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Tiqqun contra el gobierno de la transparencia: La Hipótesis Cibernética


Según Tiqqun, vivimos en el tránsito entre el paradigma soberano del poder (vertical, estático, centralizado) y el cibernético (horizontal, dinámico, distribuido). El orden cibernético es un orden que alimentamos entre todos, con nuestra participación, feedbacks y datos. El modelo serían Google o Facebook, pensados como formas de gobierno y no solo como inocentes páginas de contactos o buscadores. El poder cibernético extrae y procesa información,gestiona lo vivo entendido como información, aspira a gobernar el mundo como Facebook o Google gobiernan las redes. Un poder radicalmente distinto, pero no menos opresivo.

¿Qué pedimos entonces cuando reclamamos más transparencia, comunicación, participación y contacto entre gobernantes y gobernados? Tiqqun apuesta más bien por devenir ingobernables: opacos a la visión cibernética, ilegibles para sus códigos, imprevisibles para sus máquinas de computación y control.

Por un lado, aprendiendo a discernir lo que escapa a la racionalidad fría y el tiempo «real» del orden cibernético: los cuerpos y sus encuentros, las palabras errantes, la temporalidad que implica toda duración. Por otro, buscando inspiración en los más diversos campos para subvertirlo: el ritmo del free jazz, la interferencia de Burroughs, el caos fecundo de Ilya Prigogine, el pánico según Canetti, la revuelta invisible de Alexander Trocchi, la guerrilla difusa de Lawrence de Arabia, la línea de fuga de Deleuze y Guattari, la niebla narrada por Boris Vian...

 

Sobre los «autores» de estos textos

Es muy poco común que un grupo anónimo se lea y se traduzca tanto como un filósofo célebre. Pero es lo que ocurre con Tiqqun, un no-grupo que publicó solo dos números de una bella revista entre 1999 y 2001, y que sin embargo es hoy una referencia para todo aquel interesado en reinventar una filosofía de combate y una política de transformación adecuada al presente.

Combinando una lectura singular de algunos autores, como Foucault, Heidegger o Agamben, y desarrollos teóricos propios, Tiqqun dibuja una serie de figuras conceptuales que se proponen como un mapa muy sugestivo de la dominación y de aquello que la desafía.

En castellano han aparecido varios artículos largos de la revista como libros: «Teoría del Bloom», «Introducción a la Guerra Civil» o «Una metafísica crítica podría nacer como ciencia de los dispositivos». En esta editorial, publicamos
Primeros materiales para una teoría de la Jovencita, un texto sobre el deseo y el amor bajo el capitalismo contemporáneo, en 2012.

El estallido de Tiqqun en 2001 –del que no se sabe prácticamente nada– libera varias esquirlas, una de las cuales se asienta en un pueblecito francés: es la llamada «comuna de Tarnac». Desde ahí (y en colaboración con otros) surgen libros como
Llamamiento (anónimo, publicado en esta editorial en 2009) o La insurrección que viene, un paradójico bestseller subversivo traducido a varias lenguas y firmado como Comité Invisible. Pepitas de Calabaza edita en 2015 el último texto publicado bajo esa rúbrica, A nuestros amigos, donde apuestan por replantear abiertamente la cuestión revolucionaria, es decir, el problema de la transformación radical (de raíz) de lo existente, pero por fuera de los esquemas del comunismo autoritario que condujeron a los desastres del siglo XX .

En noviembre de 2008, la policía antiterrorista francesa detiene a 20 personas en Tarnac y alrededores, acusadas de sabotaje de unas líneas de ferrocarril y de la escritura de La insurrección que viene (!). Este episodio policial-judicial, un montaje con todas las de la ley que se disuelve poco a poco por falta de pruebas, ha puesto el foco mediático sobre Tiqqun, la comuna de Tarnac y el Comité Invisible, amplificando y multiplicando el interés y la atención pública por esta constelación de grupos, personas, nombres ficticios, formas de hacer y de decir.

El libro se completa con una introducción a Tiqqun del filósofo italiano, de referencia mundial, Giorgio Agamben; y el texto "Fuck off Google", firmado por el Comité Invisible (un capítulo de A nuestros amigos publicado con la generosa autorización de Pepitas de Calabaza, que publica el  libro en mayo de 2015), donde se retoman y actualizan las reflexiones contenidas en La hipótesis cibernética 

Por su lado, Agamben no necesita presentación, su renombre hoy en día es internacional. Pero sí se puede decir que, a diferencia de otros autores de referencia para Tiqqun como Heidegger, Foucault o Reiner Schümann, Agamben es para este no-grupo un cómplice y un interlocutor directo, vivo, presente. De hecho, una de las mayores aportaciones de Tiqqun es haber inventado una especie de «política agambeana», una política inspirada en un autor al que precisamente resulta bien difícil encontrarle una.

Teoría y acción política contra la 'datificación' del mundo (reseña)  

Lo último de Tiqqun/Comité Invisible: "A nuestros amigos" (lectura de Amador Fdez.-Savater)

 

1- Introducción: extender las plazas

Recientemente, en un viaje a Argentina, un amigo de allá me preguntó, tras escuchar mi relato sobre las peripecias políticas que van del 15M a Podemos, si en la sociedad española hay un impulso al cambio que va tomando formas distintas o el deseo de volver a vivir en un capitalismo “tranquilo”. Es decir, si hay elementos de una “mutación civilizatoria” o se quiere volver a lo que había pero ya no hay (ni siquiera como expectativa), un cambio sin cambio.

No supe bien qué contestar, más allá de alguna banalidad (“un poco de todo”, “depende de para quien”), pero la pregunta se me quedó retumbando dentro. ¿Cuál es el movimiento de fondo de lo que estamos viviendo desde 2011? ¿Se trata de “ver caer” a los culpables de que las cosas ya no son como eran y buscar quien nos devuelva a la “normalidad” o de inventarnos otras maneras de vivir?

Siete años después de publicar ese paradójico best-seller subversivo que fue La insurrección que viene, el último libro del colectivo Comité Invisible (CI) titulado A nuestros amigos arranca constatando que “las insurrecciones, finalmente, han llegado”. Primavera árabe, 15M, Syntagma, Occupy, Gezi... Y a partir de ahí hace una apuesta: en los movimientos de las plazas hay indicios de una “mutación civilizatoria”, sí, pero sin lenguaje ni brújula propia, lastrados por el peso de herencias ideológicas no elegidas y en medio de una gran confusión.

A nuestros amigos es un pequeño acontecimiento en el mundo editorial, no en el sentido de que sea un éxito de ventas o de marketing, sino una anomalía en las maneras de escribir y publicar. No es un libro de autor, otra marca personal en la red de los nombres, sino que viene firmado por la denominación ficticia de una constelación de colectivos y personas que sostienen que “la verdad no tiene propietario”. No es un libro que surja simplemente de la lectura de muchos otros libros, sino también de un conjunto de experiencias, de prácticas y de luchas que consideran importante pensarse y contarse a sí mismas. No es un libro que pretenda alimentar un ruido de temporada ni convencer a nadie de nada, y por eso se dirige “a los amigos”, a los que de alguna manera ya caminan juntos aún sin conocerse, proponiendo una serie de señales, como esas muescas que dejan los senderistas para otros amantes de las caminatas, con la diferencia de que este camino no existe con anterioridad, sino que se hace (colectivamente) al andar.


¿Cómo arruinar al imperio?

(fragmento de Llamamiento)

El endurecimiento policial de los Estados en los últimos años solamente prueba que las sociedades occidentales han perdido toda fuerza de agregación; no hacen más que gestionar su ineluctable descomposición. Es decir, esencialmente, impedir toda reagregación, pulverizar todo lo que emerge.
Todo lo que deserte.
Todo lo que rompa con lo establecido.
Pero poco importa. El estado de ruina interior de estas sociedades muestra un número creciente de grietas. El continuo reestablecimiento de las apariencias nada puede hacer al respecto: más allá se forman mundos. En okupaciones, comunas, grupúsculos, barrios que intentan escapar a la desolación capitalista. La mayoría de las veces estas tentativas abortan o mueren de autarquía, incapaces de establecer los contactos, las solidaridades apropiadas. Incapaces también de percibirse como parte activa en la guerra civil mundial.
Pero todas estas reagregaciones no son apenas nada comparadas con el deseo masivo, el deseo siempre pospuesto, de dejarlo todo. De partir.
En diez años, entre dos censos, cien mil personas han desaparecido en Gran Bretaña. Han cogido un camión, un billete, han tomado ácidos o se han ido al monte. Se han desafiliado. Han partido.
Nosotros habríamos deseado, en nuestra desafiliación, tener un lugar al que llegar, un partido que tomar, una dirección que seguir.

Muchos que parten se pierden.
Y no llegan jamás.

Nuestra estrategia es pues la siguiente: establecer aquí y ahora un conjunto de focos de deserción, de polos de secesión, de puntos de reunión. Para los que se fugan. Para los que parten. Un conjunto de lugares donde sustraerse al imperio de una civilización que camina hacia el precipicio.

Se trata de darse los medios, encontrar la escala en la que puedan resolverse una serie de cuestiones que, planteadas individualmente, nos sumen en la depresión. ¿Cómo deshacerse de las dependencias que nos debilitan? ¿Cómo organizarse para dejar de trabajar? ¿Cómo establecerse fuera de la toxicidad de las metrópolis sin, por otro lado, “irse al campo”? ¿Cómo detener las centrales nucleares? ¿Cómo hacer para no verse forzado a recurrir al triturador psiquiátrico cuando un amigo se vuelve loco, ni a los medicamentos burdos de la medicina mecanicista cuando se pone enfermo? ¿Cómo vivir juntos sin aplastarse mutuamente? ¿Cómo acoger la muerte de un camarada? ¿Cómo arruinar al imperio?

El llamamiento que precede a la insurrección que viene y otros textos radicales de la constelación TIQQUN-COMITÉ INVISIBLE

Superficie



Lo que demuestra la Jovencita es que no hay superficie bella sin una profundidad terrible


Risa

Cuando la JOVENCITA suelta sus risitas, también trabaja

Bestia


La Jovencita es una ilusión óptica. Desde lejos, es un ángel y de cerca, una bestia

Hombres-Máquina





No quién es, sino qué es Tiqqun

Tiqqun no es el nombre de un autor o un colectivo de autores, sino el nombre de un medio, un medio para construir enérgicamente una posición. Toda posición es una taxonomía, una topografía espiritual, una inteligencia política de la época: una toma de partido.

La posición de Tiqqun se concreta en una doble secesión: en primer lugar, secesión del proceso de explotación social (el mundo de la mercancía autoritaria o «imperio»); y después, secesión de toda la esterilidad que se deriva de una simple oposición al imperio, incluso de la extra-parlamentaria, secesión pues de la izquierda.

Tiqqun se inscribe en el espacio de articulación de los discursos, las formas y las luchas que dejaron vacío las vanguardias políticas y artísticas del siglo XX. Desde este espacio trata de responder de un modo nuevo a la vieja exigencia de coherencia entre el pensamiento y las prácticas. «No consentiríamos en escribir si no fuera para encontrar hermanos. Nuestros textos esbozan la base sobre la que el encuentro, la amistad y la cooperación vuelven a ser, más allá de toda mutilación, posibles».

Este planteamiento encontró lugar en una bella revista publicada en francés de idéntico nombre y breve existencia, sólo dos números: Tiqqun 1 en 1999 y Tiqqun 2 en 2001. Los contenidos originales pueden consultarse en su web.

En castellano han aparecido dos artículos largos de la revista como libros: Teoría del Bloom (2005) e Introducción a la Guerra Civil (2008), ambos en Melusina; y también “Una metafísica crítica podría nacer como ciencia de los dispositivos” en Contribución a la guerra en curso (Errata Naturae, 2012).

La revista Tiqqun se extinguió pero hizo nacer una rica descendencia teórica y práctica. Otros textos hermanos que emanan del mismo punto del espíritu que Tiqqun son La insurrección que viene del Comité Invisible (Melusina, 2009) y Llamamiento; y otros fogonazos, un libro anónimo que publicó Acuarela en 2009 (la editorial Axóuxere publicó el texto «Llamamiento» en lengua gallega en 2011).

Tiqqun en Acuarela Libros

Músculo

Más aún que la JOVENCITA femenina, la JOVENCITA masculina manifiesta con su musculatura de cartón piedra todo el carácter absurdo, es decir de sufrimiento, de lo que Foucault llamaba «la disciplina de los cuerpos»

Máquina de guerra


La seducción como guerra. Se habla de estar como un «cañón», con una metáfora que pertenece cada vez menos al registro de la estética y cada vez más al de la balística



El fin de la distinción entre economía y política (constelación Tiqqun-Comité Invisible)

(fragmento de Llamamiento)

A toda preocupación moral, a todo anhelo de pureza, oponemos la elaboración colectiva de una estrategia. Nada es malo salvo lo que perjudica el desarrollo de nuestra potencia.
Pertenece a esta resolución dejar de distinguir entre economía y política. La perspectiva de formar bandas no nos espanta; la de ser tomados por una mafia más bien nos divierte.

El llamamiento que precede a la insurrección que viene y otros textos radicales de la constelación TIQQUN-COMITÉ INVISIBLE

La política clásica es parte del desierto (constelación Tiqqun-Comité Invisible)

(fragmento de Llamamiento)

Aquí, se experimentan armas inéditas para dispersar a las multitudes, una especie de granadas de fragmentación pero de madera. Allí –en Oregón–, se propone castigar con veinticinco años de cárcel a todo manifestante que bloquee el tráfico automovilístico. El ejercito israelí está convirtiéndose en el consultor más competente en pacificación urbana; los expertos del mundo entero se maravillan de sus últimos hallazgos, tan temibles y tan sutiles, en materia de eliminación de subversivos. El arte de herir –herir a uno para amedrentar a cien– alcanza aquí el no va más. Y luego está el “terrorismo”, por supuesto. O sea, “toda infracción cometida intencionadamente por un individuo o un grupo contra uno o varios países, sus instituciones o sus poblaciones, y que apunte a amenazarlos y perjudique gravemente o destruya las estructuras políticas, económicas o sociales de un país”. Es la Comisión Europea la que habla. En los Estados Unidos hay más presos que campesinos.

A medida que es rediseñado y progresivamente recuperado, el espacio público se cubre de cámaras. No se trata sólo de que en lo sucesivo toda vigilancia parece posible, sino sobre todo de que parece admisible. Todo tipo de listas de “sospechosos”, de las que ni siquiera se adivinan sus usos probables, circula de administración en administración. Las escuadras de todas las milicias, con la policía jugando el papel de garante arcaico, toman posiciones reemplazando a soplones y mirones, figuras de otra época. Un ex jefe de la CIA, una de esas personas que, en el lado contrario, se organizan en lugar de indignarse, escribe en Le Monde: “Más que una guerra contra el terrorismo, la apuesta es extender la democracia a las partes del mundo [árabe y musulmán] que amenazan la civilización liberal, en cuya construcción y defensa hemos trabajado durante todo el siglo XX, durante la primera y la segunda guerras mundiales, y durante la guerra fría o tercera guerra mundial.

En todo eso no hay nada de lo que asombrarse, nada que nos coja desprevenidos o que altere radicalmente nuestro sentimiento de la vida. Hemos nacido en la catástrofe y hemos establecido con ella una extraña y apacible relación de costumbre. Una intimidad, casi. Hasta donde nos alcanza el recuerdo, no ha habido otra actualidad que la de la guerra civil mundial. Hemos sido educados como supervivientes, como máquinas de supervivencia. SE nos ha formado en la idea de que la vida consiste en avanzar, avanzar hasta derrumbarse en medio de otros cuerpos que marchan idénticamente, que tropiezan y se derrumban, a su vez, en la indiferencia. Como mucho, la única novedad de la época presente es que nada de todo esto puede ya ocultarse, que en cierto sentido todo el mundo lo sabe. De ahí el reciente endurecimiento, tan evidente, del sistema: sus resortes están al desnudo y no serviría de nada querer escamotearlos.

Muchos se asombran de que ninguna fracción de la izquierda o de la extrema izquierda, de que ninguna de las fuerzas políticas conocidas sea capaz de oponerse a este curso de las cosas. “¿Sin embargo estamos en democracia, no?”. Y pueden asombrarse para rato: nada de lo que se expresa en el marco de la política clásica podrá jamás detener el avance del desierto,

ya que la política clásica es parte del desierto.

Cuando decimos esto, no es para preconizar una política extra-parlamentaria como antídoto a la democracia liberal. El famoso manifiesto “Somos la izquierda”, firmado hace unos años por todos los colectivos ciudadanos y “movimientos sociales” franceses, enuncia suficientemente la lógica que, desde hace treinta años, anima la política extraparlamentaria: no queremos tomar el poder, derribar el Estado, etc.; luego, queremos ser reconocidos por él como interlocutores.


La ruptura de lo común (constelación Tiqqun-Comité Invisible)

(fragmento de Llamamiento)

Se nos ha vendido esta mentira: lo que tendríamos de más propio es lo que nos distinguiría de lo común.
Nosotros hacemos la experiencia inversa: toda singularidad se experimenta en el modo y la intensidad con la que un ser hace existir algo común.
En el fondo, es de ahí desde donde partimos, donde nos encontramos. Lo más singular en nosotros apela a un compartir.
Ahora bien, constatamos la siguiente evidencia: lo que tenemos para compartir no solamente no es compatible con el orden dominante, sino que este persigue encarnizadamente toda forma del compartir de la que no dicte las reglas. En las metrópolis, por ejemplo, el cuartel, el hospital, la cárcel, el asilo y el geriátrico son las únicas formas admitidas de habitación colectiva. El estado normal es el aislamiento de cada cual en su habitáculo privado. Es allí donde se vuelve invariablemente, por más conmovedores o repulsivos que sean los encuentros que se experimenten en cualquier otra parte.
Nosotros hemos conocido estas condiciones de existencia y jamás volveremos a ellas. Nos debilitan demasiado. Nos vuelven demasiado vulnerables. Nos marchitan.

El aislamiento, en las “sociedades tradicionales”, es la pena más dura a la que pueda condenarse a un miembro de la comunidad. Hoy en día es la condición común. El resto del desastre se deduce de aquí lógicamente. Es en virtud de la idea limitada que cada uno se hace de su “hogar” que parece natural dejar el espacio de la calle en manos de la policía. No SE habría podido convertir el mundo en un lugar tan inhabitable bajo la pretensión de controlar toda sociabilidad –de los mercados a los bares, de las empresas a las trastiendas– si no SE hubiese acordado antes a cada cual el espacio privado como refugio.

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Construyendo mundos compartidos (constelación Tiqqun-Comité Invisible)


(fragmento de Llamamiento)

Situamos el punto de no retorno, la salida del desierto, el fin del Capital, en la intensidad del lazo que cada uno logre establecer entre lo que vive y lo que piensa. Contra los defensores del liberalismo existencial, rechazamos ver en esto un asunto privado, un problema individual, una cuestión de carácter. Al contrario, nosotros partimos de la certeza de que este lazo depende de la construcción de mundos compartidos, de la puesta en común de medios efectivos.

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"La guerra civil invisible que libramos cada día"




Llamamiento y otros fogonazos
. Ramón Vilatovà y Alida Díaz (tr.) Acuarela & Antonio Machado, 2009.


Llamamiento y otros fogonazos son un conjunto de escritos políticos sin autor reconocido pero asociados a la revista Tiqqun y el Comite Invisible.
El volumen se abre con dos fogonazos. El primero es el artículo Y la guerra apenas ha comenzado que contiene algunas sentencias para reflexionar.
Está el electrodo Tele, por supuesto, pero también el electrodo Dinero, el electrodo Farmacéutica y el electrodo Jovencita. Por medio de estos miles, estos millones de electrodos, de naturaleza tan diversa que he renunciado a contarlos, se mantiene el encefalograma plano de la metrópolis imperial. (p. 12)

Aquellos que por suerte o por desgracia se sustraen al sueño prescrito, nacen a este mundo como niños perdidos. (p. 13)

Aquí prevalece la regla del no-actuar, que se expresa así: la fecundidad de la acción verdadera reside en el interior de ella misma; podría decirlo de otro modo, podría decir: la acción verdadera no es un proyecto que uno realiza, sino un proceso al cual uno se abandona (p. 14)
A continuación sigue otro fogonazo, El gran juego de la guerra civil, que expone cuáles son las reglas reales en esta guerra civil invisible que libramos cada día. Merece la pena recordar lo más esencial:
REGLA N.° 4
Para vosotros el juego consistirá en huir o, al menos,

Se acabó el tiempo de esperar (constelación Tiqqun-Comité Invisible)


(fragmento de Llamamiento)

“Cada día, la juventud espera, espera su oportunidad como la esperan los obreros, incluso los viejos. Esperan todos, aquellos que están descontentos y que reflexionan. Esperan que se levante una fuerza, algo de lo que formar parte, una suerte de nueva internacional, que no cometa los errores de las antiguas. La posibilidad de acabar de una vez por todas con el pasado.
Y que comience algo nuevo.
NOSOTROS HEMOS COMENZADO.”

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Hemos dejado de esperar (constelación Tiqqun-Comité Invisible)

(fragmento de Llamamiento)

Sabemos que construir una potencia de cierta amplitud llevará tiempo. Hay muchas cosas que ya no sabemos hacer. A decir verdad, como todos los beneficiarios de la modernización y de la educación dispensada en nuestras regiones desarrolladas, ya no sabemos hacer casi nada. Incluso recoger plantas para darles un uso, ya no decorativo, sino culinario o médico, pasa hoy por arcaico cuando no, y esto es peor aún, por algo simpático.

Pero hacemos una constatación simple: cualquiera dispone de una cierta cantidad de riquezas y de saberes que el simple hecho de habitar estas regiones del viejo mundo vuelve accesibles y pueden ponerse en común.

La cuestión no es vivir con o sin dinero, robar o comprar, trabajar o no, sino utilizar el dinero que tenemos para acrecentar nuestra autonomía en relación a la esfera mercantil.

Y si preferimos robar a trabajar y autoproducir a robar, no es por problemas de pureza. Es porque los flujos de poder que acompañan a los flujos de mercancías, y el sometimiento subjetivo que condiciona el acceso a la supervivencia, son hoy exorbitantes.

Habría muchos modos inapropiados de decir lo que pretendemos: ni queremos irnos al campo ni reapropiarnos de los antiguos saberes y acumularlos. Nuestra tarea no pasa simplemente por una reapropiación de medios. Tampoco por una reapropiación de saberes. Si juntásemos todos los saberes y todas las técnicas, toda la creatividad desplegada en el campo del activismo, no obtendríamos un movimiento revolucionario. Es una cuestión de temporalidad. Una cuestión de construir las condiciones para que una ofensiva pueda alimentarse sin extinguirse, estableciendo las solidaridades materiales que le permitan sostenerse.

Creemos que no hay revolución sin constitución de una potencia material común. No ignoramos el anacronismo de esta creencia.

Sabemos que es demasiado pronto y, a la vez, demasiado tarde, y es por eso que tenemos tiempo. Hemos dejado de esperar.


La fuerza anónima del rechazo, por Marina Garcés

(Prólogo a Escritos Políticos, de Maurice Blanchot)

Por Marina GARCÉS

Bloqueos de las cumbres gubernamentales internacionales (1999-2009), manifestaciones masivas contra la guerra (2004), barrios y coches en llamas en París (2005) y en Grecia (2008-2010)... En las sociedades occidentales actuales hay poca resistencia, poca capacidad de organización y de respuesta, pero un gran rechazo moviliza a gente de las edades, colores y lenguajes más dispares. No los une el consenso ni un discurso común. Su motor es la rabia. En un mundo dominado por los consultores y los expertos, vendedores de recetas y de soluciones a corto plazo, el rechazo se vive como déficit: no tenemos respuestas, no hay política, no hay futuro. Los mitos del izquierdismo ayudan aún más a teñir de desaliento nuestro rechazo: el compromiso, la organización, las alternativas, la utopía, etc., nos deslumbran desde un pasado inalcanzable, desde una experiencia mítica que sólo puede ser recibida bajo el signo de nuestra actual incapacidad. En las calles de Atenas en llamas, en invierno de 2008, alguien pintó con rabia: «Fuck May 68. Fight now!». En las movilizaciones en Barcelona contra la reforma universitaria europea (Plan Bolonia), un profesor dijo en directo por la televisión, mientras la policía cargaba brutalmente contra los manifestantes: «Somos una minoría y no vamos a cambiar el mundo. ¿Y qué?»

Los textos políticos que Maurice Blanchot escribió entre 1958 y 1968 son un antídoto contra este acoso ideológico a la fuerza colectiva del rechazo. Entre el retorno de De Gaulle al poder, tras la crisis de Argelia, y la revuelta estudiantil y obrera de Mayo, se abre una década

Descárgate "Llamamiento; y otros fogonazos"

[Continuamos con nuestra serie de descargas de libros de Acuarela, esta vez con Llamamiento, un libro de la constelación Tiqqun-Comité Invisible redactores de La insurrección que viene, que circuló en su origen de mano en mano y de manera anónima]


El llamamiento que precede a la insurrección que viene y otros textos radicales de la constelación TIQQUN-COMITÉ INVISIBLE

Se reúnen aquí un conjunto de escritos hermanos, un conjunto de textos que emanan de un mismo punto del espíritu cuya localización se indicó, en otros lugares y entre otras mil posibles, mediante la mención Tiqqun o Comité Invisible.


Decimos que esta época es un desierto y que este desierto se profundiza sin cesar. El desierto es el progresivo despoblamiento del mundo. La costumbre que hemos adquirido de vivir como si no estuviésemos en el mundo.

El desierto se encuentra tanto en la proletarización continua, masiva y programada de las poblaciones, como en los barrios residenciales californianos, ahí donde la angustia consiste justamente en el hecho de que nadie parece sentirla. Nada de lo que se expresa en el marco de la política clásica podrá jamás detener el avance del desierto, ya que la política clásica forma parte del él.

Abstrayendo y separando a los humanos de la red de cosas, de costumbres, de palabras, de fetiches, de afectos, de lugares y de solidaridades que conforman su mundo sensible y les otorgan su consistencia propia, la política clásica propaga el desierto.

Frente a la evidencia de la catástrofe, están los que se indignan y los que toman nota, los que denuncian y los que se organizan.

Estamos del lado de los que se organizan. Organizarse quiere decir: partir de la situación y no recusarla. Tomar partido en su seno. Y tejer las solidaridades necesarias, materiales, afectivas, políticas.

Organizarse quiere decir: dar consistencia a la situación. Tornarla real, tangible. La constitución en fuerza de una sensibilidad. El despliegue de un archipiélago de mundos compartidos y habitables. La asunción colectiva de lo que nos ata a la vida. Para nosotros, no hay amistad que no sea política.

Ver película Y la guerra apenas ha comenzado: Parte 1, Parte 2

Más materiales relacionados con el libro


"Llamamiento; y otros fogonazos"

El llamamiento que precede a la insurrección que viene y otros textos radicales de la constelación TIQQUN-COMITÉ INVISIBLE

Se reúnen aquí un conjunto de escritos hermanos, un conjunto de textos que emanan de un mismo punto del espíritu cuya localización se indicó, en otros lugares y entre otras mil posibles, mediante la mención Tiqqun o Comité Invisible.


Decimos que esta época es un desierto y que este desierto se profundiza sin cesar. El desierto es el progresivo despoblamiento del mundo. La costumbre que hemos adquirido de vivir como si no estuviésemos en el mundo.
El desierto se encuentra tanto en la proletarización continua, masiva y programada de las poblaciones, como en los barrios residenciales californianos, ahí donde la angustia consiste justamente en el hecho de que nadie parece sentirla. Nada de lo que se expresa en el marco de la política clásica podrá jamás detener el avance del desierto, ya que la política clásica forma parte del él.
Abstrayendo y separando a los humanos de la red de cosas, de costumbres, de palabras, de fetiches, de afectos, de lugares y de solidaridades que conforman su mundo sensible y les otorgan su consistencia propia, la política clásica propaga el desierto.
Frente a la evidencia de la catástrofe, están los que se indignan y los que toman nota, los que denuncian y los que se organizan.
Estamos del lado de los que se organizan. Organizarse quiere decir: partir de la situación y no recusarla. Tomar partido en su seno. Y tejer las solidaridades necesarias, materiales, afectivas, políticas.
Organizarse quiere decir: dar consistencia a la situación. Tornarla real, tangible. La constitución en fuerza de una sensibilidad. El despliegue de un archipiélago de mundos compartidos y habitables. La asunción colectiva de lo que nos ata a la vida. Para nosotros, no hay amistad que no sea política.
Ver película Y la guerra apenas ha comenzado: Parte 1, Parte 2
Reseñas, ecos: