El angel
Iker Jiménez contó hace un par de meses a todos los oyentes de su programa radiofónico la leyenda del Ángel de la Muerte, una figura de mármol situada en mitad del cementerio de Santa Isabel de Vitoria. Según esta leyenda (que me juego media pela a que se la inventó él, porque yo nunca la había oído antes y soy de Vitoria de toda la vida), si al pasar junto al ángel ves que éste baja el brazo y te señala, debes saber que sólo te queda una semana de vida. Lo primero que pensé yo es que una semana era mucho tiempo; personalmente, si una figura de mármol moviera su brazo de mármol para señalarme con su dedo de mármol, caería redonda allí mismo, pero parece ser que yo no sé mucho de leyendas. Aprovechando que hoy había salido un día hermoso que se ha ido fastidiando según se echaba la tarde encima, que me he levantado con ánimo morboso y que no tengo cosa mejor que hacer un domingo por la tarde, me he adentrado en el cementerio a ver si debo empezar a preparar mi funeral. Como veis en la foto, el brazo está bien alto: no moriré en una semana. Puede que caiga fulminada esta misma tarde, o dentro de tres días, o el mes que viene, pero el domingo que viene, no.
Tuve que pasar una semana en Nueva Orleans para apreciar de verdad un cementerio. Allí los tienen (o tenían, antes del Katrina) como una de sus grandes atracciones turísticas, porque las tumbas están por encima del suelo en lugar de por debajo. En todas las guías que leí antes del viaje decían que era por las inundaciones que suelen asolar la ciudad, una manera de evitar que los cadáveres salieran flotando cada vez que caía una tormenta. Pero, como bien explicó el guía del tour -sí, tomé un tour de cementerio, y uno de vudú, y de tantas cosas...-, las tumbas por encima del suelo no son otra cosa que panteones y vienen, por supuesto, por la herencia española que pocas más cosas dejó por esa zona. A partir de entonces, me gusta pasear por los cementerios, siempre de día, por supuesto, y no porque tenga miedo a los muertos: tengo miedo de los vivos que se esconden entre las tumbas para hacer lo que quiera que haga la gente a escondidas de noche. Me gusta leer las inscripciones, fijarme en los panteones que no han sido usados en cien años, en los sólo llevan un nombre, en los que aún tienen flores frescas sobre la tumba. Recreo historias, imagino sus vidas, me fijo en las fechas y me maravillo de que sus cuerpos sigan allí, de alguna manera. Me gusta. Me relaja. Me produce sentimientos muy dispares, pero nunca miedo.
Y me maravilla el darme cuenta de que hasta en la muerte somos distintos. Al lado de panteones cayéndose a pedazos, grandes mausoleos o tumbas de mármol donde podría vivir cómodamente una familia de cinco miembros. Enormes ramos de flores que los muertos no olerán y los vivos sólo disfrutarán lo que dure el entierro, dejados a secar y a pudrirse, cientos de euros tirados por unos minutos. ¿Para qué tanta parafernalia? ¿Para qué semejantes obras de arte que nadie aprecia? ¿Ya va siquiera la familia a "verles"? Mientras paseaba, he intentado encontrar el panteón de mi familia, hazaña similar a buscar una aguja en un pajar, y por supuesto no lo he hecho. El estado de muchas tumbas, decrepitas y llenas de musgo, hablaban de pocas visitas a lo largo de los años. ¿Quién se va a molestar? ¿Para qué?
He salido del cementerio con la cámara llena de fotos y la mente tranquila. En cuanto he llegado a casa, he achuchado al gato y me he puesto a escribir. Creo que voy a hacer de la visita al cementerio una rutina.
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9 comentarios:
Siempre me ha gustado pasear por los cementerios. Ir al Civil en Madrid es todo un ritual... las tumbas, además de ser de gente conocida, son tan distintas y tan bonitas!!
Hace muchos años paseaba con Cheli por uno de Andalucía que hacía las veces de plaza pública y jardín para niños. No recuerdo el nombre del pueblo, muy pequeño por cierto. Estaba a lo alto de una montaña y desde el cementerio se divisaba un paisaje maravilloso con embalse incluido. Entre las tumbas habían geranios, bancos y columpios.
La verdad... en Catalunya somos bastante más sosos, tristes, serios y con peor gusto.
Un abrazo.
YO sé de un Ángel sin alas que luchó hasta este sábado por la igualdad en la vida;
Decía que el arte es largo y la vida corta, como un cuchillo.
Salud!
hace años que visité el cementerio viejo de Vitoria y lo que más me impactó fue la piramide (la de la foto)... de tres lados, en un cementerio cristiano... quien seria quien lo hizo? que motivacion le moveria?
desde entonces he visitado varios cementerios, y la estatua de angel que mas me ha gustado el que esta en la entrada del cementerio de Comillas, precioso, misterioso, da un poco de miedo... pero no puedes apartar los ojos de él...
Pero ¿Como osas a pasar por debajo de ese ángel? Yo creo que de la paranolla que tendría veo bajar el dedo aunque no baje... y efectivamente, si baja el dedo me muero en el ipsofacto; pero del pedazo de ataque que me da en el cardio en el mismo instante que lo vea.
A mi esto de los cementerios me encanta, lo de Iker no deja de ser anecdotico pero es una fuente para muchas historias, si.
Cuando fui a Paris me quede maravillado con los cementerios, incluso con el pequeño cementerio de Trafalgar, en Gibraltar. Tienen algo especial, y estoy de acuerdo con lo que dices, que no infunden miedo.
Besos
Sí, Kina, lo de la pirámide mosquea mucho, por eso la he puesto. ¿Sería algún masón? Curioso, muy curioso...
Yo tengo la extraña manía de hacer fotos de algún cementerio siempre que viajo al extranjero. Suerte que de momento, mis viajes se cuentan con los dedos de una mano sino más de uno pensaría que soy un macabro.
Un abrazo.
Me encanta como escribes! Para mi el Cementerio mas bonito e impactante fue sin duda el Cementerio protestante o de los Poetas de Roma. En la entrada se encuentra la Pirámide de Cayio Cestio. Seguramente la del Cementerio de Vitoria sea una alusión a esta o simplemente era masón o tenia gustos por el mundo antiguo. Y mi tumba preferida es la del Ángel de la Pena. El Ángel exterminador del Cementerio de Comillas también es impresionante.
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