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Mediterráneo Sur: reseña de Estrella del Alba

 

Reseña de Estrella del Alba, de Wu Ming 4, Hombres soñando tras la guerra, firmada por Daniel Iriarte, en Mediterráneo Sur.


Es sabido que todos los hombres sueñan, pero no todos sueñan del mismo modo. Y eso, precisamente, es lo que nos viene a contar la novela Estrella del Alba. La última ficción del colectivo Wu Ming nos relata las cuitas de cuatro personajes que deambulan por el Oxford de 1919, veteranos todos ellos de la Gran Guerra, traumatizados, cada uno a su modo, obligados a lidiar con responsabilidades familiares e identidades reprimidas. Tom, Clive, Bob y Jack. O, respectivamente, tal y como el mundo les conocerá después, Lawrence de Arabia, C. S. Lewis, Robert Graves y J. R. R. Tolkien.
 
La idea de juntar a varios personajes históricos e imaginar sus interacciones dista mucho de ser nueva. Es, de hecho, una técnica bastante recurrente en los escritores de 'best sellers'. Pero Estrella del Alba está a años luz de ser un producto de fórmula, cocinado artificialmente.
"La sofisticación del cerebro que ha tramado esta deliciosa ficción queda de manifiesto guiños exquisitos"

NEIL GAIMAN SOBRE TOLKIEN, LEWIS Y CHESTERTON


Neil Gaiman

[salvo el texto de Gaiman, el resto son extractos de las obras: TOLKIEN: HOMBRE Y MITO y J.R.R. TOLKIEN: SEÑOR DE LA TIERRA MEDIA, ambas del autor Joseph Pearce (que ha dirigido reuniones de la G.K. Chesterton Society y publicó en 1996 una biografía de Chesterton titulada WISDOM AND INNOCENCE]

En el año 2004, en la Mythopoietic Society, el conocido escritor y guionista Neil Gaiman (autor de títulos como Stardust o Sandman y ganador de varios y prestigiosos premios literarios), pronunció un discurso acerca de tres autores que influyeron en su carrera: J.R.R. Tolkien, C.S. Lewis y G.K. Chesterton.

El texto completo puede hallarse en inglés en la página oficial deGaiman, pero, a continuación, reproducimos un extracto traducido del mismo, correspondiente a la parte en la que se refiere a Tolkien, que hemos encontrado aquí.

[…] Ahora, si existe una manera incorrecta de encontrar a Tolkien, yo hallé a Tolkien de una forma completamente incorrecta. Alguien había dejado una copia de un libro en rústica titulado The Tolkien reader en mi casa. Contenía un ensayo - "Tolkien`s Magic Ring" (El Anillo Mágico de Tolkien) de Peter S. Beagle - algo de poesía,  Hoja de Niggle y Egidio, el granjero de Ham. En retrospectiva, sospecho que lo recogí únicamente porque estaba ilustrado por Pauline Baynes (N. del T.: Neil Gaiman aclara antes en su discurso que conocía el trabajo de Baynes ilustrando Narnia, de C. S. Lewis, y que tuvo durante muchos años un póster con el mapa de Narnia en la pared de su habitación). Creo que tenía ocho, tal vez nueve años.

Lo que fue importante para mí, al leer ese libro, fue la poesía y la promesa de una historia.

Ahora bien, cuando cumplí los nueve cambié de colegio, y encontré, en la biblioteca de clase, un ejemplar maltrecho y muy antiguo de El Hobbit. Lo compré en oferta por un penique a la escuela, junto con una vieja copia de las Obras de W. S. Gilbert, y aún lo conservo.

Pasaría aún otro año más o menos cuando encontré el primero de dos volúmenes de El señor de los anillos, en la biblioteca principal del colegio. Los leí. Los leí una y otra vez: Terminaba Las Dos Torres y empezaba de nuevo al principio de La Comunidad del Anillo. Nunca llegaba al final. Esto no era tan duro como pueda sonar - Ya había leído en el ensayo de Peter S. Beagle que todo terminaba más o menos bien. Aún así, quería leerlo realmente por mí mismo. Cuando tenía 13 años, gané el Premio de Inglés del colegio, y se me permitió escoger un libro. Escogí El Retorno del Rey. Aún lo conservo. Sólo lo he leído una vez, de todos modos - emocionado de saber cómo terminaba la historia - porque más o menos por la misma época también me compré la edición en rústica en un solo volumen [con los tres libros, N. del T.]. Era lo más caro que me había comprado hasta entonces con mi propio dinero, y es ese ejemplar el que aún ahora leo y releo. 
 
Llegué a la conclusión de que El Señor de los Anillos era, muy probablemente, el mejor libro que jamás podría escribirse, lo cual me planteó un dilema. Yo quería ser escritor cuando creciese (En realidad esto no es cierto: yo ya quería ser un escritor por aquel entonces). Y quería escribir El Señor de los Anillos. El problema era que ya había sido escrito.

Pensé mucho sobre este asunto, y finalmente llegué a la conclusión de que lo mejor sería si, mientras tenía un ejemplar de
El Señor de los Anillos, me fugase a un universo paralelo donde el Profesor Tolkien no hubiera existido. Y entonces conseguiría que alguien reescribiera el libro - pues yo sabía que si le enviaba a un editor un libro ya publicado, incluso en un universo paralelo, habría sospechado, y también sabía que mi habilidad para escribir a los 13 años no iba a ser suficiente para escribirlo. Y una vez el libro fuera publicado yo podría, en ese universo paralelo, ser el autor de El Señor de los Anillos, y no puede haber nada mejor que eso. Y leí El Señor de los Anillos hasta que ya no necesitaba leerlo más, pues ya lo tenía dentro de mí. Años más tarde, envié una carta a Christopher Tolkien, explicándole algo que él no había podido aclarar en una nota a pie de página, y me sentí profundamente gratificado al verme en los agradecimientos del libro titulado La Guerra del Anillo (por algo que había aprendido al leer a James Branch Cabell, nada menos) […]”.


Las relaciones entre Tolkien y CS Lewis (y 2)

 
DISTANCIAMIENTO

“[…] Mientras tanto Tolkien conservaba su amistad con C. S. Lewis, pero un tanto más fría que en los primeros años. De hecho, es significativo que Tolkien escribiera después que Lewis “fue mi más íntimo amigo poco más o menos desde 1927 a 1940, y siguió siendo muy querido para mí”. El enfriamiento de su relación en los años que siguieron a 1940 fue muy gradual y, para Lewis al menos, probablemente imperceptible. Por fuera, la amistad parecía igual que siempre. Ambos asistían a las reuniones regulares de los Inklings y ambos se dejaban ver juntos en el Eagle and Child o el White Horse, bebiendo y conversando como habían hecho durante veinte años. En 1949 Lewis empezó a leer la primera de sus historias de “Narnia” a los Inklings. Se trataba de El león, la bruja y el armario, que se convertiría en uno de los libros infantiles más populares jamás escritos. A Tolkien, no obstante, no le impresionó. “Verdaderamente no sirve”, le dijo a Roger Lancelyn Green, un amigo mutuo que después sería biógrafo de Lewis. “Quiero decir, escribir sobre las costumbres de las ninfas, o la vida amorosa de un fauno”. Quince años después, Tolkien escribiría que “Narnia y toda esa parte de la obra de C. S. Lewis debería quedar fuera de los límites de mi simpatía, así como gran parte de la mía estaba fuera de los límites de la suya”. Sin embargo, mientras Tolkien era incapaz de disfrutar de la obra de Lewis, Lewis siempre alabó El Señor de los Anillos. Tolkien lo había terminado al fin en el otoño de 1949 y le había prestado el texto completo a Lewis, quien se lo devolvió con grandes alabanzas […]”.


La Taberna Eagle and Child donde se reunían los Inklings. 

“[…] El entusiasmo de Lewis por El Señor de los Anillos salpicaba las cartas dirigidas a sus amigos. “¿Verdad que sería maravilloso –escribió a Katherine Farrer el 4 de diciembre de 1953– que tuviera éxito (de ventas, me refiero)? Inauguraría una nueva época. ¿Podemos albergar esperanzas?”.

Estas alabanzas privadas pasaron a conocimiento público cuando Lewis escribió una reseña de La Comunidad del Anillo, el primer volumen de El Señor de los Anillos, después de su publicación en 1954:

“Este libro es un destello de luz en un cielo claro, tan diferente e imprevisible en nuestra época como Songs of Innoncence lo fue en la suya. No sería adecuado decir que con él hemos vuelto de pronto al romance heroico, magnífico, elocuente y descarado, en un momento casi patológico por su antirromanticismo. Para nosotros, que vivimos en una época extraña, esta vuelta atrás (y el puro alivio que procura) es sin duda lo más importante. Pero en la historia del romance mismo (una historia que se remonta a la Odisea y más allá) no constituye una vuelta atrás, sino un avance o una revolución: la conquista de un territorio nuevo” […]”.
LA TIERRA MEDIA BAJO LA SOMBRA DE NARNIA

“[…] La acusación de que el libro era de carácter juvenil, adecuado para el “Boy’s Own Paper”, se debió en parte a la relación de Tolkien con C. S. Lewis, cuyas historias de “Narnia” estaban siendo publicadas en la época despertando a la vez un coro discordante de aclamación popular y la hostilidad de los críticos. El “contrabando de teología” que hacía Lewis en sus historias infantiles lo habían convertido en una personalidad impopular en círculos seculares, y sus obras de apología cristiana popular provocaron una gran hostilidad. De hecho, cuando el editor de Tolkien pidió a Lewis que redactara un breve texto para la sobrecubierta de la primera edición de El Señor de los Anillos, Lewis escribió las siguientes palabras a Tolkien: “Aunque tú y él aprobéis mis palabras, pensad dos veces antes de usarlas: soy sin duda un hombre odiado, quizá cada vez más, y mi nombre podría hacer más daño que bien”. La advertencia de Lewis fue profética. Algunos de los críticos que reseñaron el libro en agosto de 1954 sentían “una extraordinaria animosidad personal contra Lewis” y dedicaron una “buena cantidad de espacio para burlarse de su comparación entre Tolkien y Ariosto”. Edwin Muir, que escribió en The Observer el 22 de agosto, fue uno de los que se burlaron de las alabanzas de Lewis: “Este libro notable hace su aparición con una desventaja. Sólo una obra maestra podría sobrevivir al bombardeo de alabanzas que se le dirigen desde la nota de presentación”.


El 9 de septiembre, Tolkien escribió a su editor sobre la hostilidad que había despertado Lewis:

Las relaciones entre Tolkien y CS Lewis (1)

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Tolkien y CS Lewis son, junto a Robert Graves y Lawrence de Arabia, los personajes principales de la novela Estrella del alba de Wu Ming 4, publicada por Acuarela. ¿Cuáles fueron sus relaciones en la vida real? Casi todos los textos de estas entradas han sido sacados de las obras de JOSEPH PEARCE (autor de Tolkien: hombre y mito, J. R. R. Tolkien Señor de la Tierra Media y Wisdom Innocence: A Life of G. K. Chesterton. Su primera novela, The Three Ys Men es, según su propia estimación, “un bullicioso retozo en la tradición de Belloc y Chesterton con una pizca de la ficción de Tolkien más ligera”).




J. R. R. TOLKIEN (Bloemfontein, hoy Sudáfrica; 3 de enero de 1892Bournemouth, Dorset; 2 de septiembre de 1973)

“Sí, la fantasía es escapista, y ahí está su grandeza. Si un soldado es capturado por el enemigo, ¿no consideramos que su deber es escapar? ¡Los prestamistas, los ignorantes, los autoritarios nos mantienen a todos en prisión; si valoramos la libertad de pensamiento y alma, si somos partisanos de la libertad, nuestro deber es escapar y llevar con nosotros a tantos como podamos!”.

RESPUESTA DE TOLKIEN A LA ACUSACIÓN DE ESCRIBIR LITERATURA ESCAPISTA

“En esta clase de amor ¿Me quieres? significa '¿Ves la misma verdad?', o por lo menos '¿Te importa la misma verdad?'”

De la obra LOS CUATRO AMORES, de C.S. LEWIS

PRIMER ENCUENTRO TOLKIEN/LEWIS

“[…] Tolkien había llamado la atención de Lewis el 11 de mayo de 1926 durante una discusión de trabajo de facultad en un “té inglés” del Merton College. “Hablé con él después –apuntó Lewis en su diario–. Es un tipo suave, pálido, locuaz… No parece peligroso: a lo sumo necesitará uno o dos golpes”. De estos inicios indiferentes y desfavorables no tardó en surgir una amistad que iría creciendo en importancia para ambos.

Poco antes de que se conocieran Tolkien y Lewis, Tolkien había formado los Coalbiters, un club de profesores dedicado a la lectura de las sagas y los mitos islandeses. El nombre provenía del islandés Kolbítar, término humorístico que designaba a quienes se acercaban tanto al fuego en invierno que mordían el carbón. En un principio, sus miembros se limitaban ante todo a quienes tenían un conocimiento razonable del islandés, pero el club no tardó en verse reforzado por principiantes entusiastas, entre los cuales se encontraba C. S. Lewis. En enero de 1927 Lewis asistía regularmente a las reuniones de los Kolbítar y las encontraba estimulantes. La influyente amistad entre Lewis y Tolkien había empezado.

Como Tolkien, a Lewis le gustaba la mitología nórdica y el carácter nórdico desde la infancia. Siempre lo había seducido lo que Tolkien llamaba místicamente “el Norte innombrable” y ahora, en la persona del profesor de anglosajón, había hallado un espíritu similar además de un mentor. El 3 de diciembre de 1929 Lewis escribió a su amigo Arthur Greeves:

C.S. Lewis: primeras impresiones de Oxford


La compagnie de tant d’hommes vous plaist, nobles, jeunes, actifs; la liberté de cette conversation sans art, et une façon de vie masle et sans cérémonie. MONTAIGNE.

“[…] A finales del trimestre del invierno de 1916 fui a Oxford a presentarme a un examen para obtener una beca. Los chicos que se hayan enfrentado a una prueba como esta en tiempo de paz no se pueden imaginar con cuánta indiferencia fui yo. No quiero decir que subestimara la importancia (en cierto sentido) de aprobar. Sabía muy bien que apenas había una profesión en el mundo, salvo la de profesor de colegio, en la que yo pudiera encajar para ganarme la vida y que estaba arriesgándolo todo en un juego en el que pocos ganan y cientos pierden. Como Kirk dijo de mí en una carta que envió a mi padre (que, por supuesto, no vi hasta muchos años después): ‘Puedes hacer de él un escritor o un catedrático, pero no lo convertirás en nada más. Vete haciendo a la idea’. También yo lo sabía; a veces me aterrorizaba. Lo que ahora hacía que tuviese menos interés era que, tanto si obtenía la beca como si no, al año siguiente iría al Ejército; incluso un carácter más entusiasta que el mío pensaría en 1916 que para un soldado raso de infantería sería una locura hacer cualquier esfuerzo por algo tan hipotético como su vida de posguerra […]”.



“[…] Mi primer contacto con Oxford fue bastante cómico. No tenía reservado alojamiento y, como no tenía más equipaje que el que podía llevar en la mano, salí a pie de la estación de ferrocarril en busca de una pensión o un hotel barato; estaba todo excitado por los ‘campanarios ilusorios’ y los ‘encantamientos que perduran’. Podría hablar de mi primera desilusión ante lo que vi. Las ciudades siempre muestran al ferrocarril su peor cara. Pero a medida que caminaba me fui asombrando cada vez más. ¿Realmente podía ser Oxford esta sucesión de tiendas cochambrosas? Pero aún seguía adelante esperando que el siguiente recodo mostrase todas sus bellezas y reflejase que era una ciudad mucho más grande de lo que podía suponer. Sólo cuando estuvo claro que quedaba muy poca ciudad por delante de mí y que, de hecho, estaba saliendo a campo abierto, me di la vuelta y miré. Allí, detrás de mí, bastante lejos, nunca más bonito que entonces, estaba el fabuloso enjambre de campanarios y torres. Había salido de la estación por el lado equivocado y había estado todo este tiempo paseando por lo que era, incluso entonces, el extenso y cochambroso suburbio de Botley. No me percaté de hasta qué punto aquella pequeña aventura era una alegoría de toda mi vida. Me limité a caminar de vuelta a la estación y, con los pies doloridos, tomé un coche y le pedí que me llevase a ‘algún sitio donde pudiera alojarme por una semana, por favor’. El método, que ahora consideraría aventurado, fue un éxito total y en seguida estaba tomando el té en un lugar confortable. Todavía sigue allí la casa, la primera a la derecha según tuerces hacia la calle Mansfield saliendo de Holywell. Compartía la salita con otro candidato, un hombre del Cardiff College que afirmaba que era arquitectónicamente superior a cualquier edificio de Oxford. Me aterrorizó todo lo que sabía, pero era un hombre agradable. No le he vuelto a ver desde entonces. 


Hacía mucho frío y al día siguiente empezó a nevar, convirtiendo todas las torres en adornos de pastel de bodas. El examen se celebró en el Salón Oriel y todos escribíamos con los abrigos y las bufandas puestas y llevando, al menos, el guante de la mano izquierda. El director, el viejo Phelps, nos dio los papeles. Recuerdo muy poco pero supongo que fui superado en conocimientos clásicos puros por muchos de mis rivales y tuve éxito en los generales y en mi forma de redactar. Tenía la impresión de que lo estaba haciendo fatal. […] Cuando llegué a casa le dije a mi padre que casi seguro había suspendido. Era una afirmación calculada para atraerme toda su ternura y caballerosidad. El hombre, que no podía entender que un muchacho se planteara su posible, o probable, muerte, entendía perfectamente la desilusión de un niño. Esta vez no oí una sola palabra sobre gastos y dificultades; nada que no fuese consuelo, tranquilidad y afecto. Más tarde, en vísperas de Navidad, nos enteramos de que la Universidad me había aceptado […]”.



Textos correspondientes a la obra Surprised by Joy (Cautivado por la Alegría) de C.S. Lewis. Editado en España por Ediciones Encuentro, Madrid, 1989. Traducción de Mª Mercedes Lucini.

Estrella del Alba: una historia que cambiará sus vidas

La amistad de Tolkien y C.S. Lewis


ENCUENTRO CON J. R. R. TOLKIEN:

 “[…] Cuando empecé a enseñar en la Facultad de Literatura inglesa hice dos nuevos amigos, ambos cristianos (parecía que esta extraña gente surgía por todas partes), que más tarde me ayudarían enormemente a superar la antigua imagen. Eran H. V. V. Dyson (entonces en Reading) y J. R. R. Tolkien. La amistad con este último marcó la caída de dos viejos prejuicios. Al entrar por primera vez en el mundo me habían advertido (implícitamente) que no confiase nunca en un papista, y al entrar por primera vez en la Facultad (explícitamente) que no confiara nunca en un filólogo. Tolkien era ambas cosas […]”. C.S. Lewis


 
(Texto correspondiente a la obra Surprised by Joy (Cautivado por la Alegría) de C.S. Lewis. Editado en España por Ediciones Encuentro, Madrid, 1989. Traducción de Mª Mercedes Lucini).

Ambos formaron parte del cenáculo de los Inklings, grupo de académicos y escritores ingleses vinculados a la Universidad de Oxford, en su mayoría de creencias cristianas, que se reunió en Oxford entre los primeros años 1930 y los 60, aunque su época más próspera duró sólo hasta finales de 1949. Los Inklings eran entusiastas de la literatura, que ponderaban el valor de la narrativa en ficción e impulsaban la escritura de fantasía. Su amistad estuvo marcada por sus diferencias en materia religiosa.
Tolkien escribió el poema Mythopoeia como respuesta a una pregunta de C. S. Lewis en la que se cuestionaba si los escritores de cuentos no se dedicaban a “dorar mentiras”, viniendo a ser los mitos “sólo mentiras susurradas a través de plata”. El poema lleva como encabezamiento: «To one who said that myths were lies and therefore worthless, even though “breathed through silver”. Philomythus to Misomythus», lo que viene a ser «Para uno que dijo que los mitos eran mentiras y por tanto sin valor, aunque sean “susurrados a través de plata”. De Filomito a Misomito.»

"... los árboles no son "árboles" hasta que se los nombra y se los mira,
y nunca así se los nombra hasta que aparecen
quienes despliegan el complicado aliento del lenguaje,
débil eco y oscura imagen del mundo... [...]
No ve ninguna estrella quien no ve ante todo
hebras de plata viva que estallan de pronto
como flores en una canción antigua,
que el eco musical desde hace tiempo
persigue. No hay firmamento,
sólo un vacío, o una tienda enjoyada
tejida de mitos y adornada por elfos; y ninguna tierra,
sino la matriz de donde todo nace.
El corazón del hombre no está hecho de engaños
y obtiene sabiduría del único que es Sabio
y todavía lo invoca. Aunque ahora exiliado,
el hombre no se ha perdido ni del todo ha cambiado."
  

A su vez, Lewis le dedicó a Tolkien la obra “Cartas del Diablo a su sobrino”.(Obra completa en PDF). Ambos escritores, junto a Charles Williams, son los protagonistas de las saga fantástica de James A. Owen, The Chronicles of the Imaginarium Geographica”, serie que ya va por el quinto volumen y que será llevada al cine. «Un profesor de Oxford muere en extrañas circunstancias y uno de sus discípulos recibe lo que parece ha sido el móvil del crimen, un curioso ejemplar de atlas, Imaginarium Geographica. Perseguido por feroces wendigos él y sus dos compañeros de viaje huyen hacia donde se dibuja la línea del fin del mundo: la Tierra de Dragones. Esta es la auténtica aventura jamás contada de cómo tres de los más grandes cartógrafos del universo fantástico llegaron hasta los confines del mundo y descubrieron qué esconde la tierra donde todo puede suceder y cómo son los oscuros seres que la habitan»



LOS HORRORES DE LA GUERRA SEGÚN C.S. LEWIS

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C.S. LEWIS (Belfast, Irlanda del Norte, 29 de noviembre de 1898 – Oxford, Inglaterra, 22 de noviembre de 1963)
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LOS HORRORES DE LA GUERRA SEGÚN LEWIS

 “[…] Por entonces, en el continente, continuaba la terrible carnicería de la Primera Guerra con Alemania. Como seguía y empecé a prever que probablemente duraría hasta que yo alcanzase la edad de hacer el servicio militar, me vi obligado a tomar una decisión que la ley hubiera impedido tomar a los muchachos ingleses de mi edad; pero en Irlanda no había reclutamiento. No me enorgullecí mucho, ni siquiera entonces, por decidir que me alistaría cuando pudiera, pero pensé que la decisión me absolvía de tener ninguna otra noticia de la guerra. Arthur, cuyo corazón desgraciadamente le eximía, no tenía que planteárselo. Así pues dejé la guerra a un lado hasta un punto que algunas personas considerarían vergonzoso y casi increíble. Otros lo llamarían huir de la realidad. Yo sostengo que fue más que nada un pacto con la realidad: fijamos una frontera. En efecto, le dije a mi país: “Me tendrás en tal fecha, no antes. Moriré en tus guerras si es necesario, pero hasta entonces viviré mi propia vida. Podrás contar con mi cuerpo pero no con mi mente. Tomaré parte en las batallas, pero no leeré sobre ellas”.

Reparto de "Estrella del alba", de Wu Ming 4

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T. E. Lawrence. Ned o T. E. para los amigos, conocido en todo el mundo como «Lawrence de Arabia». Es el héroe de la revuelta árabe contra los turcos; que una vez acabada la guerra, envuelto en un aura de celebridad, tiene que redactar la crónica de su propia aventura. Para hacerlo tendrá que profundizar en la ambigüedad, afrontando el propio lado oscuro.


Robert Graves. Poeta veterano de las trincheras, afectado por traumas, por explosiones, y en busca de una nueva inspiración. Conocer a Lawrence de Arabia cambiará por siempre sus versos y su vida.


J. R. R. Tolkien. El joven filólogo del Oxford English Dictionary tiene que arreglar las cuentas con los recuerdos de la guerra y los fantasmas de los amigos muertos. Solo así podrá encontrar el propio camino.


C. S. Lewis. Llamado Jack. Una promesa lo obliga a una doble vida en tiempos de paz. Para soportar ese peso siente la necesidad de descubrir la verdad sobre la estrella del momento.


D. G. Hogarth. Arqueólogo clasicista, experto de Oriente Medio y brujo de muchos hechizos. Es el demiurgo del destino del héroe.
(Lawrence y el Teniente Coronel Dawnay con D.G. Hogarth en el exterior de su Agencia Árabe en el Cairo, mayo 1918.)


Feisal. Descendiente del Profeta. Condujo la revuelta de los árabes contra los dominadores turcos, pero fue traicionado por los aliados ingleses. Es un príncipe en busca de un reino.

Edmund Allenby. General de Su Majestad Británica. Lo llaman «el Toro», porque cuando avanza, nada puede pararlo.


Jemal Pachá. Desde Armenia a Arabia lo conocen como «el Sanguinario». Tiene que detener a los cruzados ante la Ciudad Santa.


Lowell Thomas. Corresponsal de guerra, convirtió a Lawrence de Arabia en una estrella.


Nancy Nicholson. No se considera una buena esposa, sino una mujer. Quiere borrar la guerra y la prosopopeya de los hombres que la combatieron.
(Robert Graves con su primera esposa Nancy Nicholson)


Edith Mary Tolkien. Es la reina de las hadas, que un día bailó en los bosques y hoy desea la paz.


Andy Mills. La guerra no le dejó nada. Espera que alguien se enamore de él y le permita cambiar de vida.