MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Los disfraces de Gabriela Wiener

1.19.2009
Gabriela Wiener disfrazada de Gatúbela, según Andreas. Fuente: Planeta

Hoy Andreas se levantó, cogió uno de los libros que estaban sobre la mesa de noche y me preguntó: “¿Quién es ella?” Pasé saliva. Pensé que por culpa de Gabriela Wiener y su libro Sexografías, y en especial por su foto de contratapa (que ilustra este post), iba a tener que darle a mi hijo (seis años cumplidos el lunes pasado) un curso acelerado de sexo, empezando por la historia de las abejitas hasta llegar a eso de los swingers. Felizmente, antes de empezar se me ocurrió preguntarle: “¿Por qué?” Me respondió: “Porque parece Gatúbela”. Pude sonreír aliviado (hasta que el psicoanálisis no diga lo contrario). Gabriela con lentes oscuros, pelo lacio y largo como cascada sobre medio rostro, escote y short jumper es demasiado hasta para un niño. No sé si a ella le gustaría ser Gatúbela, no creo que le disgustaría en todo caso, pero lo que sí sé que le van bien los disfraces.

Sexografías es un libro de disfraces. En una lectura rápida, uno podría pensar que Gabriela se está exponiendo demasiado, incluso ofreciendo su propio cuerpo como carnada para una crónica. Pero eso no es necesariamente cierto. Salvo en el último relato (titulado “Babies” y en el que habla de la maternidad), en todos los demás Gabriela está disfrazada. A veces ese disfraz incluye, además, un traje. En la mayoría, solo es la voz apenas modulada, la actitud agresiva y en especial la mirada la que va encubierta. Gabriela es una cronista distante y aguda que se disfraza de periodista–gonzo-con-ganas-de-vivir-la-vida-loca para que le hagan más caso y obtener toda la información que, de otro modo, no podría obtener. Juego y provocación, dos elementos químicos altamente explosivos mezclados en el tubo de ensayo una y otra vez. A veces, el resultado es una prosa demasiado snob y pretendidamente “ingeniosa” para ser realmente filosa (hablando del gurú y multiesposo Badani dice “Si Badani fuera un electrodoméstico, sería uno que corta, pica y raya a su interlocutor a miles de revoluciones por segundo.” Y estamos solo en la primera frase del primer texto). Pero en la mayoría de casos, Gabriela consigue lo que busca: entender el sexo no como un casillero aparte en la vida de todos nosotros sino como un tema complejo, sofisticado incluso en su crueldad y en sus posibles variaciones, ambiguo y siempre excitante, como la vida misma debería serlo. A veces hay que dejar que un actor porno derrame un poco de semen en tu zapato para comprobar que el sexo, al fin y al cabo, no es necesariamente eso. Todas las historias del libro, por más escabrosas, confusas o raras que parezcan, nos conducen siempre al final: una mujer embarazada que lleva en su vientre al “futuro”. Los freaks, al fin y al cabo, son los demás. Los que no entienden eso y piensan que el sexo es un ente autónomo alejado de la vida. Los que no son capaces de descubrir que una mujer embarazada, (aunque se masturbe de vez en cuando viendo un canal cutre de sexo o quizá, justamente, porque lo hace), es una celebración de la vida adquieriendo cada día sentido. Un sentido que luego se desmonta para volver a reformularse al día siguiente, siempre el mismo pero siempre distinto.

¿Esa fue la intención de Gabriela? No tiene importancia si a fin de cuentas eso es lo que dice el libro. Detenerse en lo anecdótico de un bar de swingers o del látigo de Lady Monique, seguir la ruta de los transexuales en Lima, aprender palabras nuevas como “Furrymanía” o “Metapornosis”, y descubrir que Gabriela era una freak hasta que se operó los sobacos resulta atractivo, pero no es suficiente. Entender que Gabriela y no el sexo, en realidad, es la auténtica protagonista de estas historias -¿gabygrafías?- tampoco es tan importante. Rodrigo Fresán la llama “suerte de Marco Polo hembra y X-rated”; he ahí una frase ingeniosa. Gabriela tiene varias por el estilo, extraordinarias, pero ni siquiera es eso lo que convierte este libro en un texto notable. Lo que sucede en realidad en Sexografías es que Gabriela, al igual que el depresivo David Foster Wallace (o hipotéticamente su ídola Louise Lane), también es capaz de convertir algo tan ridículo como el mundo de los cruceros mastodónticos –en su caso, por ejemplo, la existencia de dealers pornográficos o las muñecas de la infancia- en una interrogante sobre la condición humana.

Gabriela Wienner es la chica en medio de toda esa legión de falocéntricos y casi misóginos cronistas brillantes que apareció en Etiqueta Negra, con el maestro Julio Villanueva Chang a la cabeza. Como sabe todo aquel que ha visto Seinfeld, la presencia de una chica en medio de un grupo de hombres es fundamental. No es solo una adición más, sino un factor que cambia completamente la ecuación. Gabriela ha llegado más lejos que ninguno de sus compañeros, ha sido más osada en su lenguaje, más malcriada, más despeinada, más X-rated, más divertida. Mientras que todos los demás intentan ser inteligentes y agudos (a veces con éxito), Gabriela simplemente lo es, aunque a costa de ciertas imperfecciones de estilo y boutades. Mientras los otros investigan en hemerotecas, Gabriela parece ser más onda Google y lentes oscuros para entrar a los bares de single acompañada de J., su héroe enmascarado justamente. Gabriela es la hermanita menor y descarada en medio de tanto joven turco que sueña con publicar en The New Yorker o pisar las huellas dejadas por Kapuscinski por todo el planeta. Qué suerte que existe una Gaby para que existan, en su exacta dimensión y diferencia, los demás.

Etiquetas: , , , , , , ,

La moral de la forma según Vila Matas

1.13.2009
Bob Dylan y a moral de la forma según Vila Matas. Fuente: emburucuyá

El último "Dietario voluble" de Enrique Vila Matas empieza con una anécdota imprescindible de Bod Dylan recuperada en un articulo de Rodrigo Fresán. Dice:

Chris Shaw -ingeniero de sonido de cabecera de Dylan desde hace unos años- cuenta que al final de un concierto se acercó al cantante y, refiriéndose a la interpretación que acababa de hacer de It's alright ma (I'm ony bleeding), quiso saber si alguna vez la había vuelto a tocar como en la versión original. Dylan le miró y le dijo: "Bueno, ya sabes, un disco no es más que el registro de lo que estabas haciendo ese día en particular. Y a nadie le gustaría vivir el mismo día una y otra vez, ¿no?".

A partir de esa anécdota (un "credo artístico" según la califica Fresán) Enrique Vila Matas habla de lo que llama la "Moral de la Forma". Puede parecer curioso que use un término como "moral" para referirse a un tema formal. Pero no lo es. Vila Matas sabe, como lo sabemos todos los que nos tomamos demasiado en serio la literatura, que uno nunca escribe igual que antes.

(...) aquí viene algo ahora a tener en cuenta: la innovación, que está ligada a la diversión, se halla estrechamente conectada a la creación de un universo moral. Es decir que se puede llegar a la creación o consolidación de una ética por los caminos de la diversión. Mi moral de escritor está relacionada con una moral de la forma y con la idea de que toda obra escrita está fundada sobre el vacío, pero, aun así, un texto debe tener madera de héroe y tratar de abrir nuevos caminos, tratar de decir lo que aún no se ha dicho. Sí, lo que aún no se ha dicho. Me equivoco, luego escribo. (...) Hay siempre una búsqueda ética en la lucha por crear nuevas formas. Se habla de novelas convencionales divertidas y son, en efecto, divertidas, pero también indecentes. Porque cuando se usa el lenguaje simplemente para obtener un efecto, es decir, para no ir más allá de lo que nos está permitido, se incurre paradójicamente en un acto inmoral. Me gustan los autores en los que hay una búsqueda ética precisamente en su lucha por crear nuevas formas. Está claro que el escritor que trata de decir la verdad, que quiere ampliar las fronteras de lo humano, puede fracasar. En cambio, el exitoso autor de productos literarios que imitan a otros productos ya hechos, no fracasa, no corre riesgos, le basta con copiar el original, con aplicar la misma fórmula esclerótica.


La palabra "innovación" que usa Vila Matas no me termina de convencer, quizá porque está demasiado ligada a los términos empresariales e incluso organizativos para mí, perdido burócrata en mis horas libres (las no dedicadas a la literatura, es decir). Yo creo que habría que sumar dos palabras para poder reemplazarla: Renovación y Aprendizaje. Escribir un libro es aprender. Y al aprender, uno necesariamente queda renovado. Es imposible, luego de pasar por un tránsito vital, no ser otro. Por eso, un auténtico escritor jamás puede escribir el mismo libro, ni imitar un estilo ya utilizado por otro o por él mismo. Como siempre repite Mario Bellatin, y cada vez le creo más, los buenos escritores son los que "no piensan" en sí mismos como autores ni en su forma, sino que escriben desde un punto ciego. No se trata de buscar ansiosamente una forma innovadora para desmarcarse del resto, o revolucionar voluntariamente una forma literaria para escapar de corsés autoimpuestos o evitar que se le considere light o autor-de-fórmula, sino de encontrar en el interior de uno mismo el lenguaje adecuado para decir lo que tiene que decir. Y decirlo. He ahí mi moral.

Etiquetas: , , , , , , , , ,

William Gaddis recuperado

12.08.2008
Recuperado William Gaddis. Fuente: williamgaddis.org

Por primera vez en mucho tiempo, Mercedes Monmany abandona sus territorios centroeuropeos, donde es reina absoluta de las reseñas, y se interna en un territorio más propio de su compañero de suplemento, Rodrigo Fresán, dedicándole una reseña a la aparición de un libro del inhallable norteamericano William Gaddis recuperado por Sexto Piso con su novela Ágape. Dice la reseña:
Había comenzado su callado y extraño culto, que haría de él un mito con cuatro novelas escritas en cuarenta años, pero cuya incomprensión, en sus comienzos, lo heriría en lo más profundo -como sucedió, por otra parte, con otro grandísimo escritor empujado durante décadas al silencio, Henry Roth-, dejando pasar veinte años hasta su siguiente y de nuevo inusual y fascinante novela, J R, de 1975 («su obra más críptica y reveladora», así la califica Rodrigo Fresán en el prólogo de la ahora aparecida Ágape se paga, con una inmejorable traducción, como siempre, de Miguel Martínez-Lage). Es una excelente noticia que la editorial Sexto Piso recupere toda la obra de este gigante olvidado, pero fundamental para entender mucho de lo que vendría más tarde. Un gigante que obtendría dos veces el National Book Award y que desde los años 50 anticipó -y ayudó a que naciera- la revolución de la novela moderna americana, la misma que conoció su efervescencia en los años 60, con autores, entre otros, como John Barth, Robert Coover, William Gass y los citados Pynchon y McElroy. Entre los muchísimos hallazgos para el lector de su tiempo, lo saludable de este autor es que desmontaba todo una y otra vez, en un proceso de caos, creación, reordenación y de nuevo caos, que se retroalimentaba sin cesar. En un mundo que amaba las certezas, los casos sumariamente cerrados, lo que resultaba más atractivo del método Gaddis era que se convertía continuamente en un maestro indiscutible y visionario a la hora de revelar fisuras, errores y abusos en los pretendidos sistemas de orden establecidos, ya fueran artísticos, legales, políticos o financieros. «Todo lo que estaba llamado a decorar, embellecer y magnificar se convertía en un vehículo del fraude, el engaño y del dinero, el dinero, el dinero. Siempre el dinero, es el corazón de América», diría en una entrevista concedida en el mismo año de su muerte. En ese mundo de certezas, de respuestas a priori, de juicios catapultantes, Gaddis era el oráculo turbador a la hora de plantear incógnitas, no siempre detectadas; toda una problematología mucho más importante que las respuestas que se podían aportar para hacer desaparecer de un plumazo «la tendencia de la naturaleza en degradar lo organizado y en destruir lo que tiene sentido». (...) Su supuesta fama de ilegibilidad, que en absoluto era tal, lo acompañaría durante mucho tiempo, algo que por pura exasperación hiperrealista-costumbrista frenaría a bastantes lectores de primera y segunda hora, incluido un excesivamente conservador y literal Steiner. Cualquier lector que no esté familiarizado con su literatura y abra ahora por primera vez Ágape se paga, su potente, hipnotizante y densísima novela póstuma -o resumen-comentario, ayudado por un coro de voces que va desde Benjamin, Huizinga, Flaubert, Platón o Tolstói, de un texto imaginario sobre «la mecanización de las artes vista a través de una historia social y exhaustiva del piano mecánico en América»-, reconocerá un aire de composición espectral: el Thomas Bernhard de Hormigón, pero también de Maestros antiguos, un autor que Gaddis conoció tardíamente, pero que le entusiasmaba. Otra inmensa figura de nuestro tiempo, igual que él, que de seguro exasperó a más de un naturalista, lo mismo que hicieron buena parte de los mejores del pasado siglo y de nuestra época en curso, desde Hand-ke, Beckett, Robbe-Grillet, Celan, Pound y el mismísimo Joyce.

Felizmente, Ágape de William Gaddis fue uno de los libros que me traje en cierto maletín de mano con sobrepeso en este año más que generoso en compras de libros. Con la recomendación de Mercedes Monmany me animo a leerlo al fin. Por cierto, Fresán no abandonó su territorio del todo: si se dan cuenta, es el autor del prólogo del libro.

Etiquetas: , , , , ,

Fresán sobre Price

6.20.2008
Richard Price. Fuente: minessota public radio

Richard Price es un escritor de culto norteamericano, uno de esos autores considerados "de género" y menospreciados por la crítica más académica, pero que recoge fans por miles en especial por su famosa novela Clockers (traducida como Camellos o Por las calles del crack, y de la que Spike Lee hizo una película) El hecho de ser un guionista exitoso (fue nominado para un Oscar con El color del dinero y ahora escribe para la serie The Whire) no lo ayuda demasiado para ser mejor considerado por los académicos. En América Latina tiene sus admiradores y uno de ellos, sin duda, es Rodrigo Fresán, quien en Radar Libros hace una reseña de su último libro Lush life. Dice Fresán:

En lo que hace al argumento, Lush Life demuestra que se puede erigir una buena trama sin por eso tener que renunciar al apunte social y a la mirada rayos X. Y con mucho más y mejor ritmo que Tom Wolfe. Por encima de sus rasgos de procedural thriller, Lush Life atrapa –y más que posiblemente sea esto lo que la convierta en un libro que trascenderá al sabor del mes para quedarse como texto de consulta por los años que vendrán– como una virtual historia de lo que sucedió hace ya unos años en el Lower East Side cuando los pobres inmigrantes fueron erradicados de ese barrio para inaugurar coquetos restaurantes y sabrosas boutiques y parques y paseos donde los aspirantes a artistas como Eric Cash (el tan noble como patético “héroe”, manager de restaurante con aspiraciones de escritor, 34 años, jugando como un alter-ego de un posible Price que no triunfó: notar el chiste entre los apellidos con resonancias monetarias Price y Cash) o Ike Marcus (su “amigo” también indie-arty) cantan sus blues. Price, maliciosamente, se refiere a este grupo social como “La Bohemers” y una noche Ike se cruza en la trayectoria de una bala y muere y allí está Eric como testigo y llega la policía. Y, de pronto, hay ciertas inconsistencias en el relato de Eric, a quien Ike –más joven, con un futuro casi presente acaso más promisorio– nunca le cayó muy bien. Lo que sigue es la paciente investigación del oficial de policía Matty Clark. Pronto, los medios deciden que el asesinato es simbólico de “algo” y, ay, Cash descubre que es famoso por todas las razones incorrectas. Pero, por lo menos, ahora es alguien conocido. Las voces de Cash y de Clark son dos de los lados del triángulo oral del libro. El tercer lado lo ocupa y ofrece Tristan, un adolescente con sueños gangsteriles de los suburbios. Y si algo es necesario para probar el particular genio de Price, ahí están las muchas pero muchas páginas de la escena del interrogatorio. Price –habitual guionista de The Wire, tanto mejor que Los Soprano, donde aparece en un breve cameo como profesor de taller literario de prisión de máxima seguridad– afortunadamente escapa al tan en boga shakespearenismo lumpen (ese que practica Dennis Lehane en Mystic River y Sydney Lumet en su nueva película Before the Devil Knows You’re Dead; esos argumentos donde parientes y amigos se matan entre ellos y lloriquean). Lo suyo es otra cosa muy diferente. Lo suyo –eso que aprendieron tan bien discípulos como Peter Blauner o Colin Harrison– es pintar su aldea y a aquellos que la ensucian y la iluminan con graffiti color rojo sangre. Price se planta frente a todo eso y lee entre líneas para después escribir en línea recta.

Quizá la mayoría recuerde a Richard Price más por el guión de esa pequeña joya de Martin Scorcese en el colectivo Historias de Nueva York titulada "Apuntes del natural". O quizá por esa buena comedia Mad Dog and Glory. O quizá por aquella entrañable nota de Alberto Fuguet, gruppie absoluto de Price, publicada en su libro de crónicas y recuperada en la fenecida revista Lateral. Por cierto, la novela ha sido adquirida por Mondadori pero Fresán adelanta la dificultad de traducir el jerga, slang, inflexiones, modismos y giros, en una novela que es 80% una conversación.

Etiquetas: , , , ,

Fresán sobre Burgess

5.26.2008
Anthony Burgess. Fuente: bu-univ.angers

A Antonhy Burgess se le recordará siempre por La naranja mecánica, aunque quizá no por la propia novela sino por la famosa adaptación cinematográfica. Pero en realidad fue un escritor muy prolífico. Entre sus muchas obras destaca Poderes terranales, considerada como la más ambiciosa de sus novelas, que será publicada en castellano por El Aleph y que tiene un prólogo de Rodrigo Fresán que anticipa "Radar libros" Aquí un fragmento del prólogo, donde explica la ambición de esta novela:
Uno de los títulos originales de Poderes terrenales –uno de los varios que le había puesto Burgess mientras la escribía– era Los creadores. Y si algo queda claro es que aquí leemos y disfrutamos de un creador en la summa de sus poderes. De ahí que Poderes terrenales pueda leerse casi como un compendio de sus obsesiones a la vez que una suerte de greatest hits donde se reformulan sus ideas y sus trucos con una gracia y elegancia nunca superadas antes o después por el autor. En este sentido, debe considerarse Poderes terrenales como la novela burgessiana total del mismo modo en que –aunque con diferentes modales– Ada, o el ardor es la novela nabokoviana total. De ahí también que el biógrafo Roger Lewis –en su Anthony Burgess, 2002– defina Poderes terrenales como si se tratase de “todos sus libros anteriores dentro de uno” y de “una comedia que simula ser una tragedia”. Burgess, por su parte, no dudó en revelar que consideraba el libro todo un desafío, incluso para su habitual velocidad y en una carta a su editor alemán, a punto de poner su punto final, lo sintetizaba como “mi intento de demostrar que puedo escribir algo tan largo como esos novelones del siglo XIX (aunque Dickens y Tolstoi escribían muchas páginas porque primero publicaban en entregas, forma del oficio con la que, ay, ya no contamos). He aquí un relevo panorámico del siglo XX narrado por el cuñado del ficticio papa Gregorio XVII y un intento de encontrarle una explicación al condenable misterio del bien y del mal manifestándose en el peor siglo que la humanidad jamás haya conocido. También se supone que sea divertida”. Burgess consideraba la novela como “la única gran forma literaria que nos queda. Tiene la capacidad de albergar todas las formas literarias menores. La novela tiene actualmente el monopolio de la forma” sin por eso negarse o renegar de la certeza de que “todas mis novelas intentan ser, diríamos, un entretenimiento serio, sin propósito moral, sin solemnidad. Lo que yo quiero es complacer”. De acuerdo en todo y aquí está la incontestable evidencia de sus intenciones realizadas.

Etiquetas: , , , ,

Fresan y su pela

2.17.2008
Afiche de la película. Fuente: uqkuad.com

Y ya que mencionamos a Rodrigo Fresán, en el suplemento Radar el narrador argentina comenta cuál es su película favorita. La elegida es 2001, Odisea del espacio. Me gustaría saber qué opinan otros escritores sobre el mismo tema. Mario Bellatin, por ejemplo, sin duda elegiría una película asiática misteriosa. Y Edmundo Paz Soldán elegiría una película relacionada con su proyecto literario actual. Y Alberto Fuguet, una película gringa serie B (porque el guionista es un ex-escritor alcohólico). A mí mejor que no me pregunten, para no caer en el ridículo de elegir películas tan obvias como Casablanca y hasta Lo que el viento se llevó.

Dice la nota: "Un film que yo vi por primera vez a los, supongo, seis o siete años y que (encontrarlo sin buscarlo bailando el zapping equivale, automáticamente, a quedarme una vez más ahí, clavado hasta el THE END) no he dejado de ver desde entonces. Una película que –en tándem con la repetida audición del “A Day in the Life” de The Beatles– me formó y me deformó como escritor. La súbita certeza de que las cosas podían contarse y cantarse de otra manera. En varias partes aparentemente inconexas, pero unidas para siempre. A la elíptica velocidad de la luz y del sonido. La voz de HAL 9000 en off y la voz de Lennon “I’d love to turn you on”. Sí: ON y OFF. Y muchos años después leí que la voz de HAL 9000 la había puesto Douglas Rain, un joven actor de shakespeareano, quien –con el paso del tiempo– se negó a hablar de su participación en 2001: A Space Odissey porque esa interpretación oral y perfecta como ojo rojo y sin párpado había marcado su carrera para siempre. Así Romeo y Hamlet y Henry V y Macbeth y Próspero y Lear... nadie ni nada importaba: el hombre abría la boca y –¿ser o no ser?: ser– siempre había alguien en el auditorio que exclamaba: “¡HAL 9000!”. Tal vez por eso Rain se dignó a ponerles voz a varios robots en Sleeper de Woody Allen y a, por fin, volver a casa en la innecesaria 2010.

Etiquetas: , , , , ,

Despluman a Woody Allen

9.17.2007
La pulposa Scarlette y Woody Allen. Algo no anda bien. Fuente: blog de cine

Woody Allen ya no es el mismo, aunque nos duela confesrarlo, aunque tratemos de sumarle puntos tramposos a sus películas, aunque le perdonemos que haya cambiado a musas más evanescentes por la terrenal Scarlette Johanson. Y a Nueva York por París, Londres o Barcelona, hay que decirlo, ciudades hermosas que en sus cintas parecen fotografiadas como el resultado de una capitulación o la versión alternativa de un perfume caro. Mi última esperanza es que sus cuentos de Pura Anarquía (Tusquets) sean tan buenos como los de Cómo acabar de una vez por todas con la cultura o Sin Plumas. Pero Rodrigo Fresán, en el suplemento Radar, acaba de exterminar esa esperanza. Ahora Woody Allen es realmente una criatura sin plumas.
Dice Fresán: "(...) lo que ocurre es que los comediantes tienen fecha de vencimiento. Lo que fue gracioso a principios del siglo XX casi seguramente no lo será a principios del XXI. El caso de Woody Allen es todavía más grave porque –a pesar de venir de la nutrida tradición stand-up judía– lo suyo empieza y termina en sí mismo, en su figura y genio. Y su material funciona mejor durante cierta edad y en determinadas coordenadas socioculturales para un público que necesita identificarse con sus dilemas y su, sí, humor que alguna vez produjo la más que convincente ilusión de estar dotado de una universalidad casi shakespeareana. Así, en algún momento de toda vida, todos fuimos o quisimos ser Woody Allen. Pero me temo que no es un deseo que dure para siempre. Los intentos del mismo Allen por woodyzarse en alter egos más jóvenes pero igual de tartamudos –ya sean John Cusack o Kenneth Branagh o Will Ferrell o Jason Biggs– consiguieron resultados más bien pobres. Lo que hace pensar que Woody Allen –producto perfecto y antiheroico, culto divertido, psicoanalizado y neurótico, tipo lejos de ser un galán de cine pero que aún así conquistaba a mujeres deseables en la vida real– cumplió a la perfección hasta que alcanzó la perfección. Y, se sabe, una vez que se alcanza la perfección no es sencillo mantenerla y sólo queda iniciar el más o menos lento, más o menos pronunciado, camino de bajada. Woody Allen se encuentra allí ahora, y nadie puede culparlo de ello. Sí se puede, en cambio, precisar que, rumbo al inevitable crepúsculo, Woody Allen ha elegido la estrategia más fácil y acaso la menos elegante: la repetición de un modelo (pensar en la respetable Match-Point como en una relectura “para jóvenes” de la mucho más profunda y lograda Crímenes y pecados o en la insufrible tontería de Scoop como en un torpe calco de aquella agradable Misterioso asesinato en Manhattan) y la pereza de quien sabe que puede confiar en la marca registrada en la que se ha convertido

(...) los breves bosquejos que componen Pura anarquía –engañosamente anunciado como el primero que escribe en más de un cuarto de siglo cuando en realidad se trata de dieciocho piezas sueltas aparecidas a lo largo de los años en las páginas de The New Yorker donde, seguro, se asimilan mucho mejor en dosis homeopáticas ubicadas entre un relato de John Updike y una crítica de cine de Anthony Lane– apelan una y otra vez a un mismo mecanismo. Una repetida coreografía proyectada sobre diferentes paisajes que pueden tener que ver con la New Age, la industria del cine y la estupidez de Hollywood, las intrigas gastronómicas o la fe como corporación. A saber: el narrador se encuentra con alguien (generalmente con un apellido como Popkin o Pincus o Peplum o Pepkin o Pinchuk), este alguien le ofrece un trabajo, el trabajo se lleva a cabo con pésimos resultados y el narrador se despide del lector con alguna frase más insensata que divertida. ".

Etiquetas: , , , , ,

Fresán ya leyó Tree of Smoke

8.14.2007
Dennis Johnson. Fuente: radiofreemike.com

Tal como se veía venir, Rodrigo Fresán no pudo esperar hasta septiembre y se consiguió un advance copy de la nueva novela de Dennis Johnson. Comenta su lectura en la revista "Qué Pasa" de Chile. Obviamente, luego de leer la reseña de Fresán la ansiedad por leer Tree of Smoke llega a su punto máximo en este su resfriado comentarista. ¿O es la fiebre del resfrío nomás?¿O la congestión de haber estado escuchando (21 veces hasta este momento) "Someone exactly like you" de Van Morrison"?

Dice Fresán: "(...) todavía me estoy reponiendo del vertiginoso huracán de las más de 600 páginas de esta novela vietnamita que acaba con todas las novelas escritas sobre Vietnam hasta la fecha, porque aquí el nombre del mundo es Vietnam. Porque en esta magnum opus del enorme Johnson (uno de los más grandes escritores norteamericanos, aunque circunstancialmente nacido en Munich, en 1949) escribe su "Vietnam era una fiesta" y, se sabe, hay muchos tipos de fiestas. Escrita y anunciada a lo largo de varias décadas, la memoriosa y alternativa "Tree of Smoke" es, también, una suerte de prequel a todo lo que Johnson ha venido escribiendo. Aquí -con ropa de combate o borrachos en crepúsculos color anaranjado napalm- aparecen, juveniles e iniciáticos, varios de los personajes e hijos de Jesús que Johnson ya nos presentó en libros anteriores en su escritura pero posteriores en su tiempo y espacio. Aquí, también, vuelve a demostrarse que Johnson es un perfecto genio a la hora de combinar la contemplación del bushido con el estallido del pop. Aquí -contando una serpenteante saga y rito de pasaje que arranca en 1963, en Oriente, con la frase "La noche anterior a las 3 de la mañana el presidente Kennedy había sido asesinado" y concluye veinte años después con un "Todo será salvado. Todo será salvado"- se experimenta el placer de comprobar que la novela no está muerta aunque tal vez sí existan demasiados lectores zombis. El libro tiene incontables grandes momentos, párrafos a subrayar, un genio trabajando y combatiendo contra los oscuros fantasmas del pasado desde un presente encandilante. Digámoslo así: en "Tree of Smoke" Denis Johnson hace por la guerra de Vietnam lo mismo que hizo Herman Melville en "Moby-Dick" por la caza de ballenas. Eso. "

Etiquetas: , , , , ,

FLIP Paraty 2007

7.11.2007
J. M. Coetzee pasea por Paraty durante la FLIP 2007. Foto: Tuca Vieira. Fuente: FLIP

Y ya que hablamos del Festival Internacional de Literatura Paraty 2007, que se llevó a cabo en Brasil del 4 al 8 de julio, diremos que fue un éxito de público y de ponencias, con una lista realmente genial de autores. Como el año pasado, cuando comenté este mismo evento, me pregunto: ¿no existirá algún alcalde, pro- hombre, eminencia, empresario, o todo eso junto, capaz de hacer un Festival similar en un pueblo pequeño, pintoresco, hermoso, como hay tantos en el Perú? Gana el pueblo con la cantidad de turistas, gana la cultura peruana con el movimiento de escritores notables, ganan los espectadores con las ponencias. Les dejo la página web del Festival para que se enteren de qué trata y se vayan animando.

Entre los autores que asistieron este año destaco a algunos como los premios Nobel JM Coetzee y Nadine Gordimer (que no coincidieron en ninguna mesa), el reciente Príncipe Asturias Amos Oz, escritores británicos tan célebres como el asutraliano William Boyd y el cómico William Self, además de la reciente Booker Kiran Desai y una de sus "competidoras" más cercanas, la anglo-egipcia Ahdaf Soueif, escritores en lengua portuguesa como Mía Couto, Paulo Lins (autor de la promocionada Ciudad de Dios) y la joven Verónica Stigger, una de las invitadas al Bogotá39.

La delegación latinoamericana, que no tuvo este año ningún peruano (el año pasado fue Alonso Cueto), contó con Alan Pauls, César Aira, Guillermo Arriaga, Ignacio Padilla, Rodrigo Fresán.

Etiquetas: , , , , , , , , , , , ,

Hablemos de langostas

7.10.2007
Carátula del libro de David Foster Wallace, Hablemos de las langostas. Fuente: Letras libres

Rodrigo Fresán comenta en el último número de Letras Libres la nueva colección de ensayos del siempre interesante escritor norteamericano David Foster Wallace: Hablemos de langostas (Mondadori). Inevitable la comparación con Algo supuestamente divertido que jamás volveré a hacer su primer, y por lo visto insuperable, libro de ensayos de lectura obligatoria. Por cierto, hasta hace un tiempo siempre veía estacionada en la mesa de novedades de "El Virrey" la novela La broma infinita, 1216 páginas electrizantes del llamado sucesor de Pynchon. Siempre me pregunté si alguien se animaría a comprarla y, oh, leerla incluso. Yo la vi durante dos años, una vez por semana la hojeaba, y nunca me animé. Ya no la veo.

Dice Fresán: "(...) tal vez estas piezas periodísticas sean la mejor puerta para adentrarse en uno de los más talentosos escritores de su generación. Alguien que piensa y luego escribe y produce conjuntos de ideas que van de lo especializado (Wallace es autor de un libro sobre el rap junto al también pynchonista Mark Costello, así como de otro donde aplica el discurso científico aplicado a una improbable, pero ahí está, “historia compacta” del infinito) o, en textos más o menos breves, a temas diversos, que acaban ofreciéndonos una suerte de elástico mapa sobre sus pasiones, sus curiosidades y sus desprecios. Hablemos de langostas se las arregla para conseguir que una exploración al mundo de la pornografía filmada, un análisis del particular humor de Kafka, un análisis del absurdo de las campañas electorales, un descenso a los infiernos conservadores de un anfitrión de tertulia radiofónica o un exhaustivo paseo por el Festival de la Langosta en Maine se lean –y se disfruten– como capítulos de una novela fantasma que, sí, sólo pudo haber escrito Wallace. Lo interesante aquí es que a diferencia de sus colegas generacionales –llámense Donald Antrim, Jonathan Lethem o Rick Moody– Wallace parece no tan preocupado por el propio pasado y las turbulencias familiares como escenario donde erguir una obra ensayística, prefiriendo, en cambio, buscar en el afuera las razones y las sinrazones que acabaron construyendo su ser más íntimo".

Etiquetas: , , , , , , , ,

Michael Ondaatje

7.01.2007
Michael Ondaatje. Fuente: CBC.ca Arts

Rodrigo Fresán en Radar Libros dice sobre Michael Ondaatje: "Los libros de Michael Ondaatje despiertan fervores y rechazos con igual intensidad y el motivo principal es el embriagador lirismo de su prosa". Me encuentro entre los que sienten fervor por este novelista, aunque no sólo por la extraordinaria, celebrada y hollywoodizada El paciente inglés sino también por esa novela extraordinaria (aunque Rodrigo Fresán la califica de "obra maestra fallida") llamada El fantasma de Anhil (que muy bien podría cambiar de contexto y tratarse sobre la exhumación de cadáveres durante el terrorismo en el Perú). Ahora ha publicado en Knopf su nueva novela, Divisadero, y cuándo no, es Rodrigo Fresán quien hace una primera aproximación a la novela (aún no una reseña -advierte- porque va por la página 107). Alfaguara traducirá el libro para el 2008 promete Fresán.

Dice la reseña: "Divisadero es uno de esos libros por los que uno no duda en jurar en su nombre. Uno de esos libros que uno quisiera que nunca se terminaran, pero que, en su final, en el llegar allí, también hay un placer único y un privilegio irrepetible y, afortunadamente, los libros de Ondaatje donde la elipsis y la sugerencia es el método y son los modales (no es casual que también haya firmado una larga conversación con el elíptico Walter Murch, compaginador de cabecera de Coppola y de Minghella) aguantan sucesivas relecturas porque ahí están todas esas frases, una detrás de otra, esperando, esperándonos a que volvamos a ellas. Uno de esos libros que, para ir cerrando –y ésta suele ser una de las críticas negativas que más frecuentemente se le hacen a Ondaatje– nunca cierran del todo (aunque yo prefiero decir que no es que no cierren sino que nunca se cierran). Uno de esos libros que te producen unas incontenibles e impostergables ganas de ponerte a escribir sobre ellos mientras los estás leyendo y no después de haberlos leído".

Etiquetas: , , , , , ,

Benjamin Black

6.24.2007
Carátula de El retorno de Christine de Benjamin Black


Como todos los que admiramos a John Banville sabemos, éste escribió una novela policial (o más precisamente, una novela negra que mezcla el policial con el thriller) bajo el seudónimo Benjamín Black para salir del bloqueo. El retorno de Christine, la primera en salir de esa pluma, acaba de ser publicada en España por Alfaguara y Rodrigo Fresán comenta al respecto en “Babelia”.

Para leer la contratapa, pulse aquí:


Dice la reseña: “Hace unos meses, en estas páginas, se le preguntó a Banville: "¿El estilo es rey y la trama soldado raso? ¿O viceversa?". A lo que Banville contestó: "El estilo avanza dando triunfales zancadas, la trama camina detrás arrastrando los pies". Cabe pensar que Black afirmaría lo contrario. De ahí que el mejor elogio que se le puede hacer a los dos autores es comunicarles que ambos están equivocados. En El secreto de Christine tanto estilo como trama avanzan triunfales. Y el único que camina detrás arrastrando los pies es el cada vez más asqueado Quirke. Y de más está decir que, al final, Quirke descubre lo que estaba escondido y que el haber hecho "algo" no le convierte en alguien más feliz de lo que era cuando apenas tenía en claro la triste hora de cierre de su pub favorito. Pero no importa: bien hecho. Muy bien hecho.”

Etiquetas: , , , ,

Chip Kidd

6.19.2007
Chip Kidd. Fuente: bcs.bedfordstmartins.com

Justamente el domingo Rodrigo Fresán comentaba que no le gustaba la carátula de Chipp Kidd para la novela de Haruki Murakami After Dark, y hoy me entero por The Literary Saloon que la revista “Esquire” le ha dedicado un espacio al célebre art director de la editorial Alfred A. Knopf quien revela algunos trucos para hacer carátulas. El artículo lo comentaré luego, en extenso, en el blog “Basta de carátulas”
En el artículo de Esquire, Kidd comenta su método de composición en algunas carátulas recientes: House of Meetings, de Martín Amis; The Road, de Cormac McCarthy; Terrorist, de John Updike.

Chip Kidd publicó un libro llamado Chip Kidd: Book one, donde publica algunos de sus diseños de las primeras épocas.

Etiquetas: , , , , ,

11S catálogo

6.12.2007
Cuadro realizado con fotos de las víctimas del 11S. Fuente: viadeescape

Al igual que lo que ocurrió en el Perú durante la época del terrorismo, pero con mucha mayor publicidad, en EEUU se ha escrito mucho sobre el 11/S a los pocos años de haber ocurrido. Rodrigo Fresán nos da una guía (advirtiendo ediciones en español, además) para no perdernos ninguno de esos libros:

“Pocas semanas después [de publicado un cuento sobre el tema de Martin Amis en The New Yorker, en el 2005], Updike publicaba Terrorista. Y no era el único que desoía el consejo de Norman Mailer (dejar pasar una década antes de sentarse a escribir sobre el asunto) y fueron apareciendo grandes cuentos de Deborah Eisenberg, Patrick McGrath y Rick Moody, y numerosas variaciones sobre la caída de las torres. Así, la novela matrimonial-fitgeraldiana sobre el 11-S (La buena vida, de Jay McInerney, que editará Mondadori), la novela epifánica-prodigiosa sobre el 11-S (Tan fuerte, tan cerca, de Jonathan Safran Foer, en Lumen), la novela viajera-neoconradiana desembocando en aquella mañana terrible (The Third Brother, de Nick McDonell) o estallando luego de una íntima picaresca (Brooklyn Follies, de Paul Auster, en Anagrama), la novela sobre dejar la gran ciudad después de todo aquello (A Day at the Beach, de Helen Schulman), la novela à la Edith Wharton pero con aviones asesinos (Los hijos del emperador, de Claire Messud, que editará RBA) y hasta la feroz comedia negra que se burla del trauma de sobrevivientes y testigos (A Disorder Peculiar to the Country, de Ken Kalfus). El último -quien tal vez debió ser el primero- ha sido el catastrofista Don DeLillo con su Falling Man (próximamente en Seix Barral). Allí, en las flamantes ruinas, uno pregunta: "¿Qué sucederá después de esto?". Y otro responde: "Nada sucederá después. No hay después. Esto fue el después. Hace ocho años pusieron una bomba en una de las torres. Nadie dijo entonces qué sucedería después. Esto es el después. El momento para tener miedo es cuando no hay razón para tener miedo. Ahora ya es demasiado tarde".

Etiquetas: , ,

Nathan Englander

6.05.2007
Nathan Englander. Fuente: Página12

Rodrigo Fresán nos presenta un nuevo escritor norteamericano: Nathan Englander (Long Island, 1970). Su nueva novela, además, sucede en el famoso barrio porteño Once.

Fresán comenta así las virtudes de Englander: “Pasado el temblor, el lector más o menos curtido en estas lides descubría que la “novedad” de Englander pasaba –paradójicamente o no– por no ser novedoso. Así, la particularidad de Englander –y lo que lo separaba de Antrim, Eggers, Lethem, Moody, Wallace o Saunders– era su amor en ocasiones un tanto picaresco e irreverente por las tradiciones de sus ancestros (lo que le valió alguna muy publicitada crítica de los miembros más conservadores y ortodoxos de su comunidad) a la vez que las más que evidentes reverencias a patriarcas del asunto como Isaac B. Singer, Bernard Malamud y, de paso, al nunca del todo bien ponderado y renegado Mordecai Richler. Otra vez: lo mejor de ambos mundos”.

Etiquetas: , , , ,

Dick regresa

5.28.2007
Androide de Philip Dick realizado en el 2005. Fuente: Hotel Kafka

En vida, Philip Dick no fue un escritor desconocido. Tenía miles de fanáticos y, poco antes de morir, vendió una novela suya para adaptarla al cine en el clásico Blade runner. Pero ese reconocimiento estuvo siempre supeditado al título “escritor de ciencia ficción” que lo subestimaba (y, de paso, subestimaba al género). Hoy en día cada vez hay más fanáticos de Philip Dick (Rodrigo Fresán y Roberto Bolaño entre ellos) quienes han tenido una reivindicación. Lo explica esta nota de Terra: “El 31 de este mes, The Library of America, una editorial sin fines de lucro que consagra al mejor talento de las letras de este país, reeditará cuatro de sus novelas de los años 60, un gesto que ha sido ampliamente apreciado por la crítica literaria mundial.” Ya está dicho: nunca es demasiado tarde cuando el gesto es sincero.

Las novelas que saldrán publicadas son: 'El hombre en el castillo' (1962), 'Los tres estigmas de Palmer Eldritch' (1965), '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?' (1968) y 'Ubik' (1969).

La nota subraya este curioso dato biográfico: “[El autor era] un consumidor asiduo de anfetaminas -dicen algunas biografías que llegó a tomar hasta 1.000 píldoras por semana-, Dick desarrolló una paranoia tal a principio de los años 70 que llegó a escribir una carta al FBI en la que denunciaba que los académicos y críticos literarios eran agentes infiltrados de la KGB que querían apoderarse del género de ciencia ficción de EEUU.”

Pueden ver también la nota del comelibros Alvaro Bisama en "Revista de Libros".

Etiquetas: , , , , ,

James Salter

5.21.2007
James Salter. Foto: John Foley. Fuente: El País.

En el Perú aún debemos descubrir -con carácter de urgencia- a James Salter. Así me lo dice la tremenda calidad de su obra, y así me lo grita también Guillermo Niño de Guzmán cada vez que hablamos de libros. En Lima, por cierto, he encontrado a precios de saldo algunas de las primeras traducciones al castellano de Salter en “Crisol”. Para que se animen, Rodrigo Fresán nos introduce en Radar Libros al universo de una novela recientemente traducida por Salamandra: La última noche.

Para ver la contratapa de La última noche, pulse aquí.
Fresán considera a James Salter el “eslabón perdido” entre la Generación perdida de Ernest Hemingway y el “realismo sucio” de Raymond Carver. Y califica a Salter, junto con Norman Mailer y el finado Bill Styron, como “el último exponente de un “modelo” de escritor made in USA vitalista, bon-vivant, curtido por la experiencia, pero sin perder nunca la elegancia”

Según la reseña, Salter está dispuesto a escribir su última novela, aunque asegura: “Mi piano todavía suena afinado y me gustaría hacer sonar una última nota. Ya saben, los escritores nunca se retiran. El único modo de detenerlos es arrastrarlos afuera y pegarles un tiro”

Etiquetas: , , , , , , , , ,

Cenar con Borges

5.18.2007
Portada de suplemento Radar


Y ya que mencionamos a Borges, la semana pasada el suplemento Radar publicó un especial titulado "Come en casa Borges" en la que seis escritores (Luis Chitarroni, Rodrigo Fresan, Alan Pauls, Paula Pérez Alonso, Rodolfo Rabanal y Juan Villoro) comentaron los diarios de Bioy Casares en los que aparece la figura de un Borges bastante blogger, por decir algo. Muy, muy, muy recomendable.

Rodrigo Fresán dice: "Pocas veces me he reído más leyendo un libro y –dada su cantidad de páginas– pocas veces me he reído más, y punto. Puede definirse al Borges de Bioy Casares como una cruza de la Vida de Johnson de James Boswell con La conjura de los necios de John Kennedy Toole con una reescritura porteña de En busca del tiempo perdido a cargo de Bustos Domecq. Algo así".

Hablando de peleas literarias, no hay nada mejor que esta estupenda cita de Juan Villoro (hago aquí un llamado: si insisten en pelear ¡por lo menos eleven el nivel!): "Aunque merezca cargos de incongruencia, insensatez y capricho, el Borges del diario refleja una condición esencial de la literatura: toda voz que aspira a ser distinta lucha con las demás (de las que secretamente depende, pues le sirven de blanco y modelo). Esta idea agonista de la cultura, tan cara a Harold Bloom y al Borges de “Kafka y sus precursores”, supone una oposición a la mediocridad ambiente, pero sobre todo una puesta en duda de cualquier forma de escritura. Las opiniones sobre los fracasos de Goethe, las limitaciones de Shakespeare –¡ese amateur!– y las caídas de Homero serían eminentes pedanterías en un ensayo. Tomadas como ocurrencias en el discurso privado, pertenecen al boxeo de sombra imprescindible para conformar un criterio. Se trata de un ejercicio necesario y a fin de cuentas inofensivo: “Todas esas polémicas literarias son como efusiones de sangre en el teatro: después nadie muere”, comenta Borges. Es difícil encontrar un libro que celebre tanto la literatura y al mismo tiempo se acerque a las obras maestras como zonas de desastre: todo podría ser mejor. Escribir significa corregir."

Etiquetas: , , , , , , , ,

Bolaño último

5.14.2007
Roberto Bolaño. Ilustración: Francisco Villa. Fuente: Piedepágina


En la revista mexicana "Letras libres", Rodrigo Fresán escribe una extensa reseña sobre los libros póstumos de Roberto Bolaño publicados por Anagrama: El secreto del mal y La universidad desconocida. El primer libro es una serie de relatos y conferencias y fragmentos rescatados por el crítico Ignacio Echevarría. El segundo, es la summa poética que preparó en vida pero no se animó a publicar.

Para leer la contratapa de El secreto del mal, pulse aquí.

Para leer la contratapa de La universidad desconocida, pulse aquí.



Fresán compara así ambos libros: "(...) mientras El secreto del mal puede leerse como los mensajes en ocasiones difusos pero claros de un espectro, La Universidad Desconocida (más allá de que varias de sus partes fueran publicadas en vida por Bolaño) adquiere, aquí y ahora, el carácter de summa testamentaria".

Comentando la influencia de Bolaño en comparación con la de García Márquez y Vargas Llosa, Fresán anota: "[Bolaño] superó a ambos como “el escritor más influyente de la actualidad” en otra encuesta de un frecuentado blog del escritor Iván Thays.) " Siempre es una satisfacción descubrir que este Moleskine Literario tiene tan buenos lectores en todas partes del mundo. Se agradece.

Etiquetas: , , , , , , , , , ,