordinación en las compras. Como todavía no hacía el frío tan maravilloso que POR FIN tenemos en Madrid, maduraron muy rápido. Y los plátanos maduros jamás se tiran.


Receta de bundt cake de plátano
Inspiración: el otoño y King's Arthur Cake
Ingredientes para un molde tipo Bundt de 10-12 tazas

- 55 g de mantequilla sin sal atemperada
- 50 g de aceite de sabor neutro
- 170 g de azúcar
- 2 huevos L a temperatura ambiente
- 350 g de plátano maduro aplastado (sin piel)
- 170 g de yogur natural a temperatura ambiente
- 5 ml de extracto de vainilla
- 2 cucharaditas de canela
- 1 cucharadita de levadura química
- 1 cucharadita de bicarbonato sódico
- 200 g de harina de todo uso
- 70 g de harina de espelta integral
- 3/4 cucharadita de sal
- 70 g de nueces troceadas (opcional)

Precalentar el horno a 175ºC con calo arria y abajo, sin aire, y preparar el molde engrasándolo y enharinándolo con un colador, sacudiendo el exceso. Procurar que todos los ingredientes que hayamos sacado de la nevera estén a temperatura ambiente.

Batir con varillas la mantequilla con el aceite y el azúcar, hasta formar una mezcla homogénea ligeramente esponjosa y suave. Añadir los huevos, uno a uno, batiendo bien después de echar cada unidad. Incorporar el plátano aplastado -o triturado si preferimos una textura más homogénea- y el yogur con la vainilla, y batir un poco más.

Mezclar en otro recipiente el resto de ingredientes salvo las nueces, con unas varillas, y tamizar la mezcla encima de la masa principal, batiendo a velocidad muy baja o mezclando a mano con otras varillas y movimientos envolventes hasta combinar todo en una masa homogénea sin grumos secos. No batir en exceso.

Echar las nueces si se utilizan, o cualquier otro fruto seco o fruta seca como pasas, dátiles... y combinar con suavidad. Echar la masa en el molde preparado, igualando bien por todas partes, y hornear a media altura durante unos 45-50 minutos, hasta que al pinchar con un palillo o brocheta salga prácticamente limpia.

Esperar 10 minutos fuera del horno antes de desmoldar con mucho cuidado volteando el molde en una rejilla, y dejar enfriar por completo. Decorar con azúcar glasé tamizado si se desea cuando esté frío.
23 septiembre, 2019

Tarta fina de ciruelas y frutos secos (sin gluten) - ¡Otoño!




Septiembre vuelve a ser un mes extraño del que todavía no consigo eliminar esa sensación de vuelta al cole. Aunque realmente no haya tenido vacaciones de verdad, creo que es el mes en el que más ganas tengo de hacer cosas nuevas y plantear proyectos a corto plazo (que se cumplan ya es otra cosa). Sea como sea, hoy empieza oficialmente el otoño, y la fruta de esta época me estaba gritando que, por favor, horneara algo para inaugurar la temporada. Una tarta fina de ciruelas y frutos secos ha cumplido su cometido con honores.


Las últimas semanas en el campo murciano fueron más agradables en cuanto a temperaturas se refiere; al menos hacía el calor normal que permitía dormir por las noches. La invasión de moscas ya es otro tema (estoy segura de que he batido mi récord este año con el matamoscas). La primera tromba de agua, aquella que primero causó caos y descontrol en Madrid, sí pude vivirla en primera persona, corta pero intensa. Lo que no sabíamos es que semanas más tarde una gota fría terrible iba a arrasar la Región (y más zonas) incluso incomunicando el campo.



Para entonces yo ya estaba en Madrid, claro. Vine con mis padres aprovechando que ellos seguirían hasta Galicia para pasar una semana de vacaciones en La Coruña (viene muy bien tener una hija en la capital para hacer escala en estos viajes y ahorrarse hoteles); y justo regresaron un día antes de que empezaran las tormentas.

Yo he vivido más de una gota fría en el pasado, también en el campo, incluso un par de ellas muy, muy fuertes. En una ocasión nos pilló cazando conejos con los hurones de mi primo (hace como mil años de aquello, creo que fue cuando dejé de comer conejo para siempre); regresar a las casas fue toda una aventura cuando el barro y el agua se habían comido los caminos en cuestión de minutos. Pero nada comparado a lo que se ha vivido estos días.



Nuestra casa no ha sufrido grandes daños materiales, por suerte, aunque las fotos que me enviaba mi padre eran para asustarse un poco. Lo que me parte el alma es ver cómo ha quedado el Mar Menor, Los Alcázares, Los Urrutias, Los Nietos... aunque no soy playera tengo mucho cariño a toda esa zona, y duele mucho ver cómo ha quedado destrozada, y tanta gente que aún sigue limpiando haciendo balance de pérdidas. Ojalá se tomen en serio de una vez que algo hay que hacer para evitar que se vuelva a repetir algo así, y que el Mar Menor necesita ayuda urgente, si no es demasiado tarde.



La receta no tiene mucho misterio; me apetecía hornear algo con ciruelas de temporada y que tuviera alma preotoñal, que para mí se traduce en aires rústicos, dando todo el protagonismo a la fruta, sin complicar demasiado los componentes. Me gustan las tartas finas tipo wähe, que dicen los suizos, muy fáciles de adaptar a versiones sin gluten o sin harinas refinadas. La avellana molida da mucho sabor a la base, las ciruelas dulces y aromáticas protagonizan el relleno sin tener que agregar casi nada de azúcar. Sed libres de endulzarla más o añadir lo que os apetezca.



Tarta fina de ciruelas y frutos secos sin gluten
Receta inspirada en Betty Bossi y las ganas de otoño
Ingredientes para un molde de unos 20 cm de diámetro

- 120 g de harina de maíz (no maizena ni polenta)
- 80 g de avellana molida
- 1 cucharada de azúcar de abedul (o normal)
- 1/2 cucharadita de jengibre molido
- 1 pizca de sal
- 65 g de mantequilla fría sin sal
- 1 huevo no muy grande de gallinas felices
- agua fría necesaria (yo al final no usé)
- almendra molida para el relleno
- ciruelas maduritas pero aún firmes, dulces y aromáticas
- pistachos picados (o almendras, o avellanas, o nueces...)
- azúcar moreno al gusto

Si tenemos un procesador de alimentos, picadora o similar, es muy fácil hacer la masa. Disponer la harina de maíz con la avellana, el azúcar, el jengibre y la sal, y triturar unos segundos o mezclar con unas varillas. Añadir la mantequilla cortada y volver a triturar o batir con batidora de varillas hasta tener una textura de migas.

Incorporar el huevo y volver a triturar, removiendo de vez en cuando, hasta obtener una masa húmeda, homogénea y maleable, no muy pegajosa (se debe despegar de las paredes del cuenco). Compactar, envolver en plástico film y dejar como mínimo media hora en la nevera.

Precalentar el horno a 180º C y engrasar con mantequilla un molde de tarta rizado de unos 20-22 cm de diámetro. Lavar, secar y cortar las ciruelas en cuartos, o mitades si usáramos pequeñitas. Sacar la masa, estirar bien con un rodillo y forrar el molde, cortando lo que sobre (aprovecharla para hacer galletitas).

Cubrir el fondo con una capa finita de almendra molida y pinchar con un tenedor ligeramente. Repartir las ciruelas cortadas y agregar pistachos picados y azúcar moreno por encima al gusto. Podemos añadir también unos pegotitos de mantequilla. Hornear durante unos 30-40 minutos, hasta que la masa esté algo tostadita (sin pasarse) y la fruta burbujee.

Dejar enfriar un poco fuera del horno. Se puede tomar tibia o esperar a que se enfríe del todo. Acompañar de salsa de vainilla calentita, nata montada casera, salsa de caramelo, helado... o de nada, que está muy rica tal cual. Bueno, con un café o té, mucho mejor.


¡Disfrutemos del otoño! Que por algún motivo, es la estación del año que pasa más rápido. ¿O solo me lo parece a mí?

29 junio, 2019

Vasitos de albaricoques y crema de mascarpone - Junio, eres mi mes menos favorito



Muchas cosas han pasado en este mes que he tardado en volver por aquí, tanto por el mundo como a nivel más personal. Sobre el panorama exterior prefiero no comentar mucho porque solo soy capaz de recordar todo lo negativo, y la ola de calor no me ayuda a pensar en positivo. Así que, para endulzar la realidad ardiente que nos rodea, traigo unos sencillos vasitos de albaricoques y crema de mascarpone para sumar mi amor por esta fruta.

No quiero protestar muy alto porque al menos este año el calorazo ha tenido la dignidad de presentarse ya pasado el solsticio, con el verano inaugurado de verdad. Por suerte esta vez la visita de mi madre de junio nos pilló con buen tiempo y pudimos disfrutar de esos días sin achicharrarnos por la calle, lo cual siempre se agradece.



Este postre lo improvisé sobre la marcha aprovechando un montón de albaricoques que mi padre me había traído a finales de mayo en una visita exprés. Deliciosísimos albaricoques recogidos en la casa de un amigo, pequeños pero con un aroma embriagador al que era difícil resistirse. Los pobres parecían llegar muy blanditos después del viaje, pero al guardarlos mimosamente en la nevera recuperaron su tersura sin perder sabor, y pude disfrutarlos durante muchos días sin tener que tirar ni uno solo.

Mi madre vino poco después y me apetecía preparar algún postre algo especial para terminar de disfrutar esas pequeñas joyas. Porque si están buenísimos al natural, cuando se asan, se hacen a la plancha o se cuecen en sus propios jugos, se transforman para ofrecer toda una nueva gama de sabores y aromas naturalmente dulces que combinan de maravilla con ingredientes lácteos.



Como siempre, probad el punto de dulzor y ajustar según a lo que estéis acostumbrados. Si tenéis fruta más dulce y madura no hará falta añadir casi nada, y así no enmascaramos los sabores naturales. Por supuesto, se puede hacer con otra fruta de temporada; sugerencias: fresas, arándanos, melocotones, higos o brevas, ciruelas...

La fruta de verano me reconcilia con esta época que dejó de tener alicientes para mí hace ya años. Qué tiempos cuando ver "Junio" en el calendario de la cocina de casa significaba final de curso, la fiesta del cole, vacaciones, piscina, playa, desayunos con dibujos en la tele, larguísimas tardes de bici... Ahora tengo más ganas de julio porque, al menos, significa que vuelve el Tour.



Receta de vasitos de albaricoques y crema de mascarpone
Inspiración: los deliciosos albaricoques de Murcia y recuerdos de verano
Ingredientes aproximados para 4 unidades

- 400 g de albaricoques aromáticos, maduritos, jugosos, pesados sin hueso
- 1 vaina de vainilla
- un poco de cardamomo molido o 2-3 vainas
- 1 pizquita de sal
- 30 ml de zumo de lima o limón
- 15 ml de miel (ajustar la cantidad al gusto)
- 10 ml de Kirsch (opcional)
- 200 g de queso mascarpone (¡sin lactosa, viva!)
- 200 ml de nata para montar (esta es más fácil de encontrar sin lactosa)
- vainilla molida o extracto (5 ml)
- pistachos o almendras

Lavar los albaricoques y secar con mimo, cortar en cuartos y retirar huesos y rabitos. Poner en una sartén con la vainilla abierta, el cardamomo, el zumo de lima o limón, la sal, la miel y el Kirsch, y calentar. Añadir un poco de agua, solo un chorrito, y dejar que coja temperatura. Mantener la cocción a fuego muy lento hasta que la fruta esté en plan compota, semidesecha, con una riquísima salsa espesita.

Quizá haya que añadir más agua o miel o azúcar moreno, dependiendo del grado de dulzor que tenga la fruta. Lo mejor es probarlo cuando tenga ya apariencia de compota, pero no queremos que los albaricoques se deshagan del todo. Retirar y dejar enfriar por completo.

Batir la nata muy fría hasta casi montarla, mezclar con el mascarpone y combinar con movimientos envolventes. Añadir la vainilla y azúcar glasé al gusto, probando hasta dar con el punto que se prefiera, mezclando con movimientos envolventes. Llevar a una manga pastelera.

Montar los vasitos repartiendo una capa de albaricoques en el fondo, otra de crema de mascarpone y coronar con más compota y pistachos. Servir frío, pero dejando que se atempere un poco para no matar los sabores.


Consigo dormir más o menos bien, así que la primera ola de calor no está siendo muy grave, porque me mantengo a refugio en casa. Eso sí, a las 6.30 arriba si pretendo salir a correr, que es la hora de más "fresquito". Tampoco me puedo quejar mucho si a 39 grados enciendo el horno a 250º C para hornear pan, claro. Pero el esfuerzo merece la pena.

¡Adiós junio, tarda mucho en volver!
15 abril, 2019

Pastel de queso fresco, yogur, avena y fresas: una receta ligera y rica en proteínas (el intraducible Quarkauflauf)


He llamado "pastel" a esta receta de queso fresco, yogur. avena y fresas porque, sinceramente, no sé cómo traducir el término Auflauf alemán. En cocina se refiere a algo horneado o gratinado, aunque en este caso realmente no estamos gratinando nada. Sería algo parecido al casserole de los estadounidenses, que también es algo que se hornea, en este caso casi siempre salado. Mi receta creo que se parece más a un pastel y así se queda -lo de definir exactamente "pastel" y sus supuestas diferencias con una tarta lo dejamos para otro día-.



Hoy va a ser un día largo porque mañana POR FIN salgo para Murcia a pasar allí el resto de Semana Santa, mi cumpleaños, las Fiestas de Primavera y, ya de paso, para votar. Un completo, vaya, así ha coincidido este año el calendario. Lo cierto es que necesito este paréntesis como agua de mayo, a lo tonto son ya más de cuatro meses sin pasar por mi tierra y, sobre todo, sin ver a la familia. Y me he dado cuenta de que me hace mucha, mucha falta escaparme por unos días.



Mi único plan es pintar huevos, decorar la casa con cosas de Pascua y hornear y cocinar todo lo que pueda en familia. Y disfrutar como nunca de los platos de mi madre, de Murcia en primavera, de las procesiones, de las fiestas y de la comida huertana. Pasaré calor, eso ya me lo temo, pero al menos me servirá de entrenamiento para afrontar el inminente verano sin tanto susto.

Ojalá llueva un poco, me gustan tanto la lluvia de primavera en Murcia, es como catárquica... que no quiero estropear las fiestas a nadie, pero, sinceramente, la tierra lo necesita. Es poco probable que caiga agua otra vez hasta finales de verano, así que mejor agradecer lo que pueda venir en las próximas semanas. No sería la primera vez que hemos pasado un Bando de la Huerta mojado o que hemos enterrado a la Sardina bajo una cortina de lluvia. Hay una foto mía vestida de huertana con el refajo chorreando que lo demuestra.



Volviendo a la receta, este Auflauf es un poco una limpieza de nevera que improvisé hace unos días para ir dando salida a productos que no podía dejar en la nevera, porque el elfo no se los iba a tomar. La mezcla básica es simple y bien conocida en la blogosfera germanoparlante: queso quark/yogur o similar, huevos, fruta y algún toque de cereal. La textura es jugosa y esponjosa, recordando a un clafoutis algo más rústico y, sobre todo, más grueso, más "mordible". Y es muy popular porque resulta tremendamente sencillo crear una versión fit, lowcarb o healthy. A mí me interesa porque es rico en proteínas, saciante y nutritivo sin resultar un golpe al estómago.



Yo no he añadido nada de azúcar ni edulcorante; me gusta el sabor puro de los lácteos y las fresas bien dulces y aromáticas hacen casi todo el trabajo. Así tengo un "pastel" que me apetece tanto para desayunar como para tomar de postre o merienda, o incluso para cenar una buena porción si he salido a correr tarde, perfecto para recuperar. Ya haré una versión no-tan-sana para convertirlo en un postre como los dioses mandan, que a mi padre estas cosas le gustan mucho.


Pastel de queso fresco, yogur, avena y fresas - Quarkauflauf
Inspiración: la cocina germano-suiza y la primavera
Ingredientes para unas 4-6 raciones

- 2 huevos
- 75 g de claras de huevo
- 450 g de queso fresco batido desnatado o quark desnatado
- 150 g de yogur skyr natural o griego (griego de verdad)
- 75 g de azúcar o edulcorante equivalente (opcional, yo no puse nada)
- ralladura de naranja
- 1/2 cucharadita de esencia de vainilla
- 1/2 cucharadita de cardamomo molido
- 1/4 cucharadita de sal
- 100 g de harina de avena
- 20 g de copos de avena finos
- 500 g de fresas o fresones bien dulces
- almendras crudas en bastones o laminadas al gusto
- un poco de mantequilla o aceite para engrasar el molde

Precalentar el horno a 175º C y engrasar ligeramente un molde de tamaño medio, que sea de pareces altas, como para gratinar pasta o algo así. Lavar y secar con suavidad las fresas, cortar los rabitos y trocear en piezas de tamaño medio, un poco a ojo. Cuando más pequeñas, más se integrarán en la masa. Yo pesé los 500 g una vez cortadas. Reservar.

Batir en un recipiente mediano los huevos con las claras hasta que casi tripliquen el volumen. Añadir el queso fresco y el yogur escurridos, el azúcar si lo usamos y la ralladura de naranja, la vainilla, el cardamomo y la sal. Volver a batir un poco.

Incorporar la harina de avena previamente tamizada con los copos y el bicarbonato. Si quedaran grumos secos, usar unas varillas. Echar por último las fresas y mezclar con movimientos envolventes, hasta que queden bien integradas.

Llenar el molde y cubrir con almendras al gusto. Hornear durante unos 50-60 minutos, girando el molde si fuera necesario a mitad de la cocción para que se dore por igual. En los últimos 10 minutos, subir el nivel de la rejilla para que se gratine más por arriba; si se dora demasiado, cubrir con papel de aluminio. Al pinchar el centro con una brocheta debe salir solo ligeramente húmeda.

Dejar enfriar completamente antes de servir. Si lo dejamos reposar unas horas en la nevera ganará en consistencia, con una textura más firme y los sabores más asentados. En cualquier caso, conservar siempre en frío buen tapado.


Si ya estáis de vacaciones, ¡que disfrutéis mucho! Y en caso contrario... ¡ánimo que queda poco!
28 febrero, 2019

Mermelada-compota de mandarinas murcianas o cómo endulzar la morriña


¿Ha pasado más de un mes desde que di señales de vida por aquí? Corramos un tupido velo. Mejor que no sea muy tupido, que este final de invierno está siendo una estafa y tengo las mantas muertas de aburrimiento en el armario. Pero, aunque el tiempo vuela, mi bola durmiente de morriña ha estado alimentándose estas semanas y necesita salir a flote de alguna manera. La cocina siempre ayuda, y esta mermelada-compota de mandarinas murcianas está siendo un bálsamo para el alma.

En realidad su preparación actuó como terapia hace ya un mes, cuando enero se estaba terminando y me di cuenta de que la Navidad ya era un recuerdo del pasado. Vine con un buen cargamento cítrico de limones, naranjas y mandarinas que mi padre recolectó de casa de mi tío, y las últimas corrían peligro de estropearse. Se emocionó un poco llenando bolsas, y en casa nuestro consumo de fruta tiene un límite razonable -aunque suelo superarlo sobradamente, con diversas consecuencias-.



Pensando en cómo aprovechar esas maravillosas mandarinas recurrí a mi biblioteca culinaria en busca de inspiración, y al final me sedujo la idea más obvia y sencilla: ¡a envasar! Mis padres me trajeron de San Francisco un libro encantador con recetas que preparan en un bed and breakfast en el Valle de Napa, organizadas por estaciones. Y en invierno sugieren aprovechar la temporada de cítricos para tener deliciosas mermeladas en el desayuno. Una idea estupenda, para qué engañarnos.

Adapté la receta original con naranjas a mis mandarinas, muy dulces, llenas de zumo y aromáticas, aunque con muuuuchas semillas o huesecillos. Nos hemos acostumbrado demasiado a la fruta pulcra, la verdad; no me molestan los huesos en los cítricos, aunque reconozco que retirarlos de casi 2 kilos de mandarinas requiere su tiempo. Pero fue parte de la terapia.


Tableta conectada, lista de series en marcha, delantal puesto y sin prisas; un plan tranquilo y relajante en casa cuando todavía hacía frío y las tardes aún eran cortas. Y tengo un buen cargamento de preciosa y fragante compota para los desayunos y meriendas de estos días, en los que la Semana Santa aún se ve muy lejos para volver a mi Murcia.

Receta de mermelada o compota de mandarina
Inspiración: las mandarinas de mi tío, el no-invierno y este libro
Ingredientes un poco a ojo, dependiendo de la calidad de la fruta

- 2 kilos de mandarinas bien aromáticas y llenas de zumo (aproximadamente)
- 1 limón hermoso
- 1 kilo de azúcar (aproximadamente, dependiendo del gusto y del dulzor de la fruta)
- gelificante o pectina para mermelada (opcional)

Lavar muy bien la fruta y quitar los posibles restos de ramitas y tallos. Poner en una olla grande llena de agua, llevar a ebullición, bajar el fuego y dejar cocer sin prisas entre 1-2 horas, hasta que estén muy, muy tiernas. Escurrir y dejar enfriar.

Cuando la fruta no queme, preparar una olla para cocer la compota y empezar a cotar las mandarinas para retirar los huesos, si los tuvieran. Cortar la fruta en trocitos, piel incluida, e ir llenando la cazuela.

Echar el azúcar, mezclar bien y dejar que se disuelva. Calentar y echar el zumo del limón. Incluir la pectina o gelificante según instrucciones del fabricante, en su caso. Cocinar a fuego medio-bajo hasta que reduzca y cuaje un poco, unos 30 minutos.

Yo corté las mandarinas a lo bruto y tenía trozos grandes, así que lo trituré un poco con la batidora, dejando trocitos enteros de piel y pulpa. Se pueden picar más finas o envasar con trozos más grandes.

Envasar en los botes preparados y esterilizados según procedimiento habitual. Cerrar bien y dejar boca abajo, o cerrar al vacío cociéndolos cubiertos de agua. Poner etiquetas con la fecha, disfrutar y regalar.



¡Adiós febrero! Has sido especialmente fugaz este año, y eso sin ser bisiesto. ¿Vendrá marzo con algo más de fresco?
20 diciembre, 2018

Pan de especias, frutas y té : receta de Navidad para reconfortar las mañanas y tardes más frías


Poco misterio tiene la receta de Navidad de hoy: muchas frutas secas, especias, algo de licor y té, ingredientes básicos para las fiestas y que podremos seguir disfrutando todo el invierno, pues es un "pan" que se aprecia mucho mejor en los días más fríos. Así que guardad la receta para cuando hayamos pasado la resaca de las Pascuas.

He conseguido esquivar la huelga de Renfe y ya he vuelto a casa por Navidad, como el turrón -ese que para mucho volvió hace semanas, pero bueno-; aunque aún no tengo mucho espíritu de fiestas. La casa está todavía sin decorar por circunstancias que no vienen al caso, mi hermano está fuera y, ay, es la primera vez en muchos años que no me esperaba mi gato.



Sus pelos siguen en mi ropa del armario, pero él ya no está. Con el follón de estos días no me había parado a pensar en su ausencia, ni esperaba que volviera a golpearme con esta fuerza. Esta situación es nueva para mí, yo no estaba aquí cuando nos dejó y seguía con el recuerdo de asociar la casa de mis padres con nuestro gato. Van a ser unas navidades extrañas, pero, aunque no me guste la expresión, la vida es así. Querer congelar el tiempo es absurdo, y precisamente por eso deberíamos saber apreciar mucho más cada instante que tenemos.

Cuando eres niño no te das cuenta y tienes la sensación de que todas las navidades son iguales, porque así es como son. Esas tradiciones que se nos marcan como ley de vida, hasta que un día somos conscientes del paso del tiempo y de que todo cambia. Peor aún: todo cambia y lo hace cada vez más rápido. Los abuelos son los que normalmente se van primero, y ya no "toca" ir a comer a su casa por Navidad. Los primos se hacen mayores con sus propias vidas y de pronto hace meses que no los ves. Familiares que se separan, amigos que se van lejos. También hay cambios que no tienen por qué ser malos, pero a veces el propio cambio lo percibimos como algo negativo. Y solo es natural.



Asumir todo esto a mí me cuesta mucho, soy una persona profundamente nostálgica y caigo en la melancolía demasiado a menudo, pero he aprendido a apreciar también esos sentimientos. Más triste sería no sentir nada y pasar por esta vida como si todo te resbalase. Pero claro, llegan las fiestas y me obsesiono con querer hacer TODO, cocinar todas nuestras galletas y dulces favoritos, probar recetas nuevas, preparar un montón de regalos maravillosos, currarme detalles caseros muy bien envueltos, planificar menús chulos, quedar con mil personas, ver cientos de películas, visitar museos, hacer excursiones, leer libros, hacer ruta de belenes; pero no llego a tiempo a casi nada y me torturo a mí misma.



Encontrarme ayer con mi padre, estresadísimo porque se va a jubilar y se le han juntado mil cosas en esta recta final del año, a punto de estallar porque las obligaciones no le dejan dedicar el tiempo que le gustaría a su familia, me devolvió los pies al suelo. Basta de agobios estúpidos. Obligaciones, las justas, torturarse con tontunas, ni hablar.

Y como una magnífica terapia para ahuyentar el estrés y recuperar la cordura -además del espíritu navideño- es hornear, en cuanto termine con mis obligaciones del día me iré a la cocina. Mi madre probó y se maravillo con los aguardentaos cuando estuvo en Madrid el mes pasado, así que los voy a repetir para toda la familia. Vosotros podéis animaros con ellos también -¡facilísimos y deliciosos!-, o con esta receta de pan/bizcocho de frutas. También lo horneé para ella, y también le encantó. Te reconcilia con el mundo.



Receta de pan de especias, frutas y té
Inspiración: las miles de recetas similares que han inundado las redes estas semanas
Ingredientes para 1 molde tipo plum cake de 20-22 cm

- 225 g de mezcla de frutas secas (dátiles medjool,ciruelas pasas, pasas de corinto, naranja confitada, orejones, fresas, arándanos rojos, mango...)
- 100 g de azúcar moreno oscuro
- 225 ml de té negro o al gusto, fuerte
- 1 buen chorro de ron, oporto o brandy
- ralladura de limón
- 1 huevo batido grande de gallinas felices
- 150 g de harina de repostería
- 50 g de harina de centeno integral
- 50 g de harina de avena
- 2 cucharaditas de levadura química
- 1/2 cucharadita de sal
- 1/2 cucharadita de canela molida
- 1 cucharadita de mezcla de especias (canela, cardamomo, nuez moscada, jengibre)
- almendras para decorar

Picar a cuchillo y a lo bruto (pero con cuidado) las frutas, dejando trozos irregulares, siempre sin huesos y sin semillas. Disponerlas en un recipiente adecuado y mezclar con el azúcar moreno y la ralladura de limón. Preparar el té bien cargado y cubrir las frutas, añadiendo el chorro de licor, mezclando muy bien. Cuando se enfríe, tapar y dejar reposar toda la noche.

Al día siguiente, precalentar el horno a 160ºC y preparar un molde rectangular. Si lo usamos más pequeño, el pan quedará más alto, y viceversa. Mezclar en un recipiente las harinas con la levadura, la sal y las especias, y formar un pequeño hueco. Echar el huevo, batir ligeramente y añadir las frutas, que habrán absorbido prácticamente todo el líquido. Escurrir lo que sobre, si fuera el caso.

Combinar todos los ingredientes con suavidad, lo justo hasta tener una masa homogénea sin grumos secos. Llenar el molde y cubrir con almendras crudas al gusto, presionando un poco. También podemos espolvorear con más azúcar moreno, si estamos generosos.

Hornear durante unos 60-70 minutos, o quizá algo menos, depende del molde y del horno. Comprobar que el interior está listo pinchando con un palillo; debe salir con algunas miguitas o manchas, pero no con masa cruda. Esperar unos minutos antes de desmoldar y dejar enfriar por completo sobre una rejilla.



Esta tarde ¡por fin! ponemos el árbol :).
21 noviembre, 2018

Sin fruta no soy persona: el vicio confesable que me da vitalidad

Creo que ya habré comentado muchas veces que soy de esas personas que necesitan desayunar, sea la hora que sea. Me encanta el café, claro, pero no es una "necesidad". Ahora bien, si me salto mi ración de fruta fresca mañanera, sencillamente no soy persona. Literalmente me pongo de muy mal humor y noto que me falta algo; es mi vicio confesable y que me hace sentir bien y con ganas de arrancar el día.



Por eso no me dejan de llamar la atención las conclusiones de informes como el II Estudio de Vitalidad Zespri que se presentó el mes pasado. La dietista nutricionista Mireia Porta, experta en nutrición deportiva, señaló que en España el 80% de la población considera que la fruta fresca es lo más saludable para el desayuno, pero solo la consume un 8%. ¡Un mísero 8%! Si encima añadimos el dato de que casi la mitad de los españoles no desayunan regularmente, y que º de cada 4 no toma nada sólido desde que se levanta hasta que come al día siguiente, son datos para mí inconcebibles.

Photo by Monika Grabkowska on Unsplash

Siendo España uno de los grandes productores de vegetales  de toda Europa me parece muy preocupante leer noticias como que el consumo de frutas y hortalizas "es una asignatura pendiente", o que "somos vagos" para comer fruta. Desayunar no es imprescindible, cierto, pero para muchos es un hábito clave para tener vitalidad y rendir bien el resto del día. Considerando que encima se suele comer tardísimo -doy gracias por ser autónoma y poder comer a mi ritmo-, no me extraña que tanta gente caiga en las máquinas de golosinas o comprando cualquier producto ultraprocesado de mala calidad cuando el estómago ruge.

De verdad, comer fruta a lo largo del día no es tan difícil. Yo me alegro mucho cuando mi madre me cuenta que desde pequeñitos mi hermano y yo siempre hemos comido fruta sin problemas, quizá es algo que aprendimos ya en casa como algo habitual. Lo curioso es que en los desayunos de los hoteles, cuando está bien preparada y preciosísimamente expuesta, siempre es un éxito; me temo que sí, somos vagos.



Con lo fácil que es comerse una manzana a bocados -y bueno para la dentadura-, partir un kiwi por la mitad o pelar un plátano. Salvo que se tenga alguna minusvalía, no hay excusa para no consumir fruta fresca habitualmente. Claro que el mundo en general no lo pone fácil con la escasa oferta o los precios absurdos -¡fuera del hogar solo se consumen 0,6 kg de fruta por persona al año! Pero eso tiene fácil solución llevándote tu propia fruta donde toque; anda que no han viajado conmigo piezas de todas las formas y colores en el bolso o la mochila.

Si hacéis el test de vitalidad y os dais cuenta de que tomáis menos fruta al día de lo que sería recomendable, probad a salir de la rutina incorporando fruta fresca a todo tipo de platos. En la web Espacio Vitalidad podéis encontrar inspiración para cocinar recetas para todos los gustos, desde el desayuno hasta la cena, además de otras formas de entrenar la vitalidad y adquirir hábitos saludables.



Porque sí, las frutas como el kiwi son estupendas para desayunar, merendar y también son el postre más saludable, pero eso no quiere decir que no podamos hacer platos salados con ellas. De verdad que el ceviche con aguacate y kiwi que tomamos en la Morning Party de El Huerto de Lucas era una absoluta delicia, por poner un ejemplo fácil.

Ahora que ya estamos todos pensando en los menús de Navidad -¿o me equivoco?-, no viene mal recordar que la fruta también tiene cabida en todos los platos. Y los invitados además nos lo agradecerán, por algo siempre triunfan los canapés y aperitivos a base de fruta fresca.
¿Vosotros sois más de tomar fruta tal cual o preferís preparar platos con ella? ¿Cocináis recetas saladas con fruta fresca?



Post con contenido patrocinado - Los comentarios y opiniones son personales
07 octubre, 2018

Clafoutis de arándanos sin lactosa: receta adaptada del chef Andreas Caminada


Lo prometí: hoy tenía que volver con una receta dulce. Este clafoutis de arándanos espero que sirva para endulzar un poco el ambiente tan tristón que dejé la semana pasada, aunque creo firmemente en que para ser feliz también hay lugar para la tristeza. La receta es sencillísima y toda una tentación para los verdaderos amantes de los arándanos y bayas en general; la preparé en verano porque sabía que mis padres la iban a disfrutar con gusto, y no me equivoqué. ¡Sin lactosa, por supuesto!



Antes de pasar a la receta, permitidme que grite un poco GRACIAS por todos vuestros mensajes y comentarios, no solo los que habéis dejado por aquí. Todas las palabras de ánimo, de comprensión y de recuerdo para mi querido Gato me han emocionado mucho, sobre todo por la empatía compartida con todos los que también habéis amado a algún animal. Y sé que sois muchos los humanos que convivís con gatos :). Espero poder responderos a todos con más calma, cuando ya se me haya pasado la tontería -creo que tengo algo de bajona otoñal, a pesar de que me encanta esta época- y pueda detenerme sin prisas. Ya va siendo hora de recordar a nuestro gordito sin nudos en la garganta, hay que pasar ya a las memorias felices.



Pasando ya al postre de hoy, este clafoutis de arándanos lo tenía bien fichado desde hace meses, cuando encontré de casualidad la receta en vídeo en alguna página suiza, elaborada en vivo por el mismísimo Andreas Caminada. ¿Que quién es el bueno de Andreas? Pues un chef suizo muy apuesto -veréis en las fotos que le tiran más los genes italosuizos-, al frente del restaurante del Schloss Schauenstein, con tres estrellas Michelin. Pero esta receta no tiene nada de elaboración compleja y rebuscada, es tan simple y sencilla que en su simpleza radica su éxito.

El clafoutis me encanta porque es una elaboración sencillísima, que se puede preparar con todo tipo de frutas y admite mil variaciones. En esta ocasión los arándanos le dan un sabor realmente especial, no hay que pelar ni quitar huesos y combinan de maravilla con el toque de almendra que lleva la masa. Lo repetiré, sin duda, mezclando varios tipos de bayas para jugar un poco más con los sabores y el color. ¡Ojalá tuviera cerca un bosque en el que recolectar a mano moras, frambuesas y grosellas!

Ah, por cierto, Caminada usa avellana molida y lo prepara en moldes individuales, otra estupenda opción si queremos servir un postre más aparente con invitados en casa. Y no vendría nada mal añadir una salsa de vainilla, helado o nata montada casera a la ecuación. Yo usé el molde viejunísimo que sigue sobreviviendo en la casa de campo de mis padres, probablemente con más años que yo misma,




Receta de clafoutis de arándanos sin lactosa
Inspiración: adaptado de Andreas Caminada 
Ingredientes aproximados para 6 raciones generosas

- 2 yemas
- 1 huevo entero
- 185 ml de nata para montar sin lactosa
- 60 g de almendra molida
- 65 g de azúcar
- 1 pizquita de sal
- unas gotas de esencia de vainilla
- 250-280 g de arándanos frescos
- mantequilla para engrasar el molde

Precalentar el horno a 190ºC  y engrasar un molde grande o varios individuales. Cuanto más estrechos sean, más fino quedará el clafoutis.

Batir las yemas con el huevo y la nata en un recipiente, sin espumar mucho, con unas varillas. Añadir la almendra, el azúcar, la sal y la vainilla, y batir hasta tener una masa homogénea sin grumos. Echar los arándanos (lavados y secos) y mezclar con suavidad.

Repartir la masa en el molde, igualando bien la superficie, y hornear durante unos 20 minutos, si es en molde grande. Vigilar bien por si acaso, ya que dependiendo del molde puede hacerse antes. Debe quedar ligeramente jugoso por dentro y bien doradito por fuera.

Dejar enfriar antes de servir. Se puede tomar algo tibio, con una bola de helado, o ya enfriado con salsa caliente de vainilla. O tal cual, a temperatura ambiente y sin más complicaciones. Está buenísimo.


24 octubre, 2017

Tarta de ciruelas con almendras, coco y ron - Receta para desayunos en familia

La última semana he sido más feliz porque por fin refrescó un poco. Fue pasajero y la lluvia duró muy poco, pero sirvió para renovarme el ánimo. El elfo puede dar fe del mal humor y la bilis que tenía acumulada con este otoño estafador. Me da mucha rabia "desperdiciar" el mes de octubre con el maldito veroño, sobre todo porque en nada estaremos ya con la Navidad encima y todo el ambiente otoñal será un mero recuerdo. Así que, ¡a hornear! Esta tarta de ciruelas con almendras, coco y ron fue el desayuno de mi casa los días que tuve a mis padres de visita 😊.

Plum tart

Eso sí, con ellos salimos a recorrer el centro en sandalias, manga corta y luciendo piernas. Muy práctico para las maletas y para organizarnos en casa, pero me dio pena no compartir el Madrid más otoñal, porque es una ciudad preciosa en esta época. Sí pudimos pasear un poco por El Retiro ya algo teñido de tonos ocres, con hojas cayendo y castañas en los caminos, aunque en lugar de repostar con chocolate o café caliente nos refrescamos a la sombra con tónicas y helados. Un otoño extraño.

Plum tart

Me gustaría recuperar mi vieja costumbre de compartir por aquí otras cosas más allá de las recetas, aunque sé que son lo que más atención y visitas trae 😛. Pero a mí lo que me gusta es continuar con mi blog tal y como yo quiero llevarlo, que al fin y al cabo así empezó todo. Es mi rincón donde compartir las cosas que me apetecen, y a las que volver pasado el tiempo para recordarlas. Por ejemplo, los regalitos gastronómicos que han ido llegando a casa en los últimos meses, porque la gente me conoce demasiado bien y sabe lo que me gusta, o crónicas de viajes y alguna escapada que está por el tintero. ¡Y la gastronomía en el arte! Con lo que me gustaba esa sección...

Plum tart

Quién sabe, igual con el cambio de hora y las tardes-noches largas me inspiro y saco un rato para volver a todo ello. Mientras tanto me conformaré con ser capaz de actualizar al menos una vez a la semana, y hoy lo hago con esta rica tarta de aire otoñal. Porque aún estamos en temporada de ciruelas y son deliciosas para hornear con ellas.

Me recuerdan mucho a Suiza, a casa de mis abuelos, donde tantos vecinos tienen árboles que a finales de agosto ya empiezan a regalar su rica fruta. Mi abuelastra siempre tiene mermelada de ciruela casera, y en la panadería del pueblo no faltan los pasteles y tartas rebosantes de esta fruta. Al elfo los dulces demasiado cargados de fruta no le hacen mucha gracia, así que aproveché la visita de mis padres para improvisar una tarta estilo Wähe, que algo típicamente suizo y a mi padre le chifla. Son tartas/pasteles de las de extender una masa similar a la quebrada o brisa, con un relleno generoso de fruta, a veces con crema o con una mezcla de queso dulce. 

Plum tart

Yo prefiero hacer una masa más rústica añadiendo frutos secos o harinas diferentes, con poco azúcar, y rellenarlas con mucha fruta. Tenía coco para gastar así que aproveché para combinarlo con almendras para la cobertura, y además añadí un chorrazo de ron bueno -regalo de mi suegra que solo uso para cocinar- que dejó la fruta más jugosa. Y sobre la masa, un poco de mermelada casera para que las ciruelas se asentaran mejor, dando un toque más dulce sin empalagar. Una frangipane hubiera quedado de muerte también. ¡Improvisad al gusto!

Receta de tarta de ciruelas con almendras, coco y ron
Inspiración: las Wähe suizas y mis antojos del momento
Ingredientes para la masa

 - 75 g de mantequilla sin sal muy fría
- 1 huevo L
 - 1 sobre de azúcar vainillado (unos 8 g)
- 1 pizca de sal
- 50 g de almendra molida
- 170 g de harina de repostería
- 30 g de harina de maíz (no maizena) - leche fría necesaria

Ingredientes para el relleno (a ojo, totalmente personalizable)

- mermelada casera (de fresa en mi caso)
- 600-800 g de ciruelas dulzonas pero no muy maduras
- azúcar moreno
- almendras laminadas o troceadas crudas
- ralladura de naranja o limón
- coco rallado - láminas de mantequilla (opcional)
- chorrito (o chorrazo) de ron o zumo de naranja)

Precalentar el horno a 175ºC y preparar un molde de tarta bajo, de unos 20-22 cm de diámetro. Yo forro el fondo con papel y engraso los laterales.

Cortar la mantequilla en cubos y triturar con el huevo, el azúcar, la sal, la almendra, la harina de trigo y la de maíz. Es mejor si se hace con procesador de alimentos, pero a mano también sale bien. Cuando tengamos una textura de migas, agregar leche fría poco a poco hasta que se pueda formar una masa suave, no pegajosa ni tampoco que se desmigue.

Si está todavía fría se podrá extender fácilmente en el molde. En caso contrario, envolver en plástico film y dejar enfriar en la nevera una media hora. Estirar un poco con rodillo y colocar sobre el molde, ajustándolo con las manos. Extender una capa de mermelada y llevar a la nevera.

Lavar y cortar las ciruelas en cuartos o como más nos guste. Cuando tengamos unos 500 g listos, sacar el molde y colocarlas sobre la mermelada, con los cortes hacia arriba. Procurad meter toda la fruta posible. Ahora ya quedan los toques al gusto: azúcar moreno, unas cuantas almendras, algo de coco, ralladura cítrica, unas láminas de mantequilla... Si echáis ron, mejor a mitad de la cocción.

Hornear durante unos 30-45 minutos, vigilando que no se queme. A los 15 minutos, añadir un poco de ron o zumo de naranja, salvo que la fruta sea muy madura y esté soltando mucho líquido. Dejar enfriar por completo antes de servir. Está rica tibia, pero mejora con el paso de las horas.

Plum tart

Voy a ignorar que estamos de nuevo con el protocolo de contaminación activo y que no se espera lluvia en no se sabe cuánto tiempo. Yo ya he guardado la ropa de verano, no quiero volver a verla en mucho tiempo, gracias. ¡Me encanta volver a llevar chaqueta!

Cuidáos mucho, que hay virus sueltos y el elfo ha pillado el primer catarrazo de la temporada. ¡Espero que no me haya contagiado! 😌
27 agosto, 2017

Helado de yogur y frambuesa. Otro verano que se nos va...

Quería haber aprovechado el mes de agosto para publicar alguna cosilla más, pero al final la vida se ha vuelto a interponer en mis planes. Tampoco es que hayan ocurrido grandes acontecimientos, pero entre unas cosas y otras he vuelto a darle vacaciones de agosto al blog, como suele pasar. Pero no podía despedir el mes sin dejar al menos la receta anual de helado, en este caso un sencillo pero bien rico helado de yogur y frambuesa. ¡Anoche mismo lo terminamos!

Raspberry yogurt ice cream

He pasado las tres últimas semanas en Murcia, en el campo -la ciudad no la he pisado-, primero unos días con el elfo y el resto ya con la familia y los gatos. No es que haya podido descansar o desconectar demasiado, pero mis ocasionales paseos en bici y algunas escapadas breves por los alrededores no me las ha quitado nadie.

Raspberry yogurt ice 
cream

He cocinado bastante, pero sin preocuparme por tener que fotografiar y reseñar todo. ¡Qué descanso es improvisar una tarta y olvidarse de hacer un set de fotografías o de apuntar la receta! Simplemente, cocinar por placer, con mi madre al lado, para la familia, sin agobios. Una foto rápida para instagram, si acaso, y gracias. Estaba harta de pensar en la cocina solo con el fin de publicar la receta.

Raspberry yogurt ice cream

También es cierto que he cocinado más de la cuenta porque mi madre se fastidió la espalda un par de días después de irse el elfo, y me ha tocado suplir su baja. Es una faena terrible sufrir una de estas lesiones, te incapacita para prácticamente todo... ¡cuidaos bien! La pobre se pasó un buen rato en el suelo mareada del dolor, y le ha durado muchos días. Así que apenas he tenido tiempo libre para nada, porque he seguido trabajando desde aquí y también quería pasar tiempo con la familia. Pero no me quejo en absoluto; mi propósito para el "nuevo curso" va a ser tomarme las cosas con más calma, agobiarme menos y disfrutar más de mí misma. Qué ganas de sacar partido al otoño en nuestro nuevo hogar :).

Raspberry yogurt ice cream

Receta de helado de yogur y frambuesa
Inspiración: las frambuesas con helado me recuerdan a veranos en Suiza
Ingredientes para unas 8-10 raciones

- 200 g de frambuesas
- 1-2 cucharadas de azúcar
- 1 limón
- 500 g de yogur griego natural
- 200 ml de nata para montar (sin lactosa)
- 1/2 cucharadita de esencia de vainilla
- 40 g de azúcar
- 1 pizca de sal

Lavar las frambuesas con suavidad y ponerlas a cocer en un cazo con un poco de azúcar y un chorrito de zumo de limón. Dejar que se vayan ablandando y soltando los jugos, machacándolas un poco con una cuchara. Yo las tuve unos 15-20 minutos. Esperar a que enfríen un poco y colar muy bien usando un colador fino o tamiz, para exprimir al máximo los jugos y evitar las semillitas. Dejar enfriar.

Mientras tanto, escurrir el yogur. Mejor si lo dejamos escurriendo en un paño durante unas horas, pero yo no lo hice y no sale mal si somos impacientes. Batir con unas varillas el yogur con la nata, el azúcar, la vainilla y la sal, y añadir ralladura del limón de antes. Cuando esté cremoso, añadir el jugo de las frambuesas y mezclar bien. Comprobar el punto de dulce y ajustar si fuera necesario.

Hay que dejar enfriar unas horas la mezcla en la nevera antes de montar el helado, pero de todas formas, como siempre, conviene seguir las indicaciones de cada máquina. Cuando la heladera haya hecho su trabajo, podemos servir el helado de yogur y frambuesa directamente o llevarlo a un recipiente con cierre hermético, y dejar que se endurezca bien.

En este tipo de helado con yogur a mí me gusta más servirlos bien algo derretidos, en lugar de formar bolas Serán más fotogénicas, pero está mucho más rico blandito, cremoso y suave, y mis padres han estado de acuerdo. Si añadimos unas frutas del bosque frescas o chocolate muy negro picado el placer se multiplica.

Raspberry yogurt ice cream

Lo mejor de todo es que me he ahorrado el tren para bajar a Murcia este verano, y me lo salto también para volver a Madrid. Mis padres van a pasar una semana por el norte así que iré con ellos la mitad del camino; comeremos juntos y ellos seguirán su marcha. Es muy práctico esto de que Madrid esté, más o menos, en el centro del país. Recuerdo que de pequeña llegué a pensar que ese era el motivo de que fuera la capital, ¡tenía mucha lógica! ;P

¡Feliz final de agosto!
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