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29 diciembre, 2023

Corazones de miel y especias de Lebkuchen para endulzar el fin de año

¡Feliz Navidad y felices últimos días del año!

Llego un poco tarde para felicitar las fiestas pero ya que, milagrosamente, estoy actualizando de nuevo el blog, me apetecía retomar viejas -viejísimas- costumbres 😊. Espero que estéis pasando estos días lo mejor posible, disfrutando como os venga en gana, con la familia sanguínea o elegida que os haga sentir bien y, sobre todo, con buena salud y sin estrés, agobios o ansiedad. Que al final es lo más importante. Yo he tardado en aprenderlo, pero cuando te das cuenta de lo que realmente merece la pena, estas fiestas o cualquier momento del año se gozan el cuádruple.

Bizcochitos con formas de corazones de miel sobre una bandeja navideña


Porque desafortunadamente hemos tenido este año otra problemas de salud en la familia y es inevitable acordarse de quienes ya no están con nosotros; es parte de esa nostalgia triste pero extrañamente reconfortante y agridulce que tienen las fiestas. Se sufre, pero al mismo tiempo creo que es bonito rememorar esos tiempos pasados, acordarte solo de los momentos felices que pasaste en otra época, casi olvidando que también se discutía o había quejas en la mesa por cualquier tontuna. Recordar puede doler mucho, pero yo no querría olvidar esos recuerdos solo por no sufrir, aunque sea para estar más presente en el ahora y ser consciente de que lo que vivimos hoy también lo echaremos de menos algún día.


Habrá excepciones, por supuesto. Soy consciente de que hablo desde mi propio privilegio y que muchos tendrán unas navidades muy duras. Tampoco quiero lanzar mensajes baratos de taza de Mr.Wonderful -argh-; la vida es cruel y muy puñetera. Ánimo y abrazos para todo el que lo necesite, tenéis el derecho de pasar de las fiestas y sus tradiciones y hacer lo que os venga en gana si toda esta parafernalia os trae sin cuidado. Yo vivo la Navidad como a mí me gusta y jamás se me ocurriría tildar de aguafiestas a quien le resulte absurda.

Dejo ya de divagar mientras intento ignorar los ruidos infernales de la obra del edificio en construcción que tenemos justo pegado al de mis padres -a las 8.00 en puntico arrancan cada mañana- y recupero esta receta que horneé en Madrid pocos días antes de hacer la maleta. Unos corazones de miel y especias de Lebkuchen que se suman al interminable catálogo de este tipo de dulces navideños-invernales que ya han desfilado por aquí. Y los que quedan.

Como me gustan todas las versiones de galletas, panecillos, bizcochitos, pasteles, pastas y demás variantes de pan de especias que he probado, suelo probar nuevas cada año. Receta que veo con buena pinta, receta que apunto y que luego tuneo un poco a mi gusto. En este caso tenemos el típico formato de corazones de miga tierna, sin más grasa que la yema de huevo, endulzados con mucha miel y con su potente aroma de Lebkuchen. Hoy es fácil encontrar esta mezcla en tiendas especializadas, pero podéis hacerla también casera.

La receta utiliza como agente levante la antigua combinación de bicarbonato de amonio y bicarbonato potásico, que sigue usándose en países centroeuropeos. Aquí es complicado encontrarlos, así que se puede sustituir por bicarbonato sódico corriente. Como ya he explicado en alguna ocasión (aquí cuento más detalles), el resultado es distinto y difícil de explicar, pero cuando lo pruebas ves claramente la diferencia en la textura; además los dulces se mantienen tiernos y esponjosos muchísimo más tiempo con los primeros.


Es importante dejar reposar la masa al menos de un día para otro para que se desarrollen bien los sabores y aromas; se podría omitir ese paso si tenemos mucha prisa, pero la diferencia es notable. Por supuesto, cuanto mejor sea la calidad de la miel que uséis, más ricos y aromáticos saldrán, y así además se puede jugar con el aroma según el tipo de miel que elijamos. La mía era una miel de la sierra de Madrid que regalan a mis suegros, de color claro y un precioso dorado brillante, con toques de monte y flores de montaña. Si usamos una miel más oscura los corazones saldrán, obviamente, más oscuritos y tostados. Nada que objetar al respecto. 

Supongo que podrían hacerse con un sirope vegetal para una variante vegana, sustituyendo las yemas por algún equivalente, como sirope de arce, de dátil o de ágave. Quizá la textura final sea distinta, pero quedarán ricos también.

Estos corazones se suelen decorar con almendras y guindas u otros frutos secos, a veces se bañan en chocolate negro o blanco o se pintan con glasa real -azúcar glasé+clara de huevo pasteurizada- como las galletas de jengibre. En mi caso simplemente usé almendras laminadas y trocitos de orejones de albaricoque para darles un toque sencillo, porque son ya suficientemente dulces como para agregar mucho más. Aguantan perfectamente durante semanas si se guardan en un recipiente hermético en un lugar fresco y seco, sin mezclar con otros dulces.

Receta de corazones de miel y especias de Lebkuchen
Inspiración: una receta que tenía apuntada desde hace años y no recuerdo de dónde saqué
Ingredientes para muchos corazones, según tamaño

- 500 g de miel de buena calidad
- 4,5 cucharaditas de mezcla de pan de especias*
- ralladura de 1 naranja pequeña o mandarina
- 3 yemas de huevo de gallinas felices
- 200 ml de buttermilk o leche mezclada con 1 cucharadita de zumo de limón
- 500 g de harina de todo uso
- 100 g de harina integral de centeno
- 1 cucharadita de bicarbonato de amonio**
- 2 cucharaditas de bicarbonato potásico**
- 1 clara de huevo para pintar
- agua o caldo necesario
- frutos secos y/o guindas al gusto

Calentar la miel en un cazo a fuego muy suave para que se ponga muy líquida. Retirar del fuego, añadir las especias y la ralladura y dejar enfriar ligeramente hasta que no queme al tacto. Combinar aparte las harinas con los bicarbonatos en un recipiente grande.

Agregar las yemas y el buttermilk, mezclando con unas varillas manuales. Echar sobre la mezcla seca y trabajar la masa hasta incorporar, terminado de amasar sobre una superficie limpia. Envolver en film y dejar reposar en la parte menos más fría de la nevera durante 24 horas o toda la noche.

Precalentar el horno a 170 ºC sin aire. Estirar la masa entre hojas de papel de horno dejando un grosor de 1 cm. Recortar los corazones con moldes adecuados, distribuir en bandejas de horno con papel sulfurizado, dejando espacio entre ellos, y pintar con la clara de huevo batida. Decorar al gusto si se desea con frutos secos.

Hornear una bandeja cada vez durante unos 12-15 minutos, vigilando que no se tuesten, solo tienen que dorarse. Dejar enfriar un poco antes de trasladar a una rejilla y guardar en un recipiente hermético cuando estén totalmente fríos.

* Una mezcla casera puede ser 1 cucharadita de canela, 1 cucharadita de jengibre, 1/2 cucharadita de clavo, 1/2 cucharadita de cardamomo, 1/2 cucharadita de anís estrellado, 1/2 cucharadita de cilantro/coriandro, 1/4 cucharadita de pimienta de Jamaica, 1/4 cucharadita de nuez moscada (todo molido).

** Sustituir por 2 cucharaditas de levadura química -impulsor- y 1/2 cucharadita de bicarbonato sódico si no se encuentran.


¡Feliz Año Nuevo! Ojalá el 2024 sea, al menos, tranquilo y con buena salud para todos.
24 diciembre, 2021

Navidades aún más diferentes - Biberli, otro pan de especias suizo

Pocas y muchas cosas han pasado desde mi última publicación, y es que el tiempo vuela a un ritmo muy particular, lento y rápido a la vez, pero siempre hacia delante, aunque a veces parece que vivamos en un bucle infinito. No quiero sin embargo detenerme demasiado a reflexionar sobre el estado de la pandemia o en qué situación volvemos a enfrentarnos en este país -y el mundo- a las navidades, pues seguro que estáis tan hastiados como yo. Me está afectando más de lo que esperaba, sinceramente, y creo que de cara al nuevo año tendré que pararme a respirar o me acabará explotando la cabeza.

Pero ese es un tema para otro momento.

Yo vengo hoy, día de Nochebuena, a tratar de recuperar ese espíritu navideño del que siempre he presumido con ingenuidad, y del que he dado buena cuenta a lo largo de tantos años en este blog. Puesto que suelo repetir mis recetas favoritas de dulces festivos -y son muchísimas-, además de lo nuevo que comparto en Directo al Paladar, no me queda mucho espacio para traer recetas nuevas aquí. Sin embargo, no me puedo resistir a probar cosas diferentes, y este año he vuelto al recetario suizo gracias al libro 'Schweizer Guetzli' de Andie Pilot cuyo blog, en inglés, os recomiendo encarecidamente.

Imagen de Adrian Michaels - Wikimmedia Commons

He probado alguna recetilla más pero hoy vengo con mi adaptación de un dulce suizo que me encanta, el Appenzeller Biberli (o Biber), originario de dicha región y hoy vendido y consumido por todo el país. Son unos dulces a medio camino entre bizcocho y galleta tierna, de distintos tamaños, muy especiados y endulzados con miel, habitualmente rellenos de mazapán o mezclas de frutos secos. Los originales van adornados con formas tradicionales, pero nos podemos apañar con cortadores corrientes al gusto. 

Antes de dejaros la receta solo quería dar las gracias al mundo en general, y a la sanidad pública en particular, que mi madre pueda celebrar la Nochebuena con nosotros en casa. Cuando bajé del tren la semana pasada mi padre me recibió con una noticia que me dejó un poco en shock en aquel momento: una mamografía rutinaria había desvelado un nódulo feo que un análisis posterior confirmó como masa tumoral. En apenas dos semanas ya tenía fecha para la operación, y el miércoles pasado, mientras se celebraba el sorteo del Gordo, la operaron. Todo salió muy bien y ayer mismo le dieron el alta; ahora está en casa recuperándose pero animada y con ánimo de superar lo que venga por delante.

 

Cuidemos y apoyemos a nuestros sanitarios, no bajemos la guardia con los controles que nos toquen y mimemos y disfrutemos mucho de cada segundo con nuestra familia y amigos. Eso es lo que realmente importa.

Y que no falten los dulces caseros para celebrar en -reducida- compañía de esos momentos. Feliz Navidad a todos.

Receta de Biberli suizo
Inspiración: Suiza, Navidad y Andie Pilot
Ingredientes aproximados para 15 unidades rellenas o 30 sin relleno

- 100 g de miel fluida aromática
- 80 g de azúcar de grano fino (tipo caster) o normal
- 150 ml de leche sin lactosa
- 1 yema de huevo L
- 200 g de harina de repostería
- 125 g de harina de espelta integral
- 10 g de levadura química
- 3 cucharaditas de mezcla de especias Lebkuchen
- 4 g de sal
- masa de mazapán crudo (o pasta de almendras)
- leche para pincelar

Calentar primero la miel si no estuviera muy fluida, sin dejar que hierva, y combinar con el azúcar, mezclando con unas varillas hasta que este casi se funda. Dejar templar un poco y añadir las especias.

Aparte batir la yema con la leche en un cuenco. En otro recipiente más grande, mezclar las harinas, la levadura y la sal, hacer un hueco y verter las otras dos preparaciones. Combinar y trabajar hasta tener una masa homogénea. Dividir en dos, envolver en plástico film y dejar reposar en la nevera unos 30-60 minutos.

Precalentar el horno a 180ºC. Sacar una porción de masa y estirar con el rodillo hasta dejar un grosor de unos 4-5 mm. Cortar círculos de unos 8 cm de diámetro y, si se van a rellenar, colocar en la mitad una porción de masa de mazapán, sin llegar a los bordes. Tapar con la otra mitad , presionado suavemente los bordes para sellarlos.

Distribuir en bandejas de horno cubiertas con papel sulfurizado ligeramente separados; pitar con más leche y hornear durante unos 12 minutos, hasta que estén bien doraditos. Dejar enfriar sobre una rejilla y guardar en un recipiente hermético.



23 diciembre, 2020

Cocadas, coquitos o Kokos-Makrönli, una receta fácil de dulce de Navidad (que falta nos hace)

 

Cocadas

Es inevitable echar la vista atrás en Navidad. Cuanto más mayor eres, cuantos más años cumples, más pesan las fiestas pasadas, los recuerdos adquieren otros matices en la memoria, rememoras sensaciones en las que antes no te fijabas. Y te acuerdas mucho de la gente que ya no está, claro. Eso es lo peor de las fiestas. Unas celebraciones tan profundamente familiares (entiéndase por familia el concepto que cada cual tenga de ella, lazos sanguíneos o no) están condenadas a tener siempre un poso nostálgico y amargo. Es parte de su encanto, supongo. Son agridulces. Y quizá por eso necesitamos a veces endulzarlas mucho más.

Desde luego, si hay un año para llenar las navidades de caprichos golosos que reconforten y nos trasladen a esa infancia en la que éramos (los afortunados que pudimos) felices e inocentes, es este aciago 2020. Qué más queda por comentar ya, a estas alturas. Va a ser un año para recordar en muchos, muchísimos aspectos. A nivel personal, pandemia aparte, también nos ha trastocado bastante y aún nos tenía reservadas algunas malas noticias que, en fin, intentamos que no nos terminen de estropear las fiestas.

 

Cocadas
 

Porque quiero centrarme en lo positivo y dar gracias por las cosas que sí merece la pena celebrar. Ya suelto bilis y doy la tabarra en las redes sociales sobre lo que me indigna y me entristece la falta de responsabilidad, empatía, conciencia social y solidaridad que imperan estos días. Así que me refugio un poco en mi pobre blog, que tan abandonadico tengo, pero al que vuelvo a menudo a recordar tiempos pasados y recetas favoritas.

Mi madre me comentó este verano pasado lo mucho que recordaba unos dulces de coco que mi abuela compraba en cierta pastelería cuando bajaba a Murcia. Tiene ese recuerdo fuertemente grabado en la memoria, de sus días de infancia en la casa de la huerta de mis abuelos, que aún conservamos pero que ya nadie de la familia habita entre sus paredes. Una casa humilde pero que también yo tengo asociada a fuertes recuerdos, y muchos navideños. 

Se me está formando un nudo en la garganta al invadirme sensaciones de golpe inesperadas, y me desvío del tema. Si es que no se me puede dejar escribir.

Cocadas
 

En fin, que yo venía a hablar de estos simples dulces de coco. De cómo me acordé de la ilusión con la que mi madre me describía ese recuerdo infantil de mi abuela volviendo de "la ciudad" con un capricho para sus hijos, cuando los dulces se comían en ocasiones muy contadas. Y como mi elfo aborrece el coco, pero a mi familia murciano-suiza nos encanta, pensé en hacer algo en su honor en cuanto pude volver a mi tierra para las fiestas. Con muchas medidas de seguridad, eso por descontado.

Hay muchas variantes de este dulce en recetarios de toda Europa; en España se conocen como cocadas, coquitos o sultanas de coco, y en Suiza y Alemania se preparan también pastas similares. Supongo que el coco se consideraba un ingrediente muy exótico y excepcional, festivo, hace décadas, y por eso muchos lo siguen asociando a la Navidad.

Receta de cocadas, coquitos o Kokos-Makrönli
Inspiración: los recuerdos de mi madre y la Navidad
Ingredientes aproximados para 25-30 unidades

- 3 claras de huevo L
- 140 g de azúcar
- 1 sobre de azúcar vainillado
- 1 pizca de sal
- 1 limón
- 200 g de coco rallado (aproximadamente)
- 80 g de almendra molida
- Obleas (opcional)

Precalentar el horno a 160ºC y preparr una bandeja con papel antiadherente.

Empezar a batir las claras de huevo con una pizca de sal, con batidora de varillas, hasta que empiecen a montarse. Añadir el azúcar poco a poco a medida que se sigue batiendo. Añadir el azúcar vainillado y seguir batiendo hasta tener una especie de merengue fluido, brillante, con el azúcar completamente disuelto.

Agregar ralladura fina de limón y 15 ml (1 cucharada) del zumo. Incorporar la almendra molida y el coco, y mezclar bien con movimientos envolventes, hasta tener una masa húmeda pero maleable, que se pueda compactar. Es mejor echar el coco poco a poco porque igual no necesitamos todo, o quizás necesitemos más. Depende del tamaño de las claras y cómo se hayan montado.

Repartir la masa en las obleas con una cucharadita, compactándola, dándole forma más o menos redondeada. Disponerlas en las bandeja preparada y hornear durante unos 15-18 minutos, hasta que se hayan dorado un poquito por fuera.

Consejo: están deliciosas si se cubren con chocolate negro fundido una vez frías; también se puede prescindir de la oblea, formar bolitas sobre la bandeja con papel, y sumergir la base en el chocolate después de hornearlas.

Cocadas

 

Siempre he dicho que la víspera de la víspera, el día anterior a Nochebuena, era de mis favoritos. Sigue siéndolo, a pesar de todo. Hoy hemos podido hacer la compra especial para la "gran" celebración (siempre hemos sido cuatro personas, y este año seguiremos siéndolo, más que nunca) y he dado un paseo precioso con mi madre al atardecer, siguiendo el río, con nuestras mascarillas, pero sin dejar de hablar de nuestras cosas. Y bien acompañadas de patos y tortugas.

Disfrutad mucho, todo lo que buenamente podáis, de estas navidades, con responsabilidad y mucha energía positiva. Cuidáos y cuidad a los demás, ahora y siempre. A pesar de todo, ¡felices fiestas!

23 diciembre, 2019

Makrönli de avellana y almendra al cardamomo: receta de galletas suizas navideñas (sin gluten y sin lactosa)

Tengo un problema: de todas las canciones navideñas que me gusta escuchar, la que se me queda metida en la cabeza todo el día es Let it snow!, que, a ver, me encanta -transmite muy buen rollo-, pero en Murcia ahora mismo, más bien tenemos primavera. Se agradece el solecito del recién estrenado invierno y no tener que salir con miles de capas de abrigo pero... Jo, yo quiero noches de sofá, manta y tazas humeantes, pijamas calentitos y calcetines gordos.


Hasta aquí mis quejas, que estoy en mi tierra, el árbol luce precioso, toda la familia está sana y el horno nuevo de mis padres va de maravilla. La maldita carpa que han instalado en la Plaza de Toros con actuaciones todos los viernes y sábados es, por ahora, tolerable, y he horneado tortas de Pascua y galletas suizas para abastecer a tres familias. A ver si consigo que ninguna tontería me estropee las fiestas. Ni los 24 grados de temperatura.

Para variar, no he podido hacer todas las recetas navideñas que me hubiera gustado, aunque sí tengo aún alguna cosilla esperando para ver la luz estos días de celebraciones. Hoy os dejo una variante de una de mis favoritas del -enorme- recetario suizo navideño: Makrönli o Makrönchen, que además son geniales para aprovechar restos de frutos secos o de clara de huevo.

No necesitan complicaciones con el rodillo, ni cortadores ni moldes de ningún tipo. Su acabado rústico es parte de su encanto y permiten hacer variaciones con los frutos secos que nos apetezcan, o ser más o menos finos en la decoración. En este caso he combinado avellana en la masa con una almendra como coronación, y un toque de cardamomo. Si no fuera por la cantidad de azúcar, serían unas galletas fit :P. Eso sí, sin gluten y sin lactosa.



Hace varios siglos, en mis primeros pinitos en la cocina, compartí una versión primitiva con nueces y también las makrönchen más originales. Aguantan de maravilla muchos días si se conservan en un recipiente hermético, sin mezclarse con dulces de otras texturas.


Receta de makrönli de avellana y almendra al cardamomo 
Inspiración: mis tradiciones navideñas y esta receta
Ingredientes aproximados para 30 unidades

- 200 g de avellana molida
- 2 claras de huevo
- 1 buena pizca de sal
- 5 ml de esencia de vainilla
- 1/2 cucharadita de cardamomo molido
- 130 g de azúcar
- almendras o avellanas crudas

Batir las claras de huevo con el azúcar con batidora de varillas hasta que se espese, unos pocos minutos. Agregar la sal y la vainilla, y batir un minuto más.

Incorporar la avellana molida y mezclar con movimientos envolventes hasta tener una masa homogénea, húmeda, sin restos secos ni grumos gordos.

Cubrir con una hoja de papel sulfurizado o similar una bandeja grande de hornear. Con ayuda de una o dos cucharillas, tomar pequeñas porciones de masa y formar montoncitos, del tamaño de una nuez, distribuyéndolos en la bandeja.

Se pueden redondear o perfilar un poco con las manos humedecidas, si preferimos un acabado más fino. Coronar cada bolita con una almendra o avellana cruda. Dejar a temperatura ambiente durante, al menos seis horas.

Si hace calor en la cocina, introducir en la nevera. Si hay gatos por la casa que meten las narices (y sus pelos) en todo, tapar bien con un paño limpio.

Precalentar el horno a 175º C y hornear durante unos 10 minutos, hasta que empiecen a dorarse. Esperar un par de minutos fuera del horno y dejar enfriar completamente sobre una rejilla.




01 agosto, 2019

Spätzli o Knöpfli, pasta suiza para celebrar el 1 de agosto

Allá por los inicios del blog (año 2006, casi nada) compartía una primitiva receta de Spätzli, aunque tenía cierta trampa. Las cantidades eran muy vagas porque usé un viejo chisme que heredó mi padre de mis abuelos, el típico aparato con las medidas marcadas para ir añadiendo ingredientes para no tener que medir o pesar nada.



Pero ese aparatejo está en Murcia y yo llevo mucho tiempo con morriña de Spätzli, así que aproveché que mis padres estuvieron por la patria helvética en primavera y les encargué -además de toneladas algo de chocolate- otro chisme más tradicional, que al parecer no es tan fácil de encontrar, si me fío de mi padre. El caso es que por fin he sacado tiempo y excusas para ponerlo a prueba; qué mejor que el día 1 de agosto, la Fiesta Nacional suiza, para traerlos por aquí. Mi tradicional Zopf de cada verano lo reservo para cuando me escape al campo murciano la semana que viene, para compartirlo en familia 😄.

Yo era aún una criaja la última vez que pudimos organizar un viaje a Suiza coincidiendo con el Nationalfeiertag. Hay que admitir que el primer día de agosto no es muy propicio para viajar y tampoco práctico para organizar las vacaciones laborales de mi padre. Así que soy consciente de que tengo recuerdos muy idealizados de aquellas fiestas, cuando todo era una mezcla de magia, diversión y alegría sin preocupaciones a la vista. 



El 1 de agosto acabábamos de llegar y todo era ilusión y nervios, y el país parecía que nos recibía engalanado y listo para pasarlo bien. Siempre suele haber banderitas suizas -del país y de los cantones- en jardines, casas y comercios, pero cuando se acerca la fiesta nacional todo se multiplica. En pleno verano, además, Suiza está preciosa, verde y reluciente, llena de flores de colores y con parques y jardines en todo su esplendor. 

Lo habitual es organizar comidas-cenas al aire libre, en familia o reuniendo amigos y vecinos, y también se hacen muchas comidas comunales en barrios y pueblos. Hay barbacoas -por supuesto-, música, bailes, trajes y juegos tradicionales, y fuegos artificiales para culminar la fiesta. Cada cantón y cada ciudad tiene sus costumbres o festejos propios, pero lo que no falta es la buena comida al aire libre, y es muy típico decorar los platos, panes y dulces con banderitas o cruces que la recrean.




Los Spätzli no son precisamente comida de verano, aunque también admiten recetas más ligeras. Mi padre los relaciona con el otoño y el invierno porque están deliciosos acompañando una salsa o guiso bien contundente, especialmente con carne. Pero también son muy ricos bien pasados por la sartén con mantequilla o aceite, aderezados con especias o hierbas y, eso sí, con mucho queso. Realmente es como la pasta italiana, con poco sabor por sí sola y que admite multitud de acompañamientos.


En Alemania los llaman Spätzle, pero es que en Suiza son muy de meter 'ies' por todas partes. Está la variante Knöpfli, que realmente solo se diferencia en la forma, más pequeñitos y gorditos. Los Spätzli deberían ser más alargados, aunque son tan rústicos que hay muchas variantes y formas de hacerlos. Esta es la primera vez que los hago y me han salido algo mutantes, combinando ambos tipos.

En este vídeo de abajo se ve muy bien la diferencia entre ambos. Además se muestra otra forma de hacerlos, sin el colador este que uso yo, cortándolos a cuchillo desde una tabla de madera. La masa es mucho más viscosa que la pasta italiana y sale un poco a su bola; en el carácter rústico aleatorio está gran parte de su encanto. Si tenéis un colador de agujeros gordos, también valdría.





Receta de Spätzli o Knöpfli, a la suiza
Inspiración: Betty Bossi, la morriña helvética y el 1 de agosto
Ingredientes para 4-6 raciones

- 300 g de harina floja (de repostería o de todo uso)
- 3/4 cucharadita de sal y más para el agua
- 75 ml de leche sin lactosa (o vegetal, o normal y corrtiente)
- 75 ml de agua (quizá un poco más)
- 3 huevos de gallinas felices
- mantequilla suiza o aceite para cocinar
- pimienta negra recién molida
- 1 pizca de nuez moscada
- hierbas al gusto (tomillo, romero, orégano, salvia...)
- abundante queso para rallar (el gruyére o emmental suizo van genial, parmesano o grana padano también)

Mezclar en un recipiente la harina con la sal y formar un hueco. En otro cuenco, romper los huevos y batir ligeramente. Echarlos en el hueco de la harina y agregar los líquidos. Empezar a mezclar y amasar con una cuchara grande o una espátula hasta tener una masa húmeda y pegajosa. Si estuviera demasiado dura, añadir un poco de agua. Tiene que quedar elástica. Tapar y dejar reposar 30 minutos.

Poner a hervir abundante agua con sal en una olla o cazuela ancha. Tener listo un recipiente grande frío al lado, o un colador, y una espumadera. Cuando el agua esté hierviendo, pero tampoco a lo loco, empezar a echar la masa usando el colador o extendiendo porciones en una tabla de madera y cortando tiras finas. 

La masa debe ir cayendo en porciones pequeñas en el agua. Se cuecen en 1-2 minutos, cuando flotan ya están listos. Ir sacándolos con la espumadera al colador o recipiente frío. Continuar hasta terminar con toda la masa.

Saltear los Spätzli en una sartén grande con mantequilla derretida o aceite, añadiendo pimienta negra, especias y hierbas al gusto. Si no se van a servir con salsas, conviene que se doren y cojan buen color. Agregar queso recién rallado, mezclar y saltear un poco más, y servir con más queso. También se pueden gratinar en el horno con, efectivamente, mucho queso.





¡Feliz 1 de agosto! Tenéis permiso para celebrarlo con chocolate suizo ;).



31 marzo, 2018

Osterfladen - Tarta suiza para el Domingo de Pascua

Cuando vuelvo a Murcia por Navidad lo primero que me gusta hacer es salir a tomar un café con mi padre. En Semana Santa casi siempre llego con buen tiempo, así que lo que me pide el cuerpo es un helado de Chambi. El mismo miércoles sorteamos las procesiones para llegar a mi querida heladería y los dos disfrutamos de un cremoso sorbete de arándanos, como siempre, delicioso. Y charlando de todo un poco, mi padre me dijo que no recordaba ningún postre especial de su infancia en Suiza por Pascua, solo toneladas de huevos y conejitos de chocolate. "¿No conoces el Osterfladen?", pregunté, anonadada; "No me suena". Obviamente, tenía que ponerle remedio.



Y es que a veces se nos olvida que no todo el mundo de un país o región tiene por qué conocer toda la gastronomía y las recetas típicas de allí. Sin entrar en definir qué es exactamente lo "típico" y "tradicional", haber nacido y crecido en un sitio no te convierte en autoridad suprema de todo el conocimiento de ese lugar. Yo, sin ir más lejos, crecí sin saber que las monas eran típicas de Pascua -las asociaba más bien al desayuno del cole en la fiesta de Navidad, con chocolate -, y no supe que las torrijas eran tradicionales de Semana Santa hasta que dejé el instituto. ¿Por qué iba mi padre a conocer todas las recetas típicas de Suiza?



Por eso me hacen gracia los típicos comentarios de "Pues estuve en Italia y la pizza no era tan buena" o "Tengo un compañero italiano que hace la carbonara con nata". ¿Es que en tooooda Italia hacen por norma una pizza exquisita? ¿Saben toooodos los italianos cocinar como los ángeles? Lo dudo mucho, igual que en España te pueden servir una paella o un gazpacho horrible en muchos sitios. ¿Todos los españoles cocinan bien el arroz, o las croquetas, o la tortilla de patatas? Ojalá.



Claro que es más probable que los habitantes de un lugar conozcan mejor los platos y recetas típicas de allí, pero no siempre se cumple. Mi padre es el vivo ejemplo de ello; en Suiza es tradicional preparar una tarta o pastel para celebrar la Pascua, pero en sus recuerdos de infancia solo hay sitio para los huevos y el chocolate. Mi abuela preparaba algún plato fuerte familiar y dejaba el apartado dulce a todos los chocolates y golosinas varias que dejaba el Conejo de Pascua para los niños. Y por eso mi padre me miró raro cuando le pregunté por el Osterfladen.



Hay varias versiones de esta tarta, cuyos orígenes parecen remontarse al siglo XVI o XVII. También aparecen variantes con los nombres de Osterkuchen (como la que os enseñé el otro día) u Osterchüechli (normalmente en formato pequeño individual), aunque el Fladen se suele emplear más para la receta más tradicional. Todas son tartas redondas y no muy altas, con una base de masa quebrada más o menos dulce. El relleno del Osterfladen es cremoso pero hay dos grandes variantes: con arroz o con sémola (Griess). Además hay versiones que combinan ambos ingredientes, y otras que no tienen ninguno de los dos.



Esa ha sido mi apuesta final. El relleno de arroz no me convence porque es más difícil pillarle el punto al grano y sabía que a mi madre le iba a parecer raro; sémola no tenía ganas de comprar para dejar luego casi el paquete entero condenado al olvido en esta casa. Así que mi Osterfladen está relleno solo con las tradicionales pasas, almendras y esa crema tan rica que yo preparo sin lactosa. Es una tarta muy fácil que os animo a probar en cualquier momento del año.


Receta de Osterfladen o tarta suiza de Pascua
Inspiración: ligeramente modificada de Betty-Bossi
Ingredientes para un molde de unos 20 cm

- 100 g de copos de avena (o harina de avena)
- 100 g de harina de trigo
- 1 pizca de sal
- 2 cucharadas de azúcar
- 1/4 cucharadita de esencia de vainilla
- 100 g de mantequilla sin sal, muy fría y cortada en cubitos (y un poco más para el molde)
- 1 huevo L

- 40 g de uvas pasas sultanas (remojadas en ron, opcional)
- 2 cucharadas de almendra molida
- 3 huevos L
- 70 g de azúcar
- 1/2 cucharadita de esencia de vainilla
- ralladura de 1 limón
- 1 buena pizca de sal
- 400 g de nata para montar (sin lactosa)
- 15 g de maizena tamizada
- azúcar glasé para decorar

Yo he usado la picadora de la batidora de mi madre. Triturar primero los copos de avena hasta dejar una textura fina; añadir la harina de trigo, la sal, el azúcar y la vainilla, y triturar un poco. Agregar la mantequilla y volver a triturar hasta que quede una textura de migas. Incorporar el huevo y volver a triturar hasta que se amalgame todo.

Terminar de trabajar la masa a mano para compactarla, pero sin manosearla mucho. Formar un disco plano y envolver en plástico film. Llevara la nevera como mínimo 30 minutos, mejor una hora completa si ya hace calorcito. Engrasar mientras tanto el molde con mantequilla y una pizca de harina tamizada.

Precalentar el horno a 200ºC. Picar las pasas y mezclar con la almendra molida. Es importante que las pasas sean jugosas y tiernas, si estuvieran muy secas aconsejo dejarlas a remojo en ron o zumo de naranja. Estirar la masa dándole forma redondeada y cubrir el molde. Pinchar ligeramente la base con un tenedor y repartir la mezcla de pasas y almendra.

Disponer los huevos en un recipiente y batir ligeramente con el azúcar, la vainilla, el limón y la sal. Añadir la nata y batir un poco más. Incorporar la maizena y volver a batir a velocidad baja hasta lograr una crema homogénea, sin grumos. Verter con suavidad en el molde y llevar al horno.

Hornear durante unos 10 minutos, bajar la temperatura a 180ºC y continuar la cocción hasta que al pinchar con un palillo salga limpio. Si se dorase mucho, cubrir con papel de aluminio. Dejar enfriar completamente antes de desmoldar o decorar con azúcar glasé.



Lo típico es decorar el Osterfladen con algún motivo de Pascua, algo muy sencillo sacando una plantilla de las redes. Las siluetas de conejos son lo más tradicional y quedan muy bien; yo copié el mío de alguna web directamente poniendo un folio encima de la pantalla.

Está más rica si se deja reposar unas horas, incluso es buena idea hornearla por la noche para servirla al día siguiente. Mejor guardarla en la nevera, que ya han subido las temperaturas de verdad, y fresquita también sienta de maravilla.

¡Feliz Pascua!
28 marzo, 2018

Osterkuchen: Tarta de Pascua de zanahoria, otra receta suiza

¿Estáis todos de vacaciones? La Semana Santa la pasa cada uno un poco a su manera, pero espero que sea como sea podáis disfrutar de estos días. Yo ya estoy en Murcia -prefiero no hablar del viaje en tren- y con ganas de exprimir al máximo estos pocos días de mi tierra y mi familia. ¡Y de hornear! Aquí esperan que empiece a preparar dulces y no puedo negarme, claro... Mientras decido si me tira más el lado materno o paterno, os dejo con esta receta de Osterkuchen o Tarta de Pascua de zanahoria, un básico de la repostería suiza que tenía ganas de probar.



Yo probé la repostería con zanahoria mucho antes de que se pusiera de moda el carrot cake por aquí. ¿Recordáis cuando sonaba raro pensar en un pastel o galletas con zanahorias? Y hoy es un postre ya imprescindible en cualquier restaurante o pastelería, aunque con demasiados engendros industriales que solo saben a azúcar y mala mantequilla.



Mi tarta de zanahoria favorita es suiza, no lleva relleno ni crema de queso, y tampoco contiene mantequilla o aceite. Es la Aargauer Rüeblitorte y no puedo dejar de recomendarla a todo el mundo. Quizá caiga una variante aprovechando la Pascua estos días... ¡Es tan rica! Y yo tengo muy asociadas las zanahorias con la Semana Santa, precisamente por la influencia suiza. Ahora ya tenemos la parafernalia pascual europea bien integrada con nuestras procesiones, torrijas y pestiños, pero en mi infancia todavía era algo raro por aquí.





Cada vez valoro más nuestra cultura y patrimonio asociado a la Semana Santa -cómo no hacerlo, con la importancia que tiene en Murcia y con esos magníficos pasos de Salzillo-, pero cuando era niña vivía ajena a todo eso. Eran días de vacaciones en el campo y algún pequeño viaje, de pintar huevos de Pascua y salir a buscarlos por el jardín, de comer huevos de chocolate y de jugar con muñecos de pollitos, conejos y zanahorias. Hoy me gusta disfrutar de todo 😏.



Esta tarta es muy sencilla y se puede adaptar a diferentes moldes. Si usáis uno más pequeño, quedará más gordito el relleno, y también se puede preparar en moldes individuales. La masa de base se trabaja muy bien con un procesador de alimentos o trituradora; en cualquier caso recomiendo usar la mantequilla muy, muy fría. Yo apenas le añado azúcar y el relleno también lo he rebajado de dulzor, prefiero potenciar las especias. En cualquier caso, os indico las cantidades originales por si sois demasiado golosos.


Osterkuchen o pastel de Pascua de zanahoria suizo
Receta adaptada de swiss milk
Ingredientes para un molde de unos 20 cm de diámetro

- 100 g de harina de repostería
- 100 g de harina de avena
- 1 sobre de 8 g de azúcar vainillado (75 g de azúcar blanco en el original)
- 1/2 cucharadita de sal
- 100 g de mantequilla sin sal muy fría y cortada en cubos pequeños
- 1 huevo L

- 200 g de zanahoria (pesada ya pelada)
- 100 g de nata para montar
- 2 huevos L
- 3 cucharadas de azúcar moreno o panela (5 en el original; también he probado a hacerla con edulcorante líquido y queda bien)
- 2 cucharadas de maizena
- ralladura de limón
- 1/2 cucharadita de esencia de vainilla
- una pizca de canela
- azúcar glasé, zanahorias de mazapán, huevos de chocolate... para decorar

Mezclar a mano o con un robot de cocina las harinas con el azúcar y la sal. Agregar la mantequilla y triturar hasta que quede una textura de migas. Añadir el huevo ligeramente batido y continuar mezclando lo justo hasta tener una masa que se pueda cohesionar. Formar un bloque plano, envolver en plástico film y dejar en la nevera como mínimo una hora.

Precalentar el horno a 200ºC y engrasar un molde de tarta de borde rizado, de unos 20 cm de diámetro. Trocear las zanahorias ya lavadas, peladas y pesadas, y cocer al vapor o en el microondas, hasta que estén tiernas. Dejar enfriar un poco.

Batir en un recipiente la nata con los huevos, el azúcar, la vainilla, ralladura de limón y canela. Añadir la maizena tamizada y batir un poco más. Incorporar las zanahorias y triturar el conjunto con una batidora de brazo o con un robot, hasta obtener una mezcla homogénea.

Estirar la masa de la nevera y forrar el molde, procurando que quede uniforme, y con un grosor no superior a 4-5 mm. Si sobra masa, recomiendo guardarla y hornearla en forma de mini galletas (no hay que tirar nada). Echar el relleno y hornear durante 10 minutos. Bajar la temperatura a 180ºC y seguir horneando unos 20-30 minutos más.

Si se dorase demasiado por encima antes de terminar de cuajar, cubrir con papel de aluminio. Esperar a que se enfríe completamente antes de desmoldar y decorar. Conservar en la nevera.



Bueno, hace un día espectacular y el cuerpo me pide salir a recibir los rayos de sol, ahora que todavía se agradecen. A ver si puedo inaugurar la temporada de helados mientras veo pasar a los Coloraos, una de las procesiones más queridas de la ciudad :). ¡Disfrutad de estos días lo que podáis!
09 diciembre, 2017

Galletas Nussstängeli. Receta suiza de barritas crujientes de avellana

Volvemos a la carga con una receta para engordar el catálogo de galletas navideñas. Ya sabréis que en Suiza y muchos otros países es tradición preparar muchas, muchas, -MUCHAS- galletas en época de Adviento y Navidad, y el recetario es inmenso. Me encanta probar galletas nuevas cada año pero soy también fiel a mis imprescindibles, así que no me queda otra que empezar a hornear semanas o meses antes de diciembre. Es el caso de estas galletas Nusstängeli, unas deliciosas barritas de avellana que me traen grandes recuerdos.

Nussstängeli-Guetzli

Cuando era pequeña solíamos ir a Suiza siempre en verano, así que no tenía tanto empacho de los dulces navideños. Peeeero hay ciertas galletas a las que los suizos no pueden renunciar ni en agosto, así que mi padre siempre compraba varios paquetes en cuanto llegábamos a su tierra. Las más famosas las tengo ya en el blog: Zimtsterne, Mailänderli, Läckerli, Brunsli, Chräbeli... pero me faltaba una de mis favoritas.

Yo solo tenía el recuerdo de su textura, aroma y sabor guardado en mi memoria. Las había dejado un poco apartadas pero hace unos meses, en uno de esos momentos nostálgicos en los que parece que todo tiempo pasado fue mejor -una ilusa mentira-, me vino un flash de estas galletas a la cabeza. No tenía ni idea de cómo se llamaban y mi padre no sirve de mucho para recordar nombres exactos de las cosas, así que me puse a buscar por las redes. Y finalmente las encontré: mis adoradas Nusstängeli-Guetzli.

Nussstängeli-Guetzli

La palabreja se las trae pero tiene toda su lógica. Bueno, a un alemán-alemán le hará fruncir el ceño porque es típicamente suizo -la palabra más típica en alemán para galletas es Kekse-. A los suizos les encantan las i por todas partes. Nuss: nuez, frutos secos, abreviatura de Haselnuss, avellana; Stangel: tallo, barrita, bastón; Guetzli: galletas. Galletas de avellana con forma de barrita. Sencillo.

Aproveché para hornearlas cuando estuvieron mis padres por aquí ya que sabía que ellos comparten mi pasión por galletas de este tipo, y mi padre las reconoció al instante. Son sencillas, algo rústicas, a base de mantequilla y avellana, un sabor que destaca por sí solo y no necesita más especias ni añadidos. Crujientes y muy aromáticas, son adictivas con el café o cualquier otra cosa, y encima tienen la forma ideal para mojar. ¡Muy recomendables si os gustan los frutos secos!

Nussstängeli-Guetzli

Receta de Nussstängeli-Guetzli o galletas de avellana
Inspiración: Swissmilk y mi nostalgia
Ingredientes para unas 60-70 unidades

- 125 g de mantequilla atemperada
- 120 g de azúcar
- 1 pizca de sal
- 2 huevos L a temperatura ambiente
- 125 g de avellana molida
- algunas avellanas picadas groseramente (opcional)
- 175 g de harina (quizá un poco más)
- 1 yema de huevo
- 15 ml de leche

Batir la mantequilla en pomada en un recipiente con batidora de varillas, hasta que quede cremosa. Agregar el azúcar, batir hasta que se integre bien, y añadir la sal y los huevos. Batir un poco más a velocidad baja.

Añadir la avellana molida, las avellanas picadas si se usan y la harina. Mezclar todo bien hasta tener una masa húmeda y pegajosa, pero sin grumos secos. Envolver en plástico film formando un disco y dejar en la nevera como mínimo una hora, mejor varias.

Precalentar el horno a 200ºC  sin ventilador y preparar unas bandejas. Extender la masa dejando un grosor de 6 mm, sobre una superficie ligeramente enharinada o sobre papel antiadherente. Cortar bastones de unos 5-6 cm de largo por 1,5 cm de ancho y colocarlos en las bandejas.

Batir la yema con la leche y pintar las barritas. Llevar a la nevera unos 15 minutos, volver a pintar ligeramente y hornear durante unos 8-10 minutos, hasta que se hayan dorado. Esperar un poco antes de llevarlas a una rejilla para que se enfríen por completo.

Nussstängeli-Guetzli

Qué raro se me hace pensar que sea sábado, las semanas con tanto día festivo y encima salteado me descolocan por completo. Ser autónomo es muy malo para la salud mental, ya os lo digo ;).
¡Feliz fin de semana! Que horneéis mucho. 😏

16 octubre, 2017

Cuchaule, pan tierno de azafrán suizo. Receta para el Día Mundial del Pan #WBD2017

Ha sido una semana intensa, agotadora pero en la que he disfrutado un montón de la visita de mis padres. Se marcharon el sábado y me dejaron sola con nuestro gato Lito, porque el elfo sí tiene una vida más normal y pudo escaparse de puente a sus cosas de cartas Magic. Y aunque tenía muhcas cosas que hacer, jamás me perdería mi cita con el Día Mundial del Pan :). Este año vuelvo a mirar a mi Suiza con la receta de Cuchaule, una especialidad de Friburgo que llevaba tiempo queriendo probar.

Cuchaule - Swiss bread

Cada 16 de octubre, desde el año 2006, dejo que se desate mi pasión panadera. Me encanta el pan, el buen pan, me apasiona descubrir panes tradicionales y probar recetas innovadoras de panaderos emprendedores. Me enamora viajar a través de los panes del mundo, disfruto muchísimo comiendo panes ricos de harinas, migas, cortezas y sabores diferentes. Me gusta liarme en la cocina con masas y fermentos, aunque no le dedico toda la atención y tiempo que querría, y me hace muy feliz el aroma a pan casero o el sonido de la corteza cuando cruje al enfriarse.

Es fantástico que tanta gente se haya ido animando a hacer pan desde que empezó todo este evento en las redes, que ahora haya tantos libros, páginas, blogs y talleres dedicados al pan casero. Que estén surgiendo tantas panaderías artesanas, con tantos panaderos jóvenes que demuestran que estábamos hartos del pan malo precongelado industrial. El pan me fascina en muchos sentidos, gastronómicamente hablando y también por el valor histórico y cultural que tiene.

Cuchaule - Swiss bread

En fin, no me quiero enrollar mucho más, siempre me dejo llevar demasiado cada año. Pero ya sabréis que en Suiza hay una cultura panadera muy rica, con panes deliciosos en cualquier supermercado, y que además esconde muchas especialidades regionales de las cuales me faltan muchas por descubrir. Como me puede la morriña, este año he vuelto a indagar en el recetario suizo para reconectar con mi otro país, y hoy toca viajar a la parte francesa de la verde Suiza.

Cuchaule - Swiss bread

El Cuchaule es un pan enriquecido tipo brioche, con menos grasa pero también muy tierno, aromático y ligeramente dulce. La peculiaridad que tiene es su forma, con el dibujo en rombos de la corteza, y el aroma a azafrán que además tiñe un poco la miga. Es una especie de mezcla entre el Zopf, el brioche francés y el lussekatter sueco. ¡Hay que ver lo ricos que quedan los panes con azafrán! Al parecer es un pan que se sirve tradicionalmente en la fiesta de Bénichon, que celebra las cosechas y que tuvo antiguamente gran significado religioso. Hoy es una celebración popular en la que se come y se bebe muy bien, y el Cuchaule se toma con la mostaza de Bénichon de la región.

Cuchaule - Swiss bread

La receta en sí no es muy complicada, pero como queremos un pan bien tierno hay que cuidar la hidratación de la masa. Recordad, nada de pasarse echando harina, lo mejor es dejar que la masa repose y no tener prisa con ella. Podéis hacer un pan grande o dos más pequeños, y está muy rico con mantequilla, mermelada, miel, queso, jamón, aguacate, fruta, mostaza o lo que se os ocurra. No hay normas escritas a la hora de degustar un buen pan :).

Receta de Cuchaule, brioche de azafrán típico del cantón suizo de Friburgo
Inspiración: mis viajes por Suiza, Rosa's Yummy Yums y Betty Bossi
Ingredientes para 1 pan grande o 2 medianos

- 500 g de harina de fuerza
- 1 sobre de levadura seca de panadería (7 g aproximadamente)
- 200 ml de leche
- 100 ml de agua
- 1 huevo
- 50 g de azúcar (me gusta poco dulce, se puede incrementar la cantidad hasta 70-80 g)
- 40 g de mantequilla en pomada
- 1 buena pizca de azafrán
- 1 cucharadita de sal
- 1 huevo para pintar con un poco de leche

Disponer la harina en un recipiente amplio y mezclar con la levadura. Añadir la leche, el agua, el huevo batido y el azúcar, y trabajar lo justo para que todo esté incorporado. Tapar y dejar reposar 30 minutos.

Añadir la mantequilla en pomada, el azafrán y la sal, y empezar a amasar. Si estuviera muy pegajoso, volver a dejar reposar tapado unos 20 minutos más. Amasar con energía unos 10-15 minutos, hasta tener una masa suave, elástica y homogénea. Colocar en un cuenco engrasado, tapar y dejar levar hasta que doble su volumen.

Deshinchar la masa, reamasar un poco y formar una bola grande o dos más pequeñas, con buena tensión superficial. Colocar en una bandeja de horno con papel sulfurizado y pintar con el otro huevo batido con un poco de leche.

Precalentar el horno a 180ºC mientas reposa de nuevo la masa unos 20 minutos. Dar otra capa de huevo y dibujar unos rombos o cuadrícula con un cuchillo, haciendo cortes no muy profundos. Hornear durante unos 35-40 minutos, o hasta que se haya dorado bien y suene hueco al golpear la base.

Dejar enfriar por completo sobre una rejilla antes de cortar en rebanadas. Aguanta bien un par de días, después es estupendo para hacer un pudding o torrijas. Se pueden congelar las rebanadas individualmente y así tener tostadas muy ricas a lo largo de la semana.

Cuchaule - Swiss bread

No os perdáis el recopilatorio de panes del mundo que sacará zorra en 1x umrühren aka kochtop, seguro que os inspira para hornear muuuuchos panes en los próximos meses 😋
Y aquí está mi propuesta del año pasado, los riquísimos Bürli suizos.

¿Y vosotros, habéis horneado algo estos días? ¿Os daréis un homenaje panadero en honor a la celebración de hoy? Sea como sea, ¡feliz Día Mundial del Pan!
28 febrero, 2017

Omeletten o crêpes con compota de frambuesas y chía. Receta de mi padre aprovechando Carnaval

Todavía no sé cómo no estoy arrastrándome por el suelo. Bueno, tiempo al tiempo. La semana pasada no solo la tuve hasta arriba de quehaceres -me encanta esa palabra-, encima pasamos el finde en Sevilla porque teníamos una boda. Perezón absoluto y sobre todo agotamiento mortal, entre madrugones, traslados, ceremonia, banquete, postbanquete, vuelta a casa... A pesar de todo, lo pasamos bien, y ya tengo ganas de volver con más tiempo. Y el domingo fueron los Oscar, claro, no me lo pensaba perder por nada del mundo. Dormí un par de horas me hice una súper taza de chocolate espeso y listo, a experimentar en vivo el momentazo que tuvimos al final de la gala. Aún sigo alucinando, pero ese es otro tema. Hoy es Martes de Carnaval y ya que no he tenido tiempo para recetas más elaboradas, vengo a homenajear a mi padre con su receta de Omeletten, también llamados crêpes, Palatshincken, Pfannkuchen, filloas, frixuelos o lo que más os guste. Es el #MardiGras, #PancakeDay o #FatTuesday, y toca comer estas delicias.

Omeletten - Crêpes - Palatschinken

He adquirido el hábito de sumarme al Martes Graso desde hace unos años y ya es tradición, aunque no celebre Carnaval ni tenga recuerdos de ninguna fiesta. Bueno, alguna imagen lejana de los disfraces del cole sí conservo, pero nada culinario relacionado con ello. También he hablado de los Omeletten por aquí, que es la forma suiza de llamar a los crêpes. Mi padre cocina poco en casa pero cuando lo hace tiene sus recetas infalibles, esos platos de oigen suizo, austriaco o colombiano que le traen recuerdos a él y a nosotros, porque se han convertido en tradición familiar. Cuando tocaba "omblets" en casa mi hermano y yo disfrutábamos como enanos -nunca mejor dicho-, siempre para la cena y generalmente solía ser en domingo.

Omeletten - Crêpes - Palatschinken

La receta no es tal, claro. Mi padre solo me ha dicho que usa 3 huevos, lo más pequeños que haya en casa -pero suelen ser L o M- y luego ajusta los líquidos y la harina a ojo. Calcula unas 20 cucharadas de sopa de harina y va alternando con la leche y el agua, que es casi todo el líquido que usa ahora. Solo aromatiza la base con vainilla y a veces ralladura de limón, no son dulces porque así se pueden rellenar de lo que te plazca. Nunca ha tenido una batidora en condiciones ni una sartén buena y bien cuidada para crêpes, así que siempre le salían algo diferentes. Era parte del encanto, Omeletten más gorditos o más finos, más blanquitos o más tostados, más o menos tiernos... Solían sobrar dos o tres y a los peques nos gustaba dejar que se resecaran para comerlos así al día siguiente. Cosas de críos.

Yo los he servido con una compota rápida de frambuesas, sin añadir nada de azúcar ni edulcorante, solo un poco de semías de chía para meter grasas buenas y conseguir que espesara un poquito más. Me fascina ese color y ese aroma potente de estas frutas tan delicadas, pero si resultan ácidas se pueden combinar con fresones maduros o añadir cualquier ingrediente dulce al gusto. Ah, he puesto al final un poco de azúcar mezclado con canela porque es otra cosa que jamás perdonaba mi padre. El olor de los crêpes recién hechos con ese toque dulce de intenso aroma a canela me llena de recuerdos.

Omeletten - Crêpes - Palatschinken

Receta de Omeletten o crêpes para Carnaval
Inspiración: mi padre
Ingredientes para unas 6-8 unidades

- 2 huevos L
- 1 pizca de sal
- 1 golpe de vainilla molida, azúcar vainillado o esencia
- 100 ml de leche sin lactosa o vegetal
- 100 ml de agua (o un poco más)
- 80 g de harina de repostería

Echar los huevos en un recipiente estrecho y alto, el vaso de una batidora o en una jarra de plástico. Añadir la sal  y la vainilla y batir con unas varillas. Agregar la leche y el agua y batir un poco más. Incorporar la harina a cucharadas, no hace falta tamizarla pero se puede hacer. Batir bien.

En realidad mi padre va echando líquido y harina a ojo, batiendo después de cada adición, y calcula unas 20 cucharadas soperas usando 3 huevos. Yo he preferido medir un poco y además he reducido los ingredientes más o menos para dos personas.

Cuando se tenga una masa de consistencia líquida pero solo ligeramente expesa, sin grumos, tapar con un paño limpio y dejar reposar a temperatura ambiente por lo menos 30 minutos.

Engrasar ligeramente una buena sartén antiadherente y calentar a fuego fuerte. Cuando esté caliente, reducir la potencia a la mitad y echar en el centro una porción de masa, girando rápidamente con la mano la sartén para extenderla bien. Aquí hay que tener maña y práctica, y además los crêpes pueden quedarmás o menos gruesos según el gusto personal.

Dejar que se cuaje un par de minutos, hasta que se despeguen los bordes sin problemas, y dar la vuelta para dorar la otra cara. Retirar a un plato, tapar con un paño limpio y continuar hasta terminar con la masa.

Para la compota, lavar unas frambuesas aromáticas, escurrir y calentar en un cazo o en el microondas, tapado, a temperatura suave, hasta que se empiecen a deshacer. Añadir azúcar si se desea. Echar una cucharadita de semillas de chía, machacar todo bien y dejar reposar hasta que se enfríe. Espesará un poco.

Servir los Omeletten calientes con la compota o lo que se prefiera. En casa solíamos tener un buen arsenal de mermeladas variadas, azúcar con canela, jamón de York, quesos, otros embutidos, etc. Mis favoritos siempre fueron los de mermelada y los de buen queso.

Omeletten - Crêpes - Palatschinken

Seáis o no de Carnaval, aprovechad cualquier día para daros el capricho de unos buenos crêpes en casa, en el desayuno, almuerzo, merienda o cena. Son tan rápidos, fáciles y versátiles que merece la pena compartirlos de vez en cuando. La primera vez pueden salir regular, pero en seguida se les pilla el punto y ya salen solos. Y toca aprovechar hoy que ya sabéis que empieza la Cuaresma ;P.
22 diciembre, 2016

Spekulatius a la suiza, más galletas para la lista de Navidad

Estoy escribiendo esto porque no, a mí tampoco me ha tocado la lotería. Yo no me he gastado ni un céntimo, pero era la encargada de vigilar todos los números de la familia murciano-madrileña, al final unos cuantos entre pitos y flautas. Pero nada, lo único que se ha acercado ha sido un quinto premio que nos ha fallado por una mísera cifra. En fin, sigamos con nuestras vidas de pobres. Y llenémoslas de galletas de Navidad, por favor, que esa sí que es una tradición que no nos falla. Hoy sumamos a la lista la receta de Spekulatius, al menos una de sus múltiples versiones, esta vez a la suiza.
Spekulatius - Spéculoos
Ya estoy en Murcia, como los lectores más veteranos habrán podido adivinar. O si me curioseáis por las redes sociales, que eso da muchas pistas :P. No me ha gustado mucho cómo han caido las fiestas este año, la Nochebuena en sábado me da un poco de bajona, no sé por qué. El lunes llegué a una Murcia irreconocible, lluviosa, gris, fría, inundada, pero ya el martes amaneció un glorioso cielo azul. La zona de mi campo y la playa, donde he pasado todos los veranos y mucho más de mi vida, se ha llevado la peor parte, y les costará mucho recuperarse. Ojalá no haya mucha incompetencia por una vez y lleguen las ayudas pronto. Me pregunto cómo lo habrán vivido los alemanes/británicos/holandeses que viven en las chorrocientas urbanizaciones a medio terminar que salpican los campos.
Spekulatius - Spéculoos
Yo he venido un poco bastante agobiada, tras un fin de semana de pintar galletas sin parar y con mucho trabajo pendiente. Son fechas algo complicadillas por las prisas por terminar cosas pendientes antes de final del año, los regalos, los preparativos navideños, los compromisos familiares, la planificación de los menús... ¡Y los dulces! A pesar de que cada año quiero probar recetas nuevas, hay algunas que hay que repetir sí o sí. Entre los dulces navideños murcianos y los suizos no me da la vida, menos aún cuando me enamoro de recetas nuevas y también quiero repetirlas.
Spekulatius - Spéculoos
Las gingerbread decoradas ya están terminadas y ayer horneé mis queridas tortas de Pascua; hoy intentaré hacer Mailänderli y mañana Chräberli. Obviamente, no nos vamos a comer todo solos ni de golpe; nos durarán hasta el Roscón -o más- y vamos a compartirlo todo con la familia y los amigos. Eso sí, estas Spekulatius ya pasaron a mejor vida.

Receta de Spekulatius, galletas de Navidad a la suiza
Inspiración: adaptada de Betty Bossi, mi biblia para las galletas navideñas
Ingredientes para unas 45-55 galletas

- 120 g de mantequilla a temperatura ambiente
- 110 g de azúcar moreno claro (o panela)
- 1 huevo L a temperatura ambiente
- 1 pizca de sal
- 60 g de almendra molida
- ralladura de 1 limón
- 250 g de harina de repostería
- 1 cucharadita de levadura química
- 1 cucharadita de canela molida
- 1/4 cucharadita de cardamomo molido
- 1/4 cucharadita de jengibre molido
- 1 pizca de clavo molido

Trocear o rallar la mantequilla y batir con una batidora de varillas hasta dejarla cremosa. Agregar el azúcar moreno o panela y batir hasta que quede esponjoso. Incorporar el huevo y la sal y batir un poco más.

Echar la almendra molida, la ralladura del limón lavado, la harina, la levadura y las especias, y mezclar muy bien hasta tener una masa homogénea. Dividir en dos discos, envolver en plástico film y guardar en la nevera como mínimo 30 minutos.

Precalentar el horno a 180ºC y preparar un par de bandejas con papel sulfurizado o similar. Sacar una de las porciones de masa y estirar con un rodillo hasta dejar un grosor de unos 6 mm. Yo lo hago entre láminas de papel sulfurizado para que no se pegue. Recortar galletas con los moldes que se quiera y distribuir en las bandejas.

Hornear una bandeja cada vez, unos 10 minutos. Vigilar bien que se doren al punto, dependiendo del tamaño pueden tardar más o menos. Esperar un poco fuera del horno y dejar enfriar por completo sobre una rejilla.
Spekulatius - Spéculoos
Guardadas en un recipiente hermético pueden aguantar sin problemas un par de semanas. Si es que duran tanto, claro. Recordad que no se deben guardar galletas de texturas distintas juntas, pues podrían estropearse mutuamente.

Bueno, ahora intentaré no dormirme sobre el teclado mientras adelanto algo de trabajo antes de ponerme a batir mantequilla y después acompañaré a mi padre a buscar regalos. Socorro.
Pero estoy feliz :).
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