Carátulas de las reediciones de Anagrama de películas premiadas en el Oscar. Fuente: anagrama
No solo en Dharavi, el tugurizado pueblo joven de India donde se filmó
Slumdog millionaire, se celebró a lo grande el triunfo impactante de la película de Danny Boyle en los Oscar (se llevó todos los premios importantes en los que compitió, que incluyen edición, música, adaptación, dirección y mejor película); también se escucharon hurras y bravos en una oficina de puerta roja en el tercer piso de la calle Pedro de la Creu, en Barcelona, pues Anagrama con estupendo ojo compró los derechos de la estupenda novela
"Q&A" (traducida como
¿Quién quiere ser millonario?) de Vikas Swarup. Como un adicional -de yapa, como decimos aquí- Anagrama también editó hace años la novela
El lector de Bernard Schlink, que será reeditada con nueva carátula gracias al Oscar a la adorada Kate Winslet (por cierto, yo hubiera aprovechado para poner
el fotograma de Kate en la bañera). En el blog de "La Butaca.com" aparece un
interesante artículo donde se compara la novela de Swarup con la adaptación libre que hizo el guionista de Boyle. Aunque no estoy de acuerdo con aquello de que al simplificar algunos aspectos y potencializar otros la película obtiene "un resultado incluso más satisfactorio que las páginas de las que parte", sí me parece significativo que Jordi Revert (autor del post) subraye que la pobreza que presenta Boyle es apenas la punta del iceberg de la sordidez real y dolorosa que muestra Swarup en su novela. La representación de esa sordidez y la perversidad de los que rodean al protagonista (en especial el conductor del programa, algo apenas entrevisto en la película) hacen más notable el triunfo y la perseverancia del personaje. La película puede ser más ágil -gran edición- y concreta que la novela en sus recortes de digresiones, pero la novela es mucho más contundente en su propósito final.
Por cierto, no todos celebran el triunfo de
Slumdog millonaire. Salman Rushdie, por ejemplo, tiene una opinión negativa de la novela
como lo muestra blogacine. En una
entrevista declaró:
No soy un gran fanático de Slumdog Millionaire. Creo que visualmente es brillante. Yo tengo problemas con la trama. Creo que no es convincente. Simplemente, algo así no puede pasar. Yo no soy adverso al realismo mágico, pero éste debe tener cierto grado de plausibilidad, y yo siento que hay tres o cuatro momentos en la película donde la trama desborda esa regla… Y al parecer soy el único que piensa eso.
Por otra parte, un amigo me comenta que Rushdie dijo también que "no hay clise sobre la india del que no abuse la película". Aquí debo hacer una
alerta spoiler, por si acaso, porque adelantaré algunas situaciones de la película. Yo creo que el problema de Rushdie, en ambos comentarios, como el de muchos que han juzgado
Slumdog Millonaire como un argumento inverosímil en medio de una India que exporta pobreza y Taj Majal al mismo tiempo, en el mismo tamaño postal digamos, es que no han descubierto que Boyle ha interpretado (yo creo que con mucho acierto) la novela de Swarup como un cuento de hadas, una fábula maravillosa, que encuentra su metáfora perfecta -que en una reseña fue vista como un error o exageración- en el episodio en que el niño tiene que hundirse en el silo, llenarse de mierda y correr entre la multitud para conseguir -cosa que finalmente hace- el autógrafo de su actor favorito de Bollywood. Más que un efectismo o facilismo, esa escena a mí me convence de lo que ocurrirá en la película: Jamal no se detendrá nunca, aunque para conseguir lo que quiere tenga que hundirse en la mierda misma. Es una fábula de superación personal, una hermosa fábula debo añadir, conmovedora y al mismo tiempo sabia que nos enseña a confiar siempre en nuestra propia fuerza antes que en la ayuda de los demás (Boyle varias veces explota el recurso de las orejas de Jamal como ejemplo de interiorización y aprendizaje del dolor y las malas experiencias en favor de obtener
respuestas correctas, en más de un sentido). Algunos personajes estereotipados y clisés son necesarios, como en toda fábula o mundo imaginario. Los tiene Juan Carlos Onetti, los tiene Rulfo, los tiene por supuesto Borges. Y los tiene, sin duda, el mismo Salman Rushdie. Pero los estreotipos, cuando están a favor de la trama y no a manera de parche, tienen sentido porque son reales. Vivimos en un mundo de clisés, donde los malos se visten de malos (cuántos asesinos o violadores se dejarían los bigotes de los malos de cine mudo para retorcércelos si pudieran) y la gente generosa, casi siempre, lo es de manera estereotipada pero no por ello menos grandiosa. La tan criticada escena de los créditos finales, es decir el baile, que es un guiño al cine musical de Bollywood por supuesto, tiene total coherencia en ese contexto: cualquier película que termine con un beso, así cualquier cuento de hadas que termina diciendo: "y vivieron felices por siempre", solo es un punto suspensivo. Sabemos que la vida no es así. Pero lo que se celebra en la película y en la novela no es el futuro, sino el presente. Y eso es lo que sucede cuando uno baila, celebra el estar vivo, celebra el presente inagotable (
por eso, señores, por eso, por eso yo bailo salsa). Una gran novela, una muy buena película y un Oscar más que merecido. ¿Se puede pedir más? Sí, solo que la protagonista, Freida Pinto,
hubiese escogido para subir al escenario un Galliano más luminoso, más intenso, para resaltar su bello rostro como lo resalta la fotografía y el vesturario de la película todo el tiempo.
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