MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

"El perseguidor" en comic

12.22.2009
"Me ha faltado ver la puerta de la pieza para darme cuenta de que Johnny está en la peor de las miserias (...) No hace frío pero he encontrado a Johnny envuelto en una frazada, encajado en un roñoso sillón que larga por todos los lados pedazos de estopa amarillenta".

"Que la música salve por lo menos el resto de la noche, y cumpla a fondo una de sus peores misiones, la de ponernos un buen biombo delante del espejo, borrarnos del mapa durante un par de horas".-


"Miles tocó algo tan hermoso que casi me tira de la silla, y entonces me largué, cerré los ojos, volaba... me oía como si desde un sitio lejanísimo pero dentro de mí mismo, al lado de mí mismo, alguien estuviera de pie..."-

Quizá el cuento más perfecto de Julio Cortázar es "El Perseguidor". Un cuento extenso pero contundente, que gana por K.O., como querría el mismo Cortázar. Un cuento sumamente triste, uno de los más tristes que he leído en mi vida. Se cumplen 50 años de su primera publicación y el dibujante argentino José Muñoz ilustra, para Libros del Zorro Rojo, este cuento extraordinario. Dice la nota:

Medio siglo después de su publicación, se edita por primera vez una versión ilustrada de la novelita que ha embaucado a generaciones de aficionados, a cargo del dibujante José Muñoz (Buenos Aires, 1942), y editada por Libros del Zorro Rojo. "Nunca he dejado de ilustrar a Cortázar aunque fue él quien primero me ilustró a mí. Fue un faro que me iluminó en mi juventud durante los 60", explica Muñoz, mientras señala algunos de sus dibujos, expuestos hasta el 7 de enero en la sala Sins Entido de Madrid. [...] Muñoz reconoce la dificultad de ilustrar ese "diapasón enloquecido" que mueve a Johnny Carter, pese a que ya hizo un trabajo similar en 1992 con Billie Holiday. Entonces recreó junto al escritor y crítico de jazz Carlos Sampayo otra historia de vida veloz y muerte temprana. Maestro del blanco y negro y ganador del gran premio del Festival de Angulema de 2007, una de las citas más prestigiosas del mundo del cómic, Muñoz traslada vida frenética del protagonista y el ritmo del bebop a sus dibujos, cargados de fuerza y expresividad. "Cuando hice las primeras ilustraciones me pareció que Parker había entrado en mi departamentito pequeño de París. Entonces una sensación interna me impidió dibujar durante un tiempo", recuerda el artista, que ha empleado un año en la veintena de ilustraciones que arropan su versión de "El perseguidor".


La nota también trae unas palabras muy significativas del propio Julio Cortázar sobre su cuento. La consideraba una "pequeña Rayuela":

"El perseguidor" es la pequeña Rayuela [dice Cortázar] En principio están ya contenidos allí los problemas de Rayuela. El problema de un hombre que descubre de golpe, Johnny en un caso y Oliveira en el otro, que una fatalidad biológica lo ha hecho nacer y lo ha metido en un mundo que él no acepta, Johnny por sus motivos y Oliveira por motivos más intelectuales, más elaborados, más metafísicos. Pero se parecen mucho. Johnny y Oliveira son dos individuos que cuestionan, que ponen en crisis, que niegan lo que la gran mayoría acepta por una especie de fatalidad histórica y social. Entran en el juego, viven su vida, nacen, viven y mueren. Ellos dos no están de acuerdo y los dos tienen un destino trágico porque están en contra. Se oponen por motivos diferentes".

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Padres

9.14.2009
Padres e hijos. Fuente: bbtmagazine

Hace algunos meses escribí este texto para "Babelia". Sin embargo, múltiples razones -entre viajes, mudanzas y una breve enfermedad- que también me alejaron del blog, no me permitieron enviarle el texto al suplemento español. Hace unas semanas, finalmente, lo envié y este sábado 12 de setiembre apareció en la sección "Crónicas de América Latina". Las cosas, felizmente, han mejorado un poco desde entonces: Mi padre ya no está en el hospital, sino en casa. Aunque sigue la recuperación y está visiblemente debilitado, ya no está postrado en la cama y al parecer se rehabilita más rápido de lo que pensábamos durante los meses de temor que estuvo en el Hospital. Sin embargo, los sentimientos por mi padre y por mis "padres" literarios no han cambiado y por eso el texto mantiene su vigencia. Se los dejo aquí:

PADRES

Mi padre está internado. Duerme. Ha tenido una isquemia cerebral y luego le han detectado un cáncer al colon que tuvieron que operar dos veces. Está internado en el Hospital del Empleado porque eso es lo que ha sido toda su vida, un empleado. Durante el evento Bogotá 39 nos preguntaron frecuentemente sobre nuestra relación con los autores del boom narrativo, nuestros padres literarios. Lo que opino de ellos es lo mismo que opino sobre mi padre: los admiro aunque sostuvieron ideas, escribieron libros y tuvieron preocupaciones que no comparto y que siento completamente ajenas e incluso envejecidas. Veo a mi padre vulnerable en esa cama de hospital y pienso en su vida. Y ahora que soy también padre no puedo dejar de pensar en lo complicado que debe haber sido para él, como ahora para mí, no sólo pagar cuentas sino compartir conmigo el amor, la educación, la enseñanza, el tiempo libre. Pienso en lo complicado que debe haber sido, también, escritor latinoamericano en una época en que ese artefacto no existía en el mundo. Mi padre me dejó una enseñanza de perseverancia; mis padres literarios también. ¿Qué me ha heredado mi padre? ¿Qué he heredado de los autores del boom? No un camino para transitar ni una alta vara de excelencia que debe ser superada, como podrían pensar algunos, sino la evidencia de que los compromisos se deben asumir, las batallas se deben pelear y que nada es fácil nunca, para nadie, en ninguna época, en ninguna parte. Antes de la enfermedad de mi padre, por coincidencia -aunque las coincidencias no existen- estuve leyendo libros sobre padres e hijos. El de Martin Amis y su padre, el de Philip Roth y su padre, el de Hanif Kureishi y su padre. También leí hace poco, por segunda vez, El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince. A diferencia de los libros de Amis, de Kureishi o de Roth, en el de Abad no parece haber un arreglo de cuentas sino, al contrario, rendida admiración por aquel padre que le enseñó que la felicidad y el amor son no sólo ingredientes para una receta familiar sino una medicina social y preventiva contra la violencia. Sin embargo, incluso en ese relato tan entrañable de amor filial ocurre el parricidio inevitable: el hijo debe esperar la muerte del padre para entrar en su propia vida. Antes del asesinato del padre, el narrador se presenta como un joven fallido, incapaz de domesticar la velocidad de un auto o su propia vida de padre joven sin trabajo. Luego de la muerte y del exilio, el retorno a Colombia lo convierte en el escritor extraordinario que ahora es y que su padre supo prever.

El cuento más hermoso, más justo, que he leído sobre la relación padres e hijos es uno de Julio Ramón Ribeyro llamado Las botellas y los hombres. En él, un padre que abandonó a su hijo de pequeño va a buscarlo a su trabajo cuando éste es mayor. El hijo es ahora un joven casi adulto, dedicado a enseñar tenis en un club donde empezó como recogedor de pelotas extraviadas. A pesar de que aún guarda rencor por el padre ausente, y siente asco y lástima por las fachas de alcohólico y vagabundo del padre, decide invitarlo a beber unas copas con sus amigos y luego prestarle un poco de dinero. ¿Por qué lo llevó a ese bar? Quizá tenía la secreta intención de ver cómo su padre lo admiraba y lo necesitaba. Quizá sólo quería recuperar a su padre. Sin embargo, el hombre menoscabado que se le acercó tras las rejas del club una vez dentro del bar y movido por el alcohol asume su verdadera personalidad, aquella que la alejó de su familia. Ahora es un hombre agresivo, ingenioso, parlanchín, seguro de sí mismo, machista. Y en el colmo de su cinismo, olvidando que está siendo invitado por aquel hijo educado por la mujer que él abandonó, se atrevió incluso a ofender a la madre del muchacho. Eso colmó el vaso y los resentimientos salieron a flote. Luego de una discusión, decidieron terminar la pelea a golpes. Los dos caminan hacia un callejón detrás del bar, en silencio. Se internan en la oscuridad, se distancian, se quitan los sacos y muestran los puños. Ahí tenemos la imagen simbólica fotografiada: padre e hijo a punto de representar con los puños aquella pelea antiquísima, la pelea tribal por el poder. Sin embargo, el padre está tan borracho que ante el primer golpe tropieza y cae. No se levanta más. El hijo entonces hace algo admirable por su complejidad, por su dramatismo, por su capacidad de resumirlo todo en un gesto: al ver a su padre vencido finalmente, se saca un anillo de rubí y se lo pone en el dedo. Y para evitar que se lo roben, para cuidar la joya y cuidar a su padre, le da vuelta a la piedra.

Mi padre ha despertado, me mira con ojos húmedos e intenta hablar. Es el dolor de la enfermedad y, al mismo tiempo, está conmovido de verme al pie de su cama. Ambos sabemos que hemos peleado nuestras batallas muchas veces en aquel callejón oscuro y muchas veces ha sido él quien ha debido levantarme, aunque también he tenido mis triunfos. Discutir con mi padre o leer a los autores del boom con el rabillo del ojo, da lo mismo, son cosas normales, cosas de botellas y hombres diría Ribeyro. Pero ahora es diferente. Mi padre respira agitado, tiene miedo de morir. Entiende que ahora soy yo el que lo cuida, como antes era él quien velaba mi sueño de niño enfermizo. Los dos lo hemos comprendido. Sonríe y le sonrío. Es como dar vuelta a un anillo para esconder un rubí. O como leer a los 40 años una novela de Vargas Llosa, de Carlos Fuentes, de García Márquez o de Julio Cortázar con una nueva mirada. La mirada de la distancia, pero también del agradecimiento.

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Inesperado Cortázar

6.18.2009
textos descartados de cronopios en Papeles inesperados. Fuente: cronopios y mariposas

El libro póstumo Papeles inesperados de Julio Cortázar ha dividido en dos a la opinión: algunos consideran que los textos inéditos debieron quedar así, respetando la voluntad del autor; otros, que tienen algún valor para los estudiosos e incluso para los lectores. Jaime Coyller escribe al respecto en una larga reseña en La Revista de Libros de "El Mercurio" en la que afirma que el material, aunque con buenos y malos momentos, deberían ir con una advertencia al lector sobre la voluntad de Cortázar de desdeñar esas resmas. Es decir, pienso, debió llamarse "Papeles Prescindibles" más que "Inesperados", aunque eso no sería bueno para las ventas ¿verdad?:

La selección y edición estuvieron, en el caso presente, a cargo de la propia Aurora Bernárdez y de Carlos Álvarez Garriga, especialista en la obra cortazariana. El volumen agrupa el material rescatado del cajón en tres grandes secciones: Prosas, Entrevistas ante el espejo (o autoentrevistas) y Poemas. Entre los materiales incluidos en las Prosas hay una decena de cuentos y materiales "sobrantes" o descartados por Cortázar de sus Historias de cronopios y de famas y de Un tal Lucas, ese engendro curioso por cuya boca hablaba el propio Cortázar con mayor comodidad. Hay además variados discursos de índole doctrinaria o política y hasta breves homenajes o prólogos reseñados por el autor en apoyo de otros creadores. Hasta se incluye algún discurso muy pomposo e institucional pronunciado en su juventud, cuando era -como se suele decir- un oscuro profesor de provincias. No es un texto demasiado representativo de su filtro personal ante el mundo, pero le sirve a uno de consuelo, esto de comprobar que el gran Cortázar estuvo, él también, sometido a esos rituales desangelados (aunque a la vez pensando en la que hubiera sido su reacción -con seguridad horrorizada- de saber que sus amigos andan ahora ventilando esta clase de cosas). (...) El problema estriba, pues, en lo muy ambicioso y abarcador de la recopilación y en su carácter en exceso fragmentario, a ratos desorientador.Lo que no sucede con los once cuentos que abren la selección: varios textos desde todo punto de vista rescatables, incluso necesarios, en que afloran tempranamente los procedimientos que luego habrían de configurar el genio cortazariano. Como su devoción temática por esa grieta que irrumpe en lo cotidiano, acechando a la gran costumbre y la solemnidad; como los textos metaliterarios que hacen de la escritura su tema y un objeto improvisado de escarnio; como los relatos de índole idiosincrática en que asoman la argentinidad y sus desvaríos entrañables (y eso que no ocurrían aún las eliminatorias mundialistas); como la piroctecnia verbal a costa de los objetos que nos circundan, o la ironía política. Hay entre esos once cuentos del inicio versiones alternativas a cuentos luego publicados, previas a ellos, en los que incluso varía el punto de vista luego escogido por el autor, y eso es, una vez más, de agradecer. (...) No ocurre lo mismo con los textos sustraídos en su día -y aquí relanzados- a los cronopios y famas o a Un tal Lucas, o con los fragmentos y capítulos que faltaron en El libro de Manuel, muchos de los cuales resultan prescindibles. Hizo bien, el Cortázar más riguroso con sus materiales, al descartarlos. ¿Qué sentido tenía, o tiene a estas alturas, rescatar de las cenizas -las cenizas que nunca fueron- esos empeños archivados? De todo ello surgen algunas conclusiones paradójicas. Nadie que vibrara con la obra cortazariana tal y como ella quedó reunida en vida del autor -y es ciertamente mi caso- puede dejar pasar estos papeles inéditos, pero esa exploración quizás ineludible lo llevará por un derrotero sinuoso y no siempre útil, no siempre esclarecedor, y a reflexionar en torno a lo que esta clase de empeños -el hurgueteo inmisericorde en los cajones del autor fenecido- supone y conlleva. ¿Qué si es necesario explorar en estos materiales? Probablemente, pero a ello cabe sumar algunas advertencias -una caveat lector- que a ratos se echa en falta en esta edición tan entusiasta de sus bienintencionados albaceas. A saber: que el material inédito y de antaño es, las más de las veces, en tanto el propio autor no se resolvió a ventilarlo, un material preparatorio de sus connotados esfuerzos ulteriores; que es muchas veces redundante y suscita una saturación equívoca con procedimientos literarios que fueron luego perfeccionados por el autor; que está no pocas veces descontextualizado, rotulado de modo diverso a las intenciones del autor y organizado no según sus criterios más o menos estrictos, sino al gusto del editor o albacea supervivientes; y que es un material manipulable (vuélvase al ejemplo de Max Brod).

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Francisco Porrúa entrevistado

6.09.2009
Francisco Porrúa. Fuente: radar libros

Haber editado Cien años de soledad cuando otros editores dudaban -inexplicablemente- del valor de ese libro es suficiente para que Francisco "Paco" Porrúa pase a la memoria literaria del siglo XX. Si a eso se le suma haber editado Rayuela y a un sin fin de autores del Boom latinoamericano, y haber traducido El señor de los anillos por primera vez, además de otros autores notables (en traducciones espléndidas e inhallables, por cierto) tanto en Sudamericana como en su mítico sello sci-fi Minotauro, el resultado será considerar a Porrúa como uno de los editores más trascedentales para nuestra literatura en el siglo XX. Y de una lucidez extraordinaria, hay que decir. Patricio Lennard lo entrevista en Radar Libros: Dejo aquí algunas de las respuestas contundentes del editor:

¿Y en qué contribuyó usted a que Cien años de soledad mejorara como texto?
-Absolutamente en nada. No sugerí ningún cambio.

¿Y con Rayuela?
-Con Rayuela tampoco. La única vez que con Cortázar sugerí algo fue con Los premios y creo que me equivoqué. Por eso el editor tiene que tener mucho cuidado. En esa novela, aparecían unos personajes que subían a un barco y pertenecían al pueblo común de Buenos Aires, pero cuando llegaban al puerto empezaban a hablar de Schönberg, de la pintura cubista... Eran unos cerebros realmente iluminados, y se lo dije a Julio: le dije que eso me resultaba un tanto inverosímil. Y Julio me dijo que lo tuvo en cuenta. Pero creo que me equivoqué porque allí había un efecto cómico, un efecto de humor que estaba bien ahora que lo pienso. No importaba la verosimilitud en ese libro, la verosimilitud de la vida cotidiana. Importaba, como siempre importa, la verosimilitud del relato. La verdad literaria del texto.

Cortázar, García Márquez, Borges, Carlos Fuentes, Vargas Llosa y tantos otros, forman parte de una constelación de escritores que pertenece a una “edad de oro” de la literatura latinoamericana. ¿Cree que la literatura del continente no terminó de sacarse de encima el peso de esa tradición?
–Yo creo que la literatura latinoamericana, en general, y también la argentina, siguen siendo una especie de caldera de invención de futuro. Si pienso en la literatura española contemporánea, el escritor común vive muy atado a su tradición. Una tradición que ellos mismos se han inventado, por otra parte, y que es muy rara, porque omite libros. Es notable, por ejemplo, que el Quijote ha influido en todas las literaturas menos en la española. En la literatura española no hay derivados del Quijote, mientras que sí los hay en la literatura francesa y en la inglesa está Sterne y su Tristam Shandy. Otra cosa curiosa es que en la literatura española hay muy poca literatura fantástica, y la que hay es casi toda de fantasmas o de muertos. En cambio, en la Argentina, la literatura fantástica es tan normal, digamos, como la literatura realista. Vila Matas, que creo que es el escritor más interesante de España, por lo menos entre los que leo, escribe una literatura muy personal y hay lectores que suelen reprocharle que no sea más realista.

Pero no me contestó la pregunta... Después del boom, y con excepciones como por ejemplo la de Roberto Bolaño, ¿por qué cree que son tan pocos los escritores latinoamericanos que han trascendido internacionalmente?
–Pero ¿acaso no se puede decir lo mismo de casi todas las literaturas? Si pensás en los años ’40, que fue una época de mucha lectura para mí, estaban Thomas Mann, Aldous Huxley, Virginia Woolf, William Faulkner... Era una constelación bastante poderosa. Y hoy... Hoy ya no es lo mismo, evidentemente. Hay más figuras individuales, aisladas, pero no hay un cielo completo de grandes escritores. También es posible que esté equivocado y que sea otro el panorama actual, aunque no tengo dudas de que la literatura latinoamericana y la argentina siguen siendo muy activas y absolutamente creadoras. Si llegan al nivel o no de los años ’60, no sé, no me parece una cuestión relevante. Es un error establecer juicios de valor en literatura en términos comparativos. No se puede decir que Rayuela sea superior a Cien años de soledad, ni que Cien años de soledad sea superior a Rayuela. Cuando comprendes, aceptas la palabra “incomparable”, ahí se resuelve el problema. Si un libro es incomparable, entonces no lo comparemos.

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Vargas Llosa, de todo un poco

5.20.2009
Vargas Llosa entrevistado en perú21. Fuente: peru21

Aprovechando la aparición de Sables y utopías, visiones de América Latina (Aguilar) audaz recopilación de ensayos escritos desde 1960 por Mario Vargas Llosa hecha por Carlos Granés, Perú 21 aprovechó para entrevistar al autor. Realmente, no tiene desperdicio la conversación de Vargas Llosa con José Gabriel Chueca y Gonzalo Pajares. Para empezar, se refiere con respeto al desaparecido Mario Benedetti:

Fuimos muy amigos. Lo conocí en los 60. Le tuve siempre afecto y admiración, aunque discrepé profundamente con él por razones políticas. No solo me pareció siempre un buen escritor sino un intelectual honesto, un hombre siempre coherente entre sus convicciones y su conducta, a diferencia de otras personas, sobre todo en el campo intelectual, que usaron mucho sus convicciones para medrar. No fue un intelectual barato.

Luego, habla sobre la novela basada en Roger Casement que está terminando de corregir y que posiblemente se publique en el 2010. Dice:

Creo que la búsqueda de la novela total está siempre ahí, en todo escritor, consciente o inconscientemente. A diferencia de un género como la poesía, que es el ideal de perfección, que puede ser condensado en un texto muy breve, la novela que ocurre en el tiempo lo empuja a uno hacia la totalidad; aunque, por supuesto, ninguna novela la alcanza. Pero, además, ese ideal se ajusta a una temática. Hay historias que requieren de un formato más pequeño; por ejemplo, Travesuras de la niña mala. En cambio, la novela sobre Flora Tristán y Gauguin (El paraíso en la otra esquina) o la de Trujillo (La fiesta del Chivo) están más dentro de las que escribí en los años 60, que buscan más visiblemente esa totalidad. Quizá también es el caso de la novela que estoy escribiendo ahora. (...) lo de Roger (Casement) lo conocí a través de lecturas y, luego, hice investigaciones; aunque he vivido la dictadura como todo latinoamericano, no he vivido una como la de Trujillo. Creo que todos los novelistas usan su experiencia, su memoria, como materia prima para la imaginación. Pero también creo que la memoria solo puede ser un punto de partida porque, si uno no tiene libertad para manipular el recuerdo con entera libertad, transformándolo en algo distinto, entonces no hace literatura; hace un documento muy personal, íntimo, que puede tener interés como documento, pero que no es una obra de creación. La literatura consiste en crear un mundo independiente del creador, capaz de parecer autosuficiente, de romper completamente ese cordón umbilical con quien lo creó.

Cuando le preguntan si alguna vez trataría el tema de la violencia política, como otros autores peruanos contemporáneos, contestó con enormísima lucidez:

Ya no me atrevo a hacer este tipo de pronósticos. De repente te encuentras con un tema tan estimulante que te empuja a hacer algo que nunca pensaste hacer. Tengo muchos proyectos –espero tener tiempo de realizarlos todos– y siempre estoy abierto a lo sorpresivo. Es tan bonito encontrar de pronto algo que te estimula mucho. Por ejemplo, la novela que estoy escribiendo. Nunca hubiera pensado escribir algo sobre Casement, un personaje vinculado al independentismo de Irlanda, al Congo y, sin embargo, me encontré con él y, poco a poco, me fui embarcando. Eso demuestra que uno no elige sus temas con toda serenidad. En cierta forma, los temas lo eligen a uno. De pronto, un tema tiene que ver con cosas íntimas que te remueven. No parece que fuera un acto completamente racional. Es como enamorarse.

También se refirió a la literatura actual, que le parece frívola en general:

Eso creo que es verdad [que la literatura actual carece de ambiciones], y creo que responde a la cultura de nuestro tiempo. La civilización de nuestro tiempo busca fundamentalmente el entretenimiento y la diversión. Es muy frívola. Es lógico que tenga tanto éxito una literatura leve, amena, ligera, a veces brillante, pero una que no busca complicar la existencia a nadie ni dar dolores de cabeza sino divertir. Hay magníficos escritores light. Pero creo que esa es una presión que la civilización de nuestro tiempo ejerce sobre la literatura y la cultura. Hay excepciones, y creo que son las más interesantes.

Finalmente, habla sobre las obras póstumas y las viudas literarias, incluyendo sus propias disposiciones para el momento fatal. Otra vez lúcido:

Hay viudas y viudas –y, también, viudos y viudos–. No he leído el libro de Cortázar, pero no tengo duda de que esa edición es absolutamente respetable porque la ha hecho Aurora Bernárdez, una mujer extraordinaria. Es una de las mujeres más inteligentes que he conocido y una de las lectoras más lúcidas. Yo siempre creí que Aurora había decidido no escribir porque quería que en esa pareja hubiera un solo escritor. Pero, cuando oía conversar a Julio Cortázar y a Aurora, era difícil decir quién era más inteligente, quién decía cosas más brillantes, quién había leído más y quién había leído mejor. Para mí, es uno de los espectáculos de inteligencia que más me ha sorprendido en la vida. Tanto que yo bromeaba alguna vez diciendo que ellos ensayaban antes sus conversaciones. Esa selección estoy seguro que está hecha con rigor y respeto, desde luego, por Cortázar y por la literatura. Hay viudas o viudos que explotan de una manera ya innoble publicando cosas que el autor jamás hubiera permitido que se publicaran. A mí me parece una inmoralidad publicar algo que no contribuye a la imagen del escritor sino que, más bien, la empobrece. Eso es criticable. Pero que se publiquen inéditos, si son interesantes, en buena hora. (...) [en cuanto a mí] Espero no dejar inéditos. Se publicarán cartas mías, pero he sido tan mal corresponsal… es el único género que no he cultivado (ríe). De manera que nunca verán muchas para publicar. Además, la mayor parte de mis cartas la escriben las secretarias.

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Cortázar inesperado

5.04.2009
Leer a Cortázar, pero no al inesperado. Fuente: jazolada

Papeles inesperados es el pésimo título (no hay nada más esperado que los inéditos de un gran escritor) del libro que acaba de aparecer con material disperso y nunca antes editado de Julio Cortázar. ¿Publicar o no publicar? La justificación del editor es demasiado débil, coyuntural y absolutamente nada literaria. Así dice:


Los libros póstumos siempre plantean la pregunta de hasta dónde es correcto editar material que el autor no llegó a publicar en vida.


Ese va a ser seguro uno de los temas que se van a debatir ahora, y yo ya lo preví en el prólogo. Allí digo que en este caso el debate no tiene sentido, porque Cortázar le dio a Aurora muy claramente la potestad de decidir y de publicar. Unos años antes de morir, él hizo un viaje muy arriesgado a Nicaragua, y en ese entonces le dejó a ella una carta que decía: "En caso de que yo no regrese, puedes disponer de mis papeles y haz con ellos lo que consideres oportuno". Incluso algún texto repetitivo, o de un interés menor, como por ejemplo un discurso ante la tumba del general Guido –uno de los primeros discursos que se conservan de Cortázar–, que es tan ingenuo, largo, hiperretórico, que a Cortázar mismo no le hubiese gustado publicarlo, y Aurora dijo que eso quedaba afuera. Aquí no se da el caso de un Kafka desobedecido o no por Brod.

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Las cartas de Julio y Carol

4.07.2009
Julio Cortázar y Carol Dunlop. Fuente: el país

A manera de backstage de lo que fue la escritura del libro Los autonautas de la cosmopista, escrito a dos manos entre Julio Cortázar y su esposa Carol Dunlop, se ha publicado la correspondencia entre ambos y, además, la de Julio con su amiga serbia Silvia Monrós-Stojakovic, traductora del autor. Como recordarán, el texto se publicó luego de la muerte de Carol y poco tiempo antes de la del propio Julio. En el diario El País aparecen, en pdf, algunas de esas cartas. También se informa:

El volumen, titulado Correspondencia. Julio Cortázar, Carol Dunlop, Silvia Monrós-Stojakovic, reúne nueve cartas y postales del autor de Historias de cronopios y de famas, junto a cinco de Dunlop y otras cinco de Monrós-Stojanovic. En las misivas, fechadas a principios de los años ochenta, se recoge la preocupación de Dunlop después de que a Cortázar la diagnosticaran una leucemia, el dolor del autor por la muerte de su esposa y la emoción ante la escritura de Los autonautas de la cosmopista. [La editorial] Alpha Decay ha querido que las cartas conservaran los problemas idiomáticos que son evidentes -Carol era norteamericana, Silvia es serbia; las cartas de Julio han sido corregidas de sus lapsus calami-; aquí publicamos algunas, que permanecían inéditas. La editorial pondrá a la venta el libro el próximo lunes, 13 de abril.

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120 Rayuelas en 9 de julio

3.23.2009
Rayuelas en 9 de julio. Fuente: Andrea Knight/ ADN Cultura

Y finalmente, la propuesta se hizo realidad: 120 rayuelas diseñadas por la artsitas plástica Marta Minujín fueron dibujadas en la Av. 9 de julio, en Buenos Aires, como homenaje a Julio Cortázar (en este blog está prohibido llamarlo "el gran cronopio" o cosas así, aunque se lo merece). La avenida estuvo cortada por dos horas y todos felices (menos los taxistas porteños, obviamente, especie temible donde las hay). Lo malo es que, al parecer, no hubo mucho tiempo para jugar con ellas. Así lo comenta ADN Cultura:

Cada jugador estaba invitado a ir desde la Tierra hasta el Cielo, lanzando una "piedra mágica" -un cubo de telgopor cubierto con un papel fucsia- firmada por la artista. La consigna indicaba que si lograba llegar sin perder hasta la quinta rayuela de la hilera el jugador se llevaba esa piedra como premio. El poco tiempo de juego -30 minutos- y la falta de rigor de los participantes hizo que los colaboradores entregaran los "premios" al azar. Los participantes, mayoría jóvenes, subsanaron con alegría los inconvenientes de la organización. "No pudimos jugar mucho porque el tiempo fue muy corto", dijo a LA NACION Martina Mainardi, que concurrió acompañada por cuatro de sus compañeros del 6° año de la escuela ORT. Dana Lerner, de 17 años, agregó: "Me imaginaba otra cosa, una escultura o algo más producido, pero igual me gustó porque la gente lo pasó bien y se divirtió". En cada rayuela un empleado de las bibliotecas populares sostenía una colorida pancarta con frases descriptivas de la propuesta: "Este suceder es eterno"; "Usted está viviendo el arte" y "Esta instalación en movimiento sacude nuestra imaginación". Una veintena de saxofonistas de distintos grupos musicales improvisaron temas de Charly Parker y repitieron infinidad de veces la indicación de Minujín: tocar las siete notas musicales. (...) La entrada simbólica para poder jugar era tener en la mano un libro de Cortázar, el fragmento de un cuento o el nombre del autor escrito en una hoja. Con una impresión del cuento "Lucas, sus pudores", Luis Montoya, un mexicano de 21 años, afirmó: "Que los números y el azar invadan la calle es demasiado simbólico".

No deja de darme pena, eso sí, que en la encuesta que estoy haciendo en Moleskine Literario en este momento, Rayuela vaya ganando obviamente. Parece que todos hablan de Rayuela, pero cada vez son menos quienes la leen.

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En recuerdo de Cortázar

2.12.2009
Julio Cortazar en famosa foto de Gisele Freund (Nina Bescow Agency)

Muchas son las páginas dedicadas hoy a Julio Cortázar. Para mí, en medio de esos abuelos o padres que representan los autores del boom literario, Julio Cortázar siempre fue una especie de tío alegre, divertido y completamente loco. Aquel que me guiñaba el ojo cuando hacía algo mal, el que me compraba helados en la esquina, el que le decía a mi madre que me iba a llevar al colegio y terminábamos en el box, el que me prestaba sus discos de jazz, el que se sentaba conmigo en un parque o en mi cuarto y empezaba a contarme historias alucinantes, inverosímiles, que me obligaban a jugar con mi imaginación. El tío entrañable a quien le guardo una infinita ternura y un enorme agradecimiento. 25 años no es demasiado tiempo para olvidarlo. Más allá de la discusión sobre si era o no un buen novelista (yo creo que algunas de sus páginas son geniales y que, en realidad, fue un inconforme radical como todo buen novelista), o sobre su actitud política, sus obras prescindibles al final de su vida, sus cuentos impecables o su mala poesía, Cortázar era un escritor auténtico, un hombre que sufría de literatosis, un auténtico creador de ficciones.

Algunas cosas que he leído hoy me han conmovido. Por ejemplo, este recuerdo de sus últimos días contado por Juan Cruz:

Poco antes de morir, y murió tal día como hoy hace 25 años, en París, Julio Cortázar hizo un viaje por España, poseído por la melancolía desconsolada producida por la muerte de su última mujer, Carol Dunlop; estuvo con amigos suyos (Mario Muchnick, entre otros) en Segovia, fue abordado por guardias civiles que querían su autógrafo, y pasó por Madrid y Barcelona. En Barcelona tuvo un encuentro que él contó luego en una de las últimas entrevistas que dio, a The Paris Review. En esa anécdota cabemos todos los que leímos Rayuela. Era una novela de amor, de aventuras, un caleidoscopio feliz y un puñetazo en el hígado "Pobre Oliveira, che. Qué lástima me dio encontrármelo de nuevo y qué tipo formidable es". Contaba en esa entrevista Cortázar que en el barrio gótico de la Ciudad Condal se había detenido a escuchar un concierto de una joven que cantaba como Joan Baez. Escondido en la oscuridad de la calle, harto de que le abordaran para tener su autógrafo, este hombre de casi dos metros se vio asaltado por un joven que le ofreció una torta.
-Julio, toma un pedazo, le dijo el chico.
Cortázar se hizo a un lado; era, desde que fue un chiquillo, un hombre tímido; no le gustaban las fiestas ni los saraos literarios; por no estar en ningún sitio fijo fue capaz (con Aurora Bernárdez, su primera mujer, su viuda) de renunciar incluso a los empleos fijos. Así que allí estaba, en Barcelona, tímido siempre, y enfermo, escuchando a una chica que cantaba como Joan Baez, y deseando desaparecer del camino del joven que le ofrecía el pastel. Hasta que se convenció de que debía tomarlo. Y le dijo al chico:
-Muchas gracias por acercarte y convidarme.
Fue entonces cuando el joven le dijo a Julio Cortázar lo que muchos de los que leímos Rayuela (y los cuentos, y los cronopios, y Los premios, y 62 Modelo para armar) le hubiéramos dicho en ese sitio o en el limbo si existiera y fuera el sitio donde ahora estuviera mirando:
-Pero, escucha, te di muy poco comparado con lo que tú me diste a mí.
Julio le dijo: "No digas eso, no digas eso", y le comentó después a quien le hizo esta entrevista (Jason Weis), quizá la penúltima: "Y nos abrazamos y él se alejó. Bien, cosas como éstas son las mejores recompensas de mi trabajo como escritor. Que un muchacho o una chica se acerquen a hablarme y a ofrecerme un pedazo de torta, es maravilloso. Así vale la pena el trabajo de escribir".

Desde luego, algunos escritores argentinos han comentado la ausencia de don Julio. En Página12, por ejemplo, entrevistan a Mario Goloboff, Luisa Valenzuela y Florencia Abatte. Y en ADN Cultura, Eduardo Berti defiende a Julio Cortázar como un revolucionario de la técnica novelística. Además de un especial multimedia titulado 25 años sin Cortázar.

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Rayuelas en Buenos Aires

2.11.2009
Rayuelas inundarán la 9 de Julio. Fuente: pekebe

Mañana se cumplen 25 años de la muerte de Julio Cortázar, y a las mesas redondas realizadas en España y a las ediciones sospechosas post-mortem, hay que sumar el bello homenaje (sin duda, el que más le gustaría a don Julio) que le harán en Argentina: Trescientas rayuelas de siete metros de largo y vividos colores realizadas por la artista Marta Minujin invadirán la Avenida 9 de Julio el próximo 21 de marzo. Dice la nota en Ñ:

El propósito de la instalación, ideada por Marta Minujin, es crear un gran experimento lúdico en homenaje al escritor Julio Cortazar a los 25 años de su muerte. En el juego podrán participar todos aquellos que se acerquen con un libro o fragmento de un texto de Cortázar (1914-1984) en la mano, como una suerte de contraseña, con la idea final de tomar imágenes aéreas de cientos de personas saltando sobre la Avenida 9 de Julio, sobre las fluorescentes rayuelas, contó Minujín en una conferencia de prensa en la Biblioteca Ricardo Guiraldes. "Los que ganen más de una vez, en este juego metafísico que consiste en llegar desde la tierra al cielo, se van a llevar la piedra con la que se juega firmada por mí", relató la artista, mientras exhibía en sus manos un cuadrado de telgopor (poliuretano expandido) pintado de un rosa fuerte, como los que se verán en la instalación que ocupará la 9 de Julio desde Córdoba a Lavalle. Durante una hora, se podrá saltar sobre las coloridas rayuelas que recuerdan a los famosos colchones de Minujin (en fucsia, amarillo, verde, rosa, naranja, celeste azul, violeta y negro) que estarán adheridas al piso, seis por cada carril, mientras decenas de saxofonistas vestidos de blanco se pasearán por el lugar tocando melodías de Charlie Parker, de quien Cortázar era un declarado fanático. "Después, las rayuelas van a ser donadas a los colegios municipales y lo maravilloso va a ser que se va a poder fotografiar desde arriba la 9 de Julio con estos colores, y demostrar que los argentinos somos más alegres que todos los países del mundo juntos, por lo menos ese día", dijo la artista, en el hall de entrada de la biblioteca, donde se realizó el anuncio. (...) Durante el lanzamiento, además, anunciaron la convocatoria a todos aquellos saxofonistas que quiera participar ad honorem de la intervención en la 9 de Julio, en la que deberán tocar una melodía de Charlie Parker.

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Esperados inesperados de Cortázar

2.06.2009
Julio Cortázar (con bermudas a pesar de lo que opina Vargas Llosa) peleando contra Julio Silva. Fuente: arte-redes.com

Antes les había comentado el hallazgo de tres cuentos inéditos de Cortázar, que serían publicados en un libro carísimo. Pues al parecer, no son los únicos inéditos y podemos esperar cada vez más textos no editados en su momento, borradores, abortos, lo que quieran. Así lo comenta una nota de hace unos días en El País. Al parecer, Kafka no estaba tan loco cuando pidió que después de muerto se queme todo lo que había escrito. Hay demasiado tiburón por ahí capaz de publicar hasta la lista de mercado, si lo dejan:

Cuando fallece un escritor, tarde o temprano acaba saliendo una cómoda de alguna parte. La de Julio Cortázar (1914-1984) estaba tan llena de papeles que sus cinco cajones no se podían ni abrir. A duras penas lograron hacerlo, el 23 de diciembre de 2006, Aurora Bernárdez, viuda, albacea y heredera universal del autor argentino de 86 años, y Carles Álvarez, estudioso y loco cortazariano encantado con esa sorpresa. Huelga decir que Álvarez dejó su trabajo en la Administración y se dedicó a ordenar los materiales, en estrecha colaboración con la viuda. Necesitó un año para hacer un inventario de 100 folios que reseñaban unos 750 objetos. "En los tres primeros meses salía a un inédito por día", dice Álvarez aún con incredulidad. El resultado será, en mayo, un libro impagable y de inevitable título, Papeles inesperados, que editará Alfaguara y cuyas credenciales son un festín de auténtico cronopio: 11 relatos nunca incluidos en obra alguna, un capítulo inédito de Libro de Manuel, 11 nuevos episodios del personaje que protagonizó Un tal Lucas, cuatro autoentrevistas, 13 poemas inéditos... En total, un volumen de unas 450 páginas, muchísimas inéditas. El mejor homenaje al autor a los 25 años de su muerte, que se cumplen el próximo jueves.

Lo que me llama la atención es aquello de las cuatro autoentrevistas. ¿Se puede? ¿Podría autoentrevistarme para Moleskine, por ejemplo?

Como la metaliteratura iba intrínseca en el personaje, tampoco ha de sorprender que entre los papeles aparecieran cuatro autoentrevistas. En tres de ellas, quien interpela al escritor es un dúo sarcástico que relativiza todo lo que dice: los buscavidas porteños Calac y Polanco que Cortázar no se pudo sacar de encima desde que les hizo aparecer en la novela 62, modelo para armar. Amén de 36 artículos sobre literatura, política, viajes i altri (su discurso del acto en que recibió la nacionalidad francesa, por ejemplo) (...) El valor de Papeles inesperados es, en opinión de quienes lo conocen, una aportación definitiva en lo humano y lo literario. "El arco vivencial de Cortázar aquí reflejado va desde principios de los años treinta hasta casi 1984; por eso nos permite ver desde el personaje más engolado al más lúdico, del Cortázar profesor de provincias al más político, comprometido y crítico", apunta Julia Saltzmann, editora responsable de Alfaguara en Buenos Aires. "Para mí es, junto con la correspondencia, el otro gran texto autobiográfico, donde se ve la formación de la persona y del escritor; del precortázar al Cortázar famoso", añade. "Como hay textos de todos los géneros y todos los tiempos, se puede viajar de esa prosa grandilocuente juvenil del personaje, con un punto incluso cursi, a esa liberación retórica del castellano que personificó en uno de los casos más extraordinarios en la literatura del siglo XX", opina Álvarez.

El final es de temer. Estàn buscando su novela adolescente. Oh dios, que no la encuentren jamás, jamás.

Si bien nunca se puede decir nunca jamás, Álvarez no cree que puedan aparecer ya muchos inéditos cortazarianos. O sea, que da pocas esperanzas a que aparezca Soliloquio, la novela juvenil de 600 páginas, que, en cualquier caso, en ese manantial que fue la cómoda de París, no estaba.

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Tres inéditos de Cortázar

1.28.2009
Aurora Bernárdez, 90 años. Fuente: lanación

Esta sí que es una noticia bomba: Aurora Bernárdez, ex esposa de Julio Cortázar, ha cedido los derechos de tres relatos inéditos de Julio Cortázar, que pertenecieron a Historias de Cronopios y Famas. Está claro que Cortázar no decidió publicarlos en su momento por considerarlos equívocos, pero no importa, nadie espera demasiado de esos textos, lo interesante es el legado. Eso sí, el libro será de ultra lujo: solo 100 ejemplares a 260 euros cada uno. A ver quién se anima.
Esos relatos forman una limitada edición de lujo de sólo cien ejemplares producida por Del Centro Editores. Su precio de venta es de 260 euros (casi mil pesos). ¿No es mucho?, preguntó LA NACION. "Esto es un homenaje en un libro realizado íntegramente de modo artesanal. Se vende a lo que cuesta fabricarlo: no hay ganancias", dijo Raúl Manrique, uno de los responsables del Centro de Arte Moderno. (...) Never stop the Press (sobre un fama agobiado por su trabajo), Vialidad (sobre un cronopio que conduce temerariamente) y Almuerzos (sobre la incomunicación) son los títulos de estos nuevos relatos. En ellos juguetean esos emblemáticos seres en los que Cortázar dividió a la humanidad: los soñadores "cronopios" y los pragmáticos "famas". Desde ayer, su espíritu corretea una vez más. "Que se siga recordando a Julio es lo mejor que puede pasar", comentó Aurora Bernárdez a LA NACION.

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César Aira en Lima

12.01.2008
César Aira en Lima. Fuente: Correo

Estuve en la presentación que César Aira hizo ayer domingo en Lima, con que se celebró la aparición en Estruendo Mudo de Como me hice monja (una edición que implica un plausible esfuerzo pero de pésima carátula, por cierto, ¿cómo se les ocurre poner a una monja en la carátula, aunque sea el esperpentode Rossi de Palma... es que no han leído la novela?). Nada notable, nada digno de recordar, en una presentación más bien discreta (estuvo mucho mejor hace unos años en la Universidad de Lima) salvo una broma: la interpretación -¿real o imaginaria? con Aira nunca se sabe- del titulo que hizo un "investigador argentino" cuyo nombre no ofreció. Cito de memoria:

Aquel investigador dijo que "Cómo me hice monja" era una broma que ocurría al invertir "monja" por "jamón", es decir que el título verdadero sería "Cómo me hice jamón", lo que implica en Argentina "Cómo me ice fiambre" es decir cómo me morí, que es lo que pasa al final de la novela.

Obviamente, todos los periódicos de Lima quisieron entrevistar a César Aira. La entrevista más interesante la consiguió "El Dominical" gracias a Diego Otero, quien le preguntó sobre sus influencias literarias:

Respecto de lo primero: es cierto que no me atraen Vargas Llosa o García Márquez, pero sí lo hacen Guimaraes Rosa o Lezama Lima (para no mencionar sino a autores con doble apellido). Cada cual tiene sus gustos, y así debe ser. No tiene por qué haber autores obligatorios. Bastante poca libertad tenemos en la vida como para renunciar a la que sí podemos tener en nuestra vida de lectores. Y no es tan cierto que no lea a mis colegas vivos; lo digo para evitarme dificultades. Y sí: mi fuente principal de inspiración (y de temas y de procedimientos) es la cultura popular, pero no la cultura popular buena, que no creo que la haya, sino la mala, la vulgar, la de los pobres. Ahí encuentro la materia alquímica de la poesía.

Además, se desmarcó de la idea que se tiene de él como un escritor "raro" o "vanguardista":

A lo largo de la modernidad los escritores hemos puesto tanta ironía, tanta distancia, hemos hecho tantos juegos y experimentos con el lenguaje y la representación, que se ha vuelto muy difícil escribir en serio sin caer en la solemnidad, en la obviedad, o en la tontería. ¿Quién puede hablar en serio hoy en día? Un cura, un policía, un político. La seriedad ha quedado presa en una alternativa de hierro: la hipocresía o el cinismo. De cualquier modo, no es un problema que me desvele.

Otra entrevista interesante es la de Manuel Erausquin en "Correo" donde habló sobre todo de sus fobias anti-Boom:

[Cortázar] Fue y me sigue pareciendo un escritor de iniciación. Espero ver un adolescente con libro de Cortázar en la mano y yo en los años sesenta fui un adolescente con los libros de Cortázar en la mano y vivía entusiasmado con eso. Y me da la impresión que contemporáneos míos siguen prendados de Cortázar por lealtad a su propia juventud. [Vargas Llosa] No lo tengo en mi mente habitualmente. No es un tema que me preocupe. Yo leí de muy joven las novelas que salieron: La Ciudad y los Perros, La Casa Verde y Conversación en La Catedral. En ese momento a todos nos sorprendía y maravillaba la habilidad técnica, sobre todo en Conversación en La Catedral. Luego, lo dejé de seguir. Pero ahora que lo recuerdo leí una que no me gustó nada, y que ese fue el motivo para ya no seguirlo. La novela fue Pantaleón y las visitadoras. Mira, de pronto soy injusto.

Mientras que en el diario La República, cuya página web actualmente es un desastre, Pedro Escribano logra arrancarle a Aira una de esos petardos estrafalarios, más absurdos que cualquiera de sus (peores) novelas, porque las mejores son extraordinarias; esos chistes malos, digamos, que suele proferir para "espantar a los burgueses": "Ciro Alegría me parece un escritor muy superior a Rulfo" Y luego declara que "no se acordaba que era peruano". Bueno ¿Alegría mejor que Rulfo? ¡Andá! Allá los que se emocionan y se creen la broma de día de los inocentes anticipada.

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Grass detrás de escena

8.26.2008
Gunter Grass. Fuente: olganza.com

Todos recuerdan el cuento "Las babas del diablo" de Julio Cortázar, aunque quizá sea sobre todo por la estupenda (aunque una amiga mía la detesta) versión titulada Blow-up que hizo sobre ella Michelangelo Antonioni. Pues Gunter Grass recuerda la película (y probablemente también el cuento) y ha decidido usar el mismo recurso para escribir la segunda parte de su autobiografía (no tan polémica como Pelando la cebolla, la primera parte) en el que el juego de ficción-realidad es más complejo. La espero con ansias:
El Premio Nobel de Literatura Günter Grass se ha dedicado en su nuevo libro, Die Box (La caja), a contar ante todo historias de familia (...) La tentación de ver en Die Box una continuación de Pelando la cebolla -libro que generó un escándalo por la revelación de que Grass había sido miembro de las SS- es evidente, al igual que la de ver la obra como una autobiografía. El personaje central es un escritor cuyas obras tienen los mismos nombres que las obras de Grass. Sus hijos, que son los que van contando la historia, tienen otros nombres distintos a los reales, pero coinciden en el número y en la profesiones. Sin embargo, hay un elemento fantástico que desbarata la idea de que la obra es una mera autobiografía: una cámara fotográfica -la box- que, como lo explica un personaje, ve cosas que no están ahí, cosas que ocurrieron antes o que ocurrirán más tarde o deseos de los personajes fotografiados. Es inevitable pensar en dos cuentos de Cortázar: El apocalipsis de Solentiname y, sobre todo, Las babas del diablo, texto del que partió el italiano Michelangelo Antonioni para rodar su película Blow up. En ambos relatos, la cámara de un fotógrafo descubre verdades horribles que no se ven con la mirada natural. En un caso porque ve de manera más honda y en otro debido a que, como la box del libro de Grass, es profética. El libro está dedicado a la fotógrafa Maria Rama -muerta en 1977-, presunta propietaria de la cámara mágica y a quien Grass pone en su boca una explicación de las particularidades del aparato. La cámara, explica, se volvió loca durante la guerra al ser la única superviviente de un taller de fotografía después de un bombardeo. Una posible lectura del libro -que habría que calificar con novela autobiográfica o, mejor, como autobiografía fantástica- podría concentrarse en las historias de los dos matrimonios de Grass y de algún otro amorío, y en la forma como vieron todo ello sus ocho hijos
Y como nadie está conforme, algunos medios, como el diario Die Welt o la revista Der Spiegel, han mostrado cierta decepción porque, a diferencia de lo que ocurría con Pelando la cebolla, en esta ocasión todo haya quedado en un plano doméstico y no haya escándalos que explotar. Nunca se darán satisfechos los periodistas si no les mandan carne cruda.

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Aira vs Cortázar

7.09.2008
César Aira. Fuente: lavoz.com.ar

César Aira se encuentra en España, invitado a un taller en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, y no ha querido perder la ocasión para despotricar contra Julio Cortázar a quien califica de "Borges de latón" o solo "bueno para iniciar a escritores adolescentes". Pero no hay de qué preocuparse, aclara, pues un buen escritor solo aparece cada 5 siglos y Argentina puede descansar en paz, pues ya dio a Borges. Luego se manda contra el mercado:
El mal, según Aira, no son las medianías sino los cazatalentos y una prensa con el "mal hábito" de descubrir "cada quince días" un escritor "imprescindible". "La literatura literaria es una actividad estrictamente minoritaria que interesa a poquísima gente -explica- "y lo que se practica hoy es una novela comercial, que es una puesta al día temática de la vieja novela del siglo XIX". De su profesión, Aira entiende que "es una actividad tan rara que a veces los defectos sirven más que las virtudes. De hecho, los escritores muy virtuosos suelen ser los más aburridos". Frente a la mediocridad y el aburrimiento, , el autor argentino defiende lo nuevo, puesto que ya se han escrito demasiados libros buenos. Y "si no alcanza toda una vida para leerlos -se pregunta- ¿para qué se necesita alguno más?"

No le falta razón pero, cuidado don César, no vaya a convertirse en otro Fernando Vallejo. Ud. tiene cosas más interesantes que decir que solo rajes.

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Contra todo

7.06.2008
Fernando Vallejo. Foto: mienlace

Vamos a divertirnos un rato con Fernando Vallejo. No es difícil, solo hay que lanzarle una serie de nombres y ver cómo despotrica de cada uno de ellos. Su insulto favorito es "están mal escritos", que en sus palabras lo mismo puede significar que le falta una tilde o carecen de técnicas literarias o dios sabe qué. Bueno, ahí les va algunas metralletas de Vallejo dadas a la revista Ñ, como dije, solo para reírnos un rato. Contra todos pero, en realidad, contra sí mismo.

Contra García Márquez dice:
El personaje me interesa muy poco; me parece más bien un cortesano del tirano de Cuba. Es una vileza alcahuetear semejante monstruosidad. Esta es mi opinión sobre García Márquez persona. Es un escritor que escribe novelas en tercera persona, con las que ya me peleé. Yo no he escrito ninguna novela en tercera persona, todas son en primera persona. La tercera persona me parece un camino trillado en la literatura, no va para ningún lado. Por lo demás, García Márquez es un escritor correcto que conoce en cierta forma el oficio.


Contra Julio Cortázar:
No lo conozco. Lo he ojeado y me da la impresión de que no sabía escribir. No sabía justamente el idioma literario, escribía pobremente. Y los jóvenes hacen este cálculo: si este escritor tan malo es nuestro gran escritor, entonces por qué yo no puedo ser igual a él.


Contra Jorge Luis Borges:
El Aleph es un relato muy hermoso, logrado, espléndido. Ya sólo con eso bastaría para que su nombre quede en la literatura. Pero no pienso que sea tan grande como se dice. Lo han hecho tan grande porque desde el mundo anglosajón y francés lo pueden entender muy fácil: no es un escritor muy propio de la lengua española. El español no era tan importante en su literatura. Por lo demás, usa las palabras impropiamente, y además es afectado. Tiene afectaciones feas.


Contra la narrativa latinoamericana actual:
(...) no conozco muy bien la nueva literatura latinoamericana. Ojeo libros por encima, y me doy cuenta de que están muy mal escritos. Los escritores no han descubierto una cosa esencial: existe un idioma literario contrapuesto al idioma hablado o coloquial. El idioma literario tiene unas fórmulas, una sintaxis y un léxico mucho más rico que los de la lengua hablada, que es un desastre dentro de todos los ámbitos de nuestro idioma. Es un adefesio, paupérrima, perdió toda expresividad. Y los escritores desconocen la lengua escrita. Ahora, en cualquier escritor moderno, lo único que hay es una voluntad obstinada por llegar a ser escritores. Pero no tienen qué contar ni tienen qué decir, ni tampoco saben cómo decirlo. Les falta oficio: no han hecho un descubrimiento tan elemental como es éste. Esto no quiere decir – –que uno tenga que escribir en lenguaje literario: uno puede escribir en lenguaje literario o en lenguaje coloquial, o en una mezcla de los dos. Yo he decidido escribir en lenguaje literario identificado por el habla, y en el caso del habla he descubierto el habla de Colombia. Hubiera podido también trabajar también con el mexicano, el argentino o con cualquier otro. Pero puesto que la que tengo en la cabeza es la de aquí, con ésta me identifiqué yo. Manuel Mujica Lainez, por ejemplo, sólo escribía en lenguaje literario, nunca en lenguaje coloquial. En los años setenta, en Latinoamérica, se escribieron muchos libros en el lenguaje coloquial nacional. Manuel Puig, por ejemplo, escribía más o menos en argentino, aunque algo sabía del lenguaje literario. Pero volvamos al principio: los escritores no conocen el oficio, no reflexionan sobre lo que hacen. Y lo peor de todo es que tampoco tienen qué contar porque usualmente son muy jóvenes. . .

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WENDY GUERRA por Mordzinski

5.20.2008
Wendy Guerra. Foto: Daniel Mordzinski

Y ya que estamos hablando de Julio Cortázar, aquí una foto de Wendy Guerra en plan de viuda literaria visitando la tumba del autor de Rayuela. Daniel Mordzinski me comenta: "Nuestra querida "39", Wendy Guerra está en Francia presentando su novela "Todos se van" publicada por la prestigiosa editorial Stock. Estuvo invitada en el Festival de literatura de viaje de St Maló,
Etonnants Voyageurs y realizó numerosas presentaciones en librerías y en la Maison de l'Amerique Latine. También encontró un ratito para visitar a Julio en el cementerio de Montparnasse."

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Releyendo a Cortázar

Disco de Julio Cortázar. Fuente: alkon.com.ar

Me entero en el blog del estupendo crítico Christopher Domínguez Michael (digan lo que digan, difícilmente encontrarán sus detractores -que luego de su Diccionario suman decenas- un crítico con la cultura y la agudeza de Christopher Dominguez Michael, aunque no deja de ser obviamente polémico) una nota sobre el libro de Beatriz Sarlo Escritos sobre literatura argentina (Siglo XXI) y ahí, un comentario sobre Cortázar que me parece interesante discutir. Lo resume así el crítico mexicano:
En un ensayo escrito con motivo de los ochenta años que Julio Cortázar hubiese cumplido en 1994, Beatriz Sarlo se pregunta, palabras más, palabras menos, qué hacer con Rayuela, novela tan adorada y luego, un poco vergonzosamente, enviada al cuarto de servicio. Tras aclarar, siendo justa y estricta, que la combinación de novedades que traía Rayuela al aparecer en 1963 no fue cosa menor, Sarlo pide que a Cortázar no se le siga juzgando con condescendencia, como al escritor fácil destinado a los lectores primarios y sentimentales. Cortázar, argumenta, no puede ser acusado por culpa del cortazarianismo, ese anticonvencionalismo juvenil de los años sesenta. Una objeción salta de inmediato: fue Cortázar, precisamente él, el primero y más entusiasta de los cortazarianos.

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Angel Rama diarios

5.18.2008
Angel Rama. Fuente: letras-uruguay

Se publican los diarios del crítico uruguayo Ángel Rama, gracias a la editorial argentina El Andariego y la uruguaya Trilce. El nombre de Rama está ligado no solo a la crítica literaria latinoamericana, y en especial a los autores del Boom, sino a Manuel Scorza al haber muerto junto a él y a otros escritores en un fatídico vuelo en Colombia. La publicación de los diarios permite leer las estampas que Rama escribe sobre diversos autores ligados a esos años de esplendor de la literatura latinoamericana con los que tiene, según dice la nota en Radar Libros, una relación ambivalente. Dejo aquí algunas frases. Sobre Onetti, por ejemplo, lo describe así en los años 80:
Físicamente mal, no sólo por sus setenta, sino por la hinchazón, la dificultad para moverse, los malestares varios que no creo puedan atribuirse todos al alcohol. Sigue tomando, preferentemente vino, quizás en dosis mayores de las que puede soportar, pero su decaimiento físico parece responder a más causas que Dolly no llega a enumerar ni conocer. Ella lucha día a día contra la dosis de vino, pero también para llevarlo a los médicos y curarlo. Ve mal, se le inyectan los ojos repentinamente y le lloran; se fatiga muy pronto, incluso la mera conversación. Pero espiritualmente está muy bien, feliz en su encuentro con amigos en la intimidad, aterrado con el público como siempre, parloteador y bromista incluso, menos áspero y defensivo que antes. Lee sin cesar novelas, preferentemente policiales, tendido en la cama, bebiendo y fumando, pero agradece que lo visiten y acompañen. Carlos Martínez [Moreno] y yo hicimos de acompañantes e improvisados enfermeros, ayudando a Dolly, y él dejaba hacer con placidez. Ruffinelli nos puso a todos en un hotel separado, junto con Fernando Alegría, de modo que pasamos la mayor parte del tiempo libre con él.

Sobre Gabriel García Márquez dice:
En las largas conversaciones con Gabo, siempre la curiosa impresión de que se maneja con “historias” que son casi materiales literarios, sucesos de la vida que resultan llamativos e ilustrativos, pero sin trasladarlos al servicio de normas generales o leyes del funcionamiento político o económico, como tiendo a hacer yo. La sensación de que manejamos dos diferentes instrumentos cognoscitivos. En México, Gabo me pasa el original de su próxima novela Crónica de una muerte anunciada que leo en la noche sin soltarla. Tiene sólo 180 páginas de máquina y es una suerte de Cien años concentrada, a la manera de El Coronel. Un “fait divers” admirablemente contado, con una precisión más austera que en los Cien años, utilizando los mismos recursos, pero con más energía y concentración, con menos deslices de esa mala poesía que hay en los Cien años.

Y con Julio Cortázar no tiene concesiones:
Desagrado, cólera y más tarde una larga, larga depresión, cuando oí a Cortázar en el acto de presentación de la revista Sin censura que él patrocina en París.
Me consta su falta de información política y no digamos económica o social, y su escaso discernimiento para la problemática internacional. Como él confiesa, hasta mediados los sesenta era un literato puro que además nada sabía de América latina. Lo desgraciado es que no ha hecho reales esfuerzos para informarse mejor, estudiar los problemas y verlos con una perspectiva objetiva. Pero a pesar de que sigue siendo un “literato puro” opina sobre política con tal simpleza, ignorancia de los asuntos y elementalidad del razonamiento, que produce o descorazonamiento o cólera. A mí las dos cosas y concluyo abominando de los escritores metidos a políticos: concluyen haciendo mal las dos cosas.

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Luis Harss aparece

1.31.2008
Luis Harss en su estudio, donde aún usa máquina mecánica para escribir. Foto: Melisa Verner. Fuente: adn.cultura

Luego de ser el Sumo Pontífice de la crítica literaria lainoamericana, y ser uno de los responsables del Boom Latinoamericano gracias a su libro Los nuestros, Luis Harss desapareció a principios de los 70 y no se supo más de él. Tomás Eloy Martínez lo encuentra de casualidad y le hace una entrevista donde recuerda, entre otras cosas, aquel grupo que se llamaba a sí mismos (con una ironía que sería mal vista en los anónimos blogs contemporáneos) La Mafia y que cambió para siempre la literatura en nuestro idioma.

Dice Harss sobre el inicio de Los nuestros: "Existía la Mafia, como Fuentes, Cortázar y Vargas Llosa llamaban a su grupo de amigos; era una especie de trenza de escritores dispersos por México, París, Buenos Aires. Se leían los unos a los otros, y se admiraban. ...sa era la nueva novela latinoamericana de aquellos años. En realidad, antes no había existido en el nivel continental, como sí sucedió con los poetas. Toda esta gente vivía en el idioma más que en el país. Los unía la idea de que su país común era el idioma español, y ese idioma era un artefacto arcaico y rechinante que necesitaba ser revivido y renovado, reclamaba desesperadamente una transfusión de sangre y de vida. La Mafia, entonces. La primera punta de ese ovillo que conocí fue Cortázar. Cortázar me dijo: "¿Sabés que hay otro tipo, acá a la vuelta, que se llama Mario Vargas Llosa? Ha publicado un solo libro, no es muy conocido todavía, pero es un excelente escritor. Te lo recomiendo". Lo encontré en un cuartito oscuro y allí me senté con él ante un grabador. Y así con los otros. Los llamaba por teléfono o me presentaba en su casa, llamaba a la puerta, y decía: "Me dicen que has publicado una novela muy buena" Algunos de ellos me tuvieron que prestar sus libros. Así los fui conociendo. (...) Los autores mismos me fueron llevando de uno a otro. Cortázar, sí, me dio el envión y me aportó su criterio. Antes de escribir el capítulo sobre él, leí Rayuela y todos los cuentos que había publicado hasta ese momento. Le entregué mi texto y él hizo varias marcas. Me decía "acá está mal" o "no es así". El capítulo sobre Cortázar es el más confuso de mi libro, porque es el que escribí más a tientas. Pero desde otro punto de vista es el más completo porque tuvo la amabilidad de aclararme cada cosa que yo no entendía. De ahí pasé a Vargas Llosa, y a los demás.

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