MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

De Piérola en Lima

12.21.2009
José de Piérola. Foto: Víctor Vásquez/ Letra Capital

Me encontré de casualidad, por los pasillos de la extinguida Feria del Libro "Ricardo Palma", con su editor Rubén Silva y José de Piérola, quien acaba de editar Summa caligramática en La Otra Orilla. La novela va sobre niños superdotados, según tengo entendido. ¿De qué estamos hablando? ¿La familia Glass de JD Salinger? ¿Los Fabulosos Tanembaum? No, parece que la fuente de inspiración fue Mirko Lauer. Bueno. Mientras espero tener en mis manos -espero que cumpla Rubén la promesa de enviarme el libro- la nueva novela de De Piérola, les dejo este resumen que apareció hoy en "El Peruano"

El autor sabe que ha novelado sobre un tema difícil, aunque a simple vista cualquiera pueda tender a aplaudir a un genio. Por un lado están los padres que se proyectan en el niño y lo obligan a lograr la genialidad. Y de otro lado, los menores que realmente desean participar de ese mundo. En todo caso, como dice el escritor, hay que ver los casos individualmente. En Summa..., por ejemplo, la habilidad natural con las palabras, la presión excesiva, van creando en el personaje también ciertos problemas mentales como algo gratuito.Y si las cosas más interesantes de las novelas que valen la pena es que permiten diferentes tipos de lectura, el escritor limeño radicado en Texas considera que su nuevo trabajo puede también ofrecer estos dos niveles de lectura: una amena sin dejar de plantear algunos temas importantes, como la relación entre padres e hijos. Un tercer tema que no estaba planeado pero se dio tangencialmente, es que su personaje pierde la memoria entre 1992 y 2005, "lo cual tiene una relación muy directa con nuestra realidad peruana –dice–. Debemos recordar los excesos que hemos pasado en la guerra civil y que paguen los culpables, porque la recuperación de la memoria supone la construcción de la identidad y la responsabilidad ética que viene con esa recuperación de la memoria".Habrá opiniones que discrepan. Y José de Piérola deja en el aire una reflexión: "En literatura y arte en general, vale más sumar que reemplazar".


También pueden leer la entrevista que Carlos Sotomayor en "Correo" y en su blog Letra Capital. Dice:

La novela luce una estructura compleja. ¿Cómo fue el proceso de escritura?

Sí, la estructura fue quizás lo más difícil de la novela. La novela empezó hace varios años. Recuerdo que en el año 2002 tomé notas sobre esta noción del niño prodigio, del niño genio, que siempre me ha parecido interesante para hacer una ficción. Sobre todo porque tiene algunas implicaciones que he tratado de desarrollar en la novela. Y después, en el 2005, no sé si recordarás, apareció una niña norteamericana de 9 años cuyos padres firmaron un contrato por 150 mil dólares por su primer libro de poesía. Y eso me dejó pensando. Y recordé también el caso en el Perú de Mirko Lauer, que de muy joven era considerado un niño prodigio. Ese es uno de los ingredientes de la novela.

¿Y el otro?

El otro ingrediente es una conversación que tuve con un poeta peruano, quien me ha pedido que no mencione su nombre, y que tuvo un episodio de pérdida de la razón. Y dentro de ese episodio se encontró con Alejandra Pizarnik y habló con ella. Y tuvieron un diálogo muy intenso. Obviamente, todo en su imaginación, pero con ese fenómeno de ilusión que le hizo pensar que era real. A partir de allí, ambos ingredientes empezaron a juntarse y se convirtieron en una sola narración.

Esta novela es distinta a las anteriores...

Lo que ocurre con muchos escritores es que uno tiene un tema que aparece en un momento, y reaparece, y está allí como esperando su oportunidad para aparecer en libro. Y es sólo una noción, ni siquiera es un tema elaborado. Pero es una noción básica que después se va a desarrollar. Y gran parte de la fascinación de escribir para mí es ver hacia dónde me puede llevar este tema.

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¿Better left unread...?

12.18.2009
http://betterleftunread.blogspot.com/

Todos sabemos que estas fechas navideñas son fechas de listas de libros. Ya he colocado varias en el blog. Pero siempre aparecen más. En The Guardian han hecho una nueva, por ejemplo, camufalda como recomendaciones de libros para Navidad. Asimismo, Michelli Pauli en los Book Blogs de The Guardian ha escrito un post resumen titulado "Books of the decade: Your best books of 2009" donde destaca el éxito de ventas y crítica de Hillary Mantel. Sin embargo, en el mismo The Guardian han hecho este año una lista muy especial: The decade's best unread books, es decir la lista de libros publicados entre el 2000 y el 2009 que no han tenido la atención debida. Se pidió a un grupo de especialistas, entre traductores y editores, que escogieran alguno que merezca estar en la lista. Aparecen varios nombres desconocidos para mí, obvio, de eso se trata, aunque algunos tan conocidos como una traducción específica de El Quijote de la Mancha, o el Journal de Hélène Berr, que fue traducido por Anagrama con éxito. En el blog de The Literary Saloon dicen que esperaban más de la lista y proponen su propio libro: Al Piano, de Jean Echenoz.

No quiero limitarme a las fechas del 2000 al 2009. Tengo mi mente, ahora mismo, cinco libros (cinco de tantos más) que debieron tener mayor atención para mí, o por lo menos más lectores, y que lamentablemente no lo consiguieron. Aquí va mi lista:

1.- Tomasso y el fotógrafo ciego de Gesualdo Bufalino.- la última novela del gran escritor italiano, la última risa, irónica, divertida, inteligente, poética, absolutamente libre. Nunca entenderé por qué Bufalino no ha tenido éxito en castellano.

2.- La punta de Charles D´Ambrosio.- para mí el mejor cuentista de su generación en EEUU y, sin embargo, editado por Norma hace bastantes años, pasó sin pena ni gloria. The Dead Fish Museum, la colección de relatos que publicó en el 2006, no tiene traductor aún. Inconcebible.

3.- Otras tardes de Luis Loayza.- El delicadísimo escritor peruano, una de las prosas más bellas del idioma, escribe el libro definitivo sobre Lima y los limeños en esta colección de relatos. No me canso de recomendarlo -y regalarlo incluso- a todos los extranjeros que conozco. Y nunca han dejado de agradecérmelo. Hace un año, supe que El Acantilado pretendía dar con él y quizá publicar el libro. ¿Será?

4.- La cuestión de Bruno de Aleksandar Hemon.- Una colección de relatos audaz, poderosa, que editó Anagrama con entusiasmo pero lamentablemente no tuvo mucho éxito y lo veo todos los años en la mesa de remates de Océano en las Ferias de libros. Ahora que El Proyecto Lázaro se proyecta tan bien en EEUU quizá haya un renacimiento de Hemon en castellano y puedan buscar en la mesa de saldo este libro maravilloso.

5.- Saña de Margo Glantz.- Un libro tan extraño como su nombre. Un libro que demuestra cómo las fronteras de lo literario son tan elásticas. Un libro escrito con el estómago, pese a parecer superficialmente un tramado de citas eruditas. Un libro freak escrito por una especialista en otra freak, como fue Sor Juana Inés de la Cruz. Apareció en la editorial Era en el 2008 y tuvo una circulación exclusivamente mexicana. ¿Por qué? Quizá sea el precio que se paga por caminar sobre el abismo de la escritura y dejarse caer; es decir, por jugar con fuego, quemarse completamente y, en vez de morir, salir purificado del incendio.

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Presentación Enrique Planas

12.10.2009

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Piglia contra la balcanización

12.09.2009
Ricardo Piglia. Fuente: armontes

Siguiendo con la campaña porque España reconozca a América Latina como una entidad no separada sino complementaria de su literatura, que muchos escritores latinoamericanos han emprendido (y este Moleskine Literario también se unió a eso) hay que resaltar las extraordinarias y lúcidas palabras al respecto de Ricardo Piglia. Se refiere a lña "balcanización" de la literatura propiciada por los grupos editoriales españoles que tienen suscursales en América Latina (pienso en Planeta, Alfaguara, Norma, etc.) y que publican autores nacionales solo para el consumo interno. No más. Dice Piglia:

En medio de una mini-gira durante la cual participará de un congreso sobre la relación entre el castellano de América y el de España en la ciudad de Granada, Ricardo Piglia criticó el sistema de distribución de la industria editorial en Hispanoamérica. Para el autor de Respiración artificial, el sistema de distribución de libros actual genera "guetos nacionales" que afectan la discusión de temas como la lengua común o la relación entre las distintas literaturas nacionales. Piglia le apuntó a la decisión de las grandes editoriales de publicar la obra de muchos autores hispanoamericanos únicamente en su país de origen. Según él, esto es una suerte de "balcanización" del mapa literario de hispanoamérica ya que "el impedimento para la buena circulación de la literatura" produce un corte en los debates e intercambios entre las literaturas de los distintos países. "Uno imagina que las editoriales deberían enviar una parte de los libros editados, digamos, en Colombia, a lugares como México o Argentina".

Además, anunció el título de su nueva novela:
En la charla que dio en la librería del madrileño Centro de Arte Moderno, Piglia también contó que en 2010 publicará una nueva novela. Blanco nocturno, cuyo título alude a los dispositivos de visión nocturna que utilizaron los soldados británicos durante la guerra de Malvinas, es un relato que evoca en él uno de los temores de su infancia, la sensación de ni siquiera tener donde esconderse. "Cuando llega la noche -contó-, si uno se larga a caminar por las planicies de la pampa argentina, se pierden las referencias, las luces están muy espaciadas y lo único que se escuchan son perros que ladran".

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Styron reseñado

12.01.2009
Carátula del libro. Fuente: la otra orilla

Dice bien Rodrigo Fresán: "ataúdes se cierran para que se abran los cajones". La muerte de William Styron nos ha devuelto a este enorme escritor norteamericano. Pero no solo en la relectura de sus libros emblemáticos, sino también los inéditos que empiezan a ver la luz. Se abren los cajones, pues. Fresán reseña en el ABCD las Letras la novela El viaje suicida traducido por La Otra Orilla (antes Norma o Belacqua). Dice la reseña:

Mayor interés tiene El viaje suicida -subtitulado Cinco historias del cuerpo de Marines- donde Styron vuelve al territorio de La larga marcha (novela corta de 1952) y a, en su propio decir, «la catastrófica propensión de los humanos a dominarse los unos a los otros». Abarcando cuatro décadas, marchan disciplinados relatos y capítulos sueltos de su frustrada The Way of the Warrior, que deja de lado para escribir La decisión de Sophie y retoma, en vano, varias veces. Textos en los que Styron aspiraba a plasmar el ambiguo ánimo de quien sostenía que «a pesar de mi aversión por todo lo militar, hay algunos aspectos de la vida castrense que me parecen tolerables, incluso fascinantes, si bien inferiores al ajedrez y a Scarlatti», sin que esto contradijera el saberse «un tipo poco agresivo, civil hasta la médula» y para el que «la simple idea de la vida militar pone en marcha en mi cerebro una lúgubre música: sin pífanos, sin gaitas, sin aguerridos toques de trompetas, sino un canto fúnebre gris y lento de tambores apagados». El lector de El viaje suicida -destacan con claridad y brillo «Marriot, el marine» y «La casa de mi padre»- no encontrará el misticismo beligerante o el machismo uniformado de Norman Mailer, James Jones, Irwin Shaw y Papá Hemingway. Tampoco la ironía demencial de Joseph Heller o Kurt Vonnegut o el aire dandi del volador James Salter. Styron -quien, a diferencia de todos los anteriores, entrenó duro y ascendió hasta teniente, pero no llegó a entrar en combate- opta por concentrarse en los alrededores de la lucha. Su batalla como escritor se libra en la incertidumbre de los cuarteles de ida o en las tristes certezas de la vuelta al hogar más que en el eufórico espanto del frente de «la buena guerra, es decir la segunda guerra para terminar con todas las guerras». No le interesan demasiado los gritos del enemigo, pero sí las reflexiones susurradas por hermanos de armas cuando piensan que nadie los escucha. Por suerte para nosotros, allí estuvo William Styron. Y aquí nos las cuenta.

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Simonetti rodante

Publicidad en micros de Pablo Simonetti. Fuente: quepasa

Pablo Simonetti no para de rodar y rodar por todas partes. Es ubicuo. Y no solo porque ahora esté en un agotador book tour (hace unos días estaba comiendo un chifa en el Wa Lok, ahora está desayunando en Buenos Aires o sabe dios dónde) para promocionar su novela La barrera del pudor (Norma), un inusitado best seller en su país donde desplazó a la misma Isabel Allende, sino porque su rostro aparece grabado en los microbuses de todo Chile en una campaña publicitaria que, a diferencia de lo que ocurriría en Perú con un autor nacional, allá ha sido bien recibida por la mayoría (aunque hay voces discordantes, obvio). En Buenos Aires habla sobre aquello que lo impulsó a escribir:

¿Y cuándo se produjo en usted el cambio?
El reconocerme como homo­sexual frente a mi mundo sig­nificó que mi vocación literaria –sumergida desde la adolescen­cia– volviera a resurgir. Yo había seguido el camino del hombre que se suponía que debía ser: ingeniero, hijo de mi padre in­dustrial, listo para trabajar en su fábrica, para casarme, tener hijos, darle nietos, y seguir viviendo dentro de un mundo que te entre­gaba sus armas, sus blasones, sus redes y su protección. Al renun­ciar a eso, en el instante en que te reconoces gay, claro, quedas solo, pero la idea de ti mismo se forta­lece. A los dos días que dije "mi­ren, soy gay", ya estaba diciendo quiero escribir. No sabía por qué lo había olvidado. Con el paso del tiempo, cuando publiqué Vidas vulnerables , mi madre me regaló todo lo que había acumulado de mí hasta los 10 o 12 años. Creo que esas novelas que nunca ter­miné las estaba escribiendo para otro, para la aceptación de otro. En cambio, Madre que estás en los cielos la escribí para mí, por una motivación irrefrenable, sen­tía que me la debía a mí mismo, y que había mucho de mí en ella. No respondía a una expectativa de la novela que yo debía escribir. Y así han sido las tres novelas. Eso creo que es lo que me liberó. Hay que tener un poco fe en ti mismo y no estar pensando en qué solu­ción le gustará a la crítica o a tus amigos o a tu maestro.

¿Chile ya no es más el país pa­cato y conservador que era?
La sociedad chilena hoy clara­mente no se siente representa­da en sus ficciones, y sobre todo no se siente representada en la ficción que la política y la moral imperante hacen de ella. Cuando tú escuchas hablar a nuestros po­líticos y líderes, la sensación que te da es que están hablando de un país diferente al que nos toca vi­vir. A veces hablan sobre los gays como si fuéramos una especie de alienígenas. Y la realidad social creo que está mucho más avanza­da. La visibilidad gay ha aumen­tado enormemente, los hijos gays se salen del closet mucho antes, de familias conservadoras, no conservadoras, pobres o ricas. Lo mismo ocurre con la mujer, su in­dependencia, su lugar en la pareja y su sexualidad, que ya es tema. Novelas como ésta son leídas por señoras de 90 años. A pesar de Simonetti y de la apertura, el escudo chileno sigue rezando "Por la razón o la fuerza" y Sebastián Piñera, un exponente de la derecha es el principal can­didato a acceder a la presidencia. Sin embargo, este admirador de Henry Miller, no pierde la espe­ranza: "El 50% de los chilenos son progresistas", insiste

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Santiago Gamboa entrevistado

11.18.2009
Santiago Gamboa. Foto: Marcel.lí Sàenz. Fuente: elpaís

En el jardín de la casa donde Mahatma Gandhi pasó sus últimos días, en Nueva Delhi, el flamante ganador del Premio La Otra Orilla del Grupo Editorial Norma, Santiago Gamboa, comenta sobre la novela ganadora Necrópolis, que ocurre en Jerusalen y es, según el autor, "una especie de revisión y de relectura mía del Decamerón en una clave contemporánea". Dice la nota de Ana Gabriela Rojas en "Babelia":

"La literatura convierte todo en ficción", opina Gamboa. La ciudad de Jerusalén es el origen, pero lentamente para los personajes empieza a ser la metáfora de una ciudad acosada, cercada, martirizada y ellos están defendiendo sus historias, sus propias vidas, sus creencias más íntimas. Así, cada una de las historias dentro de la historia trata grandes temas: la lealtad, la amistad, la traición o la muerte. Son temas muy tradicionales en la literatura, pero a la vez muy profundos y humanos, dice el escritor. Por la gran variedad de personajes y de historias, Gamboa considera su séptima novela la más ambiciosa hasta ahora. Le llevó cuatro años de trabajo durante los cuales "la escritura física fue sólo el momento final donde convergió todo el trabajo previo, de pensar y madurar lo que quería contar". Necrópolis retrata a personas solitarias rodeadas de un mundo que no las comprende o que las agrede. Buscan en su interior, en su imaginación o en su fe algo que les permita continuar, seguir vivas. La historia tiene un sabor descreído, nihilista, "pero es lo que tengo en el espíritu y de lo que puedo escribir ahora", explica el autor. Después de los 40 años, "uno cambia la sonrisa, el humor y la alegría por una elegante melancolía", cuenta. También podría ser que la jocosidad de sus lecturas de otras épocas ha quedado atrás y que ahora está influido por escritores como Sándor Márai o Thomas Bernhard. Sin embargo, su novela arranca al lector unas buenas carcajadas. "Yo sigo la regla de Julio Cortázar con mucho cuidado: divertido no es lo contrario de serio, es lo contrario de aburrido. Uno puede ser divertido y muy serio. De hecho, una de las cosas más serias que hay es el humor".


En la nota le preguntan por qué hay tanto sexo en sus novelas. Gamboa aclara:

"En mis novelas hay exactamente la cantidad de sexo necesaria para los personajes, mas no para el autor, ¡imagínate!", ríe. Los personajes son personas solitarias, que necesitan alivio, y el sexo es una manera muy a mano de sentirse feliz. El sexo es un momento extraordinario, en donde el presente es lo único que existe, y se acaba el dolor: "Por eso es algo que a mis personajes les hace tanta falta y yo escribo lo que ellos necesitan".

Finalmente, también le preguntas -¡a estas alturas!- por qué escribe. Con paciencia de Gandhi, Santiago Gamboa responde:

Escribo porque me gusta leer. El mundo de la literatura es donde yo siempre he querido vivir. Me gusta muchísimo más que el mundo real. Así, intento entrar más al fondo de la literatura y dar un poco. Además, creo que soy una persona que no puede elegir no escribir". La literatura no es una carrera, reflexiona, es más bien como "una vida, un destino". El novelista es alguien que está atrapado por un gusto que le lleva a hacer cosas que una persona normal no haría: pasarse horas y horas frente a un ordenador en soledad escribiendo.

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Lo nuevo de Magnus

9.22.2009
Ariel Magnus. Foto: Daniel Mordzinski. Fuente: eternacadencia

Ariel Magnus vuelve a la carga en la editorial Norma. Ahora se trata de la novela Cartas a mi vecina de arriba que tiene como personaje a un escritor hipersensible. ¿Será tan divertida como Un chino en bicicleta? Parece que sí, por la reseña. Además, se menciona a César Aira y también a Di Benedetto como referentes. Habrá que ver. Luciano Piazza lo reseña para Página12:

El autor de las cartas es un escritor hipersensible al sonido, quien padece la mala suerte de tener a una vecina que adora caminar con tacos altos. Al tratar de convencerla de que se cambie los zapatos, comienza una relación epistolar no correspondida en un principio. Se inaugura con registro bien cordial, respetando el código vecinal y el buen tono de la convivencia. De a poco el escritor va recurriendo a estrategias más osadas para convencerla de que cambie esos zapatos, hasta armar una extravagante colección de cartas con experimentos de escritura de varios tipos que intentan obtener una respuesta de esta vecina. Regalarle cupones gratuitos de zapaterías, apelar a la compasión, hacerse pasar por otra vecina, registrar cada movimiento que escucha como si fuera una partitura, y así exponencialmente hasta la demencia. En uno de los momentos memorables, el escritor desesperado pierde completamente las normas del decoro y desarrolla una extensa y sofisticada puteada, que bien podría colocarse en el panteón nacional de puteadas, si existiera algo así. Otro momento de alto lirismo es una extensa descripción de la sinfonía urbana, comenzando por los sonidos de las ventanas y persianas del amanecer, pasando por los infaltables martilleos de las construcciones, hasta el cierre a toda orquesta con el camión de basura haciendo la recolección a medianoche.

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Santiago Gamboa, premio La Otra Orilla

9.18.2009
Santiago Gamboa. Fuente: David Campuzano/ El Espectador

Como saben, este año la editorial Norma dio el salto y elevó a 100,000 dólares el monto asignado para el premio de Novela La Otra Orilla. Ayer jueves se dio a conocer al ganador de este salto mortal. Y se trata ni más ni menos que de un conocido escritor colombiano de última hornada: Santiago Gamboa con su novela Necrópolis. A pesar de que la editorial es colombiana, esta es la primera vez que un autor de ese país gana el premio. Gamboa, exiliado durante décadas en París y amigo y admirador de Julio Ramón Ribeyro, actualmente vive en Nueva Delhi en misión diplomática pero hoy se encuentra en Bogotá para recibir el premio. Lo entrevistan en "El Espectador":

¿Cómo es la experiencia de ganar este premio?
Es una vivencia totalmente desconocida para mí, pues es la primera vez en toda mi vida literaria que recibo uno; al principio mandaba cuentos a concursos hasta que desistí por cansancio. Pero sentí que podría pasar porque El síndrome de Ulises fue finalista en el Premio Medicis en Francia a Mejor Libro Traducido; finalista en Portugal y en el Rómulo Gallegos cuando ganó Elena Poniatowska. Cuando mi agente literario, que es como un consejero espiritual, propuso que lo mandáramos a un premio importante, me alegré. Para mí los premios son reconocimientos de colegas a un colega, financiado por las editoriales, así lo miro. En este caso es una gran emoción que lo hayan hecho Jorge Volpi, Roberto Ampuero y Pere Sureda, encargado en la editorial en España, un gran intelectual que conozco hace años. Con editorial Norma publiqué por primera vez y además me emociona encontrar aquí a Gabriel Iriarte, gran soporte de los escritores de mi generación.

Además de vender más libros, ¿qué representa ser un autor premiado?
Un premio es una forma de llamar la atención sobre un libro pues se propone al público de una manera distinta. Con un reclamo especial que dice: “Este libro es leído y aceptado por un grupo de escritores”. Pero eso no es garantía de éxito. Ya después vendrá la relación con los lectores que cada escritor cultiva.

Volviendo a su generación, ¿hay elementos comunes entre ustedes, por ejemplo Mario Mendoza, Héctor Abad, Enrique Serrano?
Literariamente no, todos escribimos completamente diferente. No creo que exista un escritor en América Latina parecido a otro. De hecho, los mexicanos de la generación del Crack (con su Manifiesto), y quienes aparecimos en la antología de McOndo (que salieron publicados ambos en 1996 y es mi generación), tenemos más diferencias que cosas parecidas y nos unía el deseo de no tener cosas en común. Al final, la literatura es como un archipiélago, cada escritor es una isla aunque esté cerca de las otras. Sin embargo, cada vez que uno escribe es como cuando apuesta en una mesa de póquer: cada quien está atento a lo que hace el otro, no sólo en el país sino en el idioma. Como el caso de Roberto Bolaño, esa era la mesa donde se apostaba más duro, todos queríamos estar ahí.

En la página de Norma pueden ver la carátula y la contratapa del libro.

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Neruda visto por Roberto Ampuero

7.14.2009
Carátula del libro. Fuente: canalrcn

Apareció en Chile hace un tiempo, es un éxito en varios países de América Latina (en el Perú está en la categoría de libro pirateado) y ahora acaba de ser publicado en España. Se trata de El caso Neruda del escritor chileno Roberto Ampuero que se edita con La Otra Orilla. Se trata de una documentada biografía pero contada en clave policial: "He investigado su vida como un biógrafo y luego he vertido ese material real en una ficción policial. Pero todo lo que se cuenta sobre él es real, me mantuve fiel a los hechos, sacando a la luz cosas que se decían sotto voce y eso hace emerger, curiosamente, a un Neruda mucho más novelesco, contradictorio y humano. He intentado bajarlo del pedestal" dice el autor. En la Revista Ñ comentan el libro:

Lejos de la imagen romántica idealizada que han dado de él sus versos, "lo que caracteriza a Neruda es que necesita vivir una intensa relación de amor, de apasionamiento, de calentura con alguien, que eso le sirve para escribir intensamente y que, después, cuando ha pasado la pasión, necesita en seguida otra mujer como un nuevo afrodisiaco y a la vez como renovado estímulo poético. No sé si realmente lo sentía así o si lo de la poesía era una excusa para justificar su conducta, pero...". "Neruda se estaba convirtiendo - prosigue el autor-en una especie de santo. Y lo interesante de él es ese mundo contradictorio, esa alma tan humana, porque era muy sensible y generoso a veces pero otras muy calculador y oportunista, como cuando decide quién no se va a salvar de los fascistas, rechazando a algunas personas en las listas de repatriados a América. En eso se parece a Bertolt Brecht, que era comunista y vivía en la Europa del Este pero tenía pasaporte austriaco, que le permitía viajar cuando le daba la gana, y las cuentas bancarias - donde cobraba de las editoriales-, en Suiza. Neruda, entre Bucarest y París, prefería París. Es un personaje con estos lados de luz y de sombra. Yo no quería un personaje acartonado, que acabara siendo una caricatura. El asunto era ver las cosas que no había logrado en la vida y sus contradicciones, ahí estaba su esencia. Ese es el Neruda real, y para mí es un Neruda más grande que el que me habían enseñado". El caso Neruda es la sexta entrega de la serie del detective Brulé, muy conocida en países como China o Croacia pero de la que en España sólo hay disponibles tres títulos, el citado, Boleros en La Habana (1994) y Halcones de la noche opina su autor-son demasiado cerebrales para América Latina, aquí no resolverían ni un caso. En una Europa donde impera cierta lógica sus métodos pueden funcionar, pero en países con un alto grado de improvisación, arbitrariedad, corrupción y brutalidad no sirve el mecanismo deductivo de un Poirot. Es como exigir a Celia Cruz que imite a Maria Callas. Para mí, es imposible escribir un policial ambientado en Hispanoamérica si no partes, por un lado, de la picaresca española, de su visión de la vida y de los sentidos, y, por otro, de Vázquez Montalbán y la centralidad del peso de la historia en su obra". Otras obras disponibles de Ampuero son la ficción autobiográfica Nuestros años verde olivo (2000), sobre su decepcionante experiencia como militante comunista armado en Cuba, y Los amantes de Estocolmo (2003), "sobre la pareja moderna, sobre la infidelidad y la frustración".

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La visible oscuridad de Styron

5.15.2009
Carátula de edición inglesa. Fuente: hopeseek

Un autor por conocer: William Styron. Cuando la muerte lo cogió, no por sorpresa, Styron era un nombre que muchos podían reconocer pero pocos podrían afirmar haberlo leído. No era un top ten, definitivamente. Sin embargo, su calidad exigía más atención. Las editoriales lo han comprendido así -quiero creer- y han empezado a publicar libros suyos inhallables. Uno de ellos, que llega por Norma y Belacqua, es Esa visible oscuridad. Una historia íntima y autobiográfica sobre la depresión, el agujero. Rodrigo Fresán, enorme lector de Styron, dice en Letras Libres:

Esa visible oscuridad: memoria de la locura –casi inconseguible en nuestro idioma desde hace años, pieza que comenzó como artículo para el mensuario Vanity Fair en diciembre de 1989 y posteriormente fue expandido hasta convertirse en bestseller y manual de consulta galardonado con el National Magazine Award– es, de acuerdo, la memoir de una temporada en el infierno de la depresión. La casi inexpresable crónica del “verano de mi decadencia” narrado desde la oscura noche del “momento de la revelación” en París cuando todo comienza a derrumbarse hasta el día de febrero en la isla de Martha’s Vineyard en que “supe que había emergido a la luz”. Entre un extremo y otro Styron procura averiguar no sólo cómo se metió en ese pozo sino acaso lo más importante: cómo y cuándo y para qué lo cavó. (...) Styron se pensaba como un escritor enrolado no en un determinado territorio sino en un Gran Tema: el eterno combate entre el Bien frente al Mal. Toda su obra se componía, en buena parte, de variaciones sobre este asunto que, en su caso, no buscaba la Gran Novela Americana sino el hallazgo de la Gran Novela a Secas creciendo, según sus propias palabras, sobre “la catastrófica propensión de los humanos a dominarse los unos a los otros”. Cabe pensar también que la desagradable sorpresa de haber sido finalmente alcanzado por aquello que tantas veces imaginó para otros es lo que dota a Esa visible oscuridad de una prosa casi clínica, sin adornos. No se encontrarán aquí las líricas epifanías como destellos en las tinieblas de los depresivos Diarios de John Cheever o los humores negros de Kurt Vonnegut tragando somníferos con resultados más bien risibles. Y mucho menos se contemplarán aquí los malabarismos formales presentes en las patologías vanguardistas de jóvenes deprimidos como Rick Moody en El velo negro o David Foster Wallace en la apenas codificada autobiografía de sus ficciones. Tampoco hay aquí ningún coqueteo con el solipsismo zen de Holden Caulfield o Seymour Glass. Styron parece mucho más cerca de las secas palabras casi finales de Hemingway (“Ya no me sale”) que de todo gesto artístico. Aquí, a Styron sólo le interesa informarnos –con las palabras justas– de cómo fue que entró y salió y sobrevivió para contarlo. “Mi cerebro, esclavo de sus descontroladas hormonas, había llegado a ser menos un órgano de pensamiento que un instrumento para el registro, minuto a minuto, de los distintos grados de su propio sufrimiento”. Éste es un libro muy triste con un final apenas feliz. Por más que la biografía ya citada de West cerrara con una breve nota donde se nos informaba que “Styron continúa dando sus paseos diarios con paso firme y, a los 72 años, sigue siendo innovador y productivo”, el escritor ya no publicó nada más que artículos sueltos, algún cuento, ninguna gran novela. En la última página, Styron evoca a Dante y casi se disculpa a la vez que insinúa un ya no me pidan más de lo que he dado, que lo que ahora quiere es descansar en paz bajo las estrellas: “Para aquellos que han vivido en la selva oscura de la depresión, y conocen su inexplicable agonía, su regreso del abismo no es diferente del ascenso del poeta, recorriendo más y más arriba, el camino de salida de las negras profundidades del infierno para finalmente emerger a lo que él llama ‘el brillante mundo’. Allí, quien haya recobrado la salud, ha recobrado casi siempre el don de la serenidad y la alegría, y tal vez ésta sea recompensa suficiente por haber soportado la desesperación más allá de la desesperación” Sea.

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La zona literaria de Mathias Énard

3.12.2009
Carátula del libro. Fuente: deslivres

Mathias Énard no es un desconocido para los lectores del castellano. Este narrador francés, radicado en Barcelona desde el 2000 y especialista en Medio Oriente, estuvo en boca de todos hace unos años al publicar con Belaqua el Manual del perfecto terrorista (aquí hay un fragmento de la obra). El año pasado publicó en Francia un libro de memorias bajo el título Zone (el libro se publicó la semana pasada en castellano en La Otra Orilla, en la editorial Norma, según me datea un comentarista). En la revista The Quartely Conversation hacen una reseña del libro y en ella me ha llamado la atención, sobre todo, el amplio -y atractivo- círculo de referencias al que se alude para hablar de este libro. El absoluto eclecticismo. Gracias a Dios:

In 1913 Apollinaire published Alcools, his famous poetry collection, which is entirely devoid of punctuation and includes a text entitled “Zone.” And indeed, Apollinaire is one of many writers quoted in this book and probably one of its most important references: as Énard himself commented, his poem and the novel share many thematic aspects. Apollinaire is hardly alone among literary referents, as there is not only a lot of violence in Zone; there is also a lot of literature. The two things held in common by most of the writers Énard mentions in Zone are their personal ties with the Mediterranean and their own history with its ills and its violence. Burroughs, an adept of the concept of a “Zone,” is also another Zone wanderer. Although he does not grace the book’s pages, it is difficult not to think of Claudio Magris, not only because some pivotal scenes take place in his beloved Trieste but also because Énard uses ideas of frontiers and mixed identities. Another such writer that might come to mind while reading Zone is Thomas Pynchon, another artist of the Zone who, geographically speaking, never quite haunted Énard’s chosen stomping ground (notwithstanding the disturbing scenes at Casino Göring or the Maltese escapades). A Pynchonian pessimism seems to fill Zone’s pages, as Francis’ worries spiral around the Italian countryside he fails to see in his night train, even as he sees places like Tangiers, Barcelona, and Beirut all too clearly in his head. Furthermore, readers of Against the Day will find familiar Énard’s use of train transports as a metaphor of the century’s woes, as this mirrors Pynchon’s own assessment of them in Against the Day, where he noted that the train was primarily developed to dispatch troops faster and farther. The two writers other than Apollinaire that Énard comes back to most often in Zone are Ezra Pound and Maurice Bardéche. The latter was the brother-in-law of Robert Brasillach, the infamous collaborationist writer who was executed after WWII. Bardéche was the intellectual face of French fascism, a leading Holocaust denier and a strong critic of the Nuremberg trials. He died peacefully at the age of 91 in 1998. In Zone, Bardéche gives Francis Servain, then a neofascist youth, his 1939 book on the Spanish civil war, which he boasts gestated under Franco. In a way, Bardéche is the man who first puts Francis on the trail of the evils of his chosen zone of action. Pound’s presence, obviously very political, is even more literary: one feels that, as much as Francis, Énard loves the Mussolinian poet. His work is quoted, his life in Italy told. His presence is one of madness and of genius: he is probably the writer who most intimately fits, in equal measure, the form and content of Zone’s literary project. There are other writers or literary works that do not appear on the pages but do appear in one’s mind while reading this book. In some ways, this seemingly never-ending list of slaughters, wars, political games, terrorist acts, and historical wrongs of the Mediterranean area, told on many occasions with a very matter-of-fact tone, is reminiscent of Roberto Bolaño’s take on Ciudad Juarez’s mass murders of women in the fourth part of 2666. And, like 2666, Zone doesn’t tell us about the banality of evil, it tells us about a civilization numbing its senses, about hopelessness, about disillusion. Finally, there is also more than a hint of Sebald at play here. The comparison doesn’t work on a stylistic level, although, much like Sebald’s books, while Zone appears to be infinitely digressive it is really centered on strong themes that lurk behind everything that happens: there is always something else the narrator thinks about, there is always something to distract him from the very event he—and the reader—was reliving. This only serves to emphasize the feeling put forward by both authors: Sebald would load every object with a history and make it a significant piece of his narration; Énard does the same with the political events Francis walks through. Both The Rings of Saturn and Zone tell the tale of an internal voyage of sorts.

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Fuguet, no Caicedo

2.09.2009
Lectura en Starbucks de Trujillo. Foto: moleskine

1.-
Primera confesión: En 1994, un amigo escritor colombiano que moriría unos meses después, autor de Opio en las nubes, me regaló en Barquisimeto su propio ejemplar de Que Viva la Música en la que, sospecho, era una primera edición. Fue un gesto de desprendimiento insólito motivado solo por una conversación en la que me declaré fan de los Rolling Stones. Leí la novela en Lima apenas regresé de aquel encuentro, y la encontré muy mala. Unos meses después, la vendí en un lote de libros viejos a un precio miserable ignorante de la celebridad que luego adquiriría Andrés Caicedo. Pese a ello, lo único que en realidad lamento es haberme desprendido de un objeto que le perteneció al bueno de Rafael Chaparro.

2.-
Segunda confesión: Apenas me enteré por internet de la aparición de Mi cuerpo era una celda (Norma) supe que era un libro que jamás leería. Las fotografías de Caicedo como hippie o como nerd me hartan -la edtorial Norma en Lima ha mandado hacer una ridícula publicidad con la silueta recortada de Caicedo cogiéndose los huevos-, su novela y sus cuentos me parecen malos, su actitud suicida es una mitología adolescente de la que ya tuve bastante con Luis Hernández (quien, a diferencia de Caicedo, por lo menos era un buen poeta). ¿Por qué tendría que leer, entonces, un libro dedicado a un autor que considero menor y sobrevalorado? Lo único que me tentaba era que el autor era Alberto Fuguet (amigo mío y a quien respeto como escritor) y la curiosidad del método de composición que Alberto había elegido -a manera de montaje a partir de la correspondencia y los artículos de Caicedo- para redactar el libro. Pero eso no era suficiente para comprarlo. Desde que dejé Vano Oficio ya no me regalan nada, así que debo pensar bien qué comprar y qué no. Y este libro era un no rotundo.

3.-
Tercera confesión: Nunca entendí aquella fascinación que tiene Alberto Fuguet por los personajes looser de la literatura. Por recomendación en su blog vi las dos temporadas de Californication y su ídolo-modelo de escritor, Hank Moody, me parece un completo imbécil (su ex esposa, en cambio, está muy guapa y salva la serie). Siempre he pensado que Alberto se defiende a puños cerrados contra lo "literario" porque, en el fondo, le teme. Probablemente, siente que en un mundo de lectores cultísimos y escritores virtuosos, él es un salvaje que no puede ni sabe competir. Es como si todo el tiempo estuviera esperando que Donoso lo eche de su taller por no haber leído a Dostoievski. Incluso su desprecio por la obra de ficción de los autores, que lo conduce a sobreestimar las obras de no-ficción de algunos, me parece sospechosa y sintomática de alguien que teme ser rechazado por el mundo (mucho más complejo y con reglas más imprecisas que el de los diarios personales y las correspondencias) de la poderosa ficción. A pesar de eso, Fuguet no sólo es un buen escritor de ficciones sino, además, una persona capaz de crear generaciones y lectores, como lo hizo con McOndo. Y ojo que no es fácil conseguirlo. Decenas de editores, escritores, prologuistas, agentes literarios y periodistas han intentado crear un grupo de escritores identificable y reconocible para promocionarlos, y no lo han logrado jamás. A Alberto le bastó una palabra, McOndo, para conseguirlo. Pese a ello, ese compulsivo comedor de sushi que es Alberto Fuguet desconfía de la literatura y prefiere meterse en un mundo definitivamente más competitivo, frívolo (y menos complejo por lo general) como es el del cine. Un mundo lleno de concesiones y donde un solitario escéptico, como él, debe lidiar con productores mezquinos y actores divos. Una contradicción aparente. Por eso no me llamó la atención que Fuguet finalmente escogiera como ídolo literario ("amigo imaginario" lo llama en el libro) a un escritor menos talentoso que él como Caicedo. Es el camino inverso al de Mario Vargas Llosa (ídolo literario de Caicedo y del mismo Fuguet, por cierto) quien le dedica años de investigación a obras auténticamente transgresoras, fundamentales y prometeicas como las de Víctor Hugo, Flaubert, Gabo u Onetti. Fuguet en cambio prefiere dedicarle su tiempo a autores cuya discreta obra no ha influido en nada al mundo literario al que Fuguet pertenece e influye, aún sin quererlo.

4.-
Cuarta confesión: Tenía calor en Trujillo. Una persona con la que debía encontrarme me falló, y otro amigo me dijo que lo esperase unas horas. Me metí en una librería y compré Mi cuerpo era una celda para leerlo, para más mcondianismo, en un Starbucks de aire acondicionado. ¿Por qué compré ese libro y no otro? Bueno, sí compré otros libros, pero de pronto pensé que sería bueno leer lo de Fuguet con todas las expecatativas en contra, y dejarlo olvidado en una mesa cuando mi amigo viniese a rescatarme. Sin embargo, el libro me atrajo. No ha logrado convencerme de que Caicedo es un buen escritor de 24 años (no es esa la intención del libro, además), y no comparto la opinión de Alberto de que sus críticas de cine o su correspondencia son más respetables que sus textos de ficción, pero hay algo en ese libro que rescata al personaje. Y es el método de composición. Curiosamente, lo que Fuguet ha descubierto es algo que jamás pretendió hacer: que la vida de cualquier sujeto puede resultar atractiva e incluso intensa cuando detrás de él hay un buen montaje. Este libro es lo más Puig que he leído en mi vida. Las cartas intrascendentes, las lamentaciones adolescentes en su páginas de diarios y las impresionistas críticas de cine empiezan a adquirir sentido al aparecer montadas una sobre otras, del mismo modo como las fotografías más anodinas de alguien podrían adquirir significado hasta épico si son filmadas por un director genial, con un soundtrack motivador y un montaje inteligente. No voy a decir que no me ha conmovido el personaje: aquel muchacho ingenuo que a los 21 años pretende vender un guión de cine en Los Angeles sin saber las reglas formales de cómo se hace un script; aquel chico edípico que le pide plata a su madre, que anda enamorado de sus hermanas, y le envía cartas llenas de temor al padre; el cinéfilo solitario y rabioso; el hippie nerd; el amante de la música que lo mismo cita a los Rolling Stones que a la Fania o a un bolero de Leo Marini; el bisexual reprimido, cuya ambiguedad sexual no es lascivia sino, al contrario, anafroditismo y soledad terminal; el enamorado de una casquivana que al final lo desprecia y lo cornea; y aquel que, antes de cumplir con su tantas veces anticipado suicidio, el mismo día que recibe los ejemplares de su novela, se da tiempo de escribir una carta llena de comentarios técnicos sobre películas a un amigo. Sí, es un buen personaje, pero en todo ese espectro el Andrés Caicedo escritor está muy por debajo de la línea, algo anecdótico casi. El empeño de Alberto Fuguet de convertirlo en el eslabón perdido entre el Boom y McOndo es fallido. Sin embargo, no lo es el convertirlo en un personaje real, complicado, entrañable, un ser humano lleno de contradicciones luminosas, de aquellos que parecen existir solo en las mejores ficciones y jamás en la realidad. En este libro, escrito con las palabras de otro, Alberto ha firmado algo más que un método de composición o un homenaje a un ídolo literario. Lo que ha hecho, en realidad, es escribir una de las más sensibles, sofisticadas e inteligentes obras de ficción escritas por los autores de su generación en los últimos años. Y Alberto ni se ha enterado.

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Premio La Otra Orilla sin austeridad

1.22.2009
Premio. Fuente: Norma

Ayer, Barack Obama congeló los sueldos de sus asesores y declaró una política de austeridad en los EEUU. La palabra austeridad ha dejado de ser un discurso terceremundista. La palabra recesión ahora la enseñan en los college. El mundo entero está asustado con lo que puede suceder en estos años, pero a la editorial Norma -que desde el año pasado ha empezado a invertir en su colección literaria para recuperar posiciones- eso no le ha importado y acaba de dar un enorme salto para convertirse en uno de los premios mejor dotados del idioma: ya no 30,000 dólares sino 100,000 para el ganador. Provecho para el futuro ganador (mientras mi querido amigo Ariel Magnus, ganador del 2007, debe estar arrancandose los pelos de la barba... ¿no pudieron hacerlo antes?). Dice la nota de prensa:

Conocedores del gran talento literario existente en Latinoamérica y España, el Grupo Editorial Norma y la Asociación para la promoción de las Artes, Proartes, vienen entregando desde el 2005 el Premio de Novela La otra orilla, que busca no solo reconocer la calidad de la obra escrita, sino también difundirla, publicándola y distribuyéndola a todos los países en los que el Grupo Editorial Norma tiene presencia. Este año, los organizadores del Premio de Novela La otra orilla han incrementado la suma que será otorgada al autor de la obra ganadora, de treinta mil a cien mil dólares americanos (US 100.000). Esta suma será entregada a modo de adelanto de derechos de autor correspondientes a la edición del libro. Así mismo, la novela que se haga acreedora a este premio, será publicada bajo el sello La otra orilla en América Latina y España. Para esta premiación, el Grupo Editorial Norma ha seleccionado cuidadosamente a los miembros del jurado, eligiendo a tres destacados intelectuales de reconocida trayectoria literaria: Roberto Ampuero (Chile), Pere Sureda (España) y Jorge Volpi (México), quienes serán los encargados de elegir a un único ganador. La fecha límite para recibir las novelas será el día viernes 3 de abril del presente.


Los inéditos se pueden dejar en todas las oficinas de Norma (Carvajal) de los países latinoamericanos.

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Enrique Vásquez, premio Mil Palabras

12.11.2008
Enrique Vásquez y recreación de su pérfido cuento. Fuente: caretas

Y ya que estoy hablando de alumnos y ex-alumnos,y motivos para sentirme orgulloso de ellos, aprovecho el envión para abrazar a Enrique Vásquez, alumno mío de los talleres desde hace muchos años, con esporádicas reincidencias (la última de ellas, hace unos meses, en el taller que llevo en mi casa). Enrique no perteneció a la Escuela de Literatura, y ya tiene en su curriculum varios libros, el último de ellos editado por Norma en su colección juvenil. Le presenté en su momento su primer libro de cuentos, editado por San Marcos (en aquellos años en que no había editoriales independientes jóvenes) y desde entonces ha recorrido su camino literario hasta alcanzar el primer puesto en el mítico Concurso 1,000 palabras de Caretas.

El cuento ganador se titula "Desde la terraza" y puede leerse en la página web de la revista. César Félix Sánchez Martínez consiguió el segundo puesto con la historia titulada "Chaqwa"; y Fernando Edgar Salinas Velarde, el tercer puesto con el cuento "Vermouth". Entre las menciones honrosas tenemos a Marco García Falcón, con el cuento “Un Día Distinto”, Manuel Rolando Serna Ponce, con “Nadie se Salva de la Rumba”, Héctor Adrián Gálvez Campos con el cuento “M.S.A.”, Yamileth Latorre Quintana con “Arcabuces en el Abedul”, Augusto Effio Ordóñez con “Consuelo de Cartaginés”, Peter Cárdenas Schulte con “Mi hembrita”, Eva Ocampo Astete con “Querubín”, y Héctor Percy Pasco Llanos con “Danza de Ideas”.

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Regale un libro en Navidad

11.27.2008
Papa Noel recibe pedidos. Dibujo: Ian Baker.

Aunque no pude estar presente, lamentablemente, en la Conferencia de Prensa de hoy, aunque intenté llegar, Moleskine Literario se une a esta causa y dejo aquí la nota de prensa de la campaña "Regale un libro esta navidad". Yo ya sé qué libro quiero...

En esta navidad Regala un libro

Regala un libro es la campaña de temporada, liderada por los grupos editoriales Norma, Santillana y Planeta, en la que participarán importantes librerías como El Virrey, Ibero librerías, KSA Tomada, Librerías La Familia, SBS y Zeta Bookstore. En estos puntos de venta se ofrecerán noventa títulos, en total, con descuentos desde el 20% hasta el 40%. La campaña se inicia este lunes 1 de diciembre y culmina el 31 de diciembre. La conferencia de prensa, en la que se anunciarán los detalles de esta campaña, será el jueves 27 de noviembre, a las 12:00 m., en el restaurante Wa Lok (Avenida Angamos Oeste 700, Miraflores).

Contaremos con la participación de Mávila Huertas como anfitriona. Entre los invitados a participar y apoyar esta campaña estarán: Fernando Ampuero, Renato Cisneros, César Gutiérrez, Pedro Salinas, Julio Hevia, Dr. Luis Pun, Rolando Arellano, Marco Avilés, Jeremías Gamboa, Guillermo Guille, Josué Méndez, Osvaldo Cattone, Phillip Butters, Nicolás Yerovi, Raúl Tola, Frieda Holler, Ricardo Badani, David Hildalgo, Ericka Stockholm, Claudia y Andrea Paz, Ana Cecilia Gonzales-Vigil, Jorge Eslava, entre otros.

Esta navidad, editoriales y librerías nos unimos para promover el gusto por la lectura en nuestro país. El libro es un noble regalo para grandes y chicos. Anímate y regala uno.

Muchas gracias por acompañarnos

Grupo Editorial Norma, Grupo Planeta, Grupo Santillana

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De Piérola usa Moleskine

7.19.2008
José de Piérola. Fuente: El Peruano/ zona de noticias

José de Piérola estará en la FIL Lima 2008, en la que presentará su colección de relatos Sur y Norte editada por Norma. Pero no es la única novedad suya. Me ha enviado un mensaje donde enlaza su nueva página web, en la que también tendrá una bitácora (es decir, un blog en cristiano). Grande ha sido mi sorpresa al ver que su primer post está dedicado a las libretas Moleskine. Uno más que entra al vicio. Dice José:
En estos días «Moleskine» se ha convertido en una marca reconocida en casi todo el mundo. Hay páginas de Internet dedicadas estas libretas, blogs que les siguen los pasos por todo el mundo, proyectos de Moleskines viajeros, instalaciones de arte basadas en Moleskines, proyectos de intercambio, recetarios, versiones especializas, modificaciones, en fin, más de lo que uno podría haber imaginado posible con una libreta. Debo confesar que al principio esta popularidad me molestó. Durante mis años de búsqueda, había soñado con una libreta personal e intransferible. De pronto, el tesoro que tanto trabajo me había costado encontrar, parecía caer en manos de cualquiera. Sin embargo, no resulta difícil comprender que tal exclusividad resulta imposible; a menos que uno se las mande hacer a pedido, cosa que se me pasó por la cabeza más de una vez, y que no hice por falta de medios. De modo que no me queda más que aceptar con alegría la popularidad de la Moleskine. Dicen algunos que es un accesorio de moda, como una corbata Armani, o un iPod, y que sirve más para completar el traje que como herramienta de escritura. Quizá en parte sea cierto. En todo caso, prefiero que alguien compre una Moleskine a que se compre una billetera Dolce Gabbana. Para mí, la Moleskine es el taller de escritor que cabe en el bolsillo, y que me acompaña siempre a donde voy, junto con la pluma fuente que es su fiel compañera.

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Sebastian Barry reseñado

6.02.2008
Carátula de la novela. Fuente: fantasticficton.com

Más y más lejos es la traducción que se ha escogido para el libro del irlandés Sebastián Barry A Long Long Way , finalista en el año 2005 del premio Booker (que lo ganó finalmente El mar de John Banville). Como lo señala Mercedes Monmany, no es poca cosa haber estado en la shortlist del premio aquel año en que se codeó con otros finalistas como Banville, Rushdie, Ishiguro, McEwan, Barnes, Coetzee o Zadie Smith. La novela transcurre durante la Primera Guerra mundial y tiene como protagonista a Willie Dunne, un soldado de 19 años y metido en trincheras. El libro ha sido publicado por Belacqua, en su colección La Otra Orilla. Me pregunto si la editorial Norma lo publicará también y, en caso de que eso suceda, si la novela llegará a Lima. Por lo pronto, la elogiosa reseña de Monmany:

No hace falta ver grandes clásicos como Rey y Patria, de Losey, o Senderos de gloria, de Kubrick, para entender esa mezcla de muertes monstruosas ocasionadas por el gas mostaza, de podredumbre, barro y humedad en las trincheras, o esos campos de batalla magistralmente descritos por Barry, en su confusión espectral de tierra y cadáveres extendidos, al paso de fantasmales tropas sobrevivientes, como un siniestro manto «de semillas gigantes» o de abono dispuesto a ser engullido sin distinción de casacas ni guerreras, de razas o imperios. Porque estamos ante la última guerra protagonizada por los imperios: el británico, el austrohúngaro, el prusiano. Sebastian Barry ha tenido la destreza de colarse por los sinuosos caminos, fuera de ese bloque inamovible de oficialidad histórica que cada nación escoge para narrarse, en medio del que estaban atrapados muchos por aquel entonces. Un «profundo y oscuro laberinto de intenciones», magníficamente descrito, en sus más indistinguibles mestizajes patrióticos, llenos de claroscuros, que impulsaba a muchos a enrolarse en una guerra europea, antes de tener una patria a la que llamar como tal (...) A lo largo de cuatro años en el frente, Willie va creciendo en todos los aspectos. ¿Por qué se encuentra allí? ¿Se trata, como le dice el padre Buckley, capellán del regimiento, de una «guerra santa», en la que no sólo se defiende a los católicos de Bélgica, sino que al mismo tiempo, al luchar en el ejército del rey, se está luchando indirectamente para obtener más tarde la ansiada y prometida autonomía para Irlanda? ¿O se trata de una pura traición, ya que se lucha junto a los ingleses, mientras éstos fusilan a rebeldes de su misma edad en la sangrienta y célebre sublevación de la Pascua de 1916 en Dublín? Todo es pasto de una gran confusión, de lealtades y deslealtades, de sospechas y acusaciones de traición. Las ciudades y los pueblos del norte de la isla han enviado a la guerra a sus hijos más jóvenes, que se intercambian insultos cuando están acuartelados junto a los chicos del sur de Irlanda «sospechosos de pertenecer a la Liga de la Autonomía, o a cualquier cosa peor, como el Sinn Féin.

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Quintana en alza

2.17.2008
Pilar Quintana cada vez más arriba. Foto: Iván Thays

Pilar Quintana es una narradora colombiana, compañera de Bogotá39 (cómo se arañan algunos cuando digo esto), que publicó en Norma Coleccionista de polvos raros. Entre sus múltiples virtudes como escritora (y ya ni hablemos como amiga) se le suma una más bien curiosa: es la única persona que piensa que bailo bien salsa. ¡Vaya! Todo un halago viniendo de alguien que domestica jaguares. El libro ha llegado a Chile y ahí la entrevistan para la Revista de Libros.

Dice Pilar: "La bonanza narco en Colombia, especialmente en ciudades como Cali o Medellín, transformó a toda la sociedad. Desde lo más profundo hasta lo superficial; desde las clases más oprimidas hasta las más privilegiadas (...) La gente cambió el modo de pensar y de actuar, los grandes capos eran aceptados socialmente y estaba bien visto codearse y beneficiarse de su dinero. Y cambió el modo de decorar las casas y los autos, de vestirse y de asumir el cuerpo; como había tanto dinero, la consigna era mostrarlo, ostentar. Se polarizaban los vidrios de los autos, se les ponían equipos de sonido enormes, los jóvenes de los barrios populares llevaban cadenas de oro y zapatillas de marca; las mujeres recurrían a la cirugía plástica para caber dentro del estereotipo narco: grandes tetas y pequeñas cinturas; grandes culos y pequeñas caderas"

También dice: "(...) se ha dicho que hay un exceso de sicarios, narcos y tetas de silicona en la literatura colombiana. Yo digo que el exceso no está en la literatura, sino en la realidad."

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Cohen entrevistado

1.11.2008
Marcelo Cohen en Página/12. Fuente: página12

Impureza es el nombre del nuevo libro del argentino Marcelo Cohen. Es una nouvelle (o "novelita" como él la llama) de 103 páginas editada por Norma y que encaja en el género de las novelas de aprendizaje. Lo entrevistan en Página12.


Dice Cohen: "La novela trata sobre cómo salir de un barrio miserable y de lo que hay en juego en la educación o en su falta; si es posible torcer un destino regimentado, sistemático, si lo que hace el sistema en las cabezas es inmutable, o si una serie de azares y sensaciones procesadas de diversas maneras cambian a la gente. Es una pregunta que me he hecho de muchas maneras distintas dentro de lo que escribo.”

También dice: "Muchos escritores nos sentimos parte de una nueva aventura de la novela que consiste en hacer “como que podemos”. Si nos metemos en la cabeza alguna de las cosas que crearon los grandes novelistas del siglo XIX y principios del XX, y todo los que nos enseñaron después los teóricos de fines del siglo XX, podemos hacer un menjunje que coloque la novela en esa plenitud en la que reaparezca el personaje, que la gente pueda hablar de los libros y no solamente de cómo están hechos los libros. No estoy hablando de una ilusión perniciosa sino de crear discusión, porque esos personajes a veces pueden ser ideas. Todavía el famoso dialoguismo de Dostoievski nos puede enseñar algo. A mí no me disgusta que la gente vuelva a hablar de los libros como si comentara chismes o problemas familiares (risas).

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