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God Save the Pistols: reeditamos Rotten

Atención: reeditamos Rotten a todo lujo y ya vamos por la tercera tirada. Hemos cambiado el formato, más manejable, hemos revisado el texto y mejorado algunos detalles como el lomo, y hemos añadido un epílogo de Luis Navarro que por sí solo ya valía la reedición. Definitivamente, Rotten's not dead.

Este libro no es una historia del punk. La autobiografía de JOHN LYDON, cantante de los Sex Pistols, revela más bien la idea de algo que pudo ser y no fue; los mimbres de una revolución imposible que, sin embargo, durante un instante de 1976 lograron prender en algún compartimento de la conciencia juvenil. Este libro sitúa su epicentro en esa explosión instantánea que desató el grupo británico y, describiendo una onda expansiva que pronto desvió su trayectoria gracias a la ambición o la estupidez de muchos de sus artífices, nos invita a imaginar "otro punk". Porque, más que la historia de Sex Pistols, Rotten: No Irish, No Blacks, No Dogs expone las instrucciones de una manera de vida, redactadas a fogonazos, con tanta aportación del cerebro como del corazón y sin un plan maestro detrás. Mientras nos seguimos preguntando año tras año qué es el punk, John Lydon prefirió responder a esta generalidad casi abstracta sin dar una respuesta. Para ello rescató de la casa de sus padres el álbum de fotos familiar y desde allí comenzó el recorrido de su particular visión de ese periodo de mediados de los setenta en que las calles de Londres se convirtieron en batallas campales, cuando no en estrafalarios circos no aptos para niños.

Reseñas, ecos:



  • Portada en el formato de las dos primeras ediciones

Alquimia punk



Notas leídas por Amador Fernández-Savater en la segunda sesión del ciclo "Música desde las contraculturas" (Patio Maravillas, sábado 14 de julio).

 
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A finales de los años 70, cuando aparece “Comfortably numb”, está claro que el sueño que se evapora son las ilusiones de transformación social de los 60, percibidas por el rabillo del ojo de ese niño como un destello fugaz. Ahora el niño ha crecido, el sueño se ha esfumado. Estamos a las puertas del ciclo Reagan-Thatcher. Serán necesarios muchos pinchazos, muchas inyecciones para que el público se mantenga en pie durante el espectáculo. 


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Cambio de escena, pero sin cambiar de época. Un tipo raro recorre la calle King's Road de Londres. Lleva el pelo pintado de verde y una camiseta de Pink Floyd rota y llena de imperdibles. Él mismo ha escrito sobre ella: "I hate Pink Floyd" ("Odio a Pink Floyd"). Es Johnny Rotten, futuro cantante y líder los Sex Pistols. El punk está a punto de nacer, contra el sistema que vela el sueño confortable, contra los mismos Pink Floyd, juzgados como parte de esa situación anestesiada que no se sabe bien si ellos se limitan a constatar o aprueban con resignación desde su posición de privilegio. Nace el punk, no con la utopía y la confianza en el futuro como en los 60, sino con el "no hay futuro" como palanca de subversión. 


Bodies habla de una fan de los Sex Pistols. Johnny Rotten cuenta la historia en su autobiografía No Irish No Blacks No Dogs: "Pauline era una chica que me enviaba cartas desde un manicomio de Birmingham. Una vez se presentó en la puerta de mi casa vistiendo una bolsa de plástico transparente. Iba dando tumbos por Londres y se presentaba en casa de todos. En la canción hay una frase en la que digo que Pauline vivía en un árbol y era verdad que en los jardines del manicomio tenía una caseta en un árbol. Las enfermeras no podían bajarla y allí se pasaba los días enteros. Al parecer el punk la sacó de su burbuja".

El punk fue la ruptura generalizada de la burbuja social que cantaban los Pink Floyd. 

(ver desde 1.20 hasta 4.50) 

En No irish, no blacks, no dogs, Johnny Rotten cuenta cómo sentirse una basura era el estado de ánimo más extendido en la Inglaterra de 1977. El humus en el que nace el punk es la pobreza, el aburrimiento, el racismo y la sociedad disciplinaria, todavía con una fuerte influencia católica (véanse las anécdotas de Rotten sobre su educación es un colegio católico). El laborismo inglés se había vuelto una ideología gestora anestesiante. La derecha manipulaba a su antojo la frustración cotidiana, elaborándola como racismo (el mismo título del libro habla de ello: No Irish, no Blacks no Dogs es el letrero que Johnny Rotten se acostumbró a ver durante niño en los pubs de Londres). El punk fue una especie de aspiradora que absorbió la tristeza y la impotencia, y devolvió el asco transformado en una ola de activación, "háztelo tu mismo", rabia creativa y desafío a lo establecido, expresado a través de la música y la estética. 

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Toda una serie de clichés orientan hoy en día nuestra percepción sobre el movimiento punk. Esos clichés a los que lo asociamos invariablemente son de cuatro tipos: la consigna política fácil, el punk accesible (que Johnny Rotten asocia malvadamente a los Clash: "citas de Marx con música"); el uniforme de la cresta y el imperdible; el nihilismo autodestructivo; el feísmo o rechazo de la estética.

Pero Johnny Rotten tiene una versión muy distinta de los Sex Pistols y del punk: 

(ver desde 0.00 hasta 5.00)

--> "No creo que hubiera nada nihilista en los Pistols. Lo nuestro no era un camino de autodestrucción. Quizá hubiera algo de imbecilidad en plan “destrúyelo todo” pero no creo que eso se pueda llamar nihilista. Más bien al contrario. Era constructivo porque ofrecíamos una alternativa, no era anarquía porque sí. Tampoco he creído nunca en las ventajas de convertirme en mártir. Y morir por algo tan vagamente infantil como el rock & roll no me pone en absoluto. Aunque el personaje de Sid Vicious está rodeado de cierta mitología, la gente que se traga esos mitos no son los que compran los discos, sino personas frustradas. El mito de Sid está envuelto en la cultura de las drogas, hecha para perdedores y yonquis, gente que se pasa el día lamentando lo desgraciados que son. Yo no formo parte de ese mundo, ni antes ni ahora. Siempre intento moverme en busca de algo mejor".

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“Lo que Johnny hacía con los Pistols era furia dramatizada que después se ha malinterpretado. Yo siempre he considerado a los Pistols como “teatro de la rabia”, un espacio perfecto para expresar sentimientos violentos. Como consecuencia, mucha gente pensó, equivocadamente, que el punk era violento. Pero la razón de que hubiera violencia en el punk no tenía nada que ver con la esencia del movimiento” (Caroline Coon, en No Irish No Blacks No Dogs). 

(ver desde 5.45 hasta 7.26) 

"Lo que me enfurecía de los Sex Pistols era la progresiva homogeneización del uniforme punk entre el público, porque echaba por tierra todo. Desde luego con mi aprobación no iban a contar porque aquello demostraba que carecían del concepto de individualidad y que no entendían lo que hacíamos. Lo nuestro no tenía que ver con la uniformización. Odio todos los grupúsculos porque destruyen la personalidad y la individualidad. Quizá una habitación llena de gente con ideas muy distintas sea caótica, pero es un caos maravilloso, con altas dosis de diversión y muy didáctico. Así es como se aprende y no siguiendo la misma doctrina que todo el mundo".


Las claves del punk según Rotten en su autobiografía son otras:

-partir de lo que hay, no de lo que puede haber o debería de haber, sino de los elementos que encuentras en lo cotidiano, desde tu grupo de amigos a unos imperdibles;

-la multiplicidad, la singularidad y la originalidad contra los uniformes, la mezcla contra los compartimentos estancos: alianzas insólitas en el nacimiento del punk entre la escena reggae, la escena gay, los hooligans, los chicos de clase obrera y de clase media, etc.;

-la espontaneidad y la intuición contra los Planes Maestros (es la discusión de Rotten con McLaren, que presenta la historia de los Pistols como un producto diseñado por él de principio a fin);

-la rabia, la energía y la activación del “do it yourself” contra la burbuja de pasividad y obediencia a los moldes establecidos;

-la capacidad de sorprender, asustar y hacer preguntas, no la doctrina, las ideologías ni la identidad (“si te comprenden estás perdido”): atacar lo obvio mediante el caos, la ambigüedad y lo políticamente incorrecto (el uso irónico y catártico de las esvásticas, la ropa sado, etc.);

-el “no hay futuro”, el rechazo de todas las ideologías de la espera (la des-esperación contra la esperanza hippie), la afirmación del aquí y ahora, de un presente intenso. 

Etc.

(ver desde 5.00 hasta 7.08)
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1977-2012. La crisis actual va dejando un paisaje devastado como el que vio nacer al punk. Y no sólo en lo material (salarios y derechos). Leemos recientemente el siguiente titular en el diario Público: "los ansiolíticos son ya los fármacos más vendidos en el mercado". Como cantaba Pink Floyd, "he oído que te sientes mal, yo puedo aliviar tu dolor y ponerte en pie otra vez". Pero, ¿queremos ponernos de nuevo en pie como si nada? La necesidad de anestesia es mayor cuanto mayor es el malestar por la vida que llevamos. Si nuestra respuesta frente a esto no es la consigna política fácil, el nihilismo autodestructivo, ninguna clase de uniforme ni tampoco el rechazo de las formas, tendremos que inventar hoy a nuestros propios Sex Pistols. ¿Pero cómo? La música y la estética podían ser en el año 77 un desafío, ¿y hoy? El escándalo aún no estaba planificado en la misma maquinaria de la sociedad del espectáculo. El punk, por un breve momento, consiguió darle la vuelta a lo que también parecía entonces un destino único, fue capaz de hacer que el miedo y la dignidad cambiasen de lado, y que la ausencia de futuro y esperanza, más que asustarnos, nos dotase de fuerza. ¿En qué consistiría hoy una práctica a la vez cultural y política alquímica capaz de transformar la frustración y el malestar en dignidad y potencia de autoafirmación?



"El punk no era un movimiento: era un suicidio"



"Porque en verdad no había futuro; por eso estamos aquí así. El punk murió pronto de éxito, y su éxito fue súbito y fulminante. No era un movimiento: era un suicidio.
No se puede mirar hacia el punk con ira ni con nostalgia. No creo en las batallas perdidas. Todo pasa y todo queda, y el punk pasó corriendo, pero dejó una huella inextinguible" 

(Luis Navarro)

Sábado 14 de julio. 20h
EPA Patio Maravillas (C/ Pez, 21). Noviciado

Segunda sesión del ciclo "Música desde las contraculturas". Esta vez, nos centraremos en la explosión del punk en Inglaterra.
Charlaremos con Amador Fernández-Savater y Luis Navarro en torno al libro Rotten: No Irish, No Blacks, No Dogs (Acuarela 2007) y la cultura que agitó la conservadora sociedad inglesa con provocación y rabia.
Para terminar, Antagonik Sound System, se currarán una sesión llamada "The punk is coming" haciendo un recorrido musical desde EEUU hasta Inglaterra con temazos de Iggy Pop, Lou Reed, Ramones, Sex Pistols, The Clash, Buzzcoks, X-Ray Spex...

Si todavía piensas que el amor va a cambiar el mundo, pásate por el Patio el sábado...

ROTTEN: No Irish, No Blacks, No Dogs

Este libro no es una historia del punk. La autobiografía de JOHN LYDON, cantante de los Sex Pistols, revela más bien la idea de algo que pudo ser y no fue; los mimbres de una revolución imposible que, sin embargo, durante un instante de 1976 lograron prender en algún compartimento de la conciencia juvenil. Este libro sitúa su epicentro en esa explosión instantánea que desató el grupo británico y, describiendo una onda expansiva que pronto desvió su trayectoria gracias a la ambición o la estupidez de muchos de sus artífices, nos invita a imaginar "otro punk". Porque, más que la historia de Sex Pistols, Rotten: No Irish, No Blacks, No Dogs expone las instrucciones de una manera de vida, redactadas a fogonazos, con tanta aportación del cerebro como del corazón y sin un plan maestro detrás. Mientras nos seguimos preguntando año tras año qué es el punk, John Lydon prefirió responder a esta generalidad casi abstracta sin dar una respuesta. Para ello rescató de la casa de sus padres el álbum de fotos familiar y desde allí comenzó el recorrido de su particular visión de ese periodo de mediados de los setenta en que las calles de Londres se convirtieron en batallas campales, cuando no en estrafalarios circos no aptos para niños.

Reseñas, ecos:

EL SABIO, EL MERCADER Y EL GUERRERO

DEL RECHAZO DEL TRABAJO AL SURGIMIENTO DEL COGNITARIADO
Franco Berardi, (Bifo),
es hijo del movimiento creativo de los años setenta en Italia (particulamente en Bolonia). Fundó con otros compañeros la primera radio libre en Europa: la mítica Radio Alice. Durante años, ha seguido de cerca las transformaciones del trabajo y la comunicación, inscribiendo siempre sus reflexiones en prácticas de comunicación alternativas, como el proyecto Rekombinant o el movimiento de televisiones de calle contra el despostismo mediático en Italia. En castellano ha publicado: La fábrica de la infelicidad (Traficantes de Sueños, Madrid, 2003), Telestreet: máquina imaginativa no homologada (El Viejo Topo, Barcelona, 2004). Publica regularmente en la revista Archipiélago. El Viejo Topo le dedicó un dossier completo en su número 203 (febrero 2005).

La historia del siglo xx es la historia del conflicto y las alianzas entre tres figuras: el sabio, portador de la inteligencia acumulada en infinitos gestos de producción, creación y reflexión; el mercader, que convierte los productos de la inteligencia humana en mercancía; y el guerrero, expresión de la violencia que regula la relación entre inteligencia y mercancía, entre saber y técnica.

El movimiento del 68 trató de liberar al sabio del control del mercader y el guerrero, opuso la autonomía y la autoorganización de la inteligencia colectiva al poder del dinero y la violencia. Después vino el contraataque capitalista de los años 80 y 90, la aparición del capitalismo digital, la proliferación incontrolada de identidades agresivas, la guerra global permanente decretada por la administración Bush... Sometido al mercader y al guerrero, el sabio acumula un enorme sufrimiento psicológico, expresado en las nuevas patologías de la atención que atraviesan hoy mismo nuestras sociedades.

¿Puede politizarse ese sufrimiento? ¿Puede construirse la independencia de las formas de vida fuera del circuito de la acumulación y el beneficio? ¿Pueden crearse otras instituciones de saber conectado, compartido? Para ello el sabio tendrá que tejer un vínculo inédito entre saber y no saber, entre la potencia del pensamiento y el amor por lo desconocido, lo que aún no sabemos, lo imprevisto.

Fragmento en codoacodo

Reseñas, ecos:


Nanni Balestrini: Blackout

El fin de una época
Blackout es el poema del fin de una época. Sin embargo, a diferencia de The Waste Land de T. S. Eliot, no encontraremos ningún horizonte de salvación estética o religiosa en el colapso de los significados, ni deleite en la emancipación del archivo de las palabras con respecto a los cuerpos. Su abril fue el del día 7 de 1979, que acabó, no sólo con los huesos de N. Balestrini, Toni Negri y decenas de militantes de Autonomia Operaia en prisión, sino también con los sueños de una generación. El poema es un acto de resistencia que permitirá continuar viviendo después de la catástrofe. Balestrini monta, compone, recombina, escande series lingüísticas heterogéneas: extractos de los procedimientos judiciales contra el movimiento italiano de la década de 1970, artículos de opinión bienpensante contra la "violencia subversiva", memorias de antiguos exiliados italianos, crónicas de aquel otro blackout (apagón) neoyorquino y salvaje del 13 de julio de 1977, descripciones del Mont Blanc fronterizo extraídas de una guía de viajes, ensayos políticos acerca del "obrero social", nuevo protagonista de la autonomía y la autovalorización.

En un principio Balestrini proyectó Blackout como un montaje escénico y musical para el cantante, investigador sonoro y activista Demetrio Stratos. Sin embargo, la repentina muerte de este último, así como la tormenta de represión del Estado del "compromiso histórico", que canceló la existencia política del "largo 68" italiano, impidieron que el proyecto se llevara a cabo. En el exilio francés, Balestrini entrega no obstante este monumento de un futuro cancelado y de una realidad-lenguaje tratada y arrebatada a la cárcel, el compromiso infame, la violencia paranoica del principio de realidad capitalista y el aplastamiento despiadado de uno de los periodos más lúcidos y potentes de la práctica colectiva europea.

Nanni Balestrini nació en Milán en 1935. Es sin duda el gran experimentador en vida de la poesía y la narrativa italiana, desde su poesía Tape Mark I, escrita con ayuda de un calculador IBM y de que fundara el colectivo poético-político Grupo 63, que supuso un hito en la concepción y la práctica literaria y social de la generación posterior al auge del "neorrealismo". En lengua castellana se ha publicado su novela Los Invisibles (Anagrama).
Adentrándose sin ningún esfuerzo en terrenos vedados para la literatura, dota a ésta de una seriedad específica, una justificación de su existencia.

Introducción en Comunicación-Cultural