Milagros, en Lourdes


Magisterio es una carrera demasiado fácil. Cualquiera con un nivel medio de lectura puede aprobarla, sin ir a clase y sin esforzarse en absoluto. Da igual que te guste la enseñanza, que se te den bien los niños, que sepas lo que estás haciendo: si eres capaz de estudiarte veinte páginas por asignatura, eres capaz de sacarte la carrera. Al menos, así era en mi tiempo. ¿Ingeniería? Para listos. ¿Magisterio? Para tontos. Cualquiera puede enseñar.
Por supuesto, luego una llega al aula con amplios conocimientos de las matemáticas de primaria, pero sin saber enseñarlas. Cuando yo era niña, con un maniquí que dijera "abrid el libro por la página 35, leed y haced los ejercicios", probablemente bastaba (por suerte, a mí no me tocó ninguno de esos, yo fui a una ikastola ilegal donde los profes que estaban allí lo estaban por convencimiento), pero hoy en día no vale. ¿Qué se hace con el inmigrante que no habla el idioma de la clase? ¿Qué se hace con los hijos de las familias desestructuradas que no se pueden concentrar en clase porque no saben en casa de quién van a dormir esa noche? ¿Qué se hace con un niño violento que ha atacado a cuatro profesoras y sólo tiene visos de ir a peor?
A los maestros y maestras de hoy en día (debería decir sólo maestras, que somos mayoría aplastante) nos faltan estrategias para lidiar con los cambios sociológicos que se están dando a nuestro alrededor. No sabemos educar a la nueva remesa de alumnos que nos llegan, no sabemos enfrentarnos a sus problemas. De poco me sirve a mí saberme el currículum, o qué es un contenido procedimental o un actitudinal, si no puedo mantener la atención de mis alumnos o si todo lo que digo les importa un pimiento. Ya no vale aquello de "como te portes mal, voy a llamar a tus padres", porque para padres que no ven a sus hijos/as más que un par de horas al día (con suerte), sus hijos son unos santos. O, en el mejor de los casos, quieren ayudarte pero no tienen ni tiempo ni medios. También les faltan estrategias. Y quieren que las maestras les digan qué hacer con sus hijos. Soy buena, oiga, pero no tanto.
Si yo mandara, cuántas cosas cambiaría (si yo tuviera una escoba...). Obligaría a todos los profesores a hacer cursos de reciclaje, a ponerse al día en nuevas tecnologías, a asistir a seminarios de todo tipo y color (aquí se ofertan cursos muy buenos, completamente gratuitos, que no suelen salir por falta de interés de los participantes). Educación afectivo-sexual, culturas extranjeras, mediación ante conflictos, psicología... Alargaría la carrera de magisterio y la convertiría en la gemela de la carrera de medicina, con años de prácticas (pagadas, claro) con un mentor (profesora con cierto prestigio, escogida por la administración) que te vaya guiando los primeros años. Obligaría a la jubilación anticipada con reducción de sueldo a todo carcamal que no quisiera reciclarse. Incentivaría a aquellos que se formaran por su cuenta. Si yo mandara... ¡Ay, si yo mandara!

(Y, por supuesto, también daría tirones de orejas a aquellos padres y madres que dejaran bajo la responsabilidad de la maestra el formar a sus hijos/as como ciudadanos/as. Collejas a aquellos que no vinieran a las reuniones de padres, que no alimentaran a sus hijos/as como es debido, que maltrataran, que hicieran de los chavales el centro de sus iras. Y a la administración que permite que un chaval esté en un ambiente envenenado a pesar de los ruegos del centro de que se saque a ese crío de su casa, que tiene que escuchar que un alumno ha sido llevado al hospital con un ataque de nervios para abrir una investigación a pesar de todas las peticiones del centro, que espera a que haya una agresión física para mandar a una ayudante...)

5 comentarios:

jose.etxeberria dijo...

Muy buena entrada y completamente de acuerdo. Magisterio debería ser una carrera importante, como lo es la enseñanza.

Max Estrella dijo...

Puede ser interesante abrir el debate sobre educación para la ciudadanía....con esta asignatura se da una curiosa paradoja que consiste en que los padres(en general)han renunciado a la educación en principios de sus hijos y pidiendo ayuda al Estado,este ha creado EpC...y ahora los padres se quejan de que el Estado está invadiendo competencias de los padres y coartando la libertad que esos padres tienen en educar...y los profesores estais en medio de todo...y,como dices,mmilagros no podeis hacer...
besos

Anónimo dijo...

Junto a los médicos creo que los educadores son la base de la salud de una sociedad.

Con los primeros no pasa, pero con los segundos, dadas las facilidades que ofrece la carrera, se ha perdido la vocación. Un maestro que estudió magisterio (magis para los amigos) porque no pudo entrar en Ingeniería Retroelectrogenética de Naves Aeronáuticopneumaticas y Caminos, NUNCA será un buen maestro. Y, como citas, ni qué decir tiene que lo será menos aún en esta sociedad borderline que debemos sufrir y de la que formamos parte... Miedito...

El anónimo de siempre, por comentar.

AdR dijo...

Y es que lo que yo veo son muy pocas ganas de hacer las cosas bien, y no es culpa de los profesores (al menos no del todo, claro) sino de los que prefieren invertir el dinero en otros derroteros...

Besos
P.D. Y esto te lo escribe un profesor de secundaria en inactivo :)

Anónimo dijo...

Ahí estás tú; yo hice ingeniería y me cogí varias asignaturas de magisterio, en parte porque me parecían fáciles (la de psicología infantil no lo era tanto), en parte porque había muchas chicas.
Mi madre ha sido edukadora toda su vida y yo he dado clases deportivas a chicos durante unos años.
Si volviera a nacer, pasaría de ingeniería y estudiaría magisterio; ahora solo puedo defender a los que como tu, creen en otro sistema y otros medios para edukar y no adoctrinar o aparkar niños.
Salud!