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El callejón de las almas perdidas, avatar de Enigma, el pueblo del Cantante de Gospel.

Hoy os queremos recomendar esta imprescindible novela de William Lindsay Gresham, joyita publicada por nuestros admirados camaradas de Sajalín, en la que hemos encontrado el rastro freak y grotesco del Sur natal de Harry Crews y nuestro querido Cantante de Gospel.

El callejón de las almas perdidas empieza con la extraordinaria descripción de un abyecto espectáculo de feria cuyo principal reclamo es «el monstruo», alguien que ha caído tan bajo que está dispuesto a humillarse, por un trago de whisky, delante de un público ávido de sensaciones extremas. El joven Stan Carlisle, que trabaja en la feria ambulante, está convencido de que nunca acabará así. Es inteligente y ambicioso, y pronto descubre que puede engañar a cualquiera encontrando su punto débil. En poco tiempo se convertirá en un mentalista de primera, pero triunfar en una feria ambulante timando a pobres desgraciados no es suficiente para Stan, quien decide establecerse como falso reverendo y médium para estafar a ricos desesperados que ansían comunicarse con difuntos queridos a cualquier precio. Parece que Stan tiene el mundo a sus pies y que nada ni nadie puede detenerlo… al menos por ahora.  

William Lindsay Gresham (Baltimore, 1909-Nueva York, 1962) se graduó en 1926 y, ante la imposibilidad de encontrar un empleo fijo, trabajó una temporada como cantante folk en Greenwich Village. En 1937 participó como voluntario en la Guerra Civil Española, donde ejerció de médico en el bando republicano. Dos años después regresó a los Estados Unidos y pasó una temporada en una clínica para tuberculosos. Sus demonios interiores le llevaron de creencia en creencia: marxismo, psicoanálisis, cristianismo y budismo. Pese a sus problemas con el alcohol, Gresham escribió en 1946 su obra maestra: El callejón de las almas perdidas, un clásico underground de la literatura norteamericana inédito hasta ahora en español. La novela, adaptada al cine con Tyrone Power como protagonista, proporcionó a Gresham fama y dinero, pero lo perdió todo. La segunda de sus tres mujeres, la poeta Joy Davidman, lo dejó en 1953 por el escritor británico C.S. Lewis, y en 1962, gravemente enfermo, se quitó la vida a los 53 años de edad en la habitación de un hotel de Nueva York.   


A continuación os ofrecemos dos fantásticos pasajes de la novela, en excepcional traducción de Damià Alou que podrían haber sido perfectamente extraídos de las páginas de El Cantante de Gospel.

1-Rumbo al Sur.

"[...] La feria ambulante puso rumbo al sur y los pinos comenzaron a flanquear carreteras arenosas. Las cigarras emitían su percusión en medio del aire de final de verano, y las caras de los blancos eran más descarnadas, llenas de desolación, y los labios a menudo estaban manchados de tabaco de mascar.
Por todas partes, las caras relucientes y oscuras del otro país del Sur brillaban al sol. Se quedaban callados y asombrados, y contemplaban cómo se instalaba la feria a la humeante luz de la mañana. En el Diez.en-Uno siempre se quedaban en la parte de atrás del público, un cordón invisible los inmovilizaba. Cuando uno de los blancos se daba la vuelta bruscamente y los empujaba, la palabra "perdone" caía de ellos como un penique en equilibrio sobre los hombros.
Stan nunca había estado tan al sur, y en el ambiente había algo que le incomodaba. Era una tierra oscura y ensangrentada donde una guerra oculta viajaba como millones de gusanos bajo la tierra [...]".



2-Freak Show

"[...] Evansburg, Morristown, Linklater, Cooley Mills, Ocheketwney, Bale City, Boeotia, Sanders Falls, Newbridge.
En breve: El Espectáculo de Monstruos de Ackerman-Zorbaugh. Patrocinado por los Altos Cedros de Sión, los Fondos de Beneficencia de Caldwell, las Hijas de los Pioneros de Clay County, los Bomberos Voluntarios de Kallakie, y la Leal Orden del Bisonte.
Polvo cuando el tiempo era seco. Barro cuando llovía. Maldiciendo, humeando, sudando, tramando, sobornando, bramando, engañando, la feria ambulante proseguía su camino. Llegaba por la noche como una columna de fuego, traía emociones y cosas nuevas a los pueblos amodorrados: luces y ruido y la oportunidad de ganar una manta india, de montar en la noria, de ver al salvaje que acaricia esos reptiles igual que una madre acariciaría a sus bebés. Luego desaparecían en la noche, dejando la hierba del campo pisoteada y cajas de palomitas de maíz y cucharillas de hojalata que se pudrían como vestigios de su presencia [...]".



SUR PROFUNDO, COUNTRY NOIR, LOS VECINOS DE LOS TURNIPSEED...

Con unos tres años de diferencia con respecto a la película de Debra Granik (que recibió el primer premio en el Festival de Sundance del 2010), nos acaba de llegar, de manos de Alba, en su colección de novela negra, esta joya sureña de Daniel Woodrell, Los huesos del invierno (Winter's Bone, 2006). 

"Todos los días hay que estar preparado para morir... Solo así puedes salvarte": quien pronuncia estas palabras, drogado hasta arriba, es un tipo sin una oreja y con una gran cicatriz llamado Lágrimas. Su sobrina, Ree Dolly, anda bucando a su padre, que ha desaparecido estando en libertad condicional: si no lo encuentra antes de treinta días, la ley le quitará la casa. Ree tiene dieciséis años, una madre enferma y dos hermanos pequeños: es el sostén de la familia y hará lo que sea para evitar el desahucio. Lo más bonito que tiene es una escopeta.
 
Daniel Woodrell acuñó la expresión country noir para referirse a sus novelas, ambientadas en las montañas de Ozark, en Missouri frontera con Arkansas. En efecto, si tomamos el paisaje, el sentimiento y los personajes de una canción country y situamos ahí una trama criminal en torno a la producción de metanfetamina, tenemos Los huesos del invierno (Winter's Bone), base de la película de culto que en 2010 ganó el Festival de Sundance. Bíblica, tremenda, iniciática, tierna y heroica, con un siniestro sentido de la solidaridad familiar y una heroína de antología. 

Y desde aquí queremos recomendarla vivamente, tanto la novela como la película, ambas excepcionales (entre la una y la otra no hay más que un banjo de diferencia), pero para no perpetrar spoilers enojosos, nos limitaremos a destacar este párrafo que aparece al inicio de la novela:

"[...] Probablemente esas piedras las habían amontonado sus antepasados directos y estuvo un buen rato intentando imaginar la vida de los pioneros, buscando algún rastro de ellos en la suya. Cerrando los ojos podía evocar a sus antepasados, aquellos primeros Dolly que tantos huesos se rompían, se los rompían y se los curaban, se los rompían y se los curaban mal, e iban renqueando por la vida año tras año con los huesos mal curados, hasta que caían muertos de pronto una noche por culpa de algo que hacía ruido de pulmones encharcados. El recuerdo representaba a los hombres prácticamente ociosos entre noches de desenfreno o temporadas en chirona, fabricando licor ilegalmente, reunidos alrededor de la espita, con las orejas mordisqueadas, sin algunos dedos, mancos de balazos, que jamás se disculpaban ni a regañadientes. El recuerdo representaba a las mujeres a mayor tamaño, más de cerca, con la soledad en los ojos y los dientes feos y amarillentos, la boca grapada a prueba de sonrisas, trabajando en los campos ardientes del primer día al último, las manos rasposas como farfolla seca, los labios agrietados todo el invierno, un vestido blanco para la boda, uno negro para el entierro, y Ree asintió. Sí. [...]".

Sí, en efecto, parece que es nuestro querido Harry Crews quien habla. Tullidos y desesperanza. Gente que no cree en la existencia de esa otra gente sin taras que sale retratada en los satinados catálogos de Sears Roebuck. Nos encontramos de nuevo en el Sur Profundo. Y sí, los Dolly pueden ser perfectamente los vecinos de los Turnipseed de Cuerpo, y las montañas de Ozark, en Missouri, frontera con Arkansas, un avatar de Enigma, Georgia, pueblo natal de El Cantante de Gospel.

A continuación, gentileza de YouTube, os ofrecemos la película entera, en inglés con subtítulos en castellano (¡pero no dejen de leer el libro y de seguir a este autor, Daniel Woodrell, otro buen representante de esa cosa tan peregrina que ha venido a denominarse Gótico Sureño!). 

Que ustedes lo disfruten...

Pincha aquí: Winter's Bone.





Segunda Edición de EL CANTANTE DE GOSPEL

Desde aquí queremos agradecer a todos nuestros lectores el apoyo y el entusiasmo que han hecho que esta misma semana entre en imprenta la segunda edición (¡en menos de tres meses!) de El cantante de gospel la ópera prima de Harry Crews. Ni qué decir tiene que estamos muy contentos y muy animados para seguir adelante con nuestra Biblioteca Crews. ¡Muchas gracias, amigos!



Dios es un paria que recorre el sur


Reseña de Ramón Calandria en DIAGONAL.

El cantante de góspel, de Harry Crews, nos introduce en el sur estadounidense, un terreno abonado para la literatura de los desposeídos.

Enigma, en el Estado de Georgia, era una calle sin salida. Atentos al sutil espoiler, o chafatramas, en la primera frase de El cantante de góspel, una novela de Harry Crews (1935-2012) publicada en castellano por Acuarela. El título y esa primera frase nos ponen en la rampa de salida de la crónica de un par de días en ese pueblo, uno de esos lugares del que todo el mundo quiere huir. Polvo, sudor y hierro el de las horcas que la white trash carga por si se tercia una turbamulta violenta, el intenso olor de los animales de granja, hasta (casi) la segregación entre blancos y negros, todo eso desaparece cuando canta el cantante de góspel.
Sarah Anne Lloyd
Deduce KikoAmat en el prólogo del libro que ese serafín, de bucles dorados y una voz capaz de obrar milagros (¿o no?), se trata en realidad de Elvis, ya saben, el Rey. Y no es difícil establecer los paralelismos entre el personaje que retrató Crews en su primera novela y el sensacional cantante elevado a los altares, en primer lugar, por la clase desposeída estadounidense de los 50.
A pesar, o precisamente porque se trata de una ficción, si ese cantante conmovedor aparece ante el lector como un personaje familiar, será porque ya hemos leído alguna vez más la historia de la estrella del rock que se siente un fraude. No obstante, Crews logra sin esfuerzo aparente (del otro mejor le hablan sus biógrafos de harrycrews.org) dibujar a un personaje único, frágil en su éxito, dirigido en primer lugar por su concupiscencia y en segundo por un agente siniestro, Didy­mus; demandado, el cantante, en el sentido de exigido, por todos aquellos que se topan con él. El cantante de góspel es la historia del loser con un don, de la mentira que se convierte en trending topic, de la Gran Ver­dad o la Mentira Verdadera (res­­pé­tense las mayúsculas) en palabras de Amat.
We love freaks
¿Cómo sería una feria de rarezas? Sin duda, una especie de Enigma concentrada, lo mismo de lo que había querido escapar recorriendo medio mundo. Tampoco es la primera vez que leemos sobre una feria de freaks, de las que el personal guarda gratos recuerdos gracias a la película de Todd Browning o de la serie de televisión Carnivàle. De nuevo, la prosa sin adornos pero jugosa como un bistec de Crews suma símbolos a ese imaginario de los monstruos de feria construido en gran parte a través de las novelas del gótico sureño, pariente de la obra de este exmarine autodidacta. Volvemos a esa idea tan calentita de gran teatro del mundo, en el que el freak ejerce de maestro de ceremonias, casi de referente moral en el desierto. Por su lugar de deformado primigenio, Pie, el líder freak de El cantante de góspel, ejerce de árbitro allí donde, apunta Anne Foata, se nos apa­rece una visión de una humanidad deformada, esto es, depravada, [que] puede ser la leche agria que el joven Crews mamó en los severos alrededores calvinistas del sur de su Georgia natal.
El cantante de góspel, seguido por las caravanas de la feria de Pie, llega en un Cadillac negro (casi estamos por escribir en un Mercedes blanco) a una Enigma sacudida por un crimen. La hermosa Mary Bell ha sido asesinada con un picahielos por un negro que espera su linchamiento pacientemente, igual que si se tratase de una vieja costumbre. Polvo, sudor, el aire cálido y denso de un apretón sexual en una cuneta como una vena negra junto a la autopista, la mediocridad del medio ambiente y, flotando como una manta zamorana sobre el aire sureño, una violencia primordial que sólo queda temporalmente suspendida cuando la voz divina del cantante humano, demasiado humano, se eleva sobre la miseria. El arranque de la novela, decíamos, es el anuncio de lo inevitable. Aún así, qué les vamos a decir, merece la pena seguir el ritmo cadencioso y preciso de un narrador que sin perseguir la Gran Verdad reparte pequeñas chinas en un camino pedregoso que, seguro, llega a un lugar mejor que el viejo sur del que partimos.
Para ser un escritor de los duritos
Nacido en una granja de arrendatarios de Georgia (EE UU), Harry Crews (1935-2012) pertenece a esa liga de los hombres duros (the hard men path) que puebla la literatura norteamericana del siglo XX. Para entrar en esa liga hay que 1) darse hostias como panes --Crews fue campeón de boxeo en su regimiento durante la Guerra de Corea--; 2) tener aficiones que impliquen trato con los animales --la cetrería y la pesca, en el caso que nos ocupa--; 3) decir tacos --como en "envejecer es una putada. Lo que tienes que hacer es no tenerle respeto a nada, sea lo que sea. Cágate mucho en ello y dale una patada en el culo al diablo" (de una entrevista en Vice)--. Y, por último, 4) tener un vicio o, lo que viene siendo lo mismo, una grandiosa forma de matar el dolor.
Leer la entrada original aquí.



Paletos y Punks II

El día 4 de enero os ofrecimos una entrada sobre las aventuras de los Sex Pistols por el Sur de Estados Unidos tal y como lo presentaba John Lydon en su libro Rotten: No Irish, No Blacks, No Dogs.

A punto de desintegrarse y con un Sid Vicious cada vez más enganchado a la heroína, los Sex Pistols se embarcan en una atípica gira estadounidense para un grupo de punk británico, desplegando su imagen de marcianos en un paisaje no menos alienígena de vaqueros, camioneros, rednecks y Dolly Partons.

Atención a esta impagable fotografía de cuando actuaron en el Longhorn Ballroom de Texas en 1978, compartiendo escenario, nada más y nada menos, que con el inmenso Merle Haggard.


 

JOHNNY CASH, SUR Y MÚSICA GOSPEL (II)

Este es la segunda entrada dedicada a la importancia cultural de la música gospel en la zona del Cinturón Bíblico en la que transcurren las novelas de Harry Crews. Como decíamos en la entrada anterior, el ejemplo más claro es el que nos proporciona Johnny Cash en su primera autobiografía, Man in Black. Los siguientes pasajes también pertenecen al segundo capítulo. En ellos Cash nos habla de la importancia de la radio y de su hermano Jack.

[...] El momento que todos esperábamos durante todo el año era el tiempo de la cosecha. Nos pagaban por recolectar el algodón y el Tiempo de la Cosecha (Pickin’ Time) era el único momento en que obteníamos algún ingreso.

           
“I got cotton in the bottom land.
It’s up and growin’ and I got a good stand.
My good wife and them kids of mine,
Gonna get new shoes come pickin’ time.

It’s hard to see by the coal oil light,
And I turn it off pretty early at night.
‘Cause a jug of coal oil cost a dime,
But I stay up late come pickin’ time.

Last Sunday morning when they passed the hat,
It was still nearly empty back where I sat.
But the preacher smiled and said, “That’s fine;
The Lord’ll wait till pickin’ time.”.

*******************

“Tengo algodón en la tierra de abajo.
Está alto y sigue creciendo y tengo una buena cantidad.
Mi buena esposa y mis hijos,
tendrán zapatos nuevos pues ha llegado el tiempo de la cosecha.

RESEÑA DE EL CANTANTE DE GOSPEL EN EL ABC: HARRY CREWS Y EL ELOGIO DE LAS VIDAS TORCIDAS



Se publica «El cantante de gospel», debut literario del más maldito de los autores de culto de la literatura estadounidense.


por David Morán

Fotografía de Maggie Powell
No lo encontrarán en las Grandes Enciclopedias de la Literatura y, si estuviésemos hablando de hace un par de años, ni siquiera lo encontrarían en las librerías españolas. Triste pero cierto: entre la ingente cantidad de novedades que cada semana saturan el mercado editorial, Harry Crews (1935-2012) ha tenido que esperar toda una vida para ver como sus obras empezaban a traducirse al castellano. 

El toda una vida cobra, en este caso, una dimensión trágicamente literal: pocos meses después de que Acuarela Libros y Antonio Machado se liasen la manta a la cabeza e inaugurasen una suerte de Biblioteca Crews con Cuerpo”, publicada originalmente en 1990, el escritor norteamericano fallecía a los 76 años en su casa de Florida. 

Atalaya de la vida humana: EL CANTANTE DE GOSPEL



EL CANTANTE DE GOSPEL, de HARRY CREWS

No se podría describir mejor la literatura de HarryCrews de como lo hizo el maestro de la palabra Álex Portero en la solapa:

"Los perdedores, los parias, los sucios, los ignorantes, los benditos grotescos, los violentos, los feos, las que les echan ovarios, los que les echan cojones a la vida, los que nunca ganan, los que sudan, los que se equivocan, los que acumulan cicatrices y heridas, los que no salen en las películas si no es para ser objeto de mofa, los que no aparecen en la publicidad, los que no existen, ni cuentan, los que solamente mueren en las estadísticas, todos y cada uno, agradecen al gran Harry Crews que haya sido su bardo terrible, que hiciera el trabajo sucio, contándolo sin ahorrarse detalles, y que lo convirtiera en alta literatura. Alguien tenía que hacerlo. Y nadie pudo haberlo hecho mejor".

Diez líneas sencillamente perfectas que ya de entrada nos dan una buena razón para comprar el libro. También tenemos el prólogo de Kiko Amat, algo largo para mi gusto (cerca de treinta páginas en las que no se consigue el denominado efecto "Álex Portero"), pero donde se explica con lujo de detalles la novela y la vida del autor.  

JOHNNY CASH, SUR Y MÚSICA GOSPEL

Este es la primera de las entradas que vamos a dedicar a la importancia cultural de la música gospel en la zona del Cinturón Bíblico en la que transcurren las novelas de Harry Crews. El ejemplo más claro es el que nos proporciona Johnny Cash en su primera autobiografía, Man in Black. Los siguientes pasajes pertenecen al segundo capítulo. En ellos Cash nos habla de cómo eran las iglesias y las misas en su infancia, así como de la importancia que tenía la música en ellas. Él siempre se consideró, fundamentalmente, un Cantante de Gospel.

2
JESÚS FUE NUESTRO SALVADOR–EL ALGODÓN FUE NUESTRO REY

[...] La Iglesia de Dios de la Carretera Quince estaba en una vieja escuela. No conservo recuerdos agradables de las misas de la iglesia a las que me llevaba mi madre en la Carretera Quince cuando era pequeño. Mi madre no pertenecía a aquella congregación –siempre ha sido metodista– pero le encantaba ir. Lo que más recuerdo era el miedo. Entonces no lo entendía como un culto. Sólo sabía que era un lugar a donde mamá me llevaba. El predicador me aterrorizaba. Gritaba, chillaba y jadeaba. Cuanto más predicaba, más alterado se ponía y más le costaba respirar.
Era un hombre joven envuelto en un viejo y oscuro traje de tweed con una corbata que yo pensaba que le acabaría asfixiando hasta matarle, pues no podía proferir más de tres o cuatro palabras entre cada aliento. Podía contarlas. Cuando llegaba hasta el punto de sólo poder gritar un par de palabras entre cada respiración, era consciente de que estaba a punto de morirse o de explotar.
Pero la gente quedaba atrapada en el fervor. El predicador podía andar entre la congregación, agarrar a alguien y levantarle de su sitio, gritando: “¡Acude a Dios! ¡Arrepiéntete!”. Y les conducía hasta el altar donde caían de rodillas.

El antipapa Miguel I: fundamentalismo neocon en la América profunda



Si, como bien muestra Harry Crews en El Cantante de Gospel y hemos querido destacar en el blog, es innegable que el Sur de Estados Unidos esconde una belleza y una energía fuera de lo común, tampoco podemos pasar por alto -como por otra parte hemos visto en varias entradas- su lado más oscuro de violencia y fanatismo religioso.

Sobre este fundamentalismo bíblico encontramos un buen ejemplo en ¿Qué pasa con Kansas? Cómo los ultraconservadores conquistaron el corazón de Estados Unidos,  un libro donde Thomas Frank nos cuenta la historia de un Estado, que sin pertenecer al Sur, es también un paradigma perfecto de las paradojas de la América profunda.

Y qué mejor ejemplo sobre esa efervescencia fundamentalista que el capítulo dedicado en el libro de Frank al antipapa neocon Michael I, también conocido como el "Papa Michael de Kansas". Podéis leer el capítulo sobre el Papa Michael I en archive.org: Antipapas entre nosotros.

La hermosura del Sur


"[...] Jesús, qué hermoso es el Sur, ¿verdad? Es mejor que el teatro, ¿verdad? Es mejor que Ben Hur, ¿verdad? Con razón necesitáis salir de él de cuando en cuando, ¿verdad? [...]".

WILLIAM FAULKNER, ¡Absalón! ¡Absalón!



Religión, el Cinturón Bíblico y el Sur moderno (parte II)



A modo de claves para entender el Sur de El Cantante de Gospel de Harry Crews

Religión, el Cinturón Bíblico y el Sur moderno (parte II).
por Thomas Daniel Young 
(Profesor de Inglés en la Universidad de Vandelbilt y oriundo de Mississippi. Ha escrito artículos para la revista Swanee)
Traducción de Alicia Escovar Gómez.

Quienes hayan leído El Ruido y la Furia de William Faulkner, recordarán el sermón del reverendo Shegog, el ministro invitado de Saint Louis, en la iglesia bautista negra el 8 de abril de 1928, domingo de Pascua:

 Cuando el visitante se puso de pie para decir su sermón, sonó como cualquier hombre blanco. Su voz era ecuánime y fría... La gente comenzó a observarlo como si estuvieran viendo a un hombre en la cuerda foja. Incluso llegaron a olvidar lo insignificante de su figura ante el virtuosismo con el cual corría, subía y bajaba con su voz fría, acerada y sin inflexiones, de tal manera que cuando finalmente volvió a aparecer junto al atril donde estaba leyendo, se deslizó, y quedó de pie, con un brazo a la altura de los hombros y su cuerpo de simio tan desprovisto de movimiento como una momia o una vasija vacía, todos los asistentes lanzaron un enorme suspiro y se reacomodaron en sus sillas, como si recién despertasen de un sueño colectivo…
Luego una voz dijo: “Hermanos”… la voz murió en sonoros ecos entre las paredes. Entre su tono de ahora y el anterior había una diferencia como entre el día y la noche, y su voz ahora tenía un timbre alto y lastimero como el de una corneta de tono alto, que penetraba en sus corazones y retumbaba de nuevo donde mismo había desaparecido en ondulantes ecos.

Religión, el Cinturón Bíblico y el Sur moderno (parte I)


A modo de claves para entender el Sur de El Cantante de Gospel de Harry Crews

Religión, el Cinturón Bíblico y el Sur moderno.
por Thomas Daniel Young 
(Profesor de Inglés en la Universidad de Vandelbilt y oriundo de Mississippi. Ha escrito artículos para la revista Swanee)
Traducción de Alicia Escovar Gómez. 

Cinturón Bíblico
La mayoría de esa parte de los Estados Unidos conocida en esta época como el “Profundo Sur” o como el “Cinturón Bíblico”, pasó de región fronteriza a sociedad civilizada entre 1790 y 1830 aproximadamente. Tres de los estados más próximos al bajo Mississippi y al Golfo de México fueron admitidos como parte de la Unión entre 1812 y 1821, y Arkansas se convirtió en estado en 1836. (La adquisición de Louisiana, mediante la cual se le compró la mayoría de estas tierras a Francia, no fue ratificada oficialmente hasta diciembre de 1803). Los pobladores de estas tierras llegaron procedentes de Virginia, las Carolinas, Kentucky, Maryland y algunos estados de la costa nororiental del país, trayendo consigo lo suficiente como para cubrir sus necesidades más básicas: algunos alimentos, animales de trabajo, vacas lecheras y sus largos rifles, para abastecer a su mesa de carne. Pero eso sí, casi todos llegaron con su Biblia bajo el brazo: la palabra de Dios, la inspiración divina, sobre la cual se basaba su inquebrantable fe. Aunque entre ellos había algunos miembros de la iglesia episcopal, la mayoría de estos primeros colonos pertenecía a las sectas protestantes más fundamentalistas.

Paletos y punks: los Sex Pistols en el Sur de EE.UU.

Aprovechando el viaje por el Sur de Estados Unidos en el que nos hemos sumergido con las novelas de Harry Crews que estamos publicando en Acuarela (Cuerpo y El Cantante de Gospel), os presentamos la visión del Sur estadounidense y de la América más profunda que hace John Lydon en su libro Rotten: No Irish, No Blacks, No Dogs.

A punto de desintegrarse y con un Sid Vicious cada vez más enganchado a la heroína, los Sex Pistols se embarcan en una atípica gira estadounidense para un grupo de punk británico, desplegando su imagen de marcianos en un paisaje no menos alienígena de vaqueros, camioneros, rednecks y Dolly Partons.



Durante la gira nos pagaban la mísera cantidad de diez dólares al día. La comida no es que fuera de primera calidad y en general todo era bastante cutre. Al ir a Estados Unidos nos imaginábamos que todo iba a ser un espectáculo maravilloso y en cierto modo eso es lo que nos encontramos, pero no fue precisamente lo que la gente asocia a la palabra espectáculo.

Al elegir sólo el Sur de Estados Unidos para tocar no se trataba de echar el grupo a los leones. San Francisco fue lo más al norte que tocamos y no sin una larga discusión. Yo prefería no ir porque me parecía muy al norte. La idea era que si queríamos que nos tomaran en serio en Estados Unidos teníamos que trabajarnos la base desde el Sur. En el norte pensaban que ya lo sabían todo, así que las puertas estaban cerradas para los Pistols. Creo que hubiera sido una estupidez tocar en Nueva York. No tenía sentido porque ya habían decidido que nos odiaban y que sus grupos eran mucho mejores. Los neoyorquinos creían esa payasada de que Richard Hell

ENTREVISTA DE RADIO A HARRY CREWS (1988)

Aquí os ofrecemos la transcripción traducida de esta entrevista que le hicieron en la Radio Pública a Harry Crews en el año 1988, recién publicada su novela The Knockout Artist. Se trata de una ocasión fantástica para disfrutar de su voz y de su especial acento sureño (al que se refiere, por cierto, en cierto momento de la entrevista).

 
Harry Crews acerca de la escritura y sobre sentirse “freak”.

Traducido por Javier Lucini.

Esta entrevista se transmitió por primera vez el 23 de mayo de 1988.

El escritor Harry Crews ha tenido una vida dura y no se lo ha puesto mucho más fácil a los personajes de sus novelas. Murió el miércoles a la edad de 76 años.

Las novelas de Crews están repletas de freaks y de perdedores con talentos inusuales. En Naked in Garden Hills aparecía un hombre de unos doscientos setenta kilos con predilección por los suplementos dietéticos. El Cantante de Gospel estaba lleno de lunáticos y de personajes carnavalescos. Car contaba la historia de un hombre que se comía literalmente un Ford Maverick, varias onzas a un mismo tiempo.

Los personajes se identifican con Crews que de niño enfermó de polio y se quedó con una pierna desfigurada.

“Sé lo que es que la gente te mire y ver reflejada en su cara tus propias espantosas circunstancias. Quiero decir, tu monstruosidad”,  dijo en el Fresh Air de Terry Gross. “Y hubo otras ocasiones en las que también me sentí extravagante… Como cuando me fui de la granja y me metí en los Marines, allí me tienes, un niño salido de una granja de Georgia que, entre otras cosas, no sabía ni lo que era una pizza. Nunca había oído hablar de ellas. No tenía ni idea de lo que era el pepperoni. Así que me voy a Paris Island con al cuerpo de Marines, en un pelotón de chicos de Nueva Jersey y Nueva York. En fin, todo lo que se refiere a mi forma de hablar, los giros de mi forma de hablar, era incorrecto”.

Al dejar los Marines, Crews se mudó a Gainesville (Florida) donde estudió y más adelante fue profesor de escritura creativa en la Universidad de Florida. También empezó a escribir de un modo profuso. Pero permaneció inédito.

“Escribí cuatro novelas y varios relatos antes de conseguir que me publicaran algo, y el motivo de que no publicara nada de eso era que no era bueno”, dijo. “Y el motivo de que no fuese bueno era que estaba tratando de escribir acerca de un mundo que no conocía”.

Crews, finalmente, se puso a escribir sobre el mundo con el que estaba familiarizado en novelas como El Cantante de Gospel, The Mulching of America y A Feast of Snakes.

“Una noche me di cuenta de que todo lo bueno que tenía lo estaba atrás, en el condado de Bacon, en Georgia, junto a toda esa enfermedad, los anquilostomas, el raquitismo, la ignorancia, la belleza y la hermosura”, manifestó. “Pero era allí donde estaba. No en otro sitio”.

Crews también colaboró en Playboy y en la revista Esquire, y escribió un libro de memorias titulado A Childhood sobre cómo es criarse y crecer en una granja de arrendatarios en Georgia. En 1988 habló con Terry Gross sobre su novela The Knockout Artist que cuenta la historia de un boxeador que abandona su Georgia rural para intentar triunfar en Nueva Orleans.

Los Mejores Momentos de la Entrevista.

Sobre la bebida
“Durante los últimos doce años, he sido un borracho de lo peor. Pero era una curiosa forma de borrachera. Si no estaba trabajando, no me emborrachaba. Y entonces vas y dices: ‘Espera un segundo. Eso es una estupidez. No puedes escribir y beber’. Bueno, eso ya lo sé. Pero puedo dejar de escribir, o asustarme mucho, pervertirme o liarme, y emborracharme durante tres o cuatro días, o noches, o semanas, y luego dejar de beber y volver a ponerme a escribir”.

Sobre los impulsos
“Cuando las cosas se vuelven demasiado cómodas y seguras, me entra la sensación de que me estoy suavizando. Es como si alguien me estuviese enterrando en plumas. Por lo que cuando todo se vuelve demasiado seguro y firme tiendo a ponerme a derribar o a destrozar cosas, según me dé. A medida que me voy haciendo viejo, tengo la impresión de que lo llevo mejor, para gran alivio de la gente que me rodea”.

Copyright 2012. Radio Pública Nacional.

TRANSCRIPCIÓN

DAVID BIANCULLI, presentador: Harry Crews era de esa clase de escritor que amaba los personajes oscuramente cómicos, la gente profundamente retorcida y los grandes títulos. Entre sus novelas destacan A Feast of Snakes, Naked in Garden Hills, Scar Lover y The Hawk is Dying. Falleció el miércoles pasado en Gainesville, Florida, donde enseñó escritura creativa durante varias décadas en la Universidad de Florida. Tenía 76 años. La necrológica de Harry Crews aparecida en el New York Times lo llamó el “Rabelais de Georgia”. Crews también escribió ensayos y un libro de memorias titulado A Childhood: Biography of a Place, sobre su infancia rural en Georgia durante la Gran Depresión. Pero es más famoso por su ficción, protagonizada por freaks y perdedores con talentos inusuales. Terry Gross habló con Harry Crews en 1988 con motivo de la publicación de su novela The Knockout Artist. Trata de un boxeador que se va de su Georgia rural para intentar triunfar en Nueva Orleans. A continuación, escuchamos a Crews leyendo el párrafo inicial: