MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

El tercer reich comentado

2.23.2010
carátula del libro. Fuente: anagrama

Hace unos días, Edmundo Paz Soldán comentó en su Facebook que acababa de llegarle El tercer reich (Anagrama) a su correo. Qué afortunado. La verdad es que me da curiosidad leer esta cacareada novela tempranera. descubierta de manera insólita cuando se creía que todo Bolaño estaba publicado. ¿Será buena? Mientras tanto, leamos esta reseña de Joaquín Marco en El Cultural y tanteemos el terreno:

El Tercer Reich, su primera incursión en la novela, escrita en 1989 y ahora rescatada -el autor parece que sólo había corregido antes de su muerte menos de un centenar de folios- nada tiene que ver con La literatura nazi en América publicada ya en España, en Seix Barral, en febrero de 1996, salvo en el hecho de que le atrajeran personajes corrompidos por el nazismo. Bolaño, que vivía en el pueblo costero de Blanes, conectado con escritores gerundenses como Javier Cercas, situó El Tercer Reich en esta localidad, sin nombrarla, como hará en otros relatos y novelas, aunque no resulte difícil adivinar su paseo Marítimo, su Jardín Botánico o, en este caso, los años de un boom turístico que refleja. Un joven alemán, Udo Berger, pasa sus vacaciones acompañado de su novia Ingeborg. De hecho, regresa al mismo hotel donde once años antes había estado con sus padres. Su afición son los juegos de guerra (wargames), con los que ha obtenido prestigio internacional. Contactarán con otra pareja también alemana, Charly y Hanna, y les acompañarán a las todavía escasas discotecas y a bares y restaurantes, donde Charly, incansable bebedor, frecuentará a extraños personajes del lugar: El Lobo, El Cordero o El Quemado. Advertimos los ambientes turbios, la violencia soterrada que habrá de caracterizar su obra posterior. La desaparición de Charly en el mar se convierte en el incidente más relevante, pero no puede entenderse como el núcleo de la acción. En cierto modo recuerda a la muchacha ahogada de El Jarama, de Ferlosio. La estructura de la novela se conforma a modo de un diario iniciado el día 20 de agosto y finalizado el 30 de setiembre, más algunas noticias finales sobre los personajes tras su regreso a Alemania. La verdadera clave, acompañada de múltiples “indicios”que conducirán la imaginación del lector hacia otros vericuetos - como la atracción que siente por la propietaria del hotel, Frau Else, o las ocupaciones de El Lobo y El Cordero- se encuentra en los juegos que inventan posibilidades bélicas de batallas de la II Guerra. Pero, puesto que las mujeres se desinteresan, será el personaje marginal de El Quemado un contrincante cada vez más interesado. Tal vez sea un latinoamericano, de rostro y cuerpo deformados, que se ocupa de los viejos patines de la playa. El protagonista advierte que su ordenación en la arena parece ilógica. Descubrirá más tarde que con ellos configura una especie de búnker donde vive. Una vez aparecido el cadáver de Charly, que resulta una excusa para prolongar su estancia en el pueblo, vive días atormentados, enfebrecido por su relación con Frau Else y el final de la partida, expuesta con detalle, con El Quemado. Descubrimos cierto sustrato existencial en el aparente desorden del comportamiento del héroe, en ocasiones no lejos del absurdo, paralelo al progresivo caos del hotel, que coincide con el retorno de los turistas a sus países, la enfermedad del marido de Frau Else y la extraña vida amorosa del protagonista. Pero El Quemado, tal vez un ignorado escritor, es quien mejor lo simboliza. Les unirá el juego, aunque también la derrota común como seres humanos. De activo jugador se convertirá en espectador cuando, ya de regreso, asista al Congreso de los wargames . Esta primera novela de Bolaño no es sólo el inicio de un mundo. Resulta, en sí misma, una novela apasionante, plena de insinuaciones, misteriosa y simbólica. En ella descubrimos a un escritor ya hecho, no una promesa, portador de un mundo pleno de significados, el narrador que, anclado en el pasado siglo, anticipa el presente. Bien merecía el rescate.

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Editarán Tercer Reich

1.29.2010
carátula de la novela. Fuente: anagrama

Y llegó la hora de conocer la verdad sobre la maleta. No la de Kafka, sino la de Bolaño. La próxima semana, Anagrama editará la novela inédita El tercer reich de Roberto Bolaño, encontrada entre sus papeles por El Chacal Andrew Wylie y que tantas dudas y temores ha causado entre bolañistas y bolañeros. Ahora sabremos qué sucede. Dice la nota:

Bolaño terminó de escribir El Tercer Reich en 1989 y la guardó en un cajón, mecanografiada. Salió a la luz en la Feria de Francfort 2008 de la mano del agente literario, Andrew Wylie, alias 'El Chacal', quien gestiona los derechos de Bolaño para sus herederos. Jorge Herralde, fundador y director de Anagrama, consiguió los derechos para completar su particular 'biblioteca Bolaño'. Herralde presume de que toda la obra del Bolaño novelista y cuentista está actualmente en su editorial: once novelas y cuatro libros de relatos, además de algunos ensayos, discursos o su faceta poética. El Tercer Reich está escrito en forma de diario y su protagonista es un joven alemán, Udo Berger, a quien la vida parece sonreirle. Nazismo, juegos y sexo son los temas principales de esta "novela primeriza, que no de principiante", según precisó el crítico y escritor Ignacio Echevarría. Su protagonista, Berger, tiene 25 años y está en el mejor momento de su vida. Su pasión y su ocupación son los juegos de guerra; es un campeón en su país, y escribe artículos en las revistas especializadas. Tiene la independencia económica tan deseada por los jóvenes, amistades interesantes y profundas, como Conrad, su compañero de juegos, una novia a la que ama, Ingeborg, y a diferencia de lo que le sucedía en la adolescencia, ahora nunca se aburre. Udo y su novia Ingeborg se van a pasar unos días al lugar de la Costa Brava donde él veraneaba con su familia cuando era niño, y se alojan en el hotel 'Del Mar', el mismo de aquellos días. Es el primer viaje que hacen juntos, quizá el ensayo para una futura convivencia. Udo hace instalar en su habitación una gran mesa donde despliega los hexágonos y las fichas de sus batallas; no tiene demasiado interés por el sol y la playa, prefiere pensar nuevas líneas y estrategias para el Tercer Reich, su juego. Por la noche van a una discoteca y conocen a Charly y Hanna, otra pareja de jóvenes alemanes. Beben, hacen planes para los días que vendrán, y cuando bajan a la playa al final de la noche, Charly desaparece.

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Entrevistando a Bolaño

11.24.2009
Cubierta del libro. Fuente: melvillehouse

Acaba de aparecer en EEUU el libro Roberto Bolaño: The Last Interview & Other Conversations (Melville House) que recoge la que vendría a ser la última entrevista que dio Roberto Bolaño (sin tomar en cuenta, por cierto, las tres preguntas que le hice para Vano Oficio con mi cámara minidv en el Encuentro de Escritores de Sevilla, semanas antes de su muerte). La entrevista fue realizada por Mónica Maristain para PlayBoy mexicana y es la primera vez que se publica en inglés. Además, el volumen recoge otras entrevistas. La fama de Bolaño, con o sin ayudita de marketing, sigue creciendo. En el blog Paper Cuts recogen algunas preguntas (pueden leer la entrevista completa en castellano aquí):

M.M.: Have you shed one tear about the widespread criticism you’ve drawn from your enemies?
R.B.: Lots and lots. Every time I read that someone has spoken badly of me I begin to cry, I drag myself across the floor, I scratch myself, I stop writing indefinitely, I lose my appetite, I smoke less, I engage in sport, I go for walks on the edge of the sea, which by the way is less than 30 meters from my house and I ask the seagulls, whose ancestors ate the fish who ate Ulysses: Why me? Why? I’ve done you no harm.

M.M.: Which five books have marked your life?
R.B.: In reality the five books are more like 5,000. I’ll mention these only as the tip of the spear: “Don Quixote,” by Cervantes; “Moby Dick,” by Melville. The complete works of Borges, “Hopscotch,” by Cortázar, “A Confederacy of Dunces,” by Toole. I should also cite “Nadja” by Breton; the letters of Jacques Vaché. Anything Ubu by Jarry; “Life: A User’s Manual,” by Perec. “The Castle” and “The Trial,” by Kafka. “Aphorisms,” by Lichtenberg. “The Tractatus,” by Wittgenstein. “The Invention of Morel,” by Bioy Casares. “The Satyricon,” by Petronius. “The History of Rome,” by Tito Livio. “Pensées,” by Pascal.

M.M.: John Lennon, Lady Di or Elvis Presley?
R.B.: The Pogues. Or Suicide. Or Bob Dylan. Well, but let’s not be pretentious: Elvis forever. Elvis and his golden voice, with a sheriff’s badge, driving a Mustang and stuffing himself full of pills.

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Carlos Fuentes en Buenos Aires

11.18.2009
Carlos Fuentes entrevistado en Página12. Fuente: página12

De regreso de la Feria del Libro en Santiago, Carlos Fuentes pasó por Buenos Aires para presentar Adán en el Edén, su nueva novela, editada por Alfaguara. Con más de 80 años a cuestas, Fuentes (declarado no-lector de Roberto Bolaño) es un holograma viviente de lo que fue el Boom Literario: Atildado en su forma de vestir así como en sus declaraciones (solo sus cejas están alborotadas anota Silvina Friera), no rehuye a hablar de política, corrupción, narcotráfico, América Latina, humor, lector activo, frases como "La ironía es un hecho existencial", Obra Abierta, metaliteratura, matanza de Tlatelolco, El Quijote, Góngora y Quevedo en la misma entrevista. Unas respuestas absolutamente boomeras, cuando Fuentes autografiaba libros a las Miss México, daba conferencias en aulas universitarias de América Latina a hippies fuera de época y luego almorzaba con el Rector después, y solía usar elegantes corbatas italianas (que César Aira convirtió en personaje en una novela) y pañuelos de seda en el cuello. Algunas preguntas y respuestas a Silvina en Página12:


–Más allá de la farsa y la comicidad, en la novela se dice una frase que refleja el meollo del problema: “Los gobiernos pasan, las armas quedan”. ¿Por qué decidió que el trasfondo fuera el narcotráfico?

–El trasfondo de la novela es el horror del narcotráfico mexicano, un narcotráfico que lleva a un tema muy amplio, muy universal, que es cómo tratar este asunto. ¿Se lo combate? En México se ha comprometido al ejército porque la policía es demasiado corrupta, pero el ejército corre el riesgo de contaminarse. ¿Qué recursos tenemos? Estados Unidos también está esperando el momento para entrar y hacerse cargo de un problema que afecta a la seguridad norteamericana. Yo estoy a favor de la despenalización de la droga, aunque sea de manera gradual. Es la única respuesta. No se puede combatir con las armas a gente que tiene más y mejores armas que los propios ejércitos latinoamericanos. Cuando el presidente Roosevelt despenalizó el alcohol, si bien siguió habiendo borrachos en Estados Unidos, ya no hubo más Al Capones.

Es muy fuerte el registro periodístico que aparece dentro de la novela, sobre todo cuando Góngora, como responsable de la seguridad pública, hace declaraciones a la prensa. Lo primero que dice al asumir es que “todos somos cadáveres por venir”. ¿Por qué trabajó tan deliberadamente este registro?
–La novela nace como género de géneros con Cervantes; hay épica, picaresca, novela de moda, científica, novela dentro de la novela; hay novela con personajes de la vida diaria, con personajes reales. Desde sus orígenes la novela se presenta como ese género en que cabe todo. Se puede meter todo en la novela, lo periodístico, el ensayo, la filosofía, la lírica, el relato. Todo cabe en una novela sabiéndolo acomodar. La novela es un basurero de la literatura, pero de ese basurero vivimos todos. El acento en lo periodístico me permitía que el personaje, Adán Gorozpe, piense en lo que pasa cuando lee las noticias. Pero la novela también se da a sí misma en un momento en que en una heladería de Buenos Aires leen Adán en Edén Tomás Eloy Martínez y Sergio Ramírez; de la misma manera que el Quijote se entera de que se vende un libro que se llama Don Quijote de la Mancha, y él dice “ese soy yo”. Ese es el juego en que la novela se declara ficción.

–En este sentido, se plantea desde las páginas de Adán en Edén que no hay desenlace, hay lectura; el lector es el desenlace. ¿Por qué el rol del lector es tan fuerte en esta novela?
–Una novela que se cierra a sí misma se condena, no se puede volver a leer. No se puede volver a leer una novela de Agatha Christie porque una vez que se sabe quién es el criminal el autor de la novela se tira a la basura. Para mí la novela tiene que quedar abierta para el siguiente lector. Siempre digo que el siguiente lector del Quijote todavía no nace porque la novela ha llevado 500 años y seguirá otros 500 o 2000 años más. La novela tiene que quedar abierta para que el lector la continúe y la transmita a otros lectores.

–¿México es un país enamorado del fracaso, como dice uno de los personajes?
–Bueno, aunque lo dice un personaje, creo que es cierto. México es un país que ha sufrido mucho, que ha tenido grandes catástrofes, sobre todo desde la independencia. Nos llevó mucho tiempo organizar un Estado nacional. Teníamos un Estado sin techo, porque la colonia era el techo de nuestros países; luego teníamos muros y los derribamos, pero nos quedamos en dictadores como Santana. Después hubo un intento de reforma, pero volvimos a caer en la dictadura. La revolución se vio a sí misma como una revolución que le daba entrada a toda la realidad del país, la educación, la cultura, el progreso, el desarrollo económico. Los setenta años del PRI fueron una especie de alianza nacional de centroderecha o de izquierda, bajo una misma cúpula, que realmente se volvió intolerable a partir del año ’68 con la matanza de los estudiantes en Tlatelolco. A partir de ahí, el PRI se empezó a desintegrar y entró a la oposición. Le atribuimos la corrupción al PRI, que ha estado siete décadas en el poder, pero luego descubrimos muy rápido que el PRI no tenía el monopolio de la corrupción, que en los otros partidos también había corrupción. El PRI era corrupto pero eficaz... y va a volver en el 2012. Se lo aseguro.

–¿La corrupción es el combustible del sistema político?
–La corrupción es endémica en todos los países del mundo, sólo que en algunos se revela y se castiga más que en otros. Los Estados Unidos es un país corruptísimo; lo que pasa es que hay un sistema judicial que descubre a los corruptos y los castiga. Ningún latinoamericano llega a ser tan corrupto como Bernard Madoff (el ex financista acusado de fraude), condenado a 150 años de cárcel. Un mexicano cínico –yo no lo soy– le diría que la corrupción es el aceite que mueve una sociedad y que sin corrupción no hay progreso...

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El mito "rebelde" Bolaño en EEUU

11.06.2009
Roberto Bolaño. Fuente: Basso Cannarsa. Fuente: The guardian

Hace unos días, el diario The Guardian comentó un artículo aparecido en el diario La Nación en setiembre sobre Roberto Bolaño y su éxito mediático en EEUU. El artículo lo escribió Horacio Castellanos Moya y en él, sin decir que Roberto Bolaño es un mal escritor ni nada por el estilo, eso está fuera de discusión, declaró que el éxito de Bolaño en EEUU era una operación de marketing en la cual, por exotismo y snobismo, se quería levantar la imagen del escritor bolaño como rebelde anti-sistema, drogadicto y eternamente joven. El "Kurt Cobain de la literatura latinoamericana". El texto de Castellanos Moya es muy interesante. Dice:

La idea clave es que durante treinta años la obra de García Márquez, con su realismo mágico, representó la literatura latinoamericana en la imaginación del lector estadounidense. Pero como todo se desgasta y termina percudiéndose, el establishment cultural necesitaba un recambio, hizo tanteos con los muchachos de los grupos literarios llamados McOndo y Crack, pero no servían para la empresa, sobre todo porque, como explica Sarah Pollack, era muy difícil vender al lector estadounidense el mundo de los iPods y de las novelas de espías nazis como la nueva imagen de Latinoamérica y su literatura. Entonces apareció Bolaño con Los detectives salvajes y su realismo visceral. "Que nadie sabe para quién trabaja" es una frase hecha que me gusta repetir, pero también es una realidad grosera que me ha golpeado una y otra vez en la vida. Y no sólo a mí, estoy seguro de ello. Sigamos. Los cuentos y las novelas breves de Bolaño venían siendo publicados en Estados Unidos, con esmero y tenacidad, por New Directions, una editorial independiente muy prestigiosa pero de difusión modesta, cuando de pronto, en medio de las negociaciones para la compra de Los detectives salvajes, apareció, como surgida de los cielos, la poderosa mano de los dueños de la fortuna, quienes decidieron que esta excelente novela era la obra llamada para el recambio, escrita además por un autor que había muerto hacía muy poco, lo que facilitaba los procedimientos para organizar la operación, y pagaron lo que fuera por ella. La construcción del mito precedió al gran lanzamiento de la obra. (...) Quizá no haya sido yo el único sorprendido cuando, al abrir la edición norteamericana de Los detectives salvajes, me encontré con una foto del autor que no conocía. Es el Bolaño posadolescente, con la cabellera larga y el bigotito, la pinta de hippie o del joven contestatario de la época de los infrarrealistas, y no el Bolaño que escribió los libros que conocemos. Celebré la foto, y como soy un ingenuo, me dije que seguramente había sido un golpe de suerte para los editores conseguir una foto de la época a la que alude la mayor parte de la novela. (Ahora que los infrarrealistas han abierto su sitio web, ahí se encuentran colgadas varias de esas fotos, en las que descubro a mis cuates Pepe Peguero, Pita, el "Mac" y hasta al periodista peruano radicado en París José Rosas, de quien yo desconocía su pertenencia al grupo). No se me ocurrió pensar entonces, pues el libro apenas salía del horno y comenzaba el revuelo en los medios de Nueva York, que esa evocación nostálgica de la contracultura rebelde de los años 60 y 70 era parte de una bien afinada estrategia. No fue casual entonces que en la mayoría de artículos sobre el perfil del autor se hiciera énfasis en los episodios de su juventud tumultuosa: su decisión de salirse de la escuela secundaria y convertirse en poeta; su odisea terrestre de México a Chile, donde fue encarcelado luego del golpe de Estado; la formación del fracasado movimiento infrarrealista con el poeta Mario Santiago; su existencia itinerante en Europa; sus empleos eventuales como cuidador de camping y lavaplatos; una supuesta adicción a las drogas y su súbita muerte. Estos episodios iconoclastas eran demasiado tentadores como para que no fueran convertidos en una tragedia de proporciones míticas: he aquí alguien que vivió los ideales de su juventud hasta las últimas consecuencias. O como rezaba el titular de uno de esos artículos: ¡Descubran al Kurt Cobain de la literatura latinoamericana! (...) Fue esa faceta contestataria de su vida la que serviría a la perfección para la construcción del mito en Estados Unidos, del mismo modo que esa faceta de la vida del Che (la del viaje en motocicleta y no la del ministro del régimen castrista) es la que se utiliza para vender su mito en ese mismo mercado. La nueva imagen de lo latinoamericano no es tan nueva, pues, sino la vieja mitología del "the road-trip" que viene desde Kerouac y que ahora se ha reciclado con el rostro de Gael García Bernal (quien también interpreta a Bolaño en el film que viene, a propósito). Con la novedad de que, para el lector estadounidense, dos mensajes complementarios, que apelan a su sensibilidad y expectativas, se desprenden de Los detectives salvajes: por un lado, la novela evoca el "idealismo juvenil" que lleva a la rebeldía y la aventura; pero, por el otro, puede ser leída como un "cuento de advertencia moral", en el sentido de que "está muy bien ser un rebelde descarado a los diecisiete años, pero si uno no crece y no se convierte en una persona adulta, seria y asentada, las consecuencias pueden ser trágicas y patéticas", como en el caso de Arturo Belano y Ulises Lima. Concluye Sarah Pollack: "Es como si Bolaño estuviera confirmando lo que las normas culturales de Estados Unidos promocionan como la verdad". Y yo digo: es que así fue en el caso de nuestro insigne escritor, quien necesitó asentarse y contar con una sólida base familiar para escribir la obra que escribió. Lo que no es culpa del autor es que los lectores estadounidenses, con su lectura de Los detectives salvajes, quieran confirmar sus peores prejuicios paternalistas hacia Latinoamérica, como la superioridad de la ética protestante del trabajo o esa dicotomía por la cual los norteamericanos se ven a sí mismos como trabajadores, maduros, responsables y honestos, mientras que a los vecinos del Sur nos ven como haraganes, adolescentes, temerarios y delincuentes. Dice Sarah Pollack que, desde ese punto de vista, Los detectives salvajes es "una muy cómoda elección para los lectores estadounidenses, pues les ofrece los placeres del salvaje y la superioridad del civilizado". Y repito yo: nadie sabe para quién trabaja. O como escribía el poeta Roque Dalton: "Cualquiera puede hacer de los libros del joven Marx un liviano puré de berenjenas, lo difícil es conservarlos como son, es decir, como un alarmante hormiguero".

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¿Pacto de no agresión?

10.28.2009
El siempre complicado, y nunca bien entendido, pacto entre caballeros de la actual literatura latinoamericana. Fuente: juajomolina

Pasando por el blog The Art of Fiction del mexicano Mauricio Salvador leo la frase: "En lo personal creo que la gente debe relajarse respecto de Bolaño". ¿A qué se refiere? Al parecer, considera que existe una suerte de pasión chauvinista (chilena o latinoamericana, quién sabe) con respecto a Roberto Bolaño. Salvador menciona como punto de partida un artículo de Alejandro Zambra en La Tercera de Chile, en el que refuta bajo el título Historia Universal de la Envida un comentario de Richard Ford contra Los detectives salvajes. El desdén de Ford para Alejandro Zambra es una prueba más del "provincialismo" de los escritores norteamericanos a favor de su literatura y en contra de la literatura de cualquier otro escritor no gringo (hace poco comenté en un post que Philip Roth declaraba que sí, en efecto, la literatura en EEUU es la mejor del mundo). Mauricio Salvador recoge al respecto un post de Gonzalo Baeza titulado "Alejandro Zambra y las defensas corporativas" donde dice:

Según Zambra, la herejía de Ford se explica en parte con el manido argumento que la literatura estadounidense es “pagada de sí misma” o, en otras palabras, autorreferente y tal vez provincial. Una generalización tal sólo puede venir de alguien no familiarizado con dicha literatura o de personas cuyo acceso a ella proviene de lo que se traduce al español, sin reparar en los autores que año a año el mercado hispano ignora. (...) El problema es que, producto de este mismo provincialismo del que solemos acusar a los norteamericanos, sumado al hecho que en nuestros colegios no nos enseñen un segundo o tercer idioma (igual que a los gringos) y que no haya espacio en el mercado para traducir un mayor número de títulos estadounidenses, nos perdemos a una legión de buenos autores. Mirando mi biblioteca, que dista mucho de ser una colección de “imprescindibles”, veo a un sinnúmero de nombres que probablemente jamás lleguen a un público hispanoparlante. A vuelo de pájaro, están los divertidísimos cuentos de Sam Lypsite, los relatos negros de Scott Wolven (quien, por cierto, sí ha sido aplaudido por Ford), Leonard Gardner (autor de un único y desgarrador libro, Fat City, que por sí sólo pesa más que la obra de muchos autores chilenos), Stephen Wright (autor de Meditations in Green, una novela clave sobre Vietnam), o el libro debut de Josh Weil, The New Valley, tres excelentes novelas cortas ambientadas en los bosques y valles de Virginia y West Virginia. Hace poco el blog de Amazon.com publicó una serie de entradas acerca de los libros más representativos de los 50 estados de EE.UU. El número de buenos autores ignorados por las editoriales españolas molesta más cualquier falta de reverencia que Ford pueda manifestar hacia Bolaño. La literatura de EE.UU tiene muy poco de provincial. Un buen ejemplo es Virginia, un estado particularmente retrógrado en lo cultural y cuya universidad pública sin embargo edita una de las mejores revistas literarias del país, el Virginia Quarterly Review. En sus páginas apareció recientemente la traducción al inglés de Bonsái de Zambra. Por lo demás, si bien se estima que apenas el 3% de los libros que se publican anualmente en inglés son traducciones, numéricamente es bastante más de lo que cualquier persona va a leer en su vida. Si vamos a hablar de literatura provincial, qué mejor ejemplo que las letras chilenas, cuya envergadura le permite a duras penas proyectarse regionalmente (basta comparar nuestra anémica producción con lo que ha pasado en la última década en Perú o bien con la tradicional vitalidad de la literatura argentina). ¿O acaso alguien ha leído la traducción al inglés de Palomita Blanca? Después de todo, si alguien inventó el ninguneo a Bolaño fueron autores como Jorge Edwards, quienes miran con condescendencia la adoración que le guardan escritores más jóvenes y sólo a regañadientes lo aceptan en el club, más por el peso de la evidencia que por un deseo de cederle un lugar en el pedestal que ellos mismos se erigieron. Todo ello sin mencionar el ninguneo a nivel regional, partiendo por un Carlos Fuentes que hace poco comentara cómo ni siquiera ha leído a Bolaño.

Mauricio Salvador, orgulloso fan de la literatura norteamericana como lo prueba The Art Of Fiction y la revista Hermano Cerdo, está de acuerdo con Baeza y agrega:

Si Zambra conociera un poco a Ford habría dudado dos veces antes de escribir eso. Sus opiniones, dice, son mezquinas y atarantadas. Yo creo que Ford está en todo su derecho de opinar lo que quiera sobre Bolaño. Lo que sucede es que Zambra vive en una especie de nuevo Mundo feliz en el que la crítica y las posiciones personales existen de verdad muy poco. Esta nueva edad dorada ha sido ensalzada por la marea de encuentros literarios y festivales, de antologías, etc., que han llevado a varios grupos de escritores a renunciar por completo a cualquier clase de crítica en nombre de la preciosa y conveniente amistad. Los escritores latinoamericanos se alaban a sí mismos y a sus amigos escritores con una facilidad que no cabe en alguien como Ford o Bolaño. A Zambra parece incomodarle que alguien ponga en entredicho la recepción de Bolaño como producto del vil marketing. No es tan raro, si lo piensan. Piensen en Bellatin, por ejemplo. Entre Ford y Zambra, veo más pagado de sí mismo a Zambra que al mismo Ford, cuya obra es grandiosa y que no ha lanzado frases envidiosas a su contemporáneo y amigo (y sin duda más famoso) Raymond Carver. Zambra escribe la defensa de Bolaño (él cree que necesita una defensa) en pago a la figura paterna de Bolaño, que abrió las puertas de muchos escritores latinoamericanos en Estados Unidos. Pero se olvida que en la literatura, como en todas las cosas, la gente puede pensar diferente sin por ello ser mezquino o envidioso. Pero los jóvenes escritores que se la viven en festivales, encuentros y antologías no comprenden esto o lo comprenden sintiéndose profundamente ofendidos si alguien opina negativamente de sus obras o de las de sus amigos

La última frase del post de Mauricio Salvador compete a este blog. Como prueba de la amistad y el supuesto pacto de no-agresión de la literatura latinoamericana, Salvador coloca este blog:

Chéquense el Moleskine Literario, por ejemplo, donde todo es feliz y hermoso.

¡Ay, amigo Salvador! Si realmente todo fuera tan feliz y hermoso como en este blog, el mundo no sería lo que es ahora. Nadie quiere un mundo sin conflicto. Sin conflicto, sin mentiras, sin mala onda, sin envidia, sin traición, sin agresión, sin dolor, no habría literatura. No habría Richard Ford, no habría Zambra. No habría The Art of Fiction. No habría Moleskine. Y sobre todo, no habría un escritor que escribe novelas "demasiado largas" como el extraordinario Roberto Bolaño. Felizmente, entonces, el mundo no es hermoso. Y felizmente hay tantos blogs dedicados a insultar agresiva, instintivamente, a todo escritor que pasa por el frente que Moleskine puede covertirse en un refugio donde las ideas disímiles -como lo comprueba este post- pero no groseras encuentran un lugar. Peace and Love. Todo OK. (P.D. Yo también amo a Pip y quiero que le den el Nóbel).

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Temporada de premios en España

10.20.2009
Fernando Iwasaki y temporada de premios en España. Fuente: cafebabel

La temporada de premios literarios en España, que empieza en octubre con el fogonazo del Premio Planeta, ha puesto en la palestra a nuestro compatriota Fernando Iwasaki quien publicó España, aparte de mí estos premios (Páginas de Espuma) ironizando la cantidad de premios literarios (3,500 según la cuenta de una página web dedicada al tema) que existen en España. Una nota en "El País" de hoy comenta el tema:

Según Chema Álvarez, responsable de la guía, Internet ha hecho que "la cifra de concursos que se convocan desde y por la Red" crezca "exponencialmente". Así, el portal de Internet premiosliterarios.com ofrece a sus suscriptores información sobre las bases de 3.500 certámenes (cerca de 10 por día, domingos incluidos). Este mes, y sólo en la modalidad de narrativa se cerrará el plazo de 45 certámenes: desde el de la Cofradía del Vino de Navarra hasta el Mazzantini de relatos taurinos de Llodio (Álava). A ese "hecho diferencial" de la literatura española le ha dedicado Fernando Iwasaki España, aparte de mí estos premios. La obra del escritor peruano afincado en Sevilla es un conjunto de relatos precedidos por las bases de un imaginario concurso literario local y seguido por la correspondiente acta del jurado. Para Iwasaki, los premios son una forma de publicidad para los convocantes, algo que se multiplicó con el Estado de las autonomías. "La cantidad de premios que hay en España es algo que sorprende a cualquier extranjero, sobre todo si viene del Perú, donde sólo hay tres", dice el escritor limeño. En su opinión, los galardones sirven para tres cosas: sostener una vocación, consagrar una trayectoria o "directamente, prejubilarte". Si el último fue el caso del propio Cela, el primero podría ser, como recuerda Iwasaki, el de Luis Sepúlveda antes de Un viejo que leía novelas de amor, Luis Leante antes de ganar el Alfaguara y, sobre todo, Roberto Bolaño. Antes de su consagración universal el autor chileno sobrevivió, en sus propias palabras, con lo que ganaba en los mil premios "de tercera división" desperdigados por la geografía de España, "premios búfalo que un piel roja tenía que salir a cazar, pues en ello le iba la vida". Lo dice en Monsieur Pain, una novela que pasó sin pena ni gloria cuando ganó, en 1993 y con el título de La senda de los elefantes, el premio Félix Urabayen del Ayuntamiento de Toledo. Cuando la rescató Anagrama seis años más tarde fue recibida como una obra maestra.

Por otra parte, en "Babelia" escogieron el libro de Fernando Iwasaki como "El libro de la semana" y le dedicaron una reseña muy elogiosa de Ana Rodríguez Fisher:

Apenas he parado de reírme a carcajada limpia -sólo lo justo para poder seguir leyendo- mientras tuve en mis manos España, aparta de mí estos premios, el libro de relatos donde el escritor peruano Fernando Iwasaki (Lima, 1961) nos ofrece siete visiones o interpretaciones de la historia de España. Pero que no nos despiste el título, porque si hay un sesgado homenaje al poemario de César Vallejo -España, aparta de mí este cáliz, 1937-, las narraciones de Iwasaki parten de una irreverencia absoluta y, de las dos Españas, se dirigen sólo a la que sabe reírse de sí misma. (...) Fernando Iwasaki se mueve con admirable desenvoltura y desparpajo por episodios de nuestro pasado épico -gestas jesuíticas o conmemoración de la Liberación del Alcázar de Toledo-, las plurales identidades de la piel de toro, las filias y las fobias de unos y otros, los ritos, las modas y... en fin, la general estulticia en la actual sociedad del espectáculo y la era de la globalización. Baste mencionar que los relatos a concurso deben tratar del turismo espeleológico o de la gloriosa historia del Sevilla Fútbol Club; exaltar los valores identitarios, los hechos diferenciales y la riqueza cultural de Euskadi; servir para motivar e incentivar la visibilidad de la mujer catalana en todos los ámbitos y estamentos de la sociedad; o promocionar el langostino de Sanlúcar. Huelga decir que la parodia pulveriza tan loables propósitos, gracias al soberbio lenguaje, que además del pastiche opera con tics, frases hechas, correcciones políticas o hablas y jergas de las varias identidades lingüísticas. Un consejo: no paguen más sesiones de risoterapia y lean España, aparta de mí estos premios.

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Andy Wylie anuncia nuevo Bolaño

10.15.2009
Roberto Bolaño póstumo, otra vez. Fuente: elmundo

Cuando parecía que la Feria de Fráncfort iba a oscilar entre la polémica participación de China, y la polémica de los libros digitales, el "chacal" Andy Wylie soltó un bombazo: ¡Hay un nuevo inédito de Roberto Bolaño! ¿Uno más? Parece que la carpeta que dejó con manuscritos es un sombrero de mago. Nunca dejan de aparecer conejos de la chistera. Y todos aparecen en la Feria de Fráncfort además. En fin. Dice "El País":

El chileno Roberto Bolaño dejó tras su muerte una habitación bastante cargada de carpetas con originales que nunca se cansaba de pulir. Así, el año pasado, la agencia de Andy Wylie, que estrenaba su representación, sacó en plena Feria del Libro de Francfort, y gracias a la colaboración de la viuda del escritor, Carolina López, la novela póstuma El tercer Reich (que publicará Anagrama en 2010). Exactamente los mismos protagonistas dieron ayer de nuevo la enésima sorpresa. Ahora, el tan temible como odiado agente anuncia Los sinsabores del verdadero policía. "No sabía nada hasta el pasado viernes, cuando la agencia me pasó un resumen; mañana [por hoy] tengo un encuentro con Wylie para saber cómo está el tema, porque cada vez pide más dinero", aseguraba ayer Jorge Herralde, que ha editado en Anagrama casi toda la obra de Bolaño. Poco se sabe de la nueva novela, sólo que está inconclusa. Según López, se trataría de la que durante 13 años Bolaño fue perfilando entre la escritura de dos de sus grandes títulos: Los detectives salvajes y 2666. Al parecer, el obsesivo y puntilloso escritor habría organizado sus papeles dispersos en carpetas, en algunos casos puliendo y uniendo los fragmentos con miras a una narración como un todo. Por eso, en una especie de giro de calidoscopio, aparecen de nuevo muchos de los personajes e historias presentados ya en 2666. Así, en la futura obra, se sabrá el origen de la saga de las Expósito, las mujeres adivinadoras, que empezó cuando la primera, María, fue violada por el soldado que también violó a Rimbaud. O que Amalfitano (protagonista de la segunda parte de las cinco de 2666) se vio obligado a dejar Barcelona para evitar un escándalo sexual. Y, claro, un protagonista escritor que no puede acabar su gran obra. O sea, sexo, poesía y simbología en el más puro, al parecer, estilo Bolaño.

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El realismo y James Wood

10.01.2009
James Wood. Fuente: CRIMSON/ ELAN A. GREENWALD

En una reseña publicada el fin de semana pasado en "Babelia", se mencionó la traducción del libro del crítico literario James Wood (¿recuerdan "La lista Wood"?) Los mecanismos de la ficción (que, como bien dice la nota, debería haberse titulado "Cómo funciona la novela"). La reseña refiere una hipótesis importante en la obra: "[la obra] contiene una defensa límpida y directa, frente a enterradores precipitados, del realismo como matriz eficiente de la mejor ficción contemporánea, y todavía la más capaz de capturar la verdad de nuestra condición a través de los personajes y su vida novelesca" La frase provocadora me conduce, además, a una entrevista reveladora en "Letras Libres" al autor publicada en agosto de 2009. Dejo algunas preguntas interesantes:

¿Cómo ves la escena literaria actual? ¿Qué problemas, que no existían en el siglo XIX, o hace treinta años, se presentan hoy a un escritor?

He aquí otra pelea que tengo con el posmodernismo. Hay una rama del posmodernismo que ha sido ciertamente influida por la teoría, los estudios culturales, los estudios sobre los medios de comunicación, y supongo que ahora está siendo influida por la neurociencia, la neuroestética y demás, que sugieren que el yo o la subjetividad (the self) es completamente incoherente, que no tenemos realmente yo, que estamos completamente mediados por discursos que no controlamos: publicidad, TV, la blogósfera; que somos prisioneros de impulsos biológicos y procesos que recién ahora empezamos a entender, etcétera. Escuchas a escritores decir esto muy a menudo. Me meto en peleas con escritores contemporáneos que dicen: “Me parece que eres tan antiguo que incluso crees que tenemos un yo.” Lo que eventualmente respondo es que esta es una ala del posmodernismo metafísicamente provinciana. Primero que nada, olvida que mucho de esto ha sido dicho ya cien años antes, en el modernism, y dicho de nuevo cincuenta años después, cuando empezó a transformarse en posmodernismo. Pero también –y aquí, supongo, me revelo de algún modo conservador– una de las razones que nos permiten leer estas novelas de 1900 o 1800 es que, más allá de las enormes diferencias, hay cosas que no cambian. El amor y el nacimiento y la muerte de La muerte de Iván Ilich, por ejemplo, todavía son cruciales para nosotros.

O Los hermanos Karamázov...

O Los hermanos Karamázov. Las preocupaciones básicas no son muy diferentes en 2009 de lo que lo eran en 1909 o 1809. Cuando dices esto a cierta gente –y por esto pienso que hay una pequeña guerra en marcha–, de inmediato dicen: “Ah, estás defendiendo el viejo orden”, y quieren ligar ese orden a una estética: “Por eso eres un defensor del realismo.” Y entonces, sobre todo en Estados Unidos, te meten en el cajón de los defensores del realismo. Esto no ocurre tanto, es interesante, fuera de Estados Unidos, donde no está tan marcada la línea entre las diferentes escuelas estéticas. Si se mira, en los países europeos el campo realista no es tan fuertemente defendido, al contrario de lo que pasa en Estados Unidos, donde tiende a significar sólo una cosa: una cierta clase de narración del hombre blanco, más bien antiintelectual. Mucho de esto es propagado en las escuelas de escritura de Estados Unidos, en las cuales se alienta a pensar no acerca de la forma o el lenguaje sino sobre el arte del mismo modo en que lo haría un artesano. Se trata de construir una mesa, martillar los clavos. El ejemplo es la escuela de la Universidad de Iowa, que ha producido muchos escritores en los últimos cuarenta años. El director previo, que había estado allí años y años, solía entregar una copia de Madame Bovary –cuánto se hubiera reído Barthes– a los escritores de ficción y les decía: “Aquí está todo, esto es todo lo que necesitan saber.” Y no se aproximaba a Flaubert como un novel romancier, no miraba a Flaubert como un formalista. Lo que quería decir es que hay códigos y convenciones en el realismo, hay modos de hacer escenas, de producir detalles, y esa era la manera de hacerlo. Es decir, sí hay una auténtica escuela de realismo en Estados Unidos, y lo que yo intento en mi libro es demostrar que uno puede remontarse hasta Flaubert sin ser una especie de espantoso defensor del realismo, cosa que no soy en absoluto.

Esto nos lleva a la noción de “realismo histérico”, que introdujiste en un famoso artículo.
Este es otro terreno en el que creo que he sido malinterpretado. Parte de lo que no me gusta del realismo histérico es precisamente el realismo. En otras palabras, lo que no me gusta de algunos de esos libros –y, de nuevo, pienso cuán grandes son: Submundo de DeLillo, o las novelas de David Foster Wallace, o Against the Day de Pynchon– es que los veo parcialmente dentro de la tradición del realismo estadounidense, en la cual el escritor piensa: “Debo sumergirme en la realidad norteamericana, debo poner en la novela cuanta información pueda sobre la realidad actual o la historia norteamericana.” De ahí el tamaño de las novelas, pero también de ahí su saturación con información, con videófonos semióticos o lo que sea. Lo que no me gusta de estos escritores es que de algún modo parecen haber renunciado al desafío de la forma, que es lo que Henry James decía en uno de sus prefacios: las relaciones humanas no se detienen en punto alguno y el exquisito problema del arte es trazar un círculo dentro del cual parezca que sí. Eso es la forma, ¿no?
Esta es una condición particularmente estadounidense, y quizá se remonta a Whitman, que decía que Estados Unidos era el poema más grande. Si uno dice que Estados Unidos es el poema más grande, lógicamente está diciendo que el poema o la novela tiene que ser tan grande como Estados Unidos. De ahí la continua obsesión con la gran novela norteamericana. Y tan pronto se dice la “gran novela norteamericana” uno comprende que no puede ser de sólo cien páginas. Este es, entonces, un problema del realismo. Sea como sea el modo en que lo esboces, aunque luzcas posmoderno porque estás jugando con el lenguaje y haciendo cien cosas diferentes, sigues siendo realista. Este es un modo de fastidiar a los escritores y críticos estadounidenses: decir “¿Qué es lo nuevo y radical en Submundo de DeLillo?” Se parece a Casa desolada de Dickens. Es un escritor tratando de conectar a la sociedad en diferentes niveles, justo como un escritor victoriano lo hacía con Londres o Balzac con París; está tratando de meter mucha información, mucha historia, y usar un gran lienzo para hacerlo; tampoco hay nada de malo en ello.
Así que la mitad del ataque contra el realismo histérico es un ataque contra el realismo: no se dan cuenta de que son realistas. La otra mitad es contra el aspecto histérico, que no es un costado realista; es esa especie de cosa loca, funky, a lo Rushdie. Viene un poco del realismo mágico, pero también del interés de los escritores contemporáneos por las historietas. Si uno considera a los escritores norteamericanos de mi edad –como Michael Chabon, por ejemplo–, uno encuentra que lo que realmente les gustaba cuando niños o adolescentes no eran los libros sino las historietas: Marvel Comics, Superman, etcétera. Y creo que eso se puede ver en su trabajo. Y si a eso se agrega una dosis masiva de televisión y de películas, uno entiende por qué se fugan de la novela. Al menos desde mi idea de la narración.

Después del posmodernismo y el multiculturalismo y las literaturas poscoloniales, ¿te ves como la reacción conservadora?
Me veo tratando de mantener viva una suerte de viejo radicalismo. Vuelvo como a un talismán a esa escena de Chéjov sentado en el Teatro de Arte de Moscú mirando la puesta de una obra de Ibsen y diciendo: “Pero Ibsen no es teatro: en la vida no ocurre así.” Lo que Chéjov sugiere, en un sentido, es que tienes que persistir en romper las formas. Me interesa V.S. Naipaul por esa razón. En algunos sentidos, él es obviamente muy conservador: es políticamente conservador y no está interesado en los juegos posmodernos por sí mismos. Pero tampoco está interesado en repetir las viejas formas. No tiene sentido para él sentarse y escribir una novela realista al viejo modo. Le gusta crear formas híbridas en las que mezcla memoria y autobiografía, y narración histórica y periodismo con ficción. Y creo que en ese sentido es un verdadero chejoviano, pues todavía dice: “Un momento, esas formas ya no nos dicen nada sobre la vida, tenemos que hacer algo nuevo.” Pero la pregunta ¿qué es la vida? –“esas formas no representan la vida, quiero vida en mi ficción”– no desaparece.

¿Y qué hay de la literatura en español? ¿Lees algo?
No leo tanto como debería.

¿Qué opinas, por ejemplo, de Roberto Bolaño?
Mi impresión es que es más fuerte en sus nouvelles, como Nocturno de Chile. Es que me gusta la forma y me gustan las nouvelles. Y hay otro escritor, Javier Marías, que me pareció realmente interesante en Mañana en la batalla piensa en mí.

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Cuento inédito de Roberto Bolaño

9.30.2009
carátula de la revista. Fuente: suplemento ñ

La revista 60 watts ha publicado un cuento inédito de Roberto Bolaño, uno de aquellos cuentos que ganaron algún concurso de sobrevivencia en España y que luego salieron de su bibliografía. Sin embargo, el cuento ha regresado gracias a la revista y aunque, como dice Carolina Zúñiga al presentar el relato: "el final del cuento me parece, ahora que lo he releído, muy infantil y fallido, pero a Roberto le perdonamos todo. Más aun, cuando sabemos que tenía no más de 20 años al momento de publicar este relato", lo cierto es que tener entre manos el génesis de un escritor como Bolaño es una estupenda noticia. Además, es una reliquia porque al parecer es en este premio (Alfambra) cuando Bolaño conoce a Antonio Di Benedetto, que quedó segundo, y origina esa maravilla de cuento llamado "Sensini". Les dejo aquí las primera frases del cuento titulado "El contorno del ojo ("Diario del oficial chino Chen Huo Deng, 1980):

Jueves. Una curiosa criatura parecida a una vaca gigante pero que posee un pico de pato. Las palabras del periódico se ordenaron como un acertijo infantil dentro de mi cabeza. Me levanté a las cinco de la mañana. Después de lavarme descorrí la cortina: al fondo, en las escarpadas, muy lejos de la aldea, unas fogatas me recordaron los campamentos militares de mi adolescencia. Eran los carboneros. Más allá, hacia el oeste, entre bosques y campos de cultivo, el tendido ferroviario y un tren iluminado a medias que se perdía en la noche. Martes. El comisario político de la aldea vino a visitarme. Eran las siete de la mañana y la puerta estaba abierta. Debió deducir que me hallaba despierto y entró. El hombre quedó sorprendido de encontrarme sentado en el suelo, de cara a la pared, sin ninguna prenda de vestir encima. Al volverme hacia él se puso a parpadear y musitó que lo sentía. Le dije que no importaba. Mi rostro recién afeitado contrastaba con su cara soñolienta. Luego dijo: buenos días camarada Chen, y se marchó. Me quedé un instante escuchando sus apresurados pasos sobre el camino. Jueves. Por la mañana estuvo conmigo el médico. Me preguntó cómo me sentía. Le dije que escribía un diario. Dijo que hacía años que había leído mis diarios de juventud. Le dije que el diario que ahora llevaba no era para la imprenta. He escrito muchos diarios, le dije, la mayoría fruto del cansancio, muletas para mi creación literaria. Dijo que comprendía que los poetas escribiéramos mil palabras para librar una. Le dije que en mi diario actual se libraba algo más y se rió sin comprender. Viernes. Hoy ha habido ajetreo en la aldea. Por la tarde un grupo de hombres y mujeres salió hacia el bosque que colinda con la Granja; el resto del pueblo se reunió en la biblioteca y partieron después en dirección a las escarpadas. Temí que fuera el único habitante que quedara en la aldea. Me vi a mí mismo, solo en la casa y luego vi la casa confundida entre las otras casas vacías. En la perspectiva había algo que iba mal. Salí al jardín a fumarme un cigarrillo y a pensar; en la casa de enfrente se abrió una ventana y una anciana a quien nunca antes había visto me sonrió. Permanecí allí bastante rato; observé que las plantas crecían con inusitado vigor; al final del camino un perro jugaba solo. Entrada la noche comenzaron a regresar los aldeanos. Casi nadie hablaba, a excepción de los niños que parecían alegres y excitados. Jueves. Por el camino principal de la aldea vi venir al comisario político acompañado de tres niños. Los niños conversaban entre ellos y de vez en cuando le dirigían la palabra al comisario. Pensé que iban a la Granja. Camarada Chen, sonrió el comisario al llegar a la casa, pero sin entrar, estos alumnos tienen que escribir una composición sobre tus libros, explicó: sé amable con ellos.Camarada, dijo uno de los niños, nuestro trabajo de literatura de este mes versará sobre ti. Les dije que me halagaban, cuidándome mucho de preguntarles si había sido idea de ellos o de la maestra. Parecían unos niños muy serios. El comisario se marchó enseguida. Mientras mis huéspedes se acomodaban en el cuarto me asomé a la ventana y lo vi alejarse por el camino del pantano, la cabeza inclinada como si tuviera sobre sí un gran problema. El gris del cielo parecía enfermizo, veteado de blanco, con fosforescencias apagadas en la línea del horizonte.

Actualización 1/10.- La lectora Carmen Pérez de Vega me envía la siguiente dirección de la revista "Encuentro en Praga", de 1983, donde se publicó el cuento "Contorno del ojo" de Roberto Bolaño antes de 60watts. Además, me escribe: "Y, preguntaré a Bruno Montané, pero no tengo tan claro que lo escribiera a los 20, yo creo que lo escribió sobre los 80, así que posiblemente no tenía esos 20 añitos."

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Cien años de soledad, influyente

9.25.2009
Influyente Cien años de soledad. Fuente: terra-cl

En la revista literaria Wasafiri se optó por hacer una encuesta sobre cuál es el libro que más ha influido en la litatura universal en los últimos 25 años. Y para hacer todo ecuánime, se le preguntó a 25 intelectuales que escogieran ese libro. Por mayoría de votos, resultó ganador 100 años de soledad de Gabriel García Márquez. Quedaron atrás algunos libros como Lolita de Vladimir Nabokov, Desgracia de JM Coetzee, Los versos satánicos de Salman Rushdie e incluso un voto para Los detectives salvajes de Roberto Bolaño. También un libro de Barak Obama, ni más ni menos. La nota (vía The Literary Saloon) aparece en un post de The Guardian. Dejo aquí la elección de los votantes:

Aminatta Forna: The Famished Road by Ben Okri
Amit Chaudhuri: Collected Poems by Elizabeth Bishop
Bernardine Evaristo: Staying Power: The History of Black People in Britain by Peter Fryer
Beverley Naidoo: Roll of Thunder, Hear My Cry by Mildred D Taylor
Blake Morrison: The Stories of Raymond Carver by Raymond Carver
Brian Chikwava: The Savage Detectives by Roberto Bolaño
Chika Unigwe: One Hundred Years of Solitude by Gabriel García Márquez
Daljit Nagra: North by Seamus Heaney
David Dabydeen: A House for Mr Biswas by VS Naipaul
Elaine Feinstein: Birthday Letters by Ted Hughes
Fred D'Aguiar: Palace of the Peacock by Wilson Harris
Hirsh Sawhney: River of Fire by Quarratulain Hyder
Indra Sinha: Lolita by Vladimir Nabokov
John Haynes: Philosophical Investigations by Ludwig Wittgenstein
Lesley Lokko: Midnight's Children by Salman Rushdie
Maggie Gee: Disgrace by JM Coetzee
Marina Warner: Dreams from My Father by Barack Obama
Maya Jaggi: The English Patient by Michael Ondaatje
Michael Horovitz: Collected Poems by Allen Ginsberg
Minoli Salgado: Anil's Ghost by Michael Ondaatje
Nii Parkes: One Hundred Years of Solitude by Gabriel García Márquez
Roger Robinson: Sula by Toni Morrison
Sujata Bhatt: One Hundred Years of Solitude by Gabriel García Márquez
Sukhdev Sandhu: The Private Life of Chairman Mao by Dr Li Zhisui
Tabish Khair: The Satanic Verses by Salman Rushdie

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Lumpen Bolaño

Robeto Bolaño entre Lucero Andrade y Bruno Montané (México, 1976). Foto: consuelo karoly

La editorial Anagrama ha recuperado Una novelita lumpen de Roberto Bolaño una obra que, si no me equivoco, publicó en una editorial (Mondadori) en el año 2002 como parte de un proyecto de novelas que trasncurren en ciudades europeas. La novela de Bolaño sucedió en Roma. Dice así la reseña aparecida hoy en "El Cultural":

La localización de Una novelita lumpen en Roma -una Roma casi únicamente nominal y topográfica-, la confesión inicial de la narradora Bianca -poco más que una adolescente- de haber llevado una vida delictiva, acuciada por su orfandad y la estrechez económica, parecen introducirnos en un mundo cercano al del primer Pasolini, pero muy pronto se desvanece la impresión. En realidad, los hechos narrados por Bianca, obligada a sobrevivir difícilmente con su hermano tras el accidente en que mueren los padres, no son siquiera delictivos. El hermano encuentra un trabajo mísero en un gimnasio y Bianca en una peluquería, y lo único que sucede es que, instigados por dos extraños amigos que invaden su vivienda, planean robar a un antiguo actor de cine que vive solo y ciego una vez que Bianca se haya ganado su confianza. Pero ni siquiera ese proyecto llega a realizarse, y cuando Bianca corta la relación con el antiguo actor y con los amigos de su hermano, el relato concluye y -es de suponer- también la tentación delictiva. Como este breve fragmento de la historia se narra muchos años después, la afirmación inicial con que arranca el discurso de Bianca (“Ahora soy una madre y también una mujer casada, pero no hace mucho fui una delincuente”) no tiene apoyo alguno en el texto y parece más bien un artificio para despertar el interés del lector desde la primera frase, o bien una invitación a que éste imagine por su cuenta una historia posterior a los hechos relatados y que en el libro no figura. Las reflexiones de Bianca, y el propio personaje, están recogidas de tal modo que planea sobre cada página una sensación de indiferencia, de atonía anímica y moral que no es rara en Bolaño y que ayuda a esbozar apenas unos personajes descarnados, elusivos, casi abstractos, de los que ni siquiera conocemos su aspecto físico, como no vemos el escenario romano. Todo está envuelto en la oscuridad y la indiferencia -la misma Bianca no sabe nunca cuál de los dos amigos de su hermano la visita por las noches en su habitación-, y, paradójicamente, el que ostenta una mejor visión de hechos y lugares es el ciego, antiguo culturista y mediano actor formado en el género del peplum, en las películas históricas de Maciste, que no dejan de ser una recreación de cartón piedra, una falsificación de la realidad. No creo que este guiño sea deliberado por parte del autor, pero revela una intuición narrativa sobresaliente. Hasta en las obras menores o de encargo queda algún flanco por el que asoma el artista.

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Bolaño por Horacio Castellano Moya

9.24.2009
Roberto Bolaño. Caricatura: ADN Cultura

Como si no le hubiera sido suficiente intepretrar (peor que mal, para mí) a Rímini en la versión fílmica de El Pasado de Alan Pauls, ahora se propone a Gael García como Arturo Belano en la versión cinematográfica de Los detectives salvajes de Roberto Bolaño. ¿Será eso posible? ¿Se puede evitar? Como sea, en el ADN Cultura le rinden homenaje al Mito Bolaño, poniendo énfasis en especial en su ingreso por todo lo alto a la industria editorial norteamericana. Entre los convocados para hablar del tema está el escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya. Dice así en su nota:

Fue esa faceta contestataria de su vida la que serviría a la perfección para la construcción del mito en Estados Unidos, del mismo modo que esa faceta de la vida del Che (la del viaje en motocicleta y no la del ministro del régimen castrista) es la que se utiliza para vender su mito en ese mismo mercado. La nueva imagen de lo latinoamericano no es tan nueva, pues, sino la vieja mitología del "the road-trip" que viene desde Kerouac y que ahora se ha reciclado con el rostro de Gael García Bernal (quien también interpreta a Bolaño en el film que viene, a propósito). Con la novedad de que, para el lector estadounidense, dos mensajes complementarios, que apelan a su sensibilidad y expectativas, se desprenden de Los detectives salvajes: por un lado, la novela evoca el "idealismo juvenil" que lleva a la rebeldía y la aventura; pero, por el otro, puede ser leída como un "cuento de advertencia moral", en el sentido de que "está muy bien ser un rebelde descarado a los diecisiete años, pero si uno no crece y no se convierte en una persona adulta, seria y asentada, las consecuencias pueden ser trágicas y patéticas", como en el caso de Arturo Belano y Ulises Lima. Concluye Sarah Pollack: "Es como si Bolaño estuviera confirmando lo que las normas culturales de Estados Unidos promocionan como la verdad". Y yo digo: es que así fue en el caso de nuestro insigne escritor, quien necesitó asentarse y contar con una sólida base familiar para escribir la obra que escribió. Lo que no es culpa del autor es que los lectores estadounidenses, con su lectura de Los detectives salvajes, quieran confirmar sus peores prejuicios paternalistas hacia Latinoamérica, como la superioridad de la ética protestante del trabajo o esa dicotomía por la cual los norteamericanos se ven a sí mismos como trabajadores, maduros, responsables y honestos, mientras que a los vecinos del Sur nos ven como haraganes, adolescentes, temerarios y delincuentes. Dice Sarah Pollack que, desde ese punto de vista, Los detectives salvajes es "una muy cómoda elección para los lectores estadounidenses, pues les ofrece los placeres del salvaje y la superioridad del civilizado". Y repito yo: nadie sabe para quién trabaja. O como escribía el poeta Roque Dalton: "Cualquiera puede hacer de los libros del joven Marx un liviano puré de berenjenas, lo difícil es conservarlos como son, es decir, como un alarmante hormiguero".

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Volpi: "No hay Literatura Latinoamericana"

9.22.2009
Jorge Volpi. Fuente: hoytecnología

Alguna vez dije que Roberto Bolaño era un "Latinoamericano profesional" y también que era el último escritor latinoamericano de vieja escuela, del tipo boom digamos, un espléndido fin de siglo. No se me entendió lo que quería decir, algunos pensaron que era una mezquindad de mi parte, pero ahora veo con entusiamo que coincido con Jorge Volpi en su apreciación de la literatura de Bolaño en el contexto latinoamericano. Estas declaraciones las ofreció como parte del book tour de El insomnio de Bolívar. Dice:

Usted ha comentado en varios foros que la literatura latinoamericana no tiene futuro. ¿Por qué una afirmación tan rotunda?
Esa es una afirmación polémica que se refiera, sobre todo, a esa idea que he repetido varias veces de que ya no existe la literatura latinoamericana como un 'corpus' reconocido, fuera de ser el campo de estudio de unos cuantos académicos en todo el mundo. No hay nada que ligue, directamente, a escritores de una parte del continente con escritores de otra. O sería una unión tan arbitraria como hablar de escritores del mediterráneo, del Medio Oriente, del África Subsahariana, en donde solo por razones de clasificación académica sirven, pero ya no dice mucho de lo que verdaderamente está pasando. Creo que hasta Roberto Bolaño, que es un ejemplo claro, había la intención en esta generación de escritores de referirse a una tradición latinoamericana. De conocerla, de apreciarla y de revelarse frente a ella. Pero me parece que, prácticamente, eso ha desaparecido en los escritores de mi generación y los más jóvenes. Los modelos ya no son, necesariamente, latinoamericanos. Ya ni siquiera la lengua española es motivo de unión, como se vio aquí en Bogotá 39. Hubo invitados dos escritores, que consideramos latinoamericanos, pero que escriben en inglés. Entonces no es tanto decir como que no tiene futuro la literatura latinoamericana, como decir que esta literatura ya no existe. Pero existen escritores valiosísimos también en estos países y hay que también dejarlo claro y espero que quede patente en el libro.

¿Qué nuevos temas y narrativas percibe usted entre los escritores jóvenes latinoamericanos?
En primer lugar una gran indiferencia ante la política y el compromiso. Esa vieja idea del 'boom' creo que ya se ha extinguido, casi, por completo. Los escritores, también, gozan de una libertad que no tenían anteriormente. Es una época en la que no existe un deber ser crítico en América Latina. Han desaparecido buena parte de los críticos sobre los medios influyentes. Esto provoca que haya una mayor libertad, pero también, una mayor indiferencia frente a lo que hacen estos nuevos escritores latinoamericanos, que ya no tienen temas específicos, que ya no tienen rasgos reconocibles. Comparten muy pocas cosas en común, excepto las que podrían compartir con cualquier escritor del mundo. Sin embargo, claro, se siguen presentando algunos temas ligados a la realidad propia de nuestros países. Quizás, el más claro, es el tema del narcotráfico y la violencia, que México y Colombia comparten como ningún otro.

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Los detectives salvajes en mandarín

9.11.2009
Presentación de la novela en China. Fuente: revistañ

Roberto Bolaño ha sido traducido al mandarín. Ayer, en la Embajada de Chile en Beijing (¿no había un lugar menos oficial para el evento?), se presentó la novela traducida. ¿Llegará a ser un éxito en China como lo ha sido en Estados Unidos? Por lo pronto, ya se les avisó a los futuros lectores que no es una novela policial ni una realista mágica. A ver si aún así se animan.

La traducción al chino mandarín de Los detectives salvajes, la primera novela del escritor chileno Roberto Bolaño que llega a las librerías de China, fue presentada hoy en Beijing, donde destacados intelectuales chinos subrayaron el quiebre que supondrá su narrativa para los lectores de ese país. En una presentación y coloquio sobre la obra que se celebró en la Embajada de Chile en la capital china, profesores de literatura, escritores, directores de teatro y otras destacadas figuras de la cultura del país asiático disertaron sobre la obra de Bolaño, que llega a China de la mano de la editorial Shanghai Century. (...) En el coloquio, el director teatral Mou Sen destacó el ambiente de escritores y poetas del México de los años 70 y 80 que aparece en Los detectives salvajes, señalando que hoy en día hay un mundo similar en las ciudades chinas "pero todavía no ha habido nadie que lo refleje". Los asistentes al debate subrayaron que se debe dejar claro a los lectores chinos que la obra, pese a su título, no tiene nada que ver con la literatura policíaca, y que el origen latinoamericano del autor no lo vincula en modo alguno al realismo mágico que tan popular hizo la literatura hispanoamericana de la segunda mitad del siglo pasado .

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Neuman BookTour

9.08.2009
Andrés Neuman, píldoras de BookTour. Fuente: publimetro.mx

No aparece Lima. ¿Es que tan poco tenía que decir de nosotros una persona como Andrés Neuman, enormísimo curioso y datero turístico de primer orden? Recuerdo que en nuestra conversación en Lima, un día antes de que yo viajase a Guayaquil, le pregunté por aquella ciudad a Andrés y me la describió tan precisamente que cuando estuve ahí casi no tuve que verla. Andrés lo había hecho por mí. ¿Y qué vio en Lima este viajero tan detallista? Me hubiera gustado saberlo. Quizá no sea aún tarde, quizá esta sea solo la primera parte de un crónica. En fin, aquí les dejo algunas de las percepciones de Andrés Neuman en su BookTour Alfaguara por Buenos Aires, Montevideo y Santiago de Chile.


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Piso el aeropuerto de Ezeiza y automáticamente, como quien cambia el dial de una radio, me escucho hablar y pronunciar en porteño. Paso del asertivo "buenos días" español al deslizante "buennn díííaaa..." argentino. ¿Por qué el día será diverso en España y único en Argentina? ¿Un país plurinacional se saluda en plural y un país centralista, en singular?

*Leo Pájaros en la boca, el nuevo libro de Samanta Schweblin. Los suyos podrían ser los mejores cuentos argentinos de mi generación. Secos. Duros. Contundentes. La brillantez de su realismo me recuerda a Guillermo Saccomanno. Su peculiaridad, a otra gran narradora que en realidad es su antípoda: Hebe Uhart. En el libro anterior de Schweblin apaleaban a un perro. En éste aplastan a una mariposa. Ambos cuentos parecen decirnos: sin condolencia no hay país.

*
La mayor preocupación política ante la gripe no es sanitaria, sino económica. Paseo por las calles disponibles, temerosas. Pienso en los paisajes apocalípticos de Plop de Rafael Pinedo o El año del desierto de Pedro Mairal. Cines, teatros, librerías y tiendas están semivacíos. El pánico ha disuadido a los clientes. Súbitamente queda muy clara la relación entre autoridad y mercado: el consumo depende del orden.

*
Domingo por la tarde. Partido decisivo del Torneo Clausura. No han cerrado el estadio, pero el partido se interrumpe por otra alerta: caen toneladas de granizo. Los equipos de Vélez y Huracán se retiran. La gente espera. La gripe calla. El cielo ruge. El agua golpea. El césped alberga a una pelota apátrida en el círculo central. Un fotógrafo salta al campo, patina y se acuesta boca abajo en mitad de la cancha. Quiere retratar a la pelota, testigo del desalojo, rodeada de granizo. Frente al televisor en un café del aeropuerto, pienso que debería ganar Huracán: no sólo juega mejor, sino que tiene nombre de apocalipsis. Alguien me mira a mí. Yo miro la pantalla. Dentro de la pantalla, el público mira al fotógrafo. El fotógrafo contempla la pelota. Lo que mira la pelota es el misterio del país.

*
Llego a Montevideo coincidiendo con los festejos del centenario de Onetti. Para hacerle justicia al maestro, quizá sería preferible un funeral o una protesta.

*
Recorremos en coche las afueras. "¿Viste la película Whisky?", me pregunta el conductor. Le contesto que sí y que me pareció excelente. "Bueno", dice él señalando más allá de la ventanilla, "acá la tenés".

*
Montevideo es una posibilidad de lluvia. Por suerte la amabilidad de los montevideanos es una posibilidad de techo.

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Advertencia a las puertas de la catedral: "No está permitido entrar con mate en el templo".

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Lo primero que me llama la atención de Chile, sin haber aterrizado, es el formulario de aduanas. Parece hecho para confirmar la imagen del país en el exterior: profesionalidad, progreso, legalidad, orden. Está mejor diseñado que el argentino, que es largo y redundante. También supera al español. El impreso chileno es breve y razonable. Moderno, con letra grande, casilleros amplios. Tiene cierta vocación de lucimiento, de lavado de cara, de aquí no pasa nada.

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Cierta impenetrabilidad, una vigilancia de algo que no se sabe qué es.

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Uruguay: "Tu novela va a gustar mucho acá". Chile: "Probablemente no la venderemos". Argentina: "Hiciste una muy buena comunicación del libro".

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"Los que éramos muy jóvenes cuando los libros de Bolaño llegaron a Chile", me dice el periodista, "fuimos embestidos, iluminados por él. Pero a los que no eran tan jóvenes les pasó todo lo contrario". No es lo mismo ser embestido que atropellado. Y que te iluminen no es igual a que te eclipsen.

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Hojeo suplementos culturales. Me entretengo comparándolos con los de Argentina. Si el tono predominante en las reseñas argentinas es la exhibición doctoral, en Chile lo frecuente es la agresión cascarrabias. Unas parecen destinadas a demostrar que el crítico es más inteligente que el autor. Las otras, a disuadir a las editoriales de seguir distribuyendo el libro en el país. Al entusiasmo o al placer les queda poco espacio.

*
El chileno habla a solas. El argentino habla para sí mismo.

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Francisco Porrúa entrevistado

6.09.2009
Francisco Porrúa. Fuente: radar libros

Haber editado Cien años de soledad cuando otros editores dudaban -inexplicablemente- del valor de ese libro es suficiente para que Francisco "Paco" Porrúa pase a la memoria literaria del siglo XX. Si a eso se le suma haber editado Rayuela y a un sin fin de autores del Boom latinoamericano, y haber traducido El señor de los anillos por primera vez, además de otros autores notables (en traducciones espléndidas e inhallables, por cierto) tanto en Sudamericana como en su mítico sello sci-fi Minotauro, el resultado será considerar a Porrúa como uno de los editores más trascedentales para nuestra literatura en el siglo XX. Y de una lucidez extraordinaria, hay que decir. Patricio Lennard lo entrevista en Radar Libros: Dejo aquí algunas de las respuestas contundentes del editor:

¿Y en qué contribuyó usted a que Cien años de soledad mejorara como texto?
-Absolutamente en nada. No sugerí ningún cambio.

¿Y con Rayuela?
-Con Rayuela tampoco. La única vez que con Cortázar sugerí algo fue con Los premios y creo que me equivoqué. Por eso el editor tiene que tener mucho cuidado. En esa novela, aparecían unos personajes que subían a un barco y pertenecían al pueblo común de Buenos Aires, pero cuando llegaban al puerto empezaban a hablar de Schönberg, de la pintura cubista... Eran unos cerebros realmente iluminados, y se lo dije a Julio: le dije que eso me resultaba un tanto inverosímil. Y Julio me dijo que lo tuvo en cuenta. Pero creo que me equivoqué porque allí había un efecto cómico, un efecto de humor que estaba bien ahora que lo pienso. No importaba la verosimilitud en ese libro, la verosimilitud de la vida cotidiana. Importaba, como siempre importa, la verosimilitud del relato. La verdad literaria del texto.

Cortázar, García Márquez, Borges, Carlos Fuentes, Vargas Llosa y tantos otros, forman parte de una constelación de escritores que pertenece a una “edad de oro” de la literatura latinoamericana. ¿Cree que la literatura del continente no terminó de sacarse de encima el peso de esa tradición?
–Yo creo que la literatura latinoamericana, en general, y también la argentina, siguen siendo una especie de caldera de invención de futuro. Si pienso en la literatura española contemporánea, el escritor común vive muy atado a su tradición. Una tradición que ellos mismos se han inventado, por otra parte, y que es muy rara, porque omite libros. Es notable, por ejemplo, que el Quijote ha influido en todas las literaturas menos en la española. En la literatura española no hay derivados del Quijote, mientras que sí los hay en la literatura francesa y en la inglesa está Sterne y su Tristam Shandy. Otra cosa curiosa es que en la literatura española hay muy poca literatura fantástica, y la que hay es casi toda de fantasmas o de muertos. En cambio, en la Argentina, la literatura fantástica es tan normal, digamos, como la literatura realista. Vila Matas, que creo que es el escritor más interesante de España, por lo menos entre los que leo, escribe una literatura muy personal y hay lectores que suelen reprocharle que no sea más realista.

Pero no me contestó la pregunta... Después del boom, y con excepciones como por ejemplo la de Roberto Bolaño, ¿por qué cree que son tan pocos los escritores latinoamericanos que han trascendido internacionalmente?
–Pero ¿acaso no se puede decir lo mismo de casi todas las literaturas? Si pensás en los años ’40, que fue una época de mucha lectura para mí, estaban Thomas Mann, Aldous Huxley, Virginia Woolf, William Faulkner... Era una constelación bastante poderosa. Y hoy... Hoy ya no es lo mismo, evidentemente. Hay más figuras individuales, aisladas, pero no hay un cielo completo de grandes escritores. También es posible que esté equivocado y que sea otro el panorama actual, aunque no tengo dudas de que la literatura latinoamericana y la argentina siguen siendo muy activas y absolutamente creadoras. Si llegan al nivel o no de los años ’60, no sé, no me parece una cuestión relevante. Es un error establecer juicios de valor en literatura en términos comparativos. No se puede decir que Rayuela sea superior a Cien años de soledad, ni que Cien años de soledad sea superior a Rayuela. Cuando comprendes, aceptas la palabra “incomparable”, ahí se resuelve el problema. Si un libro es incomparable, entonces no lo comparemos.

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Proliferación de viudas

6.08.2009
Viuda negra. Fuente: cosodeilustradores

El tema de las viudas literarias -o sus herederos- vuelve a tomar actualidad con la aparición de libros póstumos de autores como Roberto Bolaño, David Foster Wallace o Vladímir Nabokov. Y reciéntemente, lo de Julio Cortázar o Raymond Carver. Todos estamos de acuerdo con que Max Brod salvó a la literatura universal de quedarse sin un genio literario. Pero esa es la excepción. ¿Queremos más viudas literarias? ¿Son necesarios esos libros póstumos? ¿Las viudas tienen la razón en decidir o deberían dejar eso a los especialistas? Un artículo en el reciente número de la revista virtual The Quartely Conversation comenta el tema:

For those who can claim to have read every page of Wallace (well over 4,000 of them), or all of Nabokov (18 novels, plus 1,000 pages of stories, plus two books of lectures, numerous volumes of poetry, and translations . . .), or even the bilingualists who have exhausted Bolaño, then perhaps they can claim that an unexpected addition to an oeuvre is like a seductive phone call from beyond the grave. But for those of us who have yet to complete these authors’ works, our cynicism insists that the unpublished manuscripts are just an excuse to gossip about so-and-so and get excited about the publication of a “new” book, an item for which, we must observe, we are not currently lacking. Wallace, Nabokov, and (now) Bolaño are brands, and brands sell, especially in times of economic uncertainty. It’s easy to generate press for Wallace’s “last” “novel,” not so much for Wallace’s first novel, to say nothing of midlist author X, whose last book (total sales of around 5,000 copies in cloth and paper) generates a lukewarm brush-off from Barnes & Noble’s computer algorithm. Still, we would be remiss if we did not admit that an unfinished work’s very nature promises certain pleasures that no completed work can. There is something humbling, if not a little satisfying, to know that the force that could produce Invisible Man could also struggle for the rest of his life to again satisfy his muse. Well, let’s see why! Crack that ms open! The intrigue is inarguable. In the unfinished novel we can see the writer in all her wretched humanity, prone to distractions and failures just like us. At the same time, all those lacunae and disjunctions, the scribbles and blots and jagged lines, afford us unprecedented access to the creative mind at work. So now we have finally secured an invitation to our favorite writer’s study; we can hover like an unwanted in-law, make little snorts and suggestions at the writer’s trembling pen, project our own petty psychological theories. All this will make great banter at the next party.

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América Latina al tope

5.14.2009
Zoetrope, ventana a América Latina. Fuente: aberturasoliva

La edición de Zoetrope: All-Story dedicada a América Latina, una antología de cuentistas elegidos por Daniel Alarcón y Diego Trelles para la revista de Francis Ford Copolla, es la punta del iceberg de una revalorización de la literatura latinoamericana en el mundo. Al menos así lo piensa Winston Manrique en "Babelia" quien cita otros casos de triunfos latinoamericanos en EE.UU. como los de Roberto Bolaño y Junot Díaz. Dice:

Las miradas vuelven a buscar el continente. Pero no encontrarán el tan profetizado nuevo boom, sino el redescubrimiento pausado y normalizado de un territorio narrativo cuyo talento y calidad de temas y estilos nada tienen que envidiar a lo creado en otros países o continentes. Alejados del tópico tropical que ha circunscrito América Latina a cercas y mojones macondianos, los diez narradores elegidos por Zoetrope se expresan a través de lo mejor que tienen: sus voces creativas en cuentos. Historias. No hay palabras ni declaraciones por parte de ellos. Sólo literatura. (...) No se trata de una lista de los mejores escritores latinoamericanos. Sólo una muestra de la diversidad del actual mapa humano y literario que puebla el continente. De su vocación universal, cosmopolita y multicultural. Sanín, Hasbún, Menéndez, Pron, Bortagaray, Zambra, Ungar, Estrada, Stigger, Zupcic. Nacidos al sur y al norte de la línea del Ecuador, estos autores han bebido de toda la literatura universal, y parecen estar más allá de nacionalismos. Pueden admirar tanto a Jorge Luis Borges como a Toni Morrison, releer a Homero como a Vargas Llosa, reconocer la innovación de Cervantes como de García Márquez, o aprender de León Tolstói como de Alice Munro. Y con influencias tan variadas como la música, el cine o las artes en general. Unos viven en sus países, otros fuera de ellos y alguno en periplo constante. La posibilidad de que estos diez talentos sean leídos en inglés en Zoetrope significa no sólo su puesta en un escenario global o "la entrada al mercado norteamericano", según Daniel Alarcón, sino también la visibilización de la creación plural que brinda un continente. Nostalgia y nostalgias; miedos e incertidumbres; amor, ilusiones o desconciertos; ritmos pausados, ritmos sincopados, ritmos veloces, ritmos propios; historias compactas o fragmentadas, traslúcidas o inquietantes; vidas reales o simuladas, dubitativas; escritores que tratan con sus palabras de describir o comprender el entorno, pero sobre todo de contar, compartir, narraciones colindantes con escrituras clásicas o arriesgadas.

Para Manrique, una arista más de ese éxito fue el interés que despertó en el Hay Festival la presencia latinoamericana en la literatura mundial, que concluyó en ese inovidable evento (al menos para mí, y no solo por cuestiones literarias) Bogotá39:

Este renovado interés por la actual literatura latinoamericana tiene su origen en Bogotá 39, el evento organizado por el Hay Festival en agosto de 2007 que reunió a 39 escritores menores de 40 años en la capital colombiana. Allí se verificó ese vigor literario, pero también se confirmó que para que su literatura se difunda o sea reconocida aún debe pasar por España, que sirve de gran altavoz y avalador. Otro impulso para esta edición especial de la revista de Coppola fue el libro El futuro no es nuestro, editado por Diego Trelles, que reúne veinte relatos de jóvenes escritores latinoamericanos. Zoetrope ha abierto otra ventana a través de la cual si alguien se asoma un poco más podrá ver a otros escritores a cuya vigencia ha contribuido su publicación en España, entre ellos, Jorge Volpi, Santiago Roncagliolo, Guadalupe Nettel, Mario Bellatin, Iván Thays, Edmundo Paz Soldán, Andrés Neuman, Juan Gabriel Vásquez, Wendy Guerra, Gonzalo Garcés o Karla Suárez, varios de ellos con algunos premios. Un panorama al que podrían sumarse otros que, aunque también editados en España, podrían dárseles un poco más de impulso, como Leonardo Valencia, Eduardo Halfon, Álvaro Enrigue o el mismo Daniel Alarcón.

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