MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Chip Kidd

6.19.2007
Chip Kidd. Fuente: bcs.bedfordstmartins.com

Justamente el domingo Rodrigo Fresán comentaba que no le gustaba la carátula de Chipp Kidd para la novela de Haruki Murakami After Dark, y hoy me entero por The Literary Saloon que la revista “Esquire” le ha dedicado un espacio al célebre art director de la editorial Alfred A. Knopf quien revela algunos trucos para hacer carátulas. El artículo lo comentaré luego, en extenso, en el blog “Basta de carátulas”
En el artículo de Esquire, Kidd comenta su método de composición en algunas carátulas recientes: House of Meetings, de Martín Amis; The Road, de Cormac McCarthy; Terrorist, de John Updike.

Chip Kidd publicó un libro llamado Chip Kidd: Book one, donde publica algunos de sus diseños de las primeras épocas.

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Murakami en inglés

6.17.2007
Cual si fuera un comentarista de "Basta de Carátulas", Fresán dice que la buena nueva de la noves ha sido: "apenas estropeada por la primera portada fea que le he visto al gran diseñador Chip Kidd". Fuente: Amazon.

Rodrigo Fresán comenta en Página12 el nuevo libro de Haruki Murakami traducido al inglés, aunque aún no ha sido traducido al castellano, titulado After Dark (Knopf, 2007). La novela fue publicada en original el año 2004 y como en "Norwegian wood" (traducido como Tokio blues), esta vez el título también alude al título de una canción: "Five Spot After Dark" del músico de jazz Curtis Fuller.

Dice: "After Dark (...) es, también, la variedad de Murakami que más me gusta a mí: la de relatos como “Chica de cumpleaños” o de novelas como Al sur de la frontera, al oeste del sol y de esa cima nunca superada que es Madera noruega. Es decir: no hay aquí preocupaciones con el pasado histórico de su patria ni gatos parlantes; pero sí gatos que maúllan y hermosas chicas tristes (una de ellas víctima de lo que en principio parece un maleficio que la mantiene bella y durmiente) y un músico de jazz (que se pregunta si no será hora de ponerse a estudiar Derecho) y un hombre sin rostro que lo observa todo como si se tratara de una película y un rostro en una pantalla de televisión sin canales y nombres de marcas occidentales y mini-relatos con la boca llena de ensalada de pollo (que es lo único que se puede comer en Denny’s) y teorías insinuadas sobre dobles y otros mundos y un hotel alojamiento que se llama Alphaville en honor a Jean-Luc Godard y diálogos epifánicos en su compleja sencillez y una pequeña inmensa anécdota que se va desenvolviendo sin prisas, cruzando sus piernas y sus diferentes líneas narrativas casi en tiempo real, con el dibujo de un relojito precediendo cada uno de los capítulos, a lo largo de las siete horas de una noche de otoño: de “esas secretas entradas en la oscuridad, en el intervalo entre la medianoche y el momento en que el cielo comienza a aclarar” donde “nadie puede predecir cuándo o dónde esos abismos devorarán a las personas o dónde o cuándo acabarán escupiéndolas”.

Entre paréntesis, Fresán comenta brevemente el último libro de Chuck Palahniuk: "(...) junto a After Dark he leído Rant, la nueva y divertida y monstruosa novela de Chuck Palahniuk armada como si se tratara de biografía oral à la George Plimpton de un supuesto serial killer y, de acuerdo, produce un efecto también extraño e intransferible pero de polaridad muy diferente: porque mientras Palahniuk es tóxico, Murakami es purificante. Y es mucho más difícil ser un escritor que limpia que un escritor que contamina"

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