MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Una década literaria argentina

12.22.2009
Mapa de la literatura argentina de última década. Fuente: suplemento ñ


El suplemento Ñ preguntó a 60 escritores argentinos sobre quiénes representarían la primera década literaria del siglo XXI en su país. Con una literatura tan prolífica como la Argentina, la falta de consenso era presumible. Y así fue. Por eso, el mayor acierto de la nota es quizá el título: Una galaxia de estrellas solitarias. Las preguntas fueron cinco: ¿Cuáles son, para usted, los libros de autores argentinos más significativos de la década? (Mencione cinco títulos en orden de prioridad.); ¿Qué autores, argentinos y extranjeros, tienen gravitación en su obra?; ¿Qué es hoy lo actual y lo caduco en la literatura argentina?; ¿Cómo percibe las relaciones entre literatura y mercado?; ¿Cuáles considera que son las principales instancias de legitimación literaria: la publicación en determinada editorial, el aval de escritores de prestigio, la universidad, la crítica periodística o académica, los suplementos literarios, los blogs, los premios, la presencia en mesas redondas y eventos culturales, la aceptación de los lectores? Las respuestas a tales preguntas resultaron bastante gaseosas, a decir verdad, pero algunas conclusiones son interesantes. Esta es la lista que logró conformarse:

LOS DESTACADOS

Cumpleaños, César Aira Novela (Mondadori, 2005. 106 pags.)

La grande, Juan José Saer Novela (Seix Barral, 2005. 435 Pags.)

Tener lo que se tiene, Diana Bellesi Poesía (Adriana Hidalgo, 2009. 1204 pags.)

Potlatch, Arturo Carrera Poesía(Interzona, 2004. 200 pags.)

Boca de lobo, Sergio Chejfec Novela (Alfaguara, 2000. 184 Pag.)

El último lector, Ricardo Piglia Ensayo (Anagrama, 2005. 190 pags.)

TRAYECTORIAS RECONOCIDAS

Cuentos completos, Fogwill Cuentos (Alfaguara 2009. 464 pags.)

El pasado, Alan Pauls Novela (Anagrama 2003. 560 pags.)

La mitad de la verdad, Irene Gruss Poesía (Bajo la luna. 339 pags.)

Donde yo no estaba, Marcelo Cohen Novela (Norma 2006. 728 pags.)

Un arte callado, Joaquín Giannuzzi Poesía(Ediciones del dock, 2008. 84 pags.)

Mundar, Juan Gelman Poesía (Seix Barral, 2007. 134 pags.)


LAS REVELACIONES

Cosa de negros, Washington Cucurto Relatos(Interzona, 2003 172 pags.)

Los topos, Félix Bruzzone Novela (Mondadori, 2008. 172 pags.)

El trabajo, Anibal Jarkowski Novela(Tusquets, 2008. 298 pags.)


DESTACADOS EN NO FICCION

Borges, Adolfo bioy casares Diario (Destino, 2006, 1664 pags.)

Osvaldo Lamborghini, una biografía, Ricardo Strafacce Ensayo y biografia(Mansalva, 2008. 895 pags.)

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César Aira locuaz

12.02.2009
César Aira en el libro de Daniel Mordzinski, fotografiado en la bañera por Daniel. Fuente: hispacpage

¿Y ahora qé? ¿Dejará de ser el misterioso misterio de América Latina? Una muy extrensa entrevista a César Aira en México DF, en la que se muestra insólitamente locuaz, aparece en la última edición de Letras Libres. Habla de todo, absolutamente de todo. Desde cómo escribe hasta su influencia de Trilce de Vallejo. Sobre los escritores intelectuales y los subsidiados. Sobre qué significa que lo crean outsider hasta por qué escribe novelas breves. El ABC Aira, ni más ni menos. La revista la realizó Pablo Duarte y ha sido publicada también en el suplemento ADN de La Nación en Argentina. Selecciono aquí algunas preguntas:


-¿Ser una figura pública es un agobio? ¿Un mal necesario?
-Lo es solamente en los viajes. En la Argentina he bajado la cortina y nunca hay entrevistas, muy de vez en cuando participo en algún congreso, en un panel, una o dos veces al año. Y no hago ningún tipo de vida pública. Cuando viajo sí, porque a veces es el precio que hay que pagar para que lo lleven a uno a algún lugar lindo del mundo, y lo hago con gusto. Hablar de uno mismo siempre reconforta el ego, sobre todo ver que hay algún interés por uno.

-Más bien es usted una figura retraída, doméstica...
-Sí, sí. No porque sea una estrategia mía, es lo natural en mí. Me sigue gustando escribir, cosa que es bastante rara entre escritores. Quiero seguir escribiendo. Tomarme tiempo, tener disposición mental para escribir. No necesito exposición pública.

Está también la idea de que el escritor tiene que opinar sobre todo, volverse una especie de oráculo...
-Hay muchos a los que les gusta eso. El hecho de haber escrito unos libros es la excusa para hacer esto que quieren: opinar sobre el ser nacional, como se dice en la Argentina, sobre los problemas sociales del mundo, de la vida, de la ética. Quizá no está tan mal eso, porque después de todo un escritor es un profesional de la palabra. Sabe, ha aprendido, si ha hecho bien su aprendizaje, a hacer oraciones que suenen bien...

-Me gustaría que me contara un poco sobre su proceso de escritura. Ha hablado de que escribe sólo una carilla diaria...
-Mis novelas parten de una idea, de algún tipo de juego intelectual, de algo que me parezca prometedor y desafiante. A ver si se puede hacer, no sé, qué sé yo, un hombre que se transforme en ardilla poco a poco. De ahí me lanzo a la aventura, a ir improvisando cada día.

-¿Dónde escribe? ¿En su casa, en su estudio?
-No, no. Cuando mis hijos eran chicos, vivíamos en un departamento muy pequeño, y me acostumbré a ir a un café, sentarme y escribir ahí. Buenos Aires es una ciudad, bendita sea, que tiene muchos cafés muy acogedores donde uno puede quedarse tranquilamente. En mi caso, nunca mucho. Media hora, una hora, en que me siento, a mitad de la mañana. Mis hijos crecieron, se fueron a vivir solos, pero la costumbre mía quedó. Así que todas las mañanas, a media mañana, me voy a un café y hago mi sesión del día: escribir una paginita, porque voy escribiendo muy despacito. A veces he pensado si lo mío no se parece más al dibujo que a la escritura, en el sentido de que soy muy fetichista de lapiceras, tintas, papeles buenos, cuadernos muy exquisitos, y escribo tan despacito y pensándolo tanto. Todo lo mío tiene un componente visual muy grande. Siempre estoy pensando que se vea bien lo que estoy escribiendo, al final de cuentas me parece que estoy haciendo un dibujo cada día.

A pesar de esa fijación con mostrar, el lenguaje de sus novelas es bastante claro, diáfano.
-Eso lo he hecho por intuición, pero me doy cuenta de que, como la invención mía es tan barroca, no podría agregarle un barroquismo del lenguaje porque sería una superfetación. Para servir a esa imaginación un poco desbocada que tengo, se necesita una prosa lo más llana y simple posible.

-Podría ser visto casi como un gesto de cortesía...
-Eso lo he notado cuando viajo a cualquier lado por la aparición de un libro mío. Yo corro con ventaja porque muchas veces llega un autor a presentar un libro y en la redacción te dicen que tenés que leerlo para mañana. Y resulta ser un libro así de gordo, pesado, aburrido, lleno de reflexiones metafísicas. Bueno, ese entrevistador va a ir con una mala leche... En cambio, en mi caso, es un librito así, de setenta páginas, que se lee en un rato, más o menos divertido. Entonces ya vienen con una sonrisa y me tratan bien.

-¿Así que la brevedad es algo muy pensado?
-Cuando empecé a escribir y a publicar, traté de ir a extensiones normales y publiqué varias novelas de doscientas páginas; en una creo que llegué a trescientas. Pero haciendo un esfuerzo. Y después, a medida que los editores me iban aceptando más como soy, fui yendo a lo natural en mí. Creo que ese formato de unas cien páginas, a veces poco más, es lo natural en mí. Digamos que es el formato ideal para el tipo de imaginación, de historias que yo invento.

En cuanto al proceso de escritura, usted ha estado muy cercano a las vanguardias literarias. Me interesa preguntarle sobre la idea de poner más peso en el proceso de creación que en el resultado final.

-Sí, ésa es una de las características, inclusive del arte contemporáneo. Tampoco hay que exagerar demasiado ahí porque este process art termina siendo ombliguista, mirarse a sí mismo.
En esto yo, como en tantas otras cosas, como en el pago de los impuestos, soy normal y voy al término medio. Sí, me interesa el proceso, dejar desnudo el proceso de la escritura, que se vea, pero también tener cierto respeto por el resultado. Que quede algo ahí. Creo que estoy en un término medio.

-A usted, sin embargo, lo ubican como un marginal, como un outsider, un escritor para fieles pero no para mayorías.
-Eso le estaba diciendo ayer a mi editor acá, que yo soy uno de esos escritores que nunca van a tener público, pero siempre van a tener lectores, lectores sueltos. Nunca van a coagular en público, que es lo que hace al negocio. En mi caso no va a ser así.

Hablando de los colegas jóvenes, no recuerdo quién decía que a sus contemporáneos y a sus menores uno en realidad no los leía, sino que los vigilaba. ¿Usted qué relación tiene con sus contemporáneos, con los menores? ¿Los lee?
-Sí, los leo. Leo bastantes dos primeras páginas. Es raro que siga. Creo que la narrativa, en la Argentina por lo menos, ha caído en un realismo un poco chato, casi costumbrista, costumbrista tecno, pero costumbrista al fin. Hay una chatura tal (y me sucede con muchos jóvenes que se reclaman de mi influencia, de mí como modelo) que, cuando leo lo que escriben, me sorprendo. Ha quedado muy relegada la invención. Hay como más voluntad de testimonio, de estas vidas maravillosas que estamos llevando. Creo que la historia les ha jugado una mala pasada a los novelistas, y es que les ha solucionado muchos problemas. Y una novela sin conflicto... Estos jóvenes de clase media, que son los que escriben, los que van a la Facultad de Letras, hoy día ya no tienen ningún problema, la historia se encargó de solucionarles todo. El problema sexual, por ejemplo: hoy los jóvenes no tienen los problemas que teníamos nosotros. Entonces se inventan. O recurren a la neurosis. A la hipocondría. Y toda esa miseria psicológica a mí me cansa. Yo quedé como enganchado a las novelas de piratas: salgamos al mar a hacer algo, a tener aventuras. Este realismo de barrio elegante, Palermo Soho, no me convence.

-Por ahí decía usted que la realidad la hacían los otros, y que usted estaba ahí mirándola como espectador. Me parece que eso tiene que ver con su apuesta y su fidelidad por la fábula y por la invención, algo que es por lo menos poco practicado.
-Exacto. Lo que pasa es que una fábula, un cuento de hadas, es poco serio. Entonces, para darle seriedad, hay que hacerlo bien. Y ahí me temo que estos jóvenes desconfían un poco de sí mismos. No me voy a largar a meter a un enanito volador en mi novela porque eso lo tendría que hacer muy bien para que funcione, entonces se refieren a la rave, que ya lo tienen más controlado.

Para hablar de poesía, usted ha tenido relación con grandes poetas, ha escrito sobre Pizarnik.
-Me formé en medio de poetas, y de ahí creo que viene este amor mío por los libros pequeñitos, que a mí me parecen joyas. Y los libros gruesos me parecen un poco groseros, para seguir con la etimología. Como nunca escribí poesía, en cambio escribí novelitas que parecen libros de poesía. La poesía me parece que es el laboratorio de la literatura. Ahí se prueban las innovaciones, los juegos más extremados. En la narración esos juegos pueden servir como modelos para estructuras distintas...

-¿De la poesía qué más le interesa?
-La buena poesía. Uno de los primeros libros que leí en mi adolescencia y que me hizo descubrir algo importante fue Trilce, de César Vallejo. Ese libro me hizo descubrir que la literatura también podía ser enigma. Cuando lo leí por primera vez, a los catorce o quince años, no entendí nada, ni una sola palabra. Y eso me deslumbró. De hecho, pienso que lo que se llama literatura infantil ahora tiene el defecto de que simplifica mucho el vocabulario. Porque a los niños les encanta, los hechiza la palabra que no entienden. Bueno, a mí me pasó con Trilce, que sigue siendo un libro favorito mío y que me mostró cómo la literatura podía ser enigma, misterio. Lo releo por lo menos una vez al año, le doy una relectura a Trilce para refrescar esa maravilla.

-Quisiera volver al escritor como figura pública, al escritor que opina. Hay una ligereza en usted que puede ser bastante sana. Una ligereza que se corresponde en su escritura...
-Eso es lo que siento naturalmente. Creo que la literatura no tiene una función importante en la sociedad. Por otro lado, pienso que la literatura siempre ha sido, es y va a seguir siendo minoritaria, para unos pocos, y que tiene que ser opcional. Hay muchos colegas míos que casi están predicando la obligatoriedad de la literatura. Hacer leer a los jóvenes. Eso no me gusta. En nuestra sociedad todo se va volviendo paulatinamente obligatorio, así que dejemos la literatura como actividad optativa. Que lea el que quiera. El que quiera leer va a tener mucha felicidad en su vida, pero si no quiere leer, también puede ser muy feliz. No soy un evangelista de la lectura. Ahora se ha puesto de moda eso, promover la lectura. Hay hasta fundaciones que se dedican a eso. Yo sospecho que todos los que hacen ese trabajo, y cobran muy buenos sueldos por hacerlo; no leen nunca. Los que sí leemos no somos tan proclives a promover la lectura. Quizá porque hemos aprendido que es la actividad más libre que uno puede hacer.

-¿Qué opinión le merecen los escritores serios, los intelectuales?
-No saben lo que se pierden. No saben cuánta libertad están perdiendo. Yo pienso, y lo he dicho varias veces, que es cada vez más difícil escribir literatura seria hoy. Ha habido todo un proceso, en los últimos cien años, de ironía, de distanciamiento. Hoy, escribir en serio o hablar en serio es ponerse en el borde, en la cornisa de la solemnidad, de la tontería, del lugar común, del patetismo, de la mentira biempensante. Y quizás es un poco triste eso: estamos obligados al chiste.

En cuanto a la relación del escritor y el poder, aquí en México hay programas gubernamentales que becan a los creadores nacionales...
-En la Argentina por suerte nunca pasó. Desde que existe la Argentina, los escritores han vivido de su trabajo. Eso no sólo les da una independencia respecto del poder, sino que les da también un sentido de la realidad, les da garra. Me parece que un escritor subsidiado es un escritor lavado. No por sumisión al poder, que también los hay, sino que se pierde el sentido de la realidad. En la Argentina muchos de mis colegas están poniendo a México como el ejemplo que se debería seguir, pero a mí no me parece tan bueno. No que tenga nada contra México y la riquísima literatura mexicana, pero eso me parece peligroso.

-¿Y qué escritores mexicanos cuenta entre sus influencias, entre sus lecturas tempranas?
-Lecturas tempranas no tanto, quizá Payno, Azuela. Los de abajo fue una lectura de adolescencia que me gustó; ahí sí hay garra, hay fuerza, hay un sentido de la realidad. Mis novelas de la revolución favoritas pasaron a ser otras, más del tipo dibujo animado: Se llevaron el cañón para Bachimba, de Rafael F. Muñoz, o Los relámpagos de agosto, de Jorge Ibargüengoitia. Y después, estudiándola más, porque soy un lector ordenado, orgánico, descubrí a mis escritores mexicanos favoritos a la fecha, sobre todo Gerardo Deniz, al que leo y releo. Es un poeta enigma. Quizás hasta más que Trilce de Vallejo. Y Elena Garro, que la adoro. Me parece que como escritora es genial, una de esas que aparecen una vez cada cien años. Creo que es la más grande novelista del siglo XX.

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Cecil Taylor quiere leer a Aira

9.09.2009
Cecil Taylor en un álbum grabado en 1958. Fuente: cduniverse

Buenísima la anécdota que Pablo Gianera cuenta en ADN Cultura sobre cómo el legendario pianista neoyorquino de jazz Cecil Taylor se entera, finalmente, de que en Argentina un escritor llamado César Aira ha escrito un célebre texto sobre él. El intermediario es un pianista argentino, Alan Zimmerman. Dice así:

Terminado el show, Zimmerman se sacó una foto con él y le preguntó vagamente, sin expectativa, por la posibilidad de tomar alguna clase. Inmediatamente, Taylor le respondió, pero dirigiéndose a Geri Allen. "Give my number to this man" [Dale mi número], ordenó. "Te vas de acá con un premio", le comentó después la pianista. "No es fácil conseguir el número de Cecil." Hubo luego postergaciones, encuentros y desencuentros telefónicos. Alan tenía que volver a Buenos Aires dos días después y nunca llegó a tomar la clase prometida. Pero en la última conversación hablaron de libros y lecturas. Siempre se supo que, además de escribir muy bien -ahí están para probarlo las liner notes de algunos de sus discos-, Taylor es, como era Lennie Tristano, un lector ansioso e imparcial cuyos intereses van de la literatura a la astronomía (de hecho, está leyendo en este momento un libro "sobre el cosmos"). Alan le mencionó entonces "Cecil Taylor", el cuento de César Aira, posiblemente uno de los textos más logrados que se haya escrito en lengua española sobre un músico. Previsiblemente, Taylor ignoraba por completo la existencia de ese cuento y dijo que quería leerlo, pidió por favor que se lo mandaran traducido a su casa.

Por cierto, gracias al blog "El castillo" de Oliverio Coelho, pueden leer Cecil Taylor de César Aira.

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César Aira en Guayaquil

7.13.2009
César Aira en Guayaquil. Fuente: eltelégrafo

Se inició la Feria Internacional del Libro de Guayaquil "Expo Libro 2009". Tengo la suerte de haber sido invitado a la Expolibro, pero llegaré a Guayaquil recién el viernes 19, así que no podré estar en la Mesa Redonda sobre blogs que se organiza hoy día. Quien ya está ahí es César Aira, quien ayer realizó una conferencia en la que habló sobre el éxito literario (cuando eres medianamente famoso te preguntan cuándo escribes, cuando eres muy famoso te preguntan por tu mujer, dijo), su generación (Arturo Carrera, Oswaldo Lamborghini, Alejandra Pizarnik) y su obra. Dice la nota en "El Teléfgrafo":

Mientras más grueso es un libro, menos literatura tiene”. La frase fue una de las sentencias del escritor argentino César Aira (1949), durante un conversatorio desarrollado el pasado sábado en el marco de la Feria Internacional del Libro, en Guayaquil. Y el dictamen fue duro, cuestionable para muchos, pero ceñido a las convicciones del narrador no tan popular como otros de su nacionalidad, pero que en una de sus obras, Carlos Fuentes lo imagina como el primer premio Nobel de Literatura Argentina. (...) Y César Aira -autor de obras como La guerra de los gimnasios, Cómo me hice monja, Las aventuras de Barbaverde, entre otras- empezó el diálogo austero en sus respuestas. No obstante, a medida que se prolongaba la conversación, el argentino fue soltando “perlas” sobre su literatura y una que otra anécdota que hizo florecer sonrisas entre los espectadores. Sobre la referencia que Fuentes hizo en su novela, Aira comentó que se trataba de una réplica a un texto de su autoría titulado El congreso de su literatura, donde un científico decide hacer clones del autor mexicano a fin de dominar el mundo usando a un poderoso ejército de intelectuales, pero todo sale mal. Balseca, quien dijo que su dialogador representa “las posibilidades y realidades de la literatura latinoamericana actual”, indagó en las formas de construcción narrativa del escritor especializado en novelas cortas, a las que él llama ‘novelitas’. “Desconfío de los que hablan mucho”, dijo el invitado y mencionó que cuando escribe “trato de construir mis páginas de modo pictórico, pensando en qué se parece más al dibujo”. Además –explicó- intenta construir narraciones que, sobre todo, cumplan con cierta estética. Dentro de esta línea, alguna vez formuló el epíteto “esteta del olvido”, que suena bien, pero significa poco y ahora es utilizado por sus hijos cuando le recuerdan que debe darles la mesada.

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Aira reseñado

6.16.2009
César Aira. Fuente: adn cultura

El conde Vladimir Hilario Orlov podría parecer un personaje de novela rusa del siglo XIX, pero en realidad es el protagonista de la última novela de César Aira, La confesión, editada por Beatriz Viterbo. En el ADN Cultura hacen una reseña:

La primera página de La confesión presenta una situación in media res que captura la lectura de inmediato y que invita al recorrido "de un tirón", tal como lo hacen los buenos relatos: "El Conde Vladimir Hilario Orlov fue presa de un barrunto de pánico al ver los cristales con imágenes en manos del niño. La fase crítica de la alarma duró apenas un instante". La escena no transcurre en la Rusia zarista, sino en la Buenos Aires actual, en una casa donde varias generaciones del clan Orlov se reúnen para pasar el día y en la cual aparece, en manos de un niño travieso, un proyector con imágenes del pasado que amenaza con develar un secreto de ese improbable "conde" Vladimir. Al uso ciertamente anacrónico y humorístico del título aristocrático, se agrega la composición extraña del clan: una mezcla de ricos y pobres, de "blancos" y criollos "negroides", presentados de esa manera por el discurso "canalla" y racista del conde, magistralmente logrado en esta nueva novela breve de César Aira. La lectura "de un tirón" a la que invita La confesión contrasta, no obstante, con aquello que surge de la relectura, o acaso también de una primera lectura que, mientras se deja llevar, mantiene un ojo atento al estilo y la forma. Porque tras esa apariencia casual y llevadera de muchos relatos de Aira, habita un estilo trabajado, una habilidosa inclusión de registros paródicos (el racista, el miserabilista, el del odio a los niños), y por sobre todo, una efectiva forma de incorporar segmentos que se refieren a la literatura y a las elecciones estéticas del autor. Todo ello, claro está, sin solemnidad, con la dosis justa de ironía como para instalarse a medio camino entre lo serio y el chiste, pero principalmente, sin dejar nunca de narrar, sin salirse jamás de ese micro-mundo narrativo que, por más extraño, paródico o desopilante que sea, posee, si no su lógica, al menos sí una atmósfera identificable. (...) Al cerrar la última página de La confesión, se presenta una sensación nueva y conocida a la vez: la de haber asistido a un buen relato cuyas múltiples líneas abiertas vuelven a fusionarse sutilmente al final, casi a la manera de esos "perfectos" relatos del siglo XIX, pero con la salvedad de que, como está implícito en la literatura de Aira, no hace falta que esa fusión sea deudora de la lógica ni de los contenidos, sino apenas -¿y qué más?- una conquista del estilo.

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Noche de libros madrileña

4.14.2009
César Aira en Madrid. Foto: Alvaro García. Fuente: el país

El 23 de abril se celebra el día del libro en América Latina, y en España la celebración incluirá descuentos en libros, conversatorios en librerías y demás actividades. Una de las más importantes es la llamada "Noche de los Libros" madrileña que este año tendrá a tres escritores (aunque son más de 400 los convocados) como puntas de lanza: Juan Marsé, César Aira y el recién estrenado fujimorista Jaime Bayly.

El escritor argentino César Aira, autor de más de 30 obras, ofrecerá a las 20.30 horas en la Real Casa de Correos una conferencia sobre su relación con los libros y la lectura. También en la sede de la Presidencia de la Comunidad, a las 22.00 horas, el escritor peruano, ganador del Premio Herralde en 1997 y finalista del Premio Planeta 2005, Jaime Bayly, se encontrará con sus lectores. El Círculo de Bellas Artes será el escenario en el que el escritor y Premio Cervantes Juan Marsé protagonice a las 18 oras un encuentro con lectores. Hay que añadir además los dos debates que se celebrarán en la sede de la Consejería de Cultura que reunirán a Javier Marías con los críticos literarios Paul Ingendaay y Manuel Rodríguez Rivero y a los escritores Vicente Verdú, Juana Salabert y Ricardo Menéndez Salmón. Serán a las 18 y a las 19.30 horas, respectivamente. Por otro lado, a esta IV edición de La Noche de los Libros se incorporan 21 nuevos espacios con programación propia para la ocasión, como Casa Sefarad-Israel, AECID, el Instituto Cervantes, el Museo del Prado, RNE Radio 1 y Radio 3, el Museo Reina Sofía, el Pen Clubespañol, la Universidad Complutense, el Real Jardín Botánico, los Teatros del Canal y el Istituto Europeo di Design, entre otros. En ellas participarán Ray Loriga, Marta Sanz, Antonio Skármeta, Susana Fortes, Andrés Neuman y Tomás Segovia, entre otros autores.

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César Aira entrevistado

3.08.2009
César Aira en Santander. Fuente: adn cultura

En el suplemento ADN Cultura aparece una entrevista de Francisco Ángeles (autor de La línea en medio del cielo) a César Aira, que se realizó en Lima el año pasado. Aira responde ahí que le gustaría escribir como Balzac, pero lo que le sale es siempre un Aira. Habría que agradecerlo. Aquí algunas preguntas:
-Tus personajes tienen un poco eso. Están fuera de la realidad, están ahí más como espectadores que como partícipes.
-No, no creo. En realidad, trato de escribir novelas como todas las buenas novelas. Pero me salen estas cosas raras y no puedo evitarlo [se ríe].

-¿Te gustaría romper con esto de escribir novelas raras?
-Me gustaría escribir como Balzac, sí. Pero bueno? me sale como Aira. A esta altura, me he resignado a que va a salir una cosa un poco rara, no va a salir tan balzaciano. Pero siempre conservo esa esperanza de que me salga una buena novela. -

¿Cuántas buenas novelas crees que te han salido?
-A veces me preguntan cuál de mis novelas prefiero. Yo respondo esas frases hechas, de los padres que quieren a todos sus hijos por igual [risas], alguna tontería por el estilo. Pero reconozco que algunas novelas me han salido especialmente bien. Quizá por casualidad, o seguramente por casualidad, salió algo que me gustó.

-¿Tiene que ver un poco con el azar o con que se trata de experiencias más cercanas a ti?
-No. Creo que se da un conjunto de circunstancias, no se puede hablar de azar. Pero sí de una buena idea, de un momento especialmente bueno en mi vida que me permita seguir con el mismo impulso hasta el final. Que no es mucho, porque esas cien paginitas que suelen tener mis novelas son tres o cuatro meses de trabajo. Pero si lo logro mantener y si la idea inicial fue fecunda y todo funcionó, sale y quedo muy contento.

-¿Cuándo decidiste que tu camino no era el tradicional, que no te interesaba hacer una novela de tipo decimonónica?
-Creo que nunca. Al día de hoy, sigo pensando que podría ser un buen escritor si me lo propusiera en serio. Fue saliendo esa rareza y dándose un poco naturalmente. Quizá hay un gusto por la provocación, por hacerlo distinto de los demás.

-¿Tú crees que esta corriente en la cual te inscribes de la literatura distinta va a empezar a tomar características más o menos reconocibles? ¿Se puede convertir en un movimiento fuerte? -No, en ese caso perdería su esencia. Y además no lo veo en los hechos. Me parece que la novela hoy en día, en la Argentina por lo menos, se está haciendo cada vez más estereotipada, más convencional, de un realismo más chato. Es una corriente de una especie de sencillismo o de facilismo, que es lo dominante ahora.

-Ese esquema tradicional de la novela que viene desde el siglo XIX, ¿tú crees que se va a mantener para rato, no hay nada que pueda amenazarlo por ahora?
-La gran novela del siglo XIX se mantiene viva en lo que los norteamericanos llaman la commercial fiction , el best seller, que está hecho sobre los modelos de la novela del siglo XIX, y sigue muy viva y muy preferida por los lectores, o al menos por los compradores de libros. Un editor amigo mío decía: "De cada diez libros que se piensan, uno se escribe. De cada diez libros que se escriben, uno se publica. De cada diez libros que se publican, uno se vende. Y de cada diez libros que se venden, uno se lee".

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Siete latinoamericanos en Bs As

1.19.2009
Mapa de escritores latinoamericanos. Fuente: la nación

Horacio Castellanos Moya (El Salvador), Juan Gabriel Vásquez (Colombia), Daniel Galera (Brasil), William Ospina (Colombia), Santiago Roncagliolo (Perú), Edmundo Paz Soldán (Bolivia) y Daniel Alarcón (Perú) fueron los siete "samurais" latinoamericanos, entre la treintena de participantes en el Festival de Literatura del Malba que ocurrió el año pasado en Buenos Aires, elegidos para comentar en el ADN cultura el porvenir de la literatura latinoamericana. La conclusión es la misma de todos los encuentros, pero no por lugar común menos cierta: el signo primordial es la pluralidad y la dispersión de temas y formas. Lo dice así el prólogo a estas siete entrevistas:

"Hoy la literatura latinoamericana no tiene que demostrarle nada a nadie", dice el salvadoreño Horacio Castellanos Moya, convencido de que las letras del continente habrían alcanzado, por fin, su definitiva madurez. La confianza del autor de El asco encuentra sus mejores argumentos en la actual diversidad de estilos y tendencias, la imprevisible amplitud en el horizonte de la libertad creativa (un arco que va de la experimentación de César Aira a la variedad de registros narrativos del mexicano Juan Villoro) y, muy especialmente, en la convivencia pacífica entre las propuestas, toda una novedad para quienes durante décadas se enzarzaron en grandes e históricos debates acerca de por qué una estética debía imponerse sobre la(s) otra(s). "A esta altura ya tenemos claro que, más allá de los gustos personales, todas las corrientes son válidas, cada una con su mérito", cierra Castellanos Moya. El campo de batalla parece haberse convertido en campo de creatividad, y por una vez, la aceptación del otro resulta más importante que la imposición de lo propio. El rigor histórico de William Ospina no se opone a la ficción intimista del brasileño Daniel Galera ni a la pasión por "la palabra justa" de Alan Pauls. El acento performático de Mario Bellatin no es más ni menos valioso que el interés periodístico de Santiago Roncagliolo o la mirada política de Martín Kohan. Ya no se le teme a la libertad del que piensa y escribe desde la esquina opuesta del ring. Es más: en el ring del siglo XXI se discute, pero raramente se condena (...) Edmundo Paz Soldán, que además de escritor es profesor de literatura latinoamericana en Estados Unidos, afirma que el argentino César Aira y el méxicano Mario Bellatin ampliaron el espectro de la "tradición excéntrica", aquella que se aparta del realismo tradicional para aventurarse a construcciones más experimentales. Aira y Bellatin han hecho escuela y en las nuevas generaciones su influencia pesa tanto que en rigor esa literatura -señala- ya no podría llamarse "periférica". Junto a ella se mantiene la línea más realista y social, un tronco central de la tradición latinoamericana, y basten como ejemplo Juan Gabriel Vásquez, Santiago Roncagliolo, Daniel Alarcón y el propio Paz Soldán. En ellos, el factor político no es asunto menor. Lo que sí ha muerto son las viejas utopías: ya nadie entiende la literatura como una forma de militancia política.

En la nota hubo espacio para comentar lo que significó, en su real dimensión, ese encuentro llamado Bogotá 39, un maravilloso grupo humano del que nunca dejaré de decir que me siento orgulloso de pertenecer. Sin proclamas, sin manifiestos, sin buscarle tres pies al gato, sin postboom o mini boom, solo unos amigos que hacen lo mismo reunidos para estar juntos (si me disculpan el juego de palabras):

La iniciativa Bogotá 39, que en el Hay Festival de 2007 reunió 39 escritores latinoamericanos menores de 40 años, puede ser tomada como un momento de mutuo reconocimiento que fortaleció el espíritu de grupo, si no literario, al menos generacional. Más atrás, la antología McOndo, editada por los escritores chilenos Alberto Fuguet y Sergio Gómez a mediados de los años 90, que intentó presentar una nueva narrativa latinoamericana -urbana y realista al modo norteamericano, reacia además al realismo mágico-, puede ser tomada como antecedente lejano. Pero mucho ha cambiado desde entonces. Hoy, con el mundo convertido en aldea, prima la diversidad y no parecen tiempos de proclamas grupales.

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25 años argentinos

12.15.2008
Tiempo y literatura. Fuente: Clarín

La revista Ñ del diario Clarín le dedicó un homenaje a los 25 años de cultura en democracia en Argentina. La literatura no está ausente en este recuento, y Josefina Ludmer -una de las críticas más lúcidas de Latinoamérica- es la encargada de explicar qué es lo que ha ocurrido durante todos estos años en el artículo "Los tiempos de la ficción". Ludmer divide en tres estos años, pasado, presente y futuro, como tres fantasmas navideños. Y demuestra que la literatura argentina se ha sabido posicionar de esos tres espacios de manera contundente, con mayor interés en el pasado y el presente que en el futuro. Les dejo la lista de obras que cita Ludmer, para que le sigan la huella:

El pasado es nacional y memorial

Los cautivos. El exilio de Echeverría de Martín Kohan, El pasado de Alan Pauls, En estado de memoria de Tununa Mercado, El común olvido de Sylvia Molloy, El desierto y su semilla de Jorge Barón Biza, Letargo de Perla Suez, El teatro de la memoria, de Pablo de Santis, Secretos de familia, de Magdalena Ruiz Guiñazú.

El futuro es global y formal

El árbol de Saussure. Una utopía, de Héctor Libertella, El juego de los mundos de César Aira.

El presente es territorial y barrial

Ocio de Fabián Casas, Rabia de Sergio Bizzio, Monserrat de Daniel Link, Banco a la sombra de María Moreno, Historia del Abasto de Mariano Siskind, Cosa de negros de Washington Cucurto.

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César Aira en Lima

12.01.2008
César Aira en Lima. Fuente: Correo

Estuve en la presentación que César Aira hizo ayer domingo en Lima, con que se celebró la aparición en Estruendo Mudo de Como me hice monja (una edición que implica un plausible esfuerzo pero de pésima carátula, por cierto, ¿cómo se les ocurre poner a una monja en la carátula, aunque sea el esperpentode Rossi de Palma... es que no han leído la novela?). Nada notable, nada digno de recordar, en una presentación más bien discreta (estuvo mucho mejor hace unos años en la Universidad de Lima) salvo una broma: la interpretación -¿real o imaginaria? con Aira nunca se sabe- del titulo que hizo un "investigador argentino" cuyo nombre no ofreció. Cito de memoria:

Aquel investigador dijo que "Cómo me hice monja" era una broma que ocurría al invertir "monja" por "jamón", es decir que el título verdadero sería "Cómo me hice jamón", lo que implica en Argentina "Cómo me ice fiambre" es decir cómo me morí, que es lo que pasa al final de la novela.

Obviamente, todos los periódicos de Lima quisieron entrevistar a César Aira. La entrevista más interesante la consiguió "El Dominical" gracias a Diego Otero, quien le preguntó sobre sus influencias literarias:

Respecto de lo primero: es cierto que no me atraen Vargas Llosa o García Márquez, pero sí lo hacen Guimaraes Rosa o Lezama Lima (para no mencionar sino a autores con doble apellido). Cada cual tiene sus gustos, y así debe ser. No tiene por qué haber autores obligatorios. Bastante poca libertad tenemos en la vida como para renunciar a la que sí podemos tener en nuestra vida de lectores. Y no es tan cierto que no lea a mis colegas vivos; lo digo para evitarme dificultades. Y sí: mi fuente principal de inspiración (y de temas y de procedimientos) es la cultura popular, pero no la cultura popular buena, que no creo que la haya, sino la mala, la vulgar, la de los pobres. Ahí encuentro la materia alquímica de la poesía.

Además, se desmarcó de la idea que se tiene de él como un escritor "raro" o "vanguardista":

A lo largo de la modernidad los escritores hemos puesto tanta ironía, tanta distancia, hemos hecho tantos juegos y experimentos con el lenguaje y la representación, que se ha vuelto muy difícil escribir en serio sin caer en la solemnidad, en la obviedad, o en la tontería. ¿Quién puede hablar en serio hoy en día? Un cura, un policía, un político. La seriedad ha quedado presa en una alternativa de hierro: la hipocresía o el cinismo. De cualquier modo, no es un problema que me desvele.

Otra entrevista interesante es la de Manuel Erausquin en "Correo" donde habló sobre todo de sus fobias anti-Boom:

[Cortázar] Fue y me sigue pareciendo un escritor de iniciación. Espero ver un adolescente con libro de Cortázar en la mano y yo en los años sesenta fui un adolescente con los libros de Cortázar en la mano y vivía entusiasmado con eso. Y me da la impresión que contemporáneos míos siguen prendados de Cortázar por lealtad a su propia juventud. [Vargas Llosa] No lo tengo en mi mente habitualmente. No es un tema que me preocupe. Yo leí de muy joven las novelas que salieron: La Ciudad y los Perros, La Casa Verde y Conversación en La Catedral. En ese momento a todos nos sorprendía y maravillaba la habilidad técnica, sobre todo en Conversación en La Catedral. Luego, lo dejé de seguir. Pero ahora que lo recuerdo leí una que no me gustó nada, y que ese fue el motivo para ya no seguirlo. La novela fue Pantaleón y las visitadoras. Mira, de pronto soy injusto.

Mientras que en el diario La República, cuya página web actualmente es un desastre, Pedro Escribano logra arrancarle a Aira una de esos petardos estrafalarios, más absurdos que cualquiera de sus (peores) novelas, porque las mejores son extraordinarias; esos chistes malos, digamos, que suele proferir para "espantar a los burgueses": "Ciro Alegría me parece un escritor muy superior a Rulfo" Y luego declara que "no se acordaba que era peruano". Bueno ¿Alegría mejor que Rulfo? ¡Andá! Allá los que se emocionan y se creen la broma de día de los inocentes anticipada.

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Feria del Libro Ricardo Palma

11.12.2008
César Aira estará en Lima para la Feria de Miraflores. Fuente: la voz

A pesar de ser la más antigua de Lima, la Feria de Libro Ricardo Palma que se lleva a cabo en Miraflores siempre es vista como la hermana menor de la FIL Lima 2008. Yo le tengo especial cariño porque mi padre siempre me llevaba de la mano y me compraba algún libro; hoy hago eso yo con Andreas (que es más pedigüeño que yo de niño definitivamente). Este año, los organizadores de la Cámara Peruana del libro han querido darle un vuelo internacional importante a la Feria con figuras como César Aira (que editará una antigua novela suya con Estruendo Mudo), Carlos Chernov (reciente ganador del premio de novela de Norma) y José Ovejero. Además de la presentación de las novedades de autores como Alonso Cueto y Edgardo Rivera Martínez y homenajes. Dice la nota:

Los escritores argentinos César Aira y Carlos Chernov, la chilena Antonia Katz y el escritor español José Ovejero, forman parte de los escritores invitados a la 29 Feria del libro Ricardo Palma, la misma que se inaugurará el próximo 29 de noviembre. Naturalmente también estarán autores peruanos como Miguel Gutiérrez, Edgardo Rivera Martínez, Alonso Cueto, César Hilde-brandt, entre otros, quienes presentarán novedades literarias. También la feria rendirá homenaje a escritores y artistas como el historietista Julio Fairlie. Así también a fallecidos, como es el caso de José Adolph, Manuel Scorza, Constantino Carvallo y la soprano Yma Sumac. El invitado estelar es César Aira (Buenos Aires, 1949), de quien el 29 de noviembre se presentará su libro Cómo me hice monja. También estará Antonia Katz (Santiago de Chile, 1975), autora del libro Escrito en la piel en el que aborda las relaciones lésbicas. De Argentina también viene Carlos Chernov (Buenos Aires, 1953), médico y psiquiatra. Ahora en Lima dará a conocer El amante imperfecto. Asimismo, el historietista Miguel Rep, quien hará una muestra de su trabajo Los libros dialogan con las bibliotecas. Desde España llegará el escritor José Ovejero que presentará Nunca pasa nada (Alfaguara) La Feria del Libro Ricardo Palma también será marco para que nuestros autores nacionales presenten sus nuevos libros. Miguel Gutiérrez, destacado autor de la generación del 60, presentará La invención novelesca, un libro de ensayo. Alonso Cueto también presentará su libro de ensayos Sueños reales. Lorenzo Helguero llevará la poesía al Parque Kennedy con su poemario Entre el cielo y el suelo. Edgardo Rivera Martínez entregará Diario de Santa María. César Hildebrandt hará lo mismo con su nuevo texto, Cambio de palabras. Asimismo, Gabriela Wiener presentará Sexografías e Hildebrando Pérez llevará Martín, la revista literaria que dirige.

Solo quiero acotar que el libro de Lorenzo Helguero con título de la más fucking canción de Mecano, Entre el cielo y el suelo, es una novela breve premiado en el BCR y no un poemario. Y que es posible, crucemos los dedos, que mi novela Un lugar llamado Oreja de perro (Anagrama) se presente también los últimos días de la feria gracias a Océano.

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Aira vs Cortázar

7.09.2008
César Aira. Fuente: lavoz.com.ar

César Aira se encuentra en España, invitado a un taller en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, y no ha querido perder la ocasión para despotricar contra Julio Cortázar a quien califica de "Borges de latón" o solo "bueno para iniciar a escritores adolescentes". Pero no hay de qué preocuparse, aclara, pues un buen escritor solo aparece cada 5 siglos y Argentina puede descansar en paz, pues ya dio a Borges. Luego se manda contra el mercado:
El mal, según Aira, no son las medianías sino los cazatalentos y una prensa con el "mal hábito" de descubrir "cada quince días" un escritor "imprescindible". "La literatura literaria es una actividad estrictamente minoritaria que interesa a poquísima gente -explica- "y lo que se practica hoy es una novela comercial, que es una puesta al día temática de la vieja novela del siglo XIX". De su profesión, Aira entiende que "es una actividad tan rara que a veces los defectos sirven más que las virtudes. De hecho, los escritores muy virtuosos suelen ser los más aburridos". Frente a la mediocridad y el aburrimiento, , el autor argentino defiende lo nuevo, puesto que ya se han escrito demasiados libros buenos. Y "si no alcanza toda una vida para leerlos -se pregunta- ¿para qué se necesita alguno más?"

No le falta razón pero, cuidado don César, no vaya a convertirse en otro Fernando Vallejo. Ud. tiene cosas más interesantes que decir que solo rajes.

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New Directions semblanzas

5.27.2008
Carátula de la novela. Fuente: the book depositary

La editorial New Directions, una de las más famosas editoriales independientes norteamericanas, afincada en Nueva York, mira hacia América Latina y España y ha publicado a autores como Borges, Octavio Paz, Neruda, Roberto Bolaño, César Aira, Horacio Castellanos Moya, Enrique Vila-Matas, Rodrigo Rey Rosa, Javier Marías. Una nota en el ABCD Cultura, que incluye las declaraciones de la vicepresidenta de la editorial, Barbara Epler, confirman aquel interés con estas semblanzas estupendas, con una mención muy especial a Roberto Bolaño:
«Esther Allen me presentó la obra de Javier Marías -recuerda-. Su voz es absolutamente hipnótica. Te apresa y te lleva a cuestas a lo largo de la historia con un enorme vigor narrativo. Me sorprende mucho que haya dedicado su talento a lo que podrían considerarse estrategias literarias del siglo XIX. Es tan terso que los lectores no se dan cuenta de su singularidad: es muy extraño y su talento, enorme. Una curiosa mezcla del placer narrativo de Muriel Spark y las complejidades de Laszlo Krasznahorkai, por citar autores de nuestro catálogo. La publicación de Tu rostro mañana en tres volúmenes es difícil en Estados Unidos, la tierra con la menor capacidad de concentración del mundo.» A Enrique Vila-Matas lo conoció Barbara Epler en una conferencia multitudinaria con Paul Auster en el Instituto Cervantes de Nueva York: «Lo que más me cautivó de Enrique fue cierto ángulo de sus cejas y sus modales de Bartleby. Una magnífica reseña en Los Ángeles Times señalaba: "Exquisito, estimulante?, el libro idóneo para el inicio del año o su final. Este reseñista podría continuar citando un episodio maravilloso tras otro, pero (y Vila-Matas probablemente lo consentiría) preferiría no hacerlo". Considero que su obra es un alucinante deleite irónico». También ha conocido a César Aira: «Aurelio Major me recomendó que publicara la novela La liebre (The Hare), pero entendí El pelo (The Hair), ¡y me esforcé mucho en dar con ella! Luego, cuando le comenté a Dominique Bourgois que la Feria del Libro de Buenos Aires me invitaba, insistió en que debía conocer a Aira. Así que le escribí con admiración, pero no respondió nunca. Sin embargo, cuando llegué a Argentina se presentó en mi hotel, me dijo que sus editores le gustaban a priori y que me quería mostrar la ciudad. Visitamos tres museos en noventa minutos: fue como habitar en una de sus novelas». «Uno de nuestros representantes comerciales mencionó que el de Roberto Bolaño es un fenómeno semejante al de James Dean -prosigue-. Francisco Goldman insistía en que lo publicáramos, y un editor británico tenía en su poder una traducción para Harvill, por lo que le pedí que me la enviara. Me conmocionó su lectura. Y fue muy positivo que Bolaño publicase primero en New Directions, pues nuestra reputación de editores de narrativa seria consiguió que los críticos le prestaran atención. Con Nocturno de Chile se reconoció de inmediato su estrella, y The New Yorker, que cuenta con un millón de suscriptores, publicó cuatro relatos. Más tarde, cuando presentamos la antología de cuentos Last Evenings on Earth, Francine Prose escribió en The New York Times que su lectura de Bolaño era semejante a la primera vez que había leído a Kafka o a Bábel. Así que primero consolidamos un éxito crítico, y cuando Farrar, Strauss & Giroux publicó Los detectives salvajes y pusieron en marcha la maquinaria de la mercadotecnia, la base de sus lectores se incrementó. Cuando recibió cuatro "conejitos" en Playboy, supimos que había triunfado del todo.» «Nunca había leído nada semejante a Bolaño -confiesa-, esa suerte de diligente fuerza escalofriante que se mantiene en vilo como un chiste o un pastiche, y siempre al final se resuelve. Nunca había encontrado un talento tan plenamente desarrollado surgir de la nada, casi del todo desconocido en inglés, pero de calidad universal. Su obra ha cambiado el diálogo en Estados Unidos, sobre todo entre los escritores jóvenes. Todos citan a Bolaño. No hay fiesta estadounidense en la que no se termine hablando de su obra.»

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El libro gordo de Aira

5.22.2008
carátula del libro. Fuente: elduendedemadrid

En librerías de Buenos Aires y Madrid circula lo que uno nunca pensó ver: un libro de César Aira de 384 páginas. Pero ¿es eso posible? Sí, es posible. Lo ha editado Mondadori bajo el título Las aventuras de Barbaverde y tiene un truco que lo explica todo; son cuatro nouvelles publicadas en un mismo tomo. Las cuatro obras giran, obvio, en torno a un mismo personaje. Pero eso no quiere decir que este gesto no sea una ruptura en la obra de Aira. Lo dice así la reseña en "Radar Libros", anticipando que el experimento deja dudas:
Las aventuras de Barbaverde es un texto donde el lenguaje parodia incansablemente sus posibilidades combinatorias, aunque, a decir verdad, lo de “incansablemente” es una declaración optimista. Ya al promediar la segunda historia (“El secreto del Presente”, quizá la mejor de las cuatro), la reiteración del procedimiento –he aquí lo novedoso de este volumen largo– acusa un efecto paradójico: una vez sistematizado que la cadena admitirá la aparición de cualquier elemento, que sea uno u otro finalmente carece de importancia; vale decir, se liquida la posibilidad del hallazgo, condenando la sucesión al tedio. Al igual que frente al niño que, carente del sentido de la oportunidad, muestra el enésimo dibujo del día o cuenta el centésimo colmo, el lector se limita a avanzar con la misma indulgencia con que podría decir “sí, sí, muy bonito”. Nadie sabe, mejor que Aira, que en literatura es imposible volver a hacer lo mismo: la repetición engendra diferencia. Justamente, todo aquello que en La liebre, Ema, la cautiva o incluso La guerra de los gimnasios sacudía de su anquilosamiento a la lengua de la literatura argentina, sorprendía al lector, ilusionaba al pensamiento, hoy resulta, como en las sucesivas entregas de una aventura de historieta, materia episódica, conocida, cansina.

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Castellano en TQC

12.04.2007
Tha boat wreck. Ilustración de Gilbert Ford para la nueva edición de la revista. Fuente: TQC

Gracias al blog "The Literary Saloon" me entero de que en la nueva edición de The Quarterly Conversation aparece un dossier dedicado a la literatura en castellano. Aparece ahí los siguientea artículos:

Sobre Enrique Vila Matas (The Fruits of Parasitism),

Sobre César Aira (The Literary Alchemy of César Aira),

Sobre Rodrigo Fresán (My Own Private Mexico),

Sobre José Emilio Pacheco (Story, History, or Historia? ) y

Sobre Jorge Ibargüengoitia (Bond, In Mexico An homage to an homage).

Además, una reseña a Los astronautuas en la cosmopista de Julio Cortázar, y otra para The Brief Wondrous Life of Oscar Wao de Junot Díaz.

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Banjo y violincito

11.04.2007
César Aira y Arturo Carrera en los festejos. Foto: Sebastián Freire. Fuente: linkillo

Daniel Link, César Aira y Alan Pauls ya decidieron qué obra ganó el Premio Indio Rico de nouvelle, al que podían optar sólo autores argentinos -nacidos en la provincia de Buenos Aires- entre 18 y 35 años. El Premio será entregado oficialmente el próximo viernes 30 de noviembre a las 19 hs. en el Centro Cultural Ricardo Rojas, y la obra aparecerá en la editorial Estación Pingles y Ediciones Entropía. En el blog de Linkillo se comenta la felicidad de la ceremonia de presentación de los resultados, que incluyó un número musical de banjo y violincito entre el poeta Artura Carrera -un poeta notable que deben conocer de inmediato- y el novelista César Aira. Un lujo.

Discriminando el talento y la verdadera significancia social, la foto que inmortaliza tal evento no saldrá publicada en "Circo Beat" de Somos, ni tampoco en "Ellos & Ellas" de Caretas, y quizá tampoco en "Gritos y Susurros" de ADN Cultura. Pero apareció en el blog de Daniel Link, de donde la reproduzco con felicidad.

Actualización 04/12.- Como en el blog Linkillo no aparecía el crédito del fotógrafo, no coloqué su nombre. Me entero que ha sido Sebastián Freire, cuyo crédito aparece ahora como corresponde.

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Encuesta: Piglia

10.03.2007
Ricardo Piglia. Fuente: literatura.us

Había dejado un poco olvidada la encuesta de la semana, según la cual pretendía encontrar al escritor argentino que los lectores del blog encontraban más influyente en su país. Como recordarán (o quizá no), la lista fue otorgada por Gonzalo Garcés quien dijo que eran cuatro los pilares actuales de la narrativa de su país: Ricardo Piglia, Fogwill, Joan José Saer y César Aira. Para los lectores del blog, Ricardo Piglia es el autor indiscutiblemente superior en influencia sobre los otros tres en este cuadrivio. Consiguió el 44% de los votos. Categórico.

En segundo lugar, quedó mi favorito Juan José Saer con 25%, muy peleado con César Aira que consiguió el 23%. Y rezagado quedó Fogwill, quien sin duda es el menos conocido en América Latina de los cuatro, con sólo 8%. Lo interesante es que la presencia de Piglia tiene aún para rato, pues aún está vivo y su obra está en plena proyección. Mientras tanto, lamentablemente la muerte de Saer deja una obra inconclusa que ojalá encuentre suficientes estudiosos y críticos que la haga resonar. Si no, Saer tendrá que ser simplemente el escritor oculto que fue durante casi toda su vida. Y no debería.

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Daniel Link en Mérida

9.22.2007
Daniel Link postea desde Mérida. Fuente: dialógica

Como dije antes, Daniel Link está en la bienal de Mérida y aunque acepta que es imposible escribir algo sobre ella después de El Congreso de Literatura de César Aira, de alguna de sus andanzas nos enteramos por su blog "Linkillo". Dice, por ejemplo: "Mérida es, para mí, como Córdoba, lo que no es poco decir: postales superpuestas. Anoche, la fiesta se extendió hasta las 4 de la madrugada. Fue una vil estrategia de Bellatin, ese monstruo, para mermar mi audiencia de esta mañana". La ponencia del día siguiente, que Bellatin no pudo frustrar, debía ser, según pedido expreso de los organizadores: "Una ponencia donde exprese sus puntos de vista en torno al impacto que los Premios Herralde y la reciente designación de los 39 mejores escritores hispanoamericanos menores de 39 años tienen en la difusión de la literatura hispanoamericana en el contexto de la lengua". ¡Qué tal pedido! ¡Pobre Link! Felizmente, en este enlace coloca la ponencia para que podamos leer cómo salió, con gran estilo, airoso del encargo. Y me alegra que en ella, además de Aira, se levanta imponente y central en nuestra literatura contemporánea la presencia de Mario Bellatin, ese monstruo.

Dice sobre Bogotá39: "Hay diferencias entre la constelación propuesta por Ladagga [autor de Espectáculos de realidad. Ensayo sobre la narrativa latinoamericana de las últimas dos décadas] y la que propusieron los tres jurados colombianos (Piedad Bonnett, Héctor Abad Faciolince y Óscar Collazos) que eligieron el grupo de 39: la primera es etaria (ninguno de los que considera Ladagga como fundamentales en su pespectiva tiene menos de cuarenta años), la segunda es conceptual: no sabemos a qué aspira la literatura que definen el grupo de los 39. Yo, que conozco algunos de los nombres propios incluidos en esa lista (pero otros no), podría reconocer razonablemente a los autores chilenos allí incluidos (Álvaro Bisama y Alejandro Zambra) como participando de la contemporaneidad que puede deducirse del libro de Ladagga, pero en cambio, no podría decir lo mismo de los argentinos Gonzalo Garcés, Pedro Mairal y Andrés Neuman, de cuyas obras no puedo formular una sóla crítica, pero que carecen de toda posibilidad y todo deseo de colocación en relación con nuestro presente (quiero decir: el presente estético que Laddaga define limpiamente para nosotros, con nosotros). Tampoco encuentro en la nómina colombiana a un escritor mexicano menor de 39 cuya obra sigo con impaciencia, Epigmenio León (también conocido como Nicoménicus) Pero no importa si el grupo de Bogotá es verdaderamente representativo o no (yo carezco de elementos para un juicio semejante). Lo que importa es que sería imposible definir, a partir de ese mero conjunto de nombres, hacia dónde va la literatura latinoamericana, salvo en un dato esencial: va hacia la latinoamericanización, entendida como la unidad no sintética de sus contradicciones, una excentricidad (una elipse con dos centros lingüísticos, un territorio descentrado y que, por eso mismo, ya no puede ser pensado como periférico).

Sobre los premios Herralde dice: "Si los premios que otorgan las grandes editoriales forman al mismo tiempo parte de su dispositivo de exploración de las tendencias actuales de una(s) literatura(s) y de su dispositivo de mercadotecnia (es decir: una estrategia completa de formación de público), el análisis de los nombres incluidos en la colección “Narativas hispánicas” revela la presencia de aquéllos nombres que Ladagga consideraba centrales en su análisis del presente latinoamericano (al menos, los hispanoparlantes): Mario Bellatin y César Aira. Lo curioso es que esos escritores no fueron ni ganadores ni finalistas del Premio Herralde, sino que llegan al catálogo de Anagrama por otras vías: son el resultado de la colisión entre las singulares políticas de publicación de esos dos autores y los intereses de editorial Anagrama: el conflicto entre lo global y lo local resuelto en forma de libro".

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Encuesta: columnas argentinas

9.01.2007

En medio de un conversatorio en la simpática librería Verbalia en Bogotá, Gonzalo Garcés arriesgó una opinión sobre los cuatro pilares en los que descansa la actual literatura argentina: Juan José Saer, Fogwill, César Aira y Ricardo Piglia. Alvaro Enrigue y yo estuvimos de acuerdo con que Juan José Saer no había sido reconocido aún en su exacta dimensión. Gonzalo, en cambio, no compartió el gusto por Saer y se refirió elogiosamente a Fogwill. Por eso la encuesta de esta semana es la siguiente: ¿cuál de estos autores argentinos te parece fundamental para la actual literatura latinoamericana, en general, y la argentina en particular?

Muchas gracias por participar.

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FLIP Paraty 2007

7.11.2007
J. M. Coetzee pasea por Paraty durante la FLIP 2007. Foto: Tuca Vieira. Fuente: FLIP

Y ya que hablamos del Festival Internacional de Literatura Paraty 2007, que se llevó a cabo en Brasil del 4 al 8 de julio, diremos que fue un éxito de público y de ponencias, con una lista realmente genial de autores. Como el año pasado, cuando comenté este mismo evento, me pregunto: ¿no existirá algún alcalde, pro- hombre, eminencia, empresario, o todo eso junto, capaz de hacer un Festival similar en un pueblo pequeño, pintoresco, hermoso, como hay tantos en el Perú? Gana el pueblo con la cantidad de turistas, gana la cultura peruana con el movimiento de escritores notables, ganan los espectadores con las ponencias. Les dejo la página web del Festival para que se enteren de qué trata y se vayan animando.

Entre los autores que asistieron este año destaco a algunos como los premios Nobel JM Coetzee y Nadine Gordimer (que no coincidieron en ninguna mesa), el reciente Príncipe Asturias Amos Oz, escritores británicos tan célebres como el asutraliano William Boyd y el cómico William Self, además de la reciente Booker Kiran Desai y una de sus "competidoras" más cercanas, la anglo-egipcia Ahdaf Soueif, escritores en lengua portuguesa como Mía Couto, Paulo Lins (autor de la promocionada Ciudad de Dios) y la joven Verónica Stigger, una de las invitadas al Bogotá39.

La delegación latinoamericana, que no tuvo este año ningún peruano (el año pasado fue Alonso Cueto), contó con Alan Pauls, César Aira, Guillermo Arriaga, Ignacio Padilla, Rodrigo Fresán.

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